En las últimas semanas hemos estado inmersos en una lluvia mediática acerca de la inauguración del Nuevo Estadio Nacional. Entre nombres de selecciones internacionales de fútbol, conciertos, compra de entradas, eventos culturales, y reseñas históricas; es un tema del cual la mayoría de los costarricenses podemos opinar con cierta propiedad.
Pero al día de hoy no he escuchado nada acerca del impacto de este nuevo emblema nacional en nuestra imagen de ciudad y ahí es donde nace la inquietud de realizar esta nota.
Yo soy de la generación de inicio de los setentas. Tuve la oportunidad de vivir en mi infancia y adolecencia en contacto con la ciudad de San José. Un San José con una mayor seguridad ciudadana que permitía la vivencia de la ciudad, los espacios urbanos y edificios de una forma más pausada y enriquecedora.
Al no existir los teléfonos celulares, debíamos concertar con anterioridad el lugar de reunión para así poder finalmente verse con los amigos o familiares. De ahí que los hitos urbanos cobraban su gran importancia.
Lugares como la esquina del Banco Negro (Banco de Costa Rica sobre avenida segunda), el Teatro Nacional, la entrada al Correo, la estatua de León Cortes, la Escuela Metálica, el Higuerón en San Pedro, las gradas de la Catedral, la estación al Atlántico son sólo algunos de los hitos que formaban parte de este mapa mental de San José que tenía a flor de piel.
En el proceso de construcción del nuevo Estadio Nacional lentamente he percibido como éste ha ido entrando en nuestra imagen colectiva de la cuidad. Por medio de los comentarios de las personas que tengo a mi alrededor que desde una vivencia cercana o una perspectiva lejana han visto crecer a este coloso deportivo.
El nuevo Estadio para los costarricenses no es sólo una muestra de una arquitectura contemporánea, de una magnitud sin precedentes en cuanto arquitectura deportiva se refiere; si no que viene a cambiar el perfil de nuestra ciudad.
Les invito a cerrar los ojos y buscar en este mapa mental las dos conchas de metal que se elevan sobre una cama de vegetación y verán como hoy en medio de las celebraciones es ya un hito en nuestra memoria.
Celebremos con júbilo la inauguración del Nuevo Estadio Nacional con la conciencia que no sólo recordaremos las actividades especiales sino tambien que estamos presenciando un cambio significativo de la figura y perfil de nuestra ciudad San José.
Marco Castro Ramírez
Ced 1842 165
En las últimas semanas hemos estado inmersos en una lluvia mediática acerca de la inauguración del Nuevo Estadio Nacional. Entre nombres de selecciones internacionales de fútbol, conciertos, compra de entradas, eventos culturales, y reseñas históricas; es un tema del cual la mayoría de los costarricenses podemos opinar con cierta propiedad.
Pero al día de hoy no he escuchado nada acerca del impacto de este nuevo emblema nacional en nuestra imagen de ciudad y ahí es donde nace la inquietud de realizar esta nota.
Yo soy de la generación de inicio de los setentas. Tuve la oportunidad de vivir en mi infancia y adolecencia en contacto con la ciudad de San José. Un San José con una mayor seguridad ciudadana que permitía la vivencia de la ciudad, los espacios urbanos y edificios de una forma más pausada y enriquecedora.
Al no existir los teléfonos celulares, debíamos concertar con anterioridad el lugar de reunión para así poder finalmente verse con los amigos o familiares. De ahí que los hitos urbanos cobraban su gran importancia.
Lugares como la esquina del Banco Negro (Banco de Costa Rica sobre avenida segunda), el Teatro Nacional, la entrada al Correo, la estatua de León Cortes, la Escuela Metálica, el Higuerón en San Pedro, las gradas de la Catedral, la estación al Atlántico son sólo algunos de los hitos que formaban parte de este mapa mental de San José que tenía a flor de piel.
En el proceso de construcción del nuevo Estadio Nacional lentamente he percibido como éste ha ido entrando en nuestra imagen colectiva de la cuidad. Por medio de los comentarios de las personas que tengo a mi alrededor que desde una vivencia cercana o una perspectiva lejana han visto crecer a este coloso deportivo.
El nuevo Estadio para los costarricenses no es sólo una muestra de una arquitectura contemporánea, de una magnitud sin precedentes en cuanto arquitectura deportiva se refiere; si no que viene a cambiar el perfil de nuestra ciudad.
Les invito a cerrar los ojos y buscar en este mapa mental las dos conchas de metal que se elevan sobre una cama de vegetación y verán como hoy en medio de las celebraciones es ya un hito en nuestra memoria.
Celebremos con júbilo la inauguración del Nuevo Estadio Nacional con la conciencia que no sólo recordaremos las actividades especiales sino tambien que estamos presenciando un cambio significativo de la figura y perfil de nuestra ciudad San José.
Marco Castro Ramírez
Ced 1842 165