Miércoles, 19 Enero 2011 05:39

NO PASEMOS POR INOCENTES

Costarricenses todos.
Nuestra Patria espera maniatada, por la inoperancia y negligencia de los organismos internacionales, creados para evitar con la inmediatez  y oportunidad necesarias, actos de tan fatal naturaleza.
Asusta la inexperiencia y disputa diplomática nacional, ante un acontecimiento que jamás sucedería a un país civilizado y  un momento histórico, sin ejercito por larga tradición.,
El gobierno costarricense, cual jefe de familia ha decidido con el ladrón ya adentro de la casa, proteger a la familia en un cuarto con llave, y mandar a uno de sus miembros a poner la denuncia de lo que acontece ante los tribunales de justicia, sin llamar a un policía armado o a unos amigos cercanos para que detengan al ladrón, quien insiste en su derecho de robar y reducir a la impotencia a toda la familia dueña de la casa.
¿Ha tomado en cuenta nuestra  señora Presidenta Doña Laura Chinchilla, que el delincuente agresor bien podría infiltrar dentro de nuestro territorio a tropas nicaragüenses  o mercenarios internacionales, para que asesinen a los soldados nicaragüenses que ocupan Calero, con el fin de justificar una invasión armada mayor en el resto de nuestro territorio, alegando un ataque anticipado de nuestra parte y pretendiendo ridiculizar nuestra gesta diplomática anta los tribunales internacionales?
¿Ha pensado el gobierno  en la protección de los inocentes ante un eventual bombardeo nica, por circunstancias como la citada anteriormente? ¿Estamos preparados?
Es necesario y vital, para que el gobierno prosiga con la defensa del país a nivel diplomático, que entonces se ponga a resguardo la Nación y sus límites aún no invadidos, y se acepte o solicite en forma  urgente la protección armada por países amigos.
Los ticos ni tontos ni cobardes, necesitamos hoy como en antaño la dirección experta en asuntos de la defensa del país.
La anticipación a acontecimientos que pudieran poner en peligro la vida de nuestro pueblo, está por encima de la paz o de la guerra, que en todo caso dependen más de la actitud del agresor, que la de las personas agredidas.
Costarricenses todos.
Nuestra Patria espera maniatada, por la inoperancia y negligencia de los organismos internacionales, creados para evitar con la inmediatez  y oportunidad necesarias, actos de tan fatal naturaleza.
Asusta la inexperiencia y disputa diplomática nacional, ante un acontecimiento que jamás sucedería a un país civilizado y  un momento histórico, sin ejercito por larga tradición.
El gobierno costarricense, cual jefe de familia ha decidido con el ladrón ya adentro de la casa, proteger a la familia en un cuarto con llave, y mandar a uno de sus miembros a poner la denuncia de lo que acontece ante los tribunales de justicia, sin llamar a un policía armado o a unos amigos cercanos para que detengan al ladrón, quien insiste en su derecho de robar y reducir a la impotencia a toda la familia dueña de la casa.
¿Ha tomado en cuenta nuestra  señora Presidenta Doña Laura Chinchilla, que el delincuente agresor bien podría infiltrar dentro de nuestro territorio a tropas nicaragüenses  o mercenarios internacionales, para que asesinen a los soldados nicaragüenses que ocupan Calero, con el fin de justificar una invasión armada mayor en el resto de nuestro territorio, alegando un ataque anticipado de nuestra parte y pretendiendo ridiculizar nuestra gesta diplomática anta los tribunales internacionales?
¿Ha pensado el gobierno  en la protección de los inocentes ante un eventual bombardeo nica, por circunstancias como la citada anteriormente? ¿Estamos preparados?
Es necesario y vital, para que el gobierno prosiga con la defensa del país a nivel diplomático, que entonces se ponga a resguardo la Nación y sus límites
aún no invadidos, y se acepte o solicite en forma  urgente la protección armada por países amigos.
Los ticos ni tontos ni cobardes, necesitamos hoy como en antaño la dirección experta en asuntos de la defensa del país.
La anticipación a acontecimientos que pudieran poner en peligro la vida de nuestro pueblo, está por encima de la paz o de la guerra, que en todo caso dependen más de la actitud del agresor, que la de las personas agredidas.