Era 1982 y corrían –como hoy en Costa Rica- tiempos difíciles. Mi profesor de estudios sociales, un limonense bueno, se planteaba siempre el mismo cuestionamiento que llegó a calar en mi mente. ¿Cómo es posible que siendo Limón el punto de entrada y salida de una gran parte de las riquezas del país, fuera a su vez, la provincia más pobre? Después de 28 años, he seguido preguntándome lo mismo, pues es claro que Limón sigue siendo la provincia del abandono de los políticos, pero desgraciadamente también, ha sido por años, la provincia usurpada por una cúpula de poder sindical, que ha violentado los sagrados principios del sindicalismo y ha prostituido los beneficios laborales que la gente buena se merece.
Además de aquella interrogante, válida ayer y también hoy, se pregunta uno cómo es que un grupo de personas pueda darse el lujo de secuestrar una de las instituciones estandartes de la provincia; cómo es que una pequeña cúpula se apropia de una empresa pública y cómo condenan a toda una provincia al abandono y con ella, al subdesarrollo de todo un país.
En estos días, en cada uno de los empleados de esa gran empresa, descansa quizá una de las decisiones más importantes de toda su historia. Es la hora de decir qué se vale y qué no se vale para el honorable pueblo de Limón, que necesita desarrollarse y convertirse en el motor del desarrollo del país completo. Así como ayer, la construcción del ferrocarril al Atlántico trazó un camino para el desarrollo de este país, en el futuro inmediato será el noble pueblo de Limón el que deberá llevarnos al desarrollo y JAPDEVA será uno de los medios para lograrlo.
Es la hora de brindar las oportunidades a quienes saben aprovecharlas y no seguir dándolas a los que las han violentado, las han desaprovechado y han convertido la libertad sindical en trinchera política perversa. Es la hora de decir que no a los que viven pensando solo en sus beneficios personales y nunca en el desarrollo de la provincia y el país.
Lo mejor de Limón es su gente. ¿Quién podría en Costa Rica dudar de esa contundente realidad? Por eso es que no se vale más saqueo para Limón, no se vale que unos cuantos que nunca en su vida han movido un dedo por esa provincia, estén llegando en estos días con ofrecimientos y amenazas e intentando callar el pensamiento crítico, usando el temor como bandera.
La decisión que deberán tomar en JAPDEVA en pocos días, es únicamente de ellos y por eso no se vale que los oportunistas, los que convocan siempre a la desobediencia civil en San José, los que promueven autonomías universitarias torcidas y los que aun no se han pronunciado sobre las andanzas del demente del norte, estén viendo como husmean en un proceso que es solo de los funcionarios de JAPDEVA.
Dice el adagio popular que no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista y por el bien de Limón y también de Costa Rica, yo espero y confío en que la sabiduría y la voluntad de la gente honesta prevalezca y ponga fin a los abusos de un grupúsculo perverso y manipulador. Lo que sí se vale, es sepultar con votos el pasado que solo ha sido criadero de subdesarrollo y promotor de pobreza.
Llegó la hora para Limón y llegó la hora de que se pronuncie la razón sobre la ambición, que desde las entrañas de la gran institución que es JAPDEVA se trace su plan estratégico, del cual depende en mucho el desarrollo de este país. Llegó la hora de que las fuerzas oscuras locales y extranjeras, que se infiltran y satanizan todo intento por mejorar, dejen de obstaculizar el desarrollo y permitan que Limón sea la provincia que mi profesor de secundaria añoraba hace casi 30 años y que las nuevas generaciones merecen y también exigen.
Era 1982 y corrían –como hoy en Costa Rica- tiempos difíciles. Mi profesor de estudios sociales, un limonense bueno, se planteaba siempre el mismo cuestionamiento que llegó a calar en mi mente. ¿Cómo es posible que siendo Limón el punto de entrada y salida de una gran parte de las riquezas del país, fuera a su vez, la provincia más pobre? Después de 28 años, he seguido preguntándome lo mismo, pues es claro que Limón sigue siendo la provincia del abandono de los políticos, pero desgraciadamente también, ha sido por años, la provincia usurpada por una cúpula de poder sindical, que ha violentado los sagrados principios del sindicalismo y ha prostituido los beneficios laborales que la gente buena se merece.
Además de aquella interrogante, válida ayer y también hoy, se pregunta uno cómo es que un grupo de personas pueda darse el lujo de secuestrar una de las instituciones estandartes de la provincia; cómo es que una pequeña cúpula se apropia de una empresa pública y cómo condenan a toda una provincia al abandono y con ella, al subdesarrollo de todo un país.
En estos días, en cada uno de los empleados de esa gran empresa, descansa quizá una de las decisiones más importantes de toda su historia. Es la hora de decir qué se vale y qué no se vale para el honorable pueblo de Limón, que necesita desarrollarse y convertirse en el motor del desarrollo del país completo. Así como ayer, la construcción del ferrocarril al Atlántico trazó un camino para el desarrollo de este país, en el futuro inmediato será el noble pueblo de Limón el que deberá llevarnos al desarrollo y JAPDEVA será uno de los medios para lograrlo.
Es la hora de brindar las oportunidades a quienes saben aprovecharlas y no seguir dándolas a los que las han violentado, las han desaprovechado y han convertido la libertad sindical en trinchera política perversa. Es la hora de decir que no a los que viven pensando solo en sus beneficios personales y nunca en el desarrollo de la provincia y el país.
Lo mejor de Limón es su gente. ¿Quién podría en Costa Rica dudar de esa contundente realidad? Por eso es que no se vale más saqueo para Limón, no se vale que unos cuantos que nunca en su vida han movido un dedo por esa provincia, estén llegando en estos días con ofrecimientos y amenazas e intentando callar el pensamiento crítico, usando el temor como bandera.
La decisión que deberán tomar en JAPDEVA en pocos días, es únicamente de ellos y por eso no se vale que los oportunistas, los que convocan siempre a la desobediencia civil en San José, los que promueven autonomías universitarias torcidas y los que aun no se han pronunciado sobre las andanzas del demente del norte, estén viendo como husmean en un proceso que es solo de los funcionarios de JAPDEVA.
Dice el adagio popular que no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista y por el bien de Limón y también de Costa Rica, yo espero y confío en que la sabiduría y la voluntad de la gente honesta prevalezca y ponga fin a los abusos de un grupúsculo perverso y manipulador. Lo que sí se vale, es sepultar con votos el pasado que solo ha sido criadero de subdesarrollo y promotor de pobreza.
Llegó la hora para Limón y llegó la hora de que se pronuncie la razón sobre la ambición, que desde las entrañas de la gran institución que es JAPDEVA se trace su plan estratégico, del cual depende en mucho el desarrollo de este país. Llegó la hora de que las fuerzas oscuras locales y extranjeras, que se infiltran y satanizan todo intento por mejorar, dejen de obstaculizar el desarrollo y permitan que Limón sea la provincia que mi profesor de secundaria añoraba hace casi 30 años y que las nuevas generaciones merecen y también exigen.