Dijo célebremente José Figueres Ferrer: La educación es la inversión más directamente reproductiva imaginable. Todo paso adelante que en este sentido de cualquier país de América, contribuye a ensanchar los horizontes políticos, económicos y espirituales.
¿Cómo entonces, gente de su propio Partido y en un Programa de Gobierno, pretende gravar con impuestos a la educación? ¿O, es que hemos vuelto a las andadas distintivas entre lo público y lo privado, entre lo institucional y lo empresarial?
Debo decir con todo respeto al señor Ministro de Hacienda lo siguiente: Habrá muchas cosas no indispensables que gravar con impuestos antes que a la educación.
Es un hecho, que quienes ganan buen salario o perciben beneficios de sus empresas, y por ello pueden pagar la educación privada de sus hijos, libran al gobierno de tener que hacer este inmenso gasto. Es un hecho también, que con sus ingresos, pagan al gobierno impuestos al salario, impuestos de renta, y el impuesto de ventas por lo que consumen y así, financian al Estado para dotar entre otras cosas, de presupuesto al Ministerio de Educación y al sistema Universitario y Tecnológico Estatal Nacional, y por lo tanto a miles que no pueden pagar sus estudios. Es más, colaboran también con los impuestos que pagan, todos los colegios y universidades del sector privado, sus empleados administrativos y funcionarios docentes.
Si algunas personas y empresas del sector privado, incumplen con el pago correcto de sus impuestos es otra cosa, pero en todo caso es obligación y arte del Ministerio de Hacienda lograr cobrarles adecuadamente. No por esta incapacidad, se va a castigar por parejo a quienes invierten sus muchos o pocos recursos económicos en la educación de sus hijos, con un impuesto y por el odioso perjuicio de ser catalogados como ricos. Todo lo contrario; los padres ricos o pobres que así inviertan su dinero, deben ser felicitados, y el país que lo promueva también.
¡No hay dos tipos de ciudadanos en este país!
Extremo cuidado habría de tenerse en no establecer odiosas diferencias, entre los ciudadanos de una misma Nación.
Aconsejo más bien, en forma prudente y atinente al tema, que se revisen las ridículas tarifas que se les cobran en las universidades estatales, a quienes sí pueden pagar el costo real de sus matrículas, porque aquellos que disfrutan de ingresos superiores, aunque quisieran pagar más no se les permite, tal vez por tratar de ridiculizar o competir inútilmente con lo que cobran las instituciones privadas. Evitaríamos así, una carga tan onerosa al Estado Costarricense, a la Hacienda Pública y a quienes sí pagan sus impuestos, esperando que se administren con justicia y eficiencia.
Dijo célebremente José Figueres Ferrer: La educación es la inversión más directamente reproductiva imaginable. Todo paso adelante que en este sentido de cualquier país de América, contribuye a ensanchar los horizontes políticos, económicos y espirituales.
¿Cómo entonces, gente de su propio Partido y en un Programa de Gobierno, pretende gravar con impuestos a la educación? ¿O, es que hemos vuelto a las andadas distintivas entre lo público y lo privado, entre lo institucional y lo empresarial?
Debo decir con todo respeto al señor Ministro de Hacienda lo siguiente: Habrá muchas cosas no indispensables que gravar con impuestos antes que a la educación.
Es un hecho, que quienes ganan buen salario o perciben beneficios de sus empresas, y por ello pueden pagar la educación privada de sus hijos, libran al gobierno de tener que hacer este inmenso gasto. Es un hecho también, que con sus ingresos, pagan al gobierno impuestos al salario, impuestos de renta, y el impuesto de ventas por lo que consumen y así, financian al Estado para dotar entre otras cosas, de presupuesto al Ministerio de Educación y al sistema Universitario y Tecnológico Estatal Nacional, y por lo tanto a miles que no pueden pagar sus estudios. Es más, colaboran también con los impuestos que pagan, todos los colegios y universidades del sector privado, sus empleados administrativos y funcionarios docentes.
Si algunas personas y empresas del sector privado, incumplen con el pago correcto de sus impuestos es otra cosa, pero en todo caso es obligación y arte del Ministerio de Hacienda lograr cobrarles adecuadamente. No por esta incapacidad, se va a castigar por parejo a quienes invierten sus muchos o pocos recursos económicos en la educación de sus hijos, con un impuesto y por el odioso perjuicio de ser catalogados como ricos. Todo lo contrario; los padres ricos o pobres que así inviertan su dinero, deben ser felicitados, y el país que lo promueva también.
¡No hay dos tipos de ciudadanos en este país!
Extremo cuidado habría de tenerse en no establecer odiosas diferencias, entre los ciudadanos de una misma Nación.
Aconsejo más bien, en forma prudente y atinente al tema, que se revisen las ridículas tarifas que se les cobran en las universidades estatales, a quienes sí pueden pagar el costo real de sus matrículas, porque aquellos que disfrutan de ingresos superiores, aunque quisieran pagar más no se les permite, tal vez por tratar de ridiculizar o competir inútilmente con lo que cobran las instituciones privadas. Evitaríamos así, una carga tan onerosa al Estado Costarricense, a la Hacienda Pública y a quienes sí pagan sus impuestos, esperando que se administren con justicia y eficiencia.