Miércoles, 13 Abril 2011 05:17

¡Todos somos agentes culturales!

Dicen que las palabras son música para los oídos cuando son agradables, alimentan el espíritu y sobre todo ayudan a canalizar emociones.
Dice María Ester Flores, psicóloga de familia que al nacer un niño se siente indefenso, atemorizado, posiblemente con angustia, necesita consuelo de inmediato.
Entonces la madre lo recibe con todo amor e inmediatamente  dirá  cosas hermosas acompañado de gestos, arrumacos, sonrisas imparables, estableciéndose así  una relación de seguridad entre los seres humanos que acompañan al bebé.
Si a lo largo del desarrollo se mantiene esta forma de amor como comunicación permanente, favorece el sano crecimiento y auto estima.
En el caso contrario, cuando los hijos son tratados permanentemente con palabras ofensivas o descalificantes, nace el miedo, la sensación de no ser apto ni adecuado para la familia y como reacción inmediata brotan  conductas violentas,  auto destructivas, enfermando poco a poco a la familia.
Según María Estar Flores las palabras se van quedando en el inconsciente de las personas, determinan actitudes futuras  de bondad  u odio.
Por ejemplo, si a alguien le dicen permanentemente: -“ohh más tonta” ; “usted es tan tonta que ni siquiera podrá estudiar”  “gorda” “fea” o “chancha”, y en general todas las afirmaciones llevan esta tónica, es muy probable que la pobre mujer, siga creyendo toda su vida que es tonta.
Pensará como tonta, tomará decisiones como tonta, se casará como tonta, será madre como tonta, y se morirá como tonta. Porque después de veinte años escuchado esto lo habrá convertido en una realidad.  Ante ello sufrirá depresión o cualquier trastorno relacionado con estrés y miedo.
Lo ideal es aprender a corregir los errores de los hijos puntualizando en la necesidad del cambio. Es decir si un niño o joven se le advierte que no debe jugar con un vaso de vidrio y  luego desobedece quebrándolo, lo correcto es decirle…-Te voy a castigar por haberme desobedecido”.  Pero nunca le agregue cosas como: “Ves te lo dije, tonto…
María Flores indicó
“Este tipo de comentarios a los que yo llamo “comerciales a la corrección”, no hacen falta, Destruyen  su autoridad y pronto le faltaran al respeto.
Si va decir algo, utilice palabras bellas y educativas. Diga cosas como: “Lo harás mejor”, “sos una gran persona con tanta inteligencia que pronto aprenderás a obedecer”.
Y nunca se le olvide decir cuanto ama a sus hijos
Dicen que las palabras son música para los oídos cuando son agradables, alimentan el espíritu y sobre todo ayudan a canalizar emociones.
Dice María Ester Flores, psicóloga de familia que al nacer un niño se siente indefenso, atemorizado, posiblemente con angustia, necesita consuelo de inmediato.
Entonces la madre lo recibe con todo amor e inmediatamente  dirá  cosas hermosas acompañado de gestos, arrumacos, sonrisas imparables, estableciéndose así  una relación de seguridad entre los seres humanos que acompañan al bebé.
Si a lo largo del desarrollo se mantiene esta forma de amor como comunicación permanente, favorece el sano crecimiento y auto estima.
En el caso contrario, cuando los hijos son tratados permanentemente con palabras ofensivas o descalificantes, nace el miedo, la sensación de no ser apto ni adecuado para la familia y como reacción inmediata brotan  conductas violentas,  auto destructivas, enfermando poco a poco a la familia.
Según María Estar Flores las palabras se van quedando en el inconsciente de las personas, determinan actitudes futuras  de bondad  u odio.
Por ejemplo, si a alguien le dicen permanentemente: -“ohh más tonta” ; “usted es tan tonta que ni siquiera podrá estudiar”  “gorda” “fea” o “chancha”, y en general todas las afirmaciones llevan esta tónica, es muy probable que la pobre mujer, siga creyendo toda su vida que es tonta.
Pensará como tonta, tomará decisiones como tonta, se casará como tonta, será madre como tonta, y se morirá como tonta. Porque después de veinte años escuchado esto lo habrá convertido en una realidad.  Ante ello sufrirá depresión o cualquier trastorno relacionado con estrés y miedo.
Lo ideal es aprender a corregir los errores de los hijos puntualizando en la necesidad del cambio. Es decir si un niño o joven se le advierte que no debe jugar con un vaso de vidrio y  luego desobedece quebrándolo, lo correcto es decirle…-Te voy a castigar por haberme desobedecido”.  Pero nunca le agregue cosas como: “Ves te lo dije, tonto…
María Flores indicó
“Este tipo de comentarios a los que yo llamo “comerciales a la corrección”, no hacen falta, Destruyen  su autoridad y pronto le faltaran al respeto.
Si va decir algo, utilice palabras bellas y educativas. Diga cosas como: “Lo harás mejor”, “sos una gran persona con tanta inteligencia que pronto aprenderás a obedecer”.
Y nunca se le olvide decir cuanto ama a sus hijos