Costa Rica padece los síntomas de una democracia acorralada. Para nadie es un secreto,
que en el transcurso de las últimas contiendas electorales, y en ausencia del otro
componente del bipartidismo, a la mayoría de los costarricenses no les ha quedado más
remedio que votar por el Partido Liberación Nacional, ante el temor de un gobierno del
PAC o de grupos anarquistas de izquierda, ¡Dios nos libre! Dicen algunos.
Vivimos una crisis de partidos grave. Viejos partidos, divididos, con dirigentes a puerta
cerrada, con una meritocracia en su interior más sustentada en lo voraz que en lo capaz
que dista mucho en su gran mayoría, de la valiosa calidad de jóvenes profesionales de
todas las clases sociales, que emanan por miles de nuestras universidades y tecnológicos,
públicas y privados. Por costumbre de años no son buscados, incorporados y mucho
menos informados de cómo participar en las asambleas cantonales, provinciales y
nacionales de los partidos políticos para ser candidatos a puestos de elección popular.
Claro está que la selección de mejores representantes a las asambleas de los partidos
políticos, representa un peligro para tan antiguos y posesionados directorios.
Es imposible un cambio generacional de dirigencia en las condiciones que prevalecen en la actualidad de los partidos políticos.
Es claro que así como ha aumentado en Costa Rica el promedio de vida de los ciudadanos,
también ha aumentado por decenios la permanencia en el poder de quienes manejan los
partidos políticos, y aunque ahora extendieran su brazo hacia la Juventud de Valor y los
aceptasen, el espacio que los separa es inmenso. Son kilómetros, son decenios, no hay
forma de tomarse las manos, de hablar el mismo idioma, hay generaciones de vacío, de
ninguna participación y educación en lo político para la juventud.
A la Juventud de Valor no le gusta el odio, la mentira ni las ideologías extremas tantas
veces fracasadas. No les agradan los puritanos ni los nacis o quienes aspiran a privilegios
desmedidos. No gustan de la injusticia ni de los vanos espejismos. Gustan si de la
verdadera transparencia, de la caridad, la eficiencia, el progreso, la equidad, el trabajo en
equipo y las puertas abiertas para entrar y realizar sus ideales. A la Juventud de Valor le
repugna el populismo, las puertas semiabiertas, condicionadas. No les gustan las
invitaciones a lugares en donde ya todas las sillas están ocupadas. La Juventud de Valor
no puede esperar a ser vieja para empezar a participar.
¿Tienen ustedes dirigentes de partidos, un partido así?
“Dijo el Dr. Solón Núñez: La riqueza de un país es el valor de sus hijos”
Costa Rica padece los síntomas de una democracia acorralada. Para nadie es un secreto, que en el transcurso de las últimas contiendas electorales, y en ausencia del otro componente del bipartidismo, a la mayoría de los costarricenses no les ha quedado más remedio que votar por el Partido Liberación Nacional, ante el temor de un gobierno del PAC o de grupos anarquistas de izquierda, ¡Dios nos libre! Dicen algunos.
Vivimos una crisis de partidos grave. Viejos partidos, divididos, con dirigentes a puerta cerrada, con una meritocracia en su interior más sustentada en lo voraz que en lo capaz que dista mucho en su gran mayoría, de la valiosa calidad de jóvenes profesionales de todas las clases sociales, que emanan por miles de nuestras universidades y tecnológicos,públicas y privados. Por costumbre de años no son buscados, incorporados y mucho menos informados de cómo participar en las asambleas cantonales, provinciales y nacionales de los partidos políticos para ser candidatos a puestos de elección popular.
Claro está que la selección de mejores representantes a las asambleas de los partidos políticos, representa un peligro para tan antiguos y posesionados directorios.
Es imposible un cambio generacional de dirigencia en las condiciones que prevalecen en la actualidad de los partidos políticos.
Es claro que así como ha aumentado en Costa Rica el promedio de vida de los ciudadanos, también ha aumentado por decenios la permanencia en el poder de quienes manejan los partidos políticos, y aunque ahora extendieran su brazo hacia la Juventud de Valor y los aceptasen, el espacio que los separa es inmenso. Son kilómetros, son decenios, no hay forma de tomarse las manos, de hablar el mismo idioma, hay generaciones de vacío, de
ninguna participación y educación en lo político para la juventud.
A la Juventud de Valor no le gusta el odio, la mentira ni las ideologías extremas tantas veces fracasadas. No les agradan los puritanos ni los nacis o quienes aspiran a privilegios desmedidos. No gustan de la injusticia ni de los vanos espejismos. Gustan si de la verdadera transparencia, de la caridad, la eficiencia, el progreso, la equidad, el trabajo en equipo y las puertas abiertas para entrar y realizar sus ideales. A la Juventud de Valor le repugna el populismo, las puertas semiabiertas, condicionadas. No les gustan las invitaciones a lugares en donde ya todas las sillas están ocupadas. La Juventud de Valor no puede esperar a ser vieja para empezar a participar.
¿Tienen ustedes dirigentes de partidos, un partido así?
“Dijo el Dr. Solón Núñez: La riqueza de un país es el valor de sus hijos”