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Dijo  célebremente José Figueres Ferrer: La educación es la inversión más directamente reproductiva imaginable. Todo paso adelante que en este sentido de cualquier país de América, contribuye a ensanchar los horizontes políticos, económicos y espirituales.
¿Cómo entonces, gente de su propio Partido y en un Programa de Gobierno, pretende gravar con impuestos a la educación? ¿O, es que hemos vuelto a las andadas distintivas entre lo público y lo privado, entre lo institucional y lo empresarial?
Debo decir con todo respeto al señor Ministro de Hacienda lo siguiente: Habrá muchas cosas no indispensables que gravar con impuestos antes que a la educación.
Es un hecho, que quienes ganan buen salario o perciben beneficios de sus empresas, y por ello pueden pagar la educación privada de sus hijos, libran al gobierno de tener que hacer  este inmenso gasto. Es un hecho también, que con sus ingresos, pagan al gobierno impuestos al salario, impuestos de renta, y el impuesto de ventas por lo que consumen y así, financian al Estado para dotar entre otras cosas, de presupuesto al Ministerio de Educación y al sistema Universitario y Tecnológico Estatal Nacional, y por lo tanto a miles que no pueden pagar sus estudios. Es más, colaboran también con los impuestos que pagan, todos los colegios y universidades del sector privado, sus empleados administrativos y funcionarios docentes.
Si algunas personas y empresas del sector privado, incumplen con el pago correcto de sus impuestos es otra cosa, pero en todo caso es obligación y arte del Ministerio de Hacienda lograr cobrarles adecuadamente. No por esta incapacidad, se va a castigar por parejo a quienes invierten sus muchos o pocos recursos económicos en la educación de sus hijos, con un impuesto y por el odioso perjuicio de ser catalogados como ricos. Todo lo contrario; los padres ricos o pobres que así inviertan su dinero, deben ser felicitados, y el país que lo promueva también.
¡No hay dos tipos de ciudadanos en este país!
Extremo cuidado habría de tenerse en no establecer odiosas diferencias, entre los ciudadanos de una misma Nación.
Aconsejo más bien, en forma prudente y atinente al tema, que se revisen las ridículas tarifas que se les cobran en las universidades estatales, a quienes sí pueden pagar el costo real de sus matrículas, porque aquellos que disfrutan de ingresos superiores, aunque quisieran pagar más   no se les permite, tal vez por tratar de ridiculizar o competir inútilmente con lo que cobran las instituciones privadas.  Evitaríamos así, una carga tan onerosa al Estado Costarricense,  a la Hacienda Pública y a quienes sí pagan sus impuestos, esperando que se administren con justicia y eficiencia.
Dijo  célebremente José Figueres Ferrer: La educación es la inversión más directamente reproductiva imaginable. Todo paso adelante que en este sentido de cualquier país de América, contribuye a ensanchar los horizontes políticos, económicos y espirituales.
¿Cómo entonces, gente de su propio Partido y en un Programa de Gobierno, pretende gravar con impuestos a la educación? ¿O, es que hemos vuelto a las andadas distintivas entre lo público y lo privado, entre lo institucional y lo empresarial?
Cuando un tal Marcus salía de su biblioteca, se llevaba todos sus libros en su cabeza, abandonando crisálidas vacías sobre los estantes. Así dice un cuento anónimo, y lo aprovecho para iniciar una serie de citas sobre la importancia de los libros en la vida de las personas que amamos leer y también, en la vida de los escritores como yo.
Una editora de libros que se llama María López Méndez dijo, "cada uno de mis libros es un hijo de papel. Cada uno es el producto de una experiencia maravillosa".
Y un librero llamado Roberto Díaz García replicó, "yo vendo libros porque me gusta vender cultura".
El escritor William Niño sostiene que "toda lectura es mandamiento, terror, resentimiento, elogio, empresa. Toda lectura es violencia o aburrimiento".
Michael Ende, explicó en una entrevista que "el libro es una aventura en la que no sabes que pasará. Sin esa tensión, me aburriría mucho y seguramente no escribiría nada".
También hay que tomar en cuenta la opinión de Blanca Fernández, una mujer que pinta y hace diseños de arte moderno con libros viejos. "Vengo de una familia de hombres de letras, donde la magia de la palabra ha atrapado a varias generaciones. Desde los primeros cuentos de mi infancia, la noción de que ellos encerraban todo lo bueno y lo malo, lo real y lo irreal, lo maravilloso, me lleva hoy a guardarlos, a embellecerlos".
Pero lo más contundente fue lo dicho por Wálter Rodríguez Pilatti. "Nada de lo que el ser humano construye dura; las civilizaciones y las naciones envejecen y perecen, mientras que el libro sigue siendo su más notable creación; trabajar con  libros es trabajar con ideas, y las ideas nunca pueden ser aburridas. Libro, por eso eres mi fiel compañero. Por ti he conocido hechos y personas notables, y aunque a veces no te vea perfecto, igual te quiero porque ante todo eres amigo".
Tener un libro es tener una caja de sorpresa. Cristina Kasia argumenta que "mis libros son como una galería que puedo sostener en mis manos, y donde se me permite la entrada cuando quiera. Es un medio que dice lo indecible y puede explicar algo inexplicable".
Pero no podemos terminar sin saber qué dicen los niños sobre los libros.  Julio Francisco, de 7 años, dice que "con los libros uno aprende cosas nuevas y puede ayudarse para hacer cuentos". y Deborah, de 10, confiesa que "me gustaría leer un libro que empiece bien y termine mal, pues todos los que conozco son al revés".
No sé cómo resumir todo lo anterior, pero la periodista María Tejera lo resume así: "yo nunca sé qué decir cuando la gente me pregunta si me gusta leer. Los libros no son algo que te gusta, sencillamente son esenciales para la buena vida".
Yo, que amo los libros, que me he consagrado a mis libros, creo, como Carsten Todmann, que "editar un libro es como ser padre de un hijo. Acompañarlo en sus primeros pasos hasta que se aleje y si después de los años uno todavía lo ve con orgullo, ha tenido éxito".
Será por eso que el dicho "hablar como un libro" aparece en el diccionario más viejo de mi infancia como "hablar con corrección y autoridad".
Cuando un tal Marcus salía de su biblioteca, se llevaba todos sus libros en su cabeza, abandonando crisálidas vacías sobre los estantes. Así dice un cuento anónimo, y lo aprovecho para iniciar una serie de citas sobre la importancia de los libros en la vida de las personas que amamos leer y también, en la vida de los escritores como yo.
En estos Días Santos que se aproximan el recogimiento interior se vuelve una necesidad imperiosa, no sólo como una forma de contemplar, intensamente, el sacrificio de amor perpetrado por Jesús mediante la fortaleza de su pasión, la misericordia de su muerte y la esperanza  de su resurrección; sino, también, como una manera de corresponder a todas las gracias obtenidas por Él.
Porque aunque asistamos activamente a las respectivas celebraciones de la Semana Mayor, podríamos quedarnos en lo meramente anecdótico sin que exista un vínculo congruente con nuestra fe. Pues vivir las directrices de Jesús, no se debe limitar a la simple participación de las celebraciones litúrgicas pues estas en realidad tienen razón de ser cuando existe en el corazón y en la mente de los humanos una actitud cristiana solidaria.
Ciertamente los costarricenses hemos sido testigos, y cuidado sino protagonistas, de egoísmos, violencia, intolerancias o injusticias, entre otras malsanas situaciones, tanto hacia nuestros compatriotas como hacia nuestros hermanos extranjeros. Por ello es válido preguntarse ¿cuántos de los que asistimos a las celebraciones de la Semana Mayor no estamos asumiendo una actitud superflua porque somos incapaces de hacer manifiesto, internamente, el real mensaje de Jesús?
Que no se nos olvide que el mensaje de luz de la Semana Santa no es sólo hablar de Dios y de su salvación, sino de que exista, efectivamente, una coherencia entre nuestra fe y nuestra actuación diaria. Significa que esas simbólicas manifestaciones litúrgicas se traduzcan en un sincero mensaje de paz, esperanza, respeto, tolerancia y perdón en nuestros hogares, o fuera de ellos.
Por eso, esta venidera Semana Santa, al igual que las próximas, tendría que ser un oportuno momento para respondernos ¿cuál es el Dios de mi fe?...  ¿Será el Dios afectuoso quien por amor nos entregó a su hijo para nuestra redención?, o ¿uno que está hecho a nuestra conveniencia?... ¿A cuál Dios dirigimos nuestras oraciones?... ¿Esos favores que solicitamos a Dios son los que responden a su plan de salvación o son los que nos interesan exclusivamente a nosotros?...
En definitiva, en estos próximos Días Santos deberíamos dejar un espacio en nuestras vidas para pensar ¿cuál es el Dios en el que creo?, ¿a quién considero mi hermano?, ¿cuál es la verdadera razón por la que Jesús fue crucificado, murió y resucitó?, ¿de qué manera nos aprestamos a vivir la venidera Semana Santa?...  Pues, ciertamente, esta vocación de amor por nuestros hermanos y por nosotros, requiere, absolutamente, la imitación del maestro; es decir, la muerte de Cristo nos invita a morir también, no físicamente, sino a suprimir el egoísmo, la injusticia, la indiferencia y la falta de respeto en miras de alcanzar nuestra resurrección a la comprensión para con nuestros semejantes.
Resucitar en Cristo es, más allá de las plegarias y los rituales, volver nuestra mirada al hambriento, al sediento, al pobre, al forastero, al desnudo, al enfermo, o al encarcelado, así, mediante este firme propósito de manifestar auténticamente nuestra fe para vivir como verdaderos cristianos, la pasión, muerte y resurrección de Jesús adquirirán un sentido más profundo, nuevo y trascendente, que nos lleve a gozar, por toda la eternidad, y pese a las tribulaciones de la vida, de la presencia de Cristo resucitado. Pues como escribiera el evangelista Juan: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
En estos Días Santos que se aproximan el recogimiento interior se vuelve una necesidad imperiosa, no sólo como una forma de contemplar, intensamente, el sacrificio de amor perpetrado por Jesús mediante la fortaleza de su pasión, la misericordia de su muerte y la esperanza  de su resurrección; sino, también, como una manera de corresponder a todas las gracias obtenidas por Él.
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Escuchaba, hace poco, en uno de los telenoticieros nacionales, una nota informativa sobre el decir del señor Ministro de Transporte, de las nuevas medidas para controlar la flota vehicular que, diariamente circula, dentro de la gran área metropolitana.
Entre las posibles medidas anunciadas en la nota periodística se citó, la posibilidad de ampliar el radio de la zonas prohibidas para circular, extendiéndolo hasta Heredia y Cartago; también se mencionó ampliar el tiempo diario de la restricción, así como, la posibilidad hasta de poner dos días de prohibición de circular para cada vehículo.
En la nota periodística se argumentaba que las nuevas medidas obedecían a las continuas alzas en el precio del petróleo a raíz de la crisis en Libia y a la urgente necesidad de bajar el consumo de los combustibles en el país.  Esto pareciera indicar que ya no es solo una medida para disminuir la cantidad de autos que diariamente circulan dentro de la zona restringida, para evitar el colapso vial que se produce por el crecimiento exponencial de la flotilla vehicular en el país pero no así de la infraestructura vial para atenderla adecuadamente.
Cuando uno oye ese argumento de que las nuevas medidas son para bajar el consumo, uno no puedo menos que pensar, en la máxima que en los cursos iniciales de economía, donde nos decían que la demanda se estimulaba o se deprimía a través del sistema de precios y este a su vez, era determinado por el tamaño de la oferta, ya fuese de bienes o de servicios; a mayor oferta, menor precio, a mayor demanda, menor oferta y esto degeneraría en precios más altos para el consumidor final.
Parece que lo anterior, aquí en Costa Rica no funciona en el mercado de consumo de combustibles pues desmiente esa máxima de la economía ya que los precios suben y el consumo de los combustibles también sube, según el decir de la nota informativa.
Por otro lado, tampoco se puede dejar de pensar en cómo vamos a resolver nuestras necesidades de transportes de miles y miles de costarricenses, ya no solo un día sino podría ser hasta, quienes ante la imposibilidad de utilizar su vehículo, tengamos que recurrir al sistema de transporte público, que a todas luces, resulta absolutamente insuficiente para atender la creciente demanda. Al juzgar por esos hechos, el problema es de la gente, no del gobierno, por lo menos así pareciera ser cómo lo ve el gobierno
¿Será que las altas autoridades del gobierno pensaran que esa situación no les corresponde a ellos considerarla y darle opciones de transporte a la ciudadanía? ¿Será que piensan que cada quien vea como se la juega para llegar a sus trabajos?
Esas disposiciones, como otras muchas, que se han tomado, no solo en este gobierno, sino también en los anteriores, dejan claro que en no pocos casos, las políticas públicas obedecen más a una coyuntura, que a un estudio inteligente e integral de la problemática existente y la cual debería ser resuelta de igual manera.
Esa falta de profundidad en el estudio de las causas de una problemática y más bien centrarse solo en los efectos, es un mal que aqueja a nuestra administración pública, desde hace demasiados años y ya va siendo hora de ponerle coto a esta práctica.
Escuchaba, hace poco, en uno de los telenoticieros nacionales, una nota informativa sobre el decir del señor Ministro de Transporte, de las nuevas medidas para controlar la flota vehicular que, diariamente circula, dentro de la gran área metropolitana.
Entre las posibles medidas anunciadas en la nota periodística se citó, la posibilidad de ampliar el radio de la zonas prohibidas para circular, extendiéndolo hasta Heredia y Cartago; también se mencionó ampliar el tiempo diario de la restricción, así como, la posibilidad hasta de poner dos días de prohibición de circular para cada vehículo.
A raíz de la invasión de Nicaragua a nuestro territorio,  algunas personas han salido a  la prensa,  condenando cualquier intento de confrontar la agresión por la fuerza y abogando por una solución pacífica al conflicto ante  los foros internacionales. Considerando que desde el año l949, al proscribir constitucionalmente el ejército como institución permanente, nuestro país renunció a la autodefensa de su territorio, no parece que tengamos por el momento,  otra alternativa que la que el actual Gobierno ha escogido. Después de recurrir inútilmente a la OEA, en donde obtuvimos el apoyo casi unánime de los países miembros, pero sin ningún logro positivo, el Gobierno llevó el caso ante la Corte Internacional de Justicia, con un resultado que en principio podríamos considerar favorable, pero que en realidad constituye un triunfo pírrico, pues se da por descontado que la sentencia definitiva se dictará dentro de tres o cuatro años, cuando el conflicto ya  esté resuelto en alguna otra forma o la invasión se haya consolidado. Por el momento ya hemos visto que  las turbas que manipula el gobierno del vecino país ni siquiera permiten  que funcionarios internacionales imparciales entren en paz al área del conflicto, para  valorar los daños causados.  La situación no resulta  muy  halagüeña, sin que se vislumbre la posibilidad de una pronta solución al conflicto, al menos mientras los sandinistas continúen en el poder, pues estos populistas manipulan cínicamente  el artificial problema que han creado,  para exacerbar en las masas un confuso sentimiento nacionalista, mediante el cual  logran desviar la atención de un vasto sector del electorado de la  calamitosa situación en que se encuentra su país. No sabemos   cómo terminará este embrollo, pero por el  momento   mi interés es referirme  brevemente a   la extraña dicotomía que los autores de los   citados comentarios parecen encontrar entre el Derecho en sentido objetivo y la fuerza, a los que consideran como  conceptos opuestos, cuando en realidad son complementarios. El Derecho sin la fuerza es papel mojado  y la fuerza bruta sin el Derecho que la legitime, resulta simple opresión. Es curioso que incluso quienes se dicen  abogados, incurran en el error  de separar el Derecho  y la fuerza, cuando nuestra propia Constitución Política , en su artículo 153 y  la Ley Orgánica del Poder Judicial en su artículo 1,  mandan con toda claridad,  que los Tribunales deben recurrir  a la fuerza,  cuantas veces sea necesario para hacer respetar sus mandatos. Por eso la Justicia, simbolizada a la entrada de nuestra Corte Suprema, se la representa como una doncella con los ojos vendados, que sostiene en una mano la balanza, con la que debe pesar los argumentos de los contendientes  y en  la otra, empuña una espada, para  imponer  sus decisiones en caso de que no sean voluntariamente acatadas.  En uno de esos comentarios, pacifistas a ultranza, se califica absurdamente  a “la defensa de la frontera” como un “concepto abstracto”, por el que no vale la pena sacrificar ni una gota de sangre, pues para eso están los abogados y los tribunales internacionales. Considero que ante los resultados decepcionantes de las gestiones de nuestro Gobierno, ya todos sabemos qué podemos   esperar de tales  Tribunales! Un verdadero  jurista, el ilustre romanista Rudolf von Ihering, posiblemente desconocido por  los autores de esos   comentarios  leguleyos  a los que nos referimos, en un pequeño opúsculo titulado “La Lucha por el Derecho”, decía que “la energía y el amor con que un pueblo defiende sus leyes y sus derechos, están en relación proporcional con los esfuerzos y trabajos que les haya costado el alcanzarlos” y más adelante agregaba: “El cobarde que abandona el campo de batalla, salva lo que otros sacrifican- su vida- pero la salva al precio de su honor”. Este pequeño país lo forjaron anteriores generaciones que supieron luchar con honor  y  valor,  para asegurarnos el país que hoy tenemos.  A las actuales, les corresponde defender  en el terreno que sea, el legado de  nuestros mayores,   y para esto debemos prepararnos con responsabilidad y patriotismo, pues nuestro actual estado de indefensión, que los pacifistas inexplicablemente  califican como “nuestra fortaleza”, solo sirve para incitar a  la camarilla  que nos amenaza, a mostrarse cada día más agresivos e irrespetuosos.
12 de Abril de 2011.
A raíz de la invasión de Nicaragua a nuestro territorio,  algunas personas han salido a  la prensa,  condenando cualquier intento de confrontar la agresión por la fuerza y abogando por una solución pacífica al conflicto ante  los foros internacionales. Considerando que desde el año l949, al proscribir constitucionalmente el ejército como institución permanente, nuestro país renunció a la autodefensa de su territorio, no parece que tengamos por el momento,  otra alternativa que la que el actual Gobierno ha escogido.
Dicen que las palabras son música para los oídos cuando son agradables, alimentan el espíritu y sobre todo ayudan a canalizar emociones.
Dice María Ester Flores, psicóloga de familia que al nacer un niño se siente indefenso, atemorizado, posiblemente con angustia, necesita consuelo de inmediato.
Entonces la madre lo recibe con todo amor e inmediatamente  dirá  cosas hermosas acompañado de gestos, arrumacos, sonrisas imparables, estableciéndose así  una relación de seguridad entre los seres humanos que acompañan al bebé.
Si a lo largo del desarrollo se mantiene esta forma de amor como comunicación permanente, favorece el sano crecimiento y auto estima.
En el caso contrario, cuando los hijos son tratados permanentemente con palabras ofensivas o descalificantes, nace el miedo, la sensación de no ser apto ni adecuado para la familia y como reacción inmediata brotan  conductas violentas,  auto destructivas, enfermando poco a poco a la familia.
Según María Estar Flores las palabras se van quedando en el inconsciente de las personas, determinan actitudes futuras  de bondad  u odio.
Por ejemplo, si a alguien le dicen permanentemente: -“ohh más tonta” ; “usted es tan tonta que ni siquiera podrá estudiar”  “gorda” “fea” o “chancha”, y en general todas las afirmaciones llevan esta tónica, es muy probable que la pobre mujer, siga creyendo toda su vida que es tonta.
Pensará como tonta, tomará decisiones como tonta, se casará como tonta, será madre como tonta, y se morirá como tonta. Porque después de veinte años escuchado esto lo habrá convertido en una realidad.  Ante ello sufrirá depresión o cualquier trastorno relacionado con estrés y miedo.
Lo ideal es aprender a corregir los errores de los hijos puntualizando en la necesidad del cambio. Es decir si un niño o joven se le advierte que no debe jugar con un vaso de vidrio y  luego desobedece quebrándolo, lo correcto es decirle…-Te voy a castigar por haberme desobedecido”.  Pero nunca le agregue cosas como: “Ves te lo dije, tonto…
María Flores indicó
“Este tipo de comentarios a los que yo llamo “comerciales a la corrección”, no hacen falta, Destruyen  su autoridad y pronto le faltaran al respeto.
Si va decir algo, utilice palabras bellas y educativas. Diga cosas como: “Lo harás mejor”, “sos una gran persona con tanta inteligencia que pronto aprenderás a obedecer”.
Y nunca se le olvide decir cuanto ama a sus hijos
Dicen que las palabras son música para los oídos cuando son agradables, alimentan el espíritu y sobre todo ayudan a canalizar emociones.
Dice María Ester Flores, psicóloga de familia que al nacer un niño se siente indefenso, atemorizado, posiblemente con angustia, necesita consuelo de inmediato.
Martes, 12 Abril 2011 06:04

Ser mansos pero no mensos

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Cuando ya creíamos que la resolución inicial de la Corte Internacional de la Haya iba a bajar los ánimos en la región y que el presidente Daniel Ortega iba a tener que decirse a sí mismo, “machete, estate en tu vaina”, cincuenta civiles escenificaron una protesta ridícula que dio al traste con una visita seria y muy profesional de los especialistas de Ramsar que determinarían los graves daños ambientales a Isla Calero, las consecuencias de la invasión nica en el ámbito de la conservación de los humedales, lo que provocaron con sus tonterías.
El gobierno nica cree que en Costa Rica nos chupamos el dedo: la manifestación fue de cincuenta civiles, pero había unos trescientos militares vigilándolos desde la orilla nica. La bochornosa, torpe y desprestigiada protesta se dio en el marco del lanzamiento de la campaña presidencial de Daniel Ortega. Fue el llamado de batalla del sandinismo. De nuevo, el río San Juan.
Por supuesto que los cincuenta civiles son serviles testaferros del gobierno y del ejército. Es como decir, si el ejército no ingresa a la isla, que lo haga gente humilde y sencilla, del pueblo nicaragüense. Es una nueva invasión, una invasión civil, con apoyo militar. Invasión civil, sí, pero invasión al fin y al cabo. Dejemos eso claro: fue una invasión primero que una manifestación.
La ocupación de Calero por parte de esos cincuenta civiles nicas es una burla para Costa Rica, para  la paz en la región y para la Corte Internacional de Justicia. El gobierno nica demuestra una vez más que el suyo es un pobre país muy rico, un pobre país con muchas oportunidades por  sus bellezas, la calidad de sus tierras y el encanto de sus  destinos turísticos,  pero un país sumido en la pobreza por culpa de quienes han ocupado la presidencia durante muchas décadas. Nicaragua pasó como de Guatemala a Guatepeor, porque el país nunca estuvo tan mal económicamente como durante los gobiernos de Daniel Ortega.  Ni siquiera la dictadura de los Somoza empobreció tanto a Nicaragua como los gobiernos de Ortega y de su cuate, Arnoldo Alemán, quien tampoco se opone al triste espectáculo electorero montado por su compinche en la frontera y en territorio tico.  Nuestro gobierno debe responder con determinación, con firmeza, molesto ante  la charlatanería de este presidente nica que representa diplomáticamente al  sátrapa, al tirano Mohamar Gadafi, el presidente nica que representa al dictador libio ante la comunicad internacional. Lo que ocurre con Ortega es una vergüenza para toda la región. Como me dijo una estudiante de Periodismo, en una clase de la universidad, “qué presidente nica más bañazo”.   En resumen,  Daniel Ortega  tiene que entender que somos  mansos, pero jamás mensos.
Cuando ya creíamos que la resolución inicial de la Corte Internacional de la Haya iba a bajar los ánimos en la región y que el presidente Daniel Ortega iba a tener que decirse a sí mismo, “machete, estate en tu vaina”, cincuenta civiles escenificaron una protesta ridícula que dio al traste con una visita seria y muy profesional de los especialistas de Ramsar que determinarían los graves daños ambientales a Isla Calero, las consecuencias de la invasión nica en el ámbito de la conservación de los humedales, lo que provocaron con sus tonterías.
El máximo galardón de la cultura nacional es el Premio Magón, que se otorga como reconocimiento a la obra de un artista a lo largo de toda una vida dedicada al arte. Este año reconocieron con el Premio Magón al escultor, dibujante, cantante y poeta Ólger Villegas Cruz.
Don Ólger nació en San Ramón, creció en una familia humilde, en medio de muchos hermanos, con unos papás que se querían mucho, como dice él, pero cuando salió de sexto grado, su vida cambió rotundamente, pues perdió a su padre en la Guerra Civil del 48.
Después estudió en la escuela comercial de San Ramón y empezó a trabajar siendo muy joven. Se formó como escultor en el taller de Néstor Zeledón padre, el famoso escultor e imaginero religioso. Ahí aprendió junto a Néstor Zeledón hijo y su hermano Zenón. Para estudiar en la Universidad de Costa Rica, que estaba donde ahora está la Corte Suprema de Justicia, caminaba todos los días desde Alajuelita, donde vivía, hasta Barrio Luján.
Después estudió en México, que es su segunda patria. Ahí conoció a  muchos escultores, y supo de la gran influencia de otro escultor tico, Francisco Paco Zúñiga, en el ambiente cultural de ese país.
Fue profesor de Artes Plásticas durante 26 años. Fue la primera persona que vio el talento primigenio, virgen, prístino del gran escultor Jorge Jiménez Deredia, a quien le dio clases en Heredia. Fue don Olger quien le consiguió a Jiménez Deredia una beca en el Conservatorio de Castella, gracias a la gentileza y la visión de Arnoldo Herrera. También fue quien descubrió a otros grandes escultores como Aquiles Jiménez y Crisanto Badilla. Ellos tres lo consideran su primer maestro.
Se formó como cantante junto a la legendaria Albertina Moya, destaca como gran dibujante y publicó un libro de poemas. De entre sus poemas, se nota su gran interés por las raíces indígenas, el amor y la nostalgia.
De un poema sobre América como tierra madre, se nota su gran orgullo por nuestros antepasados. Dice, “América, yo soy tu hijo, maya, inca, chorotega o huetar, son sagrados y muy míos, tu suelo y tu nombre”.
Don Olger es un gran maestro y un gran artista, con una obra consecuente, humanista, con un importante componente de defensa de nuestra dignidad. Su Premio Magón hace justicia con su obra de toda una vida consagrada al arte y la formación de jóvenes artistas. Le deseamos muchos años más de vida y de éxitos con sus esculturas, sus dibujos y sus poemas.
El máximo galardón de la cultura nacional es el Premio Magón, que se otorga como reconocimiento a la obra de un artista a lo largo de toda una vida dedicada al arte. Este año reconocieron con el Premio Magón al escultor, dibujante, cantante y poeta Ólger Villegas Cruz.
Don Ólger nació en San Ramón, creció en una familia humilde, en medio de muchos hermanos, con unos papás que se querían mucho, como dice él, pero cuando salió de sexto grado, su vida cambió rotundamente, pues perdió a su padre en la Guerra Civil del 48.
Elbert Durán Hidalgo 1-492-505
En enero pasado, la Cancillería de la República y el Instituto Costarricense de Electricidad, invitaron al doctor James Anaya, Relator Especial Para la Situación de los Derechos y Libertades Fundamentales de los Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas, para que visite nuestro país.
El señor Anaya estará con nosotros del 25 al 27de abril.
En esos días podrá acercarse con mirada objetiva y experta a conocer diferentes temas relacionados con la población indígena del país.
Sabemos que también aspira conocer de primera mano la situación actual del Proyecto Hidroeléctrico El Diquís  que el ICE planea construir en la región sur del territorio nacional.
La invitación del Estado costarricense se realizó en un marco de respeto a la labor que realiza el señor Relator en materia de derechos humanos en todo el mundo.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Costa Rica y el ICE buscan con ello exponer ante ojos críticos e imparciales las diferentes condiciones, procesos y circunstancias que el Proyecto Hidroeléctrico El Diquís ha venido desarrollando en su interacción con las poblaciones indígenas.
Durante su visita, el ICE hará entrega al señor Relator de un borrador de la propuesta de la institución en materia de consulta indígena. Dicha propuesta surge del trabajo previo hecho por un connotado profesional que por más de 20 años ha realizado investigaciones y trabajos sobre pueblos indígenas, etnicidad, multiculturalidad, territorialidad indígena y conflictos interétnicos, en países como Bolivia, Guatemala, El Salvador, Honduras, Panamá y Costa Rica.
La entrega de dicho documento tiene el propósito de que el señor Relator pueda hacer aportes enriquecedores que permitan realizar las consultas conforme con las mejores prácticas del Derecho Internacional en materia de derechos indígenas.
La propuesta, fortalecida con criterios tan calificados, se presentaría posteriormente a las comunidades indígenas involucradas con el Proyecto El Diquís.
A partir de ese momento se podrá trabajar, en conjunto con las poblaciones indígenas, en la construcción del método mediante el cual se realizará la esperada consulta.
El doctor James Anaya es un abogado estadounidense designado en marzo de 2008 por las Naciones Unidas como «Relator Especial Para la Situación de los Derechos y Libertades Fundamentales de los Pueblos Indígenas» y su trabajo se concentra en recibir y brindar información acerca del Derecho Internacional y los Derechos Humanos en este tema específico.
Elbert Durán Hidalgo 1-492-505
En enero pasado, la Cancillería de la República y el Instituto Costarricense de Electricidad, invitaron al doctor James Anaya, Relator Especial Para la Situación de los Derechos y Libertades Fundamentales de los Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas, para que visite nuestro país.
El señor Anaya estará con nosotros del 25 al 27de abril.
Jueves, 07 Abril 2011 05:08

¡No permitamos más descortesía!

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Hace poco un estudiante me comentaba que estaba indignado porque diariamente, cuando toma el autobús hacia la universidad, debe viajar con un chofer que tiene como costumbre no hacerles la parada a los adultos mayores, o que cuando la gente se sube la trata mal porque no llevan el pase completo o les grita groseramente porque se quedan entre las barras eléctricas.
Y claro que es motivo de indignación observar como nuestra sociedad se ha vuelto tan descortés, pero también le mencioné que habría que determinar si él es producto de una carencia de educación, de un hogar violento o de la tensión que implica lidiar todos los días con diferentes personas, y no es que se justifique tal comportamiento, pero me parece más preocupante que alguien, con un nivel educativo y una formación profesional, cimienten sus acciones en la descortesía.
Conozco muchas personas quienes viven en contextos privilegiados, quienes estudian en instituciones de renombre, quienes hacen alarde de sus apellidos u ostentan altos cargos, pero cuyo actuar es, muchas veces, más descortés y menos agradecido que el de este chofer. Desgraciadamente, la descortesía hoy ha llegado a tal penetración social que ya trasciende género, edad, educación, oficio o clase social.
Por ello, el lograr que las personas den las gracias, saluden amablemente, soliciten o pidan ayuda con un por favor, den la bienvenida, cedan el paso a otra persona, se disculpen, hablen con un tono de voz adecuado o pidan permiso, se ha vuelto una misión casi imposible. Y lo grave es que se va generando una actitud de rechazo ante quienes poseen tal comportamiento.
Pese a esto, las personas quienes hacen de la cortesía una máxima de vida, en realidad pueden tener grandes posibilidades de quedar grabadas en nuestra memoria. Por ejemplo, como docente, el grato recuerdo que dejan aquellos estudiantes quienes han pasado por mi vida siendo amables, gentiles, empáticos y respetuosos, se ha quedado para siempre.
Es decir, aquellos alumnos quienes me han generado una impresión positiva de buena educación al saber esperar su turno, que respetan la opinión o postura de sus compañeros, que están atentos a los comentarios del profesor o de los otros estudiantes, que presentan argumentos contrarios sin faltar al respeto a sus interlocutores, que saludan cada mañana o que se despiden o dan las gracias al final de una clase.
Sin duda sus comportamientos se convierten en una llave que les podría abrir puertas laborales más fácilmente, ya que ninguna sociedad puede constituirse, funcionar y perpetuarse si sus miembros no asumen, de manera reflexionada, un compromiso con las reglas mínimas de cortesía. Pues desde el momento en que todo individuo nace y vive en el seno de una comunidad, se ve afectado por una forma de participación social que determina, en gran medida, una parte de su ser.
Por lo tanto, por hallarse naturalmente integrado en una comunidad, todo humano influye en ella con sus actos, la pregunta es: ¿queremos influir de manera tal que nuestras acciones sean coherentes con un entorno civilizado, o de forma que nuestro comportamiento sea un artífice de la desatención,  la incultura, la desconsideración o la grosería?... Definitivamente en la medida en que desechemos la cortesía, como por desgracia suele suceder en nuestra moderna sociedad individualista, la sana interacción social resultaría infructuosa. ¿Queremos esto para nuestro país?... ¡Por favor!, no permitamos más descortesía con nuestra Patria.
Hace poco un estudiante me comentaba que estaba indignado porque diariamente, cuando toma el autobús hacia la universidad, debe viajar con un chofer que tiene como costumbre no hacerles la parada a los adultos mayores, o que cuando la gente se sube la trata mal porque no llevan el pase completo o les grita groseramente porque se quedan entre las barras eléctricas.
Cuando yo era niño,  en las paredes de la escuela Carlos J. Peralta de Guadalupe de Cartago,  se dejaban ver unos afiches con leyendas que decían algo así como “Solo los animales destruyen lo que es útil”.  Con el tiempo,  empezó a hablarse en el país un poco más sobre los derechos de los niños y no faltó quien argumentara que ese tipo de afiches en las escuelas violentaban los derechos de los infantes y que mantener ese tipo de campañas  podría ocasionar afecciones sicológicas en los pobrecitos chiquitos y en consecuencia,  su autoestima podría verse alterada y ello a su vez,  produciría un deterioro en su desarrollo.  Fue entonces el inicio de la extrema alcahuetería.
Luego,  cuando empezaron a proliferar en el país organizaciones que defendían los derechos de los animales,  hubo que eliminar tales afiches,  pues con sobrada razón,  se argumentó como injusto, el hecho de que a los pobres animales les compararan con la bajeza de destruir obras que eran útiles para todos.
Cuando uno ve el deterioro de muchísimas instalaciones públicas y los relatos en la prensa sobre la repugnante costumbre que tienen algunas personas, de poner su nombre en los baños y paredes del nuevo estadio o pegar goma de mascar debajo de alguna butaca; se llena uno de rabia y de una alta dosis de frustración de ver cómo hay personas con tan bajos niveles de cultura y educación,  que solo sirven para destruir.
Las notas periodísticas en estos primeros días de uso del nuevo y hermosísimo estadio, dan cuenta de actos vandálicos que van desde paredes rayadas hasta un descomunal basurero de más de 50 toneladas en un solo día.  Es claro, que un lugar al que ingresan 35.000 personas,  experimente algún deterioro, pero justificar acciones como estas escudándose –como hizo una periodista- en que no hay cámaras que vigilen o que no hay suficientes basureros,  ofende la inteligencia.
Yo, doy lecciones en un centro universitario público y he leído en las paredes de los baños,  las obscenidades y groserías más repugnantes que ser humano alguno pueda ver.  Las paredes de edificios públicos, puentes y carreteras muestran todo tipo de leyendas y solo basta darse una vueltita por cualquier ministerio, hospital o clínica del seguro, para darse cuenta de la facilidad con que los usuarios de estos bienes destruyen y no guardan la mínima conciencia de que los recursos allí invertidos, los hemos puesto todos y que su preservación solo nos beneficia a nosotros mismos.
En Costa Rica, hay gentes que creen que la cosa pública no es de nadie, pero les recuerdo que existe un grupo de ciudadanos responsables, que con nuestros aportes hemos hecho que tales bienes estén allí para disfrute de todos.  Su descuido y deterioro es una responsabilidad tanto de los funcionarios públicos que los ocupan, como de los usuarios que los pagamos y que además,  requerimos y exigimos que estén en perfecto estado.
El día que aquí, todos entremos en razón de que los bienes del estado NO son bienes de difunto sino propiedad y responsabilidad de todos y que el estado no es el Gobierno de turno sino que lo componemos TODOS,  tal vez corrijamos la cultura de la destrucción y del afeamiento de lo que con tanto esfuerzo hemos pagado los que pagamos impuestos.
El nuevo Estadio Nacional es de TODOS los costarricenses,  debe ser administrado con criterio técnico y si de paso, ese manejo es con visión empresarial,  podemos convertirlo además en un proyecto altamente rentable.   Olvidemos ya esa falacia de que nos lo regalaron,  pues hasta el último de los centavos fue canjeado por el establecimiento de relaciones diplomáticas con China, y algunas otras concesiones de las que no fuimos enterados, han servido de paga por esa hermosa joya.
Mi esposa les enseña a mis hijos una frase que aprendió de su papá:  “Quien su nombre escribió en tabla, pared o mesa, da a conocer la bajeza con que sus padres le han criado”.
Tal vez este slogan y volver a aquel que exhibía mi escuela en los años 70, nos ayude a reformar a los delincuentes que destruyen las cosas útiles.  Es en la escuela y en la casa,  donde estas cosas se aprenden y es allí donde hay que hacer los esfuerzos más urgentes.  La destrucción de lo que es útil para todos, es un acto repugnante que no caracteriza ni siquiera al más salvaje de los animales.  

Cuando yo era niño,  en las paredes de la escuela Carlos J. Peralta de Guadalupe de Cartago,  se dejaban ver unos afiches con leyendas que decían algo así como “Solo los animales destruyen lo que es útil”.  Con el tiempo,  empezó a hablarse en el país un poco más sobre los derechos de los niños y no faltó quien argumentara que ese tipo de afiches en las escuelas violentaban los derechos de los infantes y que mantener ese tipo de campañas  podría ocasionar afecciones sicológicas en los pobrecitos chiquitos y en consecuencia,  su autoestima podría verse alterada y ello a su vez,  produciría un deterioro en su desarrollo.  Fue entonces el inicio de la extrema alcahuetería.
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Con la presentación del proyecto de Primera Ley Especial para la Transferencia de Competencias: Atención Plena y Exclusiva de la Red Vial Cantonal, la señora Presidenta de la República, el Poder Ejecutivo cumple con el mandato del artículo 170 de la Constitución Política y la Ley 8.001.
La democracia costarricense, tan arraigada en la cultura y los valores de los ciudadanos y ciudadanas, ha conocido sólo la etapa centralista. El centralismo, cuando Costa Rica era muy pequeña y todo menos complejo, dio todos sus frutos, buenos y malos. Hoy ese centralismo ha llegado al límite de sus capacidades, en un Estado entrabado y desarticulado que no puede responder a los desafíos, riesgos y exigencias del mundo y la sociedad contemporánea.
Este es, sin duda, el mayor cambio en la historia política de Costa Rica. Dicho en simple, centralismo es que las decisiones sobre los proyectos públicos y las inversiones se toman en un solo centro de poder, en la capital, y por muy pocas personas de la burocracia del Gobierno nacional, cada vez más alejada y desconocedora de las distintas realidades locales.
La mayor contradicción de esta democracia es que, en las elecciones nacionales, apenas sesenta autoridades políticas somos electos e impactamos en el noventa y ocho por ciento del gasto público; en tanto que, en las elecciones locales, se elijen cinco mil quinientas autoridades: alcaldías,  concejos de distrito, síndicos e intendencias, las cuales  inciden apenas en el dos por ciento del gasto público.
El centralismo se ha metido genéticamente en muchos costarricenses. Hasta dentro de quienes se van a favorecer, encontramos personas que se oponen a las políticas de descentralización.  Afortunadamente, hay que resaltar que todos los partidos políticos democráticos, en los últimos años, no han tenido temor a impulsar el cambio a favor de la descentralización.
Descentralizar es distribuir el poder político y el poder económico, sacándolo de la capital donde está entronizado y distribuirlo en todo el territorio nacional, especialmente en las zonas de mayor pobreza, las zonas fronterizas y las zonas costeras.
Dos son las grandes preocupaciones o temores, a propósito de darle a las municipalidades nuevas competencias (tareas) y nuevos recursos (dinero): la primera, que no son buenas ejecutando los recursos públicos y, segundo, que tienen superávit.  Esa afirmación es falsa, Los mayores superávits del Sector Público están, primero, en las instituciones autónomas; segundo, en los ministerios; y, de último, en los gobiernos locales. Por ejemplo, el Consejo de Seguridad Vial tuvo en el 2010 un superávit de 109.000 millones de colones cuando vías y puentes urgían de atención. Pero, si quedo aquí con estas afirmaciones falto a la verdad. La causa de esos superávits está en la ley de contratación administrativa, la cual es de casi imposible implementación.  Por eso,  debemos de aprobar otras que permitan la modernización, no solo de las municipalidades sino del sector público costarricense. Evidentemente, debe ponerse en marcha también procesos que eleven y profesionalicen la capacidad de gestión de los gobiernos locales. Los instrumentos para el cambio se están produciendo, una ciudadanía cada vez más activa y participativa hará lo que falte para dejar a nuestros hijos,  mejorada, esta democracia ejemplar.                                                           Fabio Molina Rojas, Diputado
Con la presentación del proyecto de Primera Ley Especial para la Transferencia de Competencias: Atención Plena y Exclusiva de la Red Vial Cantonal, la señora Presidenta de la República, el Poder Ejecutivo cumple con el mandato del artículo 170 de la Constitución Política y la Ley 8.001.
La democracia costarricense, tan arraigada en la cultura y los valores de los ciudadanos y ciudadanas, ha conocido sólo la etapa centralista. El centralismo, cuando Costa Rica era muy pequeña y todo menos complejo, dio todos sus frutos, buenos y malos. Hoy ese centralismo ha llegado al límite de sus capacidades, en un Estado entrabado y desarticulado que no puede responder a los desafíos, riesgos y exigencias del mundo y la sociedad contemporánea.
Es­te­la Que­sa­da na­ció en Ala­jue­la el 4 de ju­nio de 1924. Pa­só una ni­ñez muy be­lla en San Car­los. Cuan­do vi­no la edad es­co­lar de sus her­ma­nos, los pa­pás la tra­je­ron pa­ra Ala­jue­la. Se vinieron de Platanar de San Carlos a Alajuela en carreta, porque su ma­dre no mon­ta­ba a ca­ba­llo. Du­raban una se­ma­na de la bajura a Alajuela.
Do­ña Es­te­la es­tu­vo en la Es­cue­la Ber­nar­do So­to, y en el Ins­ti­tu­to de Ala­jue­la. En­tró a la Fa­cul­tad de Edu­ca­ción de la Uni­ver­si­dad de Cos­ta Ri­ca y lue­go de gra­duar­se co­mo maes­tra, es­tu­dió De­re­cho mien­tras tra­ba­ja­ba en es­cue­las.
Em­pe­zó a tra­ba­jar de maes­tra en San Car­los, en la an­ti­gua Vi­lla Que­sa­da, en el San Car­los ru­ral y re­mo­to. Ha­bía que pa­sar los ríos por den­tro, a ca­ba­llo.
En ese tiem­po ni si­quie­ra ha­bía ca­mi­nos las­trea­dos. Doña Estela se mon­ta­ba a ca­ba­llo en Na­ran­jo, que era has­ta don­de lle­ga­ban el ca­mi­no as­fal­ta­do y el bus.
Después se metió en política. Fue cortesista y ulatista. Las mujeres fueron fundamentales en las protestas de la época. Eran los pri­me­ros años de su vi­da.
La pre­sen­cia de mujeres en las ma­ni­fes­ta­cio­nes con­mo­vió tan­to la con­cien­cia na­cio­nal que cuan­do se in­te­gra la Asam­blea Cons­ti­tu­yen­te se les otor­ga a las mu­je­res los de­re­chos po­lí­ti­cos, el de­re­cho a ele­gir y el de­re­cho a ser elec­tas. Se ar­gu­men­tó que la par­ti­ci­pa­ción de las mu­je­res en las pro­tes­tas y las ma­ni­fes­ta­cio­nes ha­bía ge­ne­ra­do mé­ri­tos su­fi­cien­tes pa­ra me­re­cer el re­co­no­ci­mien­to de sus de­re­chos.
Lle­gó a ser pre­si­den­ta de la AN­DE, la ter­ce­ra mu­jer que lle­gó a la Pre­si­den­cia, a ini­cios de los años 50. Em­pe­zó a es­tu­diar De­re­cho sien­do maes­tra. Re­nun­ció a la pla­za de día y mien­tras es­tu­dia­ba tra­ba­jó en la no­che, es­pe­cí­fi­ca­men­te en la Es­cue­la Noc­tur­na de Ala­jue­la.
Cuan­do ter­mi­nó de es­tu­diar Derecho, en 1953, es­ta­ban en la pri­me­ra cam­pa­ña elec­to­ral de Fi­gue­res. Se le pos­tu­la pa­ra una di­pu­ta­ción. Fue una de las pri­me­ras tres mu­je­res que ocu­pó una cu­rul. Las otras dos di­pu­ta­das eran Te­re­sa Obre­gón de Den­go y Ana Ro­sa Cha­cón.  En la Asam­blea Le­gis­la­ti­va, le fue muy bien. Fue vi­ce­pre­si­den­ta del directorio. Se apar­tó del par­ti­do Liberación Nacional por­que no acep­tó la dis­ci­pli­na del par­ti­do ni sus te­sis. Ale­gó siem­pre que te­nía la re­pre­sen­ta­ción y la res­pon­sa­bi­li­dad del país y no del par­ti­do.
En la Asam­blea Le­gis­la­ti­va co­no­ció a Ma­rio Echan­di. Cuando fue electo presidente, la nombró ministra de Educación, la primera mujer ministra en nuestra historia. Lo que sigue entre comillas es de una entrevista que le hice y publiqué en un libro. “La edu­ca­ción em­pe­za­ba a dar pa­los de cie­go. Se ha­bía su­pri­mi­do la ins­pi­ra­ción de la es­cue­la eu­ro­pea, la es­cue­la fran­ce­sa, de fuer­za in­te­lec­tual, de co­no­ci­mien­to só­li­do. Se es­ta­ba em­pe­zan­do a na­ve­gar en las nue­vas fi­lo­so­fías, que se ha­bían im­pues­to en Cos­ta Ri­ca sin pre­pa­ra­ción ade­cua­da pa­ra el cam­bio. Na­die ca­pa­ci­tó a los maes­tros pa­ra el cam­bio. Em­pe­za­ba a de­cli­nar la edu­ca­ción cos­ta­rri­cen­se en cuan­to a la pre­pa­ra­ción. Mi ma­yor preo­cu­pa­ción fue lle­var a las es­cue­las ru­ra­les a com­ple­tar el ci­clo de pri­ma­ria, por­que mu­chas no con­ta­ban con el sex­to gra­do. Un de­ta­lle muy im­por­tan­te es que le di­je a Ma­rio que acep­ta­ba el mi­nis­te­rio con una con­di­ción: que no per­mi­ti­ría in­fluen­cias po­lí­ti­cas en el mi­nis­te­rio. Los maes­tros de­bían nom­brar­se por mé­ri­tos y por ca­pa­ci­dad, ja­más por in­fluen­cia po­lí­ti­ca. Tam­bién qui­té los uni­for­mes de ga­la pa­ra las ban­das, por­que com­pro­bé que se gas­ta­ba mu­cho di­ne­ro en esos uni­for­mes y esa pla­ta ha­cía fal­ta en los la­bo­ra­to­rios. La es­cue­la cos­ta­rri­cen­se es­ta­ba sien­do in­va­di­da por la en­se­ñan­za pri­va­da, por lo que la en­se­ñan­za pú­bli­ca em­pe­za­ba a su­frir, co­mo se no­ta aho­ra. Yo he­re­dé de los vie­jos maes­tros la idea de que la edu­ca­ción pú­bli­ca es el fun­da­men­to de la de­mo­cra­cia, de ma­ne­ra que no sea en la edu­ca­ción que se sien­tan las di­fe­ren­cias en­tre el ni­ño ri­co y el ni­ño po­bre. La edu­ca­ción pú­bli­ca per­mi­tió por mu­chas dé­ca­das que el ni­ño ri­co y el ni­ño po­bre se hi­cie­ran ami­gos. Fue una épo­ca muy be­lla, que fa­ci­li­tó la so­li­da­ri­dad y los bue­nos sen­ti­mien­tos en­tre las cla­ses so­cia­les. Cuan­do de ni­ños son ami­gos, de gran­des se en­tien­den bien. Con la en­se­ñan­za pri­va­da se se­gre­ga a los po­bres”.
Este es un breve resumen de la vida de esa gran mujer que fue Estela Quesada, primera mujer ministra, una de las tres primeras en ser diputadas, y una gran mujer de servicio público. Que descanse en paz.
Camilo Rodríguez Chaverri
Es­te­la Que­sa­da na­ció en Ala­jue­la el 4 de ju­nio de 1924. Pa­só una ni­ñez muy be­lla en San Car­los. Cuan­do vi­no la edad es­co­lar de sus her­ma­nos, los pa­pás la tra­je­ron pa­ra Ala­jue­la. Se vinieron de Platanar de San Carlos a Alajuela en carreta, porque su ma­dre no mon­ta­ba a ca­ba­llo. Du­raban una se­ma­na de la bajura a Alajuela.
Do­ña Es­te­la es­tu­vo en la Es­cue­la Ber­nar­do So­to, y en el Ins­ti­tu­to de Ala­jue­la. En­tró a la Fa­cul­tad de Edu­ca­ción de la Uni­ver­si­dad de Cos­ta Ri­ca y lue­go de gra­duar­se co­mo maes­tra, es­tu­dió De­re­cho mien­tras tra­ba­ja­ba en es­cue­las.
En las últimas semanas hemos estado inmersos en una lluvia mediática acerca de la inauguración del Nuevo Estadio Nacional. Entre nombres de selecciones internacionales de fútbol, conciertos, compra de entradas, eventos culturales, y  reseñas históricas; es un tema del cual la mayoría de los costarricenses podemos opinar con cierta propiedad.
Pero al día de hoy no he escuchado nada acerca del impacto de este nuevo emblema nacional en nuestra imagen de ciudad y ahí es donde nace la inquietud de realizar esta nota.
Yo soy de la generación de inicio de los setentas. Tuve la oportunidad de vivir en mi infancia y adolecencia en contacto con la ciudad de San José. Un San José con una mayor seguridad ciudadana que permitía la vivencia de la ciudad, los espacios urbanos y edificios de una forma más pausada y enriquecedora.
Al no existir los teléfonos celulares, debíamos concertar con anterioridad  el lugar de reunión para así poder finalmente verse con los amigos o familiares. De ahí que los hitos urbanos cobraban su gran importancia.
Lugares como la esquina del Banco Negro (Banco de Costa Rica sobre avenida segunda), el Teatro Nacional, la entrada al Correo, la estatua de León Cortes, la Escuela Metálica, el Higuerón en San Pedro, las gradas de la Catedral, la estación al Atlántico  son sólo algunos de los hitos  que formaban parte de este mapa mental de San José que tenía a flor de piel.
En el proceso de construcción del nuevo Estadio Nacional lentamente he percibido como éste ha ido entrando en nuestra imagen colectiva de la cuidad. Por medio de los comentarios de las personas que tengo a mi alrededor que desde una vivencia cercana o una perspectiva lejana han visto crecer a este coloso deportivo.
El nuevo Estadio para los costarricenses no es sólo  una muestra de una arquitectura contemporánea, de una magnitud sin precedentes en cuanto arquitectura deportiva se refiere; si no que viene a cambiar el perfil de nuestra ciudad.
Les invito a cerrar los ojos y buscar en este mapa mental las dos conchas de metal que se elevan sobre una cama de vegetación y verán como hoy en medio de las celebraciones es ya un hito en nuestra memoria.
Celebremos con júbilo la inauguración del Nuevo Estadio Nacional con la conciencia que no sólo recordaremos las actividades especiales sino tambien que estamos presenciando un cambio significativo de la figura y perfil de nuestra ciudad San José.
Marco Castro Ramírez
Ced  1842 165
En las últimas semanas hemos estado inmersos en una lluvia mediática acerca de la inauguración del Nuevo Estadio Nacional. Entre nombres de selecciones internacionales de fútbol, conciertos, compra de entradas, eventos culturales, y  reseñas históricas; es un tema del cual la mayoría de los costarricenses podemos opinar con cierta propiedad.
Antes de tratar de dar mi respuesta a la pregunta que sirve de título a este comentario, creo que las y los amables oyentes, se merecen una explicación sobre lo que me movió a plantear esa interrogante y compartirles este comentario.
Resulta que hace, ya varios días, el también colaborador comentarista de Panorama y amigo, don Camilo Rodríguez Chaverri, tuvo la osadía y por qué no decirlo, hasta la valentía, de intitular un comentario suyo “Daniel Ortega y Fidel Castro, del lado de Muammar Kafi…¿Qué dirán ahora los ambientalistas de izquierda?
Pero, parece que su mayor pecado fue, el hacer una comparación entre las manifestaciones de ese subgrupo o sea, los ambientalistas izquierdistas, en relación a su actuar en Crucitas y las dadas casi tímidas y/o inexistentes acciones, en lo relativo a lo que está sucediendo en la Isla Calero. Ese comentario provocó un ataque de gran intolerancia  hacia don Camilo, Panorama, y a este comentarista, como su Director.
Aparente y más extrañamente, algunas y algunos de quienes pegaron el grito, parece que no aplicaron el dicho aquel: “Al que le cae el guante, que se lo plante”. Y en vez de hacer un análisis de contenido al texto, para descubrir lo que en el fondo pretendió decir don Camilo, se quedaron en su superficie y con eso solo lograron sentirse directamente aludidos y por su puesto innecesariamente ofendidas y ofendidos.
Ahora sí habría que decir, que no todas y todos los ambientalistas, son izquierdistas pero todas y todos los izquierdistas, si parecen ser ambientalistas. Esta temeraria generalización, que es solo mía, la hago porque este subgrupo de ambientalistas, de orientación izquierdista, al sobrevenirse la crisis del comunismo, en el siglo pasado, se quedaron, sin trinchera, desde la cual dar sus luchas, las cuales en ningún momento, con este decir, quiero demeritar y mucho menos irrespetar pues es el pensamiento que propone este grupo de personas y como tal, tienen todo el derecho a tenerlo, expresarlo y hasta hacer el intento democrático por convertirlo en forma de gobierno que oriente el destino de la sociedad.
Retomando el asunto del comentario, pienso que don Camilo planteó una pregunta concreta y específicamente a las y los ambientalistas, que pudieran identificarse con Daniel Ortega y Fidel Castro, o sea izquierdistas, sobre su doble discurso de apoyar las acciones de Ortega, su correligionario en el izquierdismo, sus acciones concretas en contra de Crucitas y el no hacerlo con igual pasión en relación a la Isla Calero.
Insisto en que ese comentario de don Camilo, innecesariamente, fue asumido de manera generalizada por parte de algunas y algunos ambientalistas, aún cuando su título indica claramente para quienes está dirigido, además debió haber sido objeto de un racional, objetivo pero sobretodo desapasionado análisis de contenido, por parte de la inmensa mayoría de esa gente valiosa, que patriótica y desinteresadamente han dado una gran lucha personal, en defensa del medio ambiente y, ciertamente, no a una ideología, por lo menos, en mi criterio, así debió interpretarse a don Camilo, lo que hubiera evitado mucha molestia e insultos
Antes de tratar de dar mi respuesta a la pregunta que sirve de título a este comentario, creo que las y los amables oyentes, se merecen una explicación sobre lo que me movió a plantear esa interrogante y compartirles este comentario.
Resulta que hace, ya varios días, el también colaborador comentarista de Panorama y amigo, don Camilo Rodríguez Chaverri, tuvo la osadía y por qué no decirlo, hasta la valentía, de intitular un comentario suyo “Daniel Ortega y Fidel Castro, del lado de Muammar Kafi…¿Qué dirán ahora los ambientalistas de izquierda?
Expresaba el escritor José Cardoso que “la literatura no debe ser el adorno de los pueblos, sino el reconocimiento de las imperfecciones de una sociedad”. Y esto se hace tan necesario en la actualidad pues, desgraciadamente, en esta banal época que nos ha tocado vivir para muchas personas, por ejemplo los padres, les es más importante que sus hijos posean el video-juego más moderno, el mejor teléfono celular o la computadora más avanzada, en lugar de darles la oportunidad de explotar su intelecto y su capacidad creativa. Es verdad que la tecnología hace más fácil el desenvolvernos en un mundo globalizado, pero ello no debe ser excusa para evadir manifestaciones culturales que bien podrían alimentar de enseñanzas y sensaciones nuestro espíritu como la literatura. Recordemos que la literatura es, para el alma, lo que el alimento es para el cuerpo, esto quiere decir que la literatura le trae al lector energía e inspiración en sus vidas, o como manifestaba Rubén Darío, “constituye la fuerza, el valor, el alimento, la antorcha de pensamientos y el manantial de amor de nuestras existencias”.
Entonces deberíamos reconocer que una sociedad que no aprecie sus manifestaciones literarias es como un cuerpo sin alma. La literatura representa lo más íntimo de una sociedad, sus alegrías, sus tristezas o aflicciones; la literatura nos lleva a lugares inimaginables, nos entretiene, nos informa y logra abrir nuestra mente pues pone en nuestras manos ese conocimiento que nos enseña a ser personas socialmente tolerantes. Cuando se lee un libro debemos desligarnos del miedo de que la literatura nos confunda, porque tal proceso es una excusa que nos hace pensar reflexivamente, más temor debería darnos de que todo nos fuera claro y dado, porque se nos estaría invitando a cerrar las páginas de la imaginación de los libros para siempre. Por eso, ante ese evidente materialismo de gran parte de nuestra sociedad, bien valdría, como una manera de sublimar el arte, abocarnos a  consumir, degustar y regalar más literatura.
Recuerdo como hace unos años, en una de las paredes cerca de la Catedral Metropolitana, estaba pintado un grafiti que decía: “La poesía es algo que anda por la calle”, ciertamente con esas palabras, tomadas prestadas a Federico García Lorca, se subrayaba lo cotidiano que tiene la literatura en nuestra sociedad. A pesar de que muchos creen que esta manifestación del arte es ajena a nuestras vidas, y que la enseñanza de la literatura en las escuelas y colegios se ha vuelto aburrida y limitada, esa frase, en aquella pared josefina, nos señalaba lo contrario pues, definitivamente, la literatura les ha servido a las personas, en todos los lugares y en todos los tiempos, como un medio de transformación social y espiritual. Así lo entendieron los grandes escritores costarricenses Eunice Odio, Isaac Felipe Azofeifa y Jorge Debravo Y lo siguen comprendiendo los consagrados, Yadira Calvo, Emilia Macaya, Alfonso Chase, Julieta Dobles y Ana Istarú. O los de generaciones más recientes como Frank Ruffino, Mauricio Molina, María Montero y Alejandra Castro.
No es contradictorio, entonces, que algunos sintamos que a medida de que el mundo, y nuestra patria, se ven seducidos por tanta superficialidad, la literatura se nos perfile como un arma para combatir esta peligrosa actitud, tal y como lo comprendía el poeta español Gabriel Celaya cuando expresaba que “la literatura es un arma cargada de futuro”.  Tal vez así, valorando en todos los rincones del país el arte de los grandes escritores nacionales e internacionales y regalando en abundancia esas palpitaciones culturales para que todos nos alimentemos de ese sentir literario, podamos rendirle un verdadero y sentido homenaje a esa literatura que, diariamente, impregna la historia de la humanidad y podamos crecer no sólo en conocimiento sino en sensibilidad y espiritualidad, porque como expresaba Alejo Carpentier, “mediante la literatura nos hacemos hermanos de todos los humanos, y ciudadanos de todos los países”.
Expresaba el escritor José Cardoso que “la literatura no debe ser el adorno de los pueblos, sino el reconocimiento de las imperfecciones de una sociedad”. Y esto se hace tan necesario en la actualidad pues, desgraciadamente, en esta banal época que nos ha tocado vivir para muchas personas, por ejemplo los padres, les es más importante que sus hijos posean el video-juego más moderno, el mejor teléfono celular o la computadora más avanzada, en lugar de darles la oportunidad de explotar su intelecto y su capacidad creativa. Es verdad que la tecnología hace más fácil el desenvolvernos en un mundo globalizado, pero ello no debe ser excusa para evadir manifestaciones culturales que bien podrían alimentar de enseñanzas y sensaciones nuestro espíritu como la literatura. Recordemos que la literatura es, para el alma, lo que el alimento es para el cuerpo, esto quiere decir que la literatura le trae al lector energía e inspiración en sus vidas, o como manifestaba Rubén Darío, “constituye la fuerza, el valor, el alimento, la antorcha de pensamientos y el manantial de amor de nuestras existencias”.