Los reiterados fracasos que han tenido las últimas intentonas de pasar paquetes de impuestos, a tontas y a locas, como reza el refrán popular, debería poner a meditar a las señoras y señores diputados, así como, a la misma señora Presidente sobre que no se puede seguir repitiendo procedimientos y esperar resultados diferentes.
No es cierto que el casi endémico déficit fiscal del sector público tenga su causa principal en la falta de fuentes de recursos financieros, cuidado sino, ésta, más bien, podría, eventualmente, ser la menor peso específico dentro de esta realidad deficitaria.
Tenemos, en el sector público, un gasto irracional y disparado cuya orientación pareciera ser más hacia a gastar que a invertir y aclaro que entiendo como inversión toda erogación que contribuye al bienestar, tanto personal como el social pues el salario de un funcionario público diligente, es una inversión y jamás debe ser visto como un gasto; así como sus cargas sociales generadas por la relación obrero-patronal.
Sin embargo, lo que si no puede ser visto como inversión, es la gran duplicidad de funciones en tantas y tantas instituciones públicas, abocadas a atender la misma tarea. Esta práctica cuyo origen, probablemente, está en más que el paternalismo estatal, más bien lo está en el clientelismo político; donde se crean puestos de trabajo sin mayor valor agregado para la Sociedad, solo para ubicar a individuos que dieron su aporte en la pasada campaña electoral.
Otro elemento importante al que quiero referirme, es la necesidad de buscar nuevas fuentes de ingresos fiscales frescos, que sean diferentes, inteligentes y que la ciudadanía los pague de buena manera pues son la consecuencia directa de un servicio eficaz y eficiente que le resuelve de manera oportuna alguna necesidad, ya sea personal, familiar, profesional o empresarial.
Estoy hablando de pagar tasas por emisiones de documentos públicos con rapidez y oportunidad. Estoy hablando de servicios estatales que inciden directamente en el bienestar y en la generación de riqueza, donde la gente de manera gustosa, cada vez, que va a requerir de ese bien o servicio público paga el canon o la tasa que le cobren.
No hay duda que una Sociedad acuerde a los signos de los tiempos, necesita de un Estado fuerte, estratégico y económicamente solvente. Solo así podrá ser más desarrollada económica, social y políticamente. Necesitamos generar una riqueza sustentable, sostenible e inclusiva, que sea el punto de partida para crear un círculo virtuoso, donde todo integrante del conglomerado social, tiene una responsabilidad que cumplir pero que también, cada quien obtiene beneficios directos en el mejoramiento del nivel de vida personal y familiar, así como, los apoyos estatales para seguir generando mayor riqueza para beneficio particular y nacional.
Sin embargo, todo eso solo será posible con una verdadera Reforma Fiscal Integral, nacida además de la participación de los diferentes sectores que la integran y no solo de uno como has sido la práctica: La clase política.
Los reiterados fracasos que han tenido las últimas intentonas de pasar paquetes de impuestos, a tontas y a locas, como reza el refrán popular, debería poner a meditar a las señoras y señores diputados, así como, a la misma señora Presidente sobre que no se puede seguir repitiendo procedimientos y esperar resultados diferentes.
No es cierto que el casi endémico déficit fiscal del sector público tenga su causa principal en la falta de fuentes de recursos financieros, cuidado sino, ésta, más bien, podría, eventualmente, ser la menor peso específico dentro de esta realidad deficitaria.
Tenemos, en el sector público, un gasto irracional y disparado cuya orientación pareciera ser más hacia a gastar que a invertir y aclaro que entiendo como inversión toda erogación que contribuye al bienestar, tanto personal como el social pues el salario de un funcionario público diligente, es una inversión y jamás debe ser visto como un gasto; así como sus cargas sociales generadas por la relación obrero-patronal.
Sin embargo, lo que si no puede ser visto como inversión, es la gran duplicidad de funciones en tantas y tantas instituciones públicas, abocadas a atender la misma tarea. Esta práctica cuyo origen, probablemente, está en más que el paternalismo estatal, más bien lo está en el clientelismo político; donde se crean puestos de trabajo sin mayor valor agregado para la Sociedad, solo para ubicar a individuos que dieron su aporte en la pasada campaña electoral.
Otro elemento importante al que quiero referirme, es la necesidad de buscar nuevas fuentes de ingresos fiscales frescos, que sean diferentes, inteligentes y que la ciudadanía los pague de buena manera pues son la consecuencia directa de un servicio eficaz y eficiente que le resuelve de manera oportuna alguna necesidad, ya sea personal, familiar, profesional o empresarial.
Estoy hablando de pagar tasas por emisiones de documentos públicos con rapidez y oportunidad. Estoy hablando de servicios estatales que inciden directamente en el bienestar y en la generación de riqueza, donde la gente de manera gustosa, cada vez, que va a requerir de ese bien o servicio público paga el canon o la tasa que le cobren.
No hay duda que una Sociedad acuerde a los signos de los tiempos, necesita de un Estado fuerte, estratégico y económicamente solvente. Solo así podrá ser más desarrollada económica, social y políticamente. Necesitamos generar una riqueza sustentable, sostenible e inclusiva, que sea el punto de partida para crear un círculo virtuoso, donde todo integrante del conglomerado social, tiene una responsabilidad que cumplir pero que también, cada quien obtiene beneficios directos en el mejoramiento del nivel de vida personal y familiar, así como, los apoyos estatales para seguir generando mayor riqueza para beneficio particular y nacional.
Sin embargo, todo eso solo será posible con una verdadera Reforma Fiscal Integral, nacida además de la participación de los diferentes sectores que la integran y no solo de uno como has sido la práctica: La clase política.