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La huelga de los empleados de la CCSS nació muerta. Desde su inicio, llena de huecos panfletos, se sabía su desenlace: cerca de cuatro mil trabajadores de esa Institución fueron embarcados y nunca llegaron a tierra firme.
Hoy estos huelguitas quedaron ahogados con la rebaja de cuatro días de salario, además del desprestigio ante la población. Y eso que toparon con suerte de que, por estar pendiente una acción de inconstitucionalidad que impedía la declararatoria de ilegalidad de la huelga, no fueron despedidos sin responsabilidad alguna por parte del Estado.
Es más, aquél podría cobrarles el daño social que sus actuaciones causaron y que costó cerca de cuatrocientos millones de colones a la, de por sí, raquítica situación financiera de la CCSS.
Es realmente lamentable que se haya llamado a una huelga que, aunque para sus “dirigentes” su propósito era “defender a la Caja”, en realidad su ÚNICO objetivo fue que se desobedeciera un pronunciamiento vinculante de la Procuraduría General de la República y advertido también por la Contraloría General. El tema en sí, además de inmoral, pues tenía tal propósito, era claramente ilegal y por tanto nunca debió echarse a andar.
Si bien la Constitución Política y el Código de Trabajo reconocen el derecho de huelga de todo trabajador, lo cierto es que el pronunciamiento, de larga data, de la Procuraduría, no dejaba lugar a dudas sobre su obligado cumplimiento dado que, desde el punto de vista técnico-legal, los montos en dinerario que se reciben por incapacidad laboral es un subsidio y no es un salario, de modo que así como no puede ser afectado por las cargas sociales tampoco debe ser utilizado para el cálculo de vacaciones, aguinaldo, salario escolar, entre otros derechos laborales.
Ahora, sólo queda que la experiencia de esta nefasta huelga, para todos los asegurados muy traumática, sea el acicate necesario para que, verdaderamente, se defienda a este benemérita Institución, de los abusos que ha sufrido en los 70 años de su creación y continúe siendo ejemplo de un Estado solidario para todo el mundo.
La huelga de los empleados de la CCSS nació muerta. Desde su inicio, llena de huecos panfletos, se sabía su desenlace: cerca de cuatro mil trabajadores de esa Institución fueron embarcados y nunca llegaron a tierra firme.
La inmensa mayoría de empleados del Seguro Social demostró su compromiso con los asegurados y el marcador fue contundente, al inicio del movimiento de huelga el marcador era de 9 a 1 a favor de quienes le dieron la espalda al paro y se amplió posteriormente, cuando algunos que se vieron sorprendidos en su buena fe, abandonaron a la dirigencia para volver a sus puestos de trabajo.
En hospitales, clínicas, en los puestos de salud, en los centros de producción institucional, algunos redoblaron su esfuerzo hasta el cansancio, en aras de no dejar en la indefensión a los pacientes y esto es justo que se conozca.
Un botón basta de muestra para evidenciar el heroísmo de los buenos trabajadores que en miles tiene el Seguro Social, algunos manifestantes habían apostado barricadas para impedir la entrada y salida de ropa de las lavanderías, que con gran esfuerzo de abnegados servidores seguían funcionando.
Era imperativo sacar la vestimenta que posibilita abrigar a los pacientes e incluso, programar las cirugías, con orden sanitaria en mano y prescindiendo de la fuerza pública para no caldear más los ánimos, un grupo de servidores de vigilancia y aseo, acompañados de los notarios, aprovecharon el momento cuando los huelguistas comían y en un operativo pulcro y desprovisto de violencia, quitaron hierros y palos y los camiones repletos de ropa iniciaron la titánica tarea de suplir a los centros hospitalarios.
“Mire don José Luis, hasta que se me paran los pelos, a las cuatro de la mañana terminamos de entregar toda la ropa, casi se me salen las lágrimas, aquí donde me ve no he dormido nada, pero viera usted lo que sentí, cuando los enfermos se asomaron por las ventanas y levantaban los brazos para apoyarnos, juepucha, que lindo es trabajar para la Caja”
Aquí desde la radio le tributamos un sonoro aplauso a los fieles servidores del Seguro Social, que mayoritariamente le dieron la espalda a una huelga sin sentido, ahora inicia la titánica tarea de revisarla y ponerla a tono con el devenir de los tiempos, que la reclaman siempre viva y eternamente solidaria.
La inmensa mayoría de empleados del Seguro Social demostró su compromiso con los asegurados y el marcador fue contundente, al inicio del movimiento de huelga el marcador era de 9 a 1 a favor de quienes le dieron la espalda al paro y se amplió posteriormente, cuando algunos que se vieron sorprendidos en su buena fe, abandonaron a la dirigencia para volver a sus puestos de trabajo.
La salud es el producto del desarrollo de la sociedad y es uno de los principales componentes de la calidad de vida.
Para mantenerla es necesario la garantía de un sistema nacional de atención de la salud mediante la legislación vigente y los mejores esfuerzos de las autoridades encargadas de su administración para que esta garantía se mantenga como una realidad sostenible.
No hay duda, la Caja es la institución emblema del ideal de solidaridad y de seguridad social que en la pasada década de los cuarenta, muchos costarricenses, bajo el liderazgo de ilustres conciudadanos, echaron a andar. En aquel entonces y hoy, hubo y hay mentes torcidas por el egoísmo y la ambición, que vieron y siguen viendo en la Caja un estorbo a su mezquindad. Unos, porque carecen de visión social y por tanto son incapaces de valorar lo estratégico de su existencia como herramienta de paz y armonía, de tranquilidad para todos. Esos, desde entonces, ven en sus aportes financieros a la Caja, única y exclusivamente un gasto y nunca una inversión social que redunda en su propio bienestar y el de sus familias.
Por eso cada mes lloran a lágrima tendida por el pago de cuotas al Seguro, o, preferiblemente, se las ingenian para no pagarlas y entonces, suponemos, lejos de llorar, cada fin de mes celebran a lo grande tan pírricos triunfos.
Otros, que sí tienen visión pero toda puesta al servicio de sus desmedidas ambiciones, ven en la Caja una competencia a esos macros negocios que siempre han existido alrededor de la salud y que últimamente se han acrecentado y por tanto, pareciera ser una ley de la riqueza, quieren más y más y más. Y como parte de su estrategia, algunos de esos enemigos mantienen lucrativas relaciones empresariales o profesionales con esa institución, otra vez, apadrinados por el poder económico-político. Todos lo vemos y muchos lo sentimos e irónicamente, ayudamos a que semejante proceso siga su marcha ascendente.
Pero además pareciera que algunas instituciones nacen con el germen de su propia destrucción, y si no nacen con él, para no parecer fatalista, más temprano que tarde lo adquieren. Tal es el caso, innegablemente, de la Caja del Seguro. Así las cosas, a la par del servicio humanitario, profesional, abnegado, eficiente que por setenta años han brindado funcionarios de la Caja, de todos los niveles, un servicio del que todos somos testigo y muchos, cientos de miles de habitantes de este país, directos beneficiarios, a la par, se han venido desarrollando y consolidando una cantidad de vicios, encubados allí mismo, en el seno de la institución, algunos prohijados y hasta impulsados por la administración, y por supuesto palanqueados por funcionarios que encontraron en esta buena madre una inmejorable fuente para satisfacción de sus insaciables apetitos.
Tan nefastos como aquellos que sueñan con destruir a la Caja desde afuera, estos parásitos, en algunos casos amparados en el poder político, en no pocas ocasiones vestidos de gabacha y muchas otras con el carné de sindicalistas, han drenado a la institución, algunos de ellos, ironía de ironías, dizque en nombre de los asegurados.
Por eso, ante la magnitud de la crisis a la que han llevado estos francotiradores externos y estos parásitos internos a nuestro Seguro Social, no dudo en señalarlos como responsables. Y a toda esa lacra, le sumo, sin dudarlo tampoco, a quienes abusan de los servicios de la Caja pues, por ignorancia o mala fe, también han atentado contra la solidez de que debiera gozar tan preciada y estratégica institución.
Veremos quienes asumen la responsabilidad histórica de defender a la CCSS, de liderar su reivindicación y de encarrilarla de nuevo por el camino que soñaron sus creadores. Ojalá sea pronto, y que todos quienes creemos en la Caja nos sumemos sin reparos a tan trascendental causa.
No hay duda, la Caja es la institución emblema del ideal de solidaridad y de seguridad social que en la pasada década de los cuarenta, muchos costarricenses, bajo el liderazgo de ilustres conciudadanos, echaron a andar. En aquel entonces y hoy, hubo y hay mentes torcidas por el egoísmo y la ambición, que vieron y siguen viendo en la Caja un estorbo a su mezquindad. Unos, porque carecen de visión social y por tanto son incapaces de valorar lo estratégico de su existencia como herramienta de paz y armonía, de tranquilidad para todos. Esos, desde entonces, ven en sus aportes financieros a la Caja, única y exclusivamente un gasto y nunca una inversión social que redunda en su propio bienestar y el de sus familias.
Hoy se cumplen 187 años de una decisión histórica que cambió la vida de Guanacaste y Costa Rica.
Desde 1824 Guanacaste ha engrandecido al país aportando valores y tradiciones que son parte del ser costarricense, ha amalgamado el espíritu valiente de su gente con el compromiso civilista y democrático de Costa Rica.
Guanacaste la provincia de los volcanes, donde las marimbas elevan un canto hacia su pueblo, enfrenta hoy decisiones insoslayables.
Su enorme riqueza natural es actualmente sinónimo de desarrollo y visión de esperanza futura, pero también de disputas entre un modelo insostenible de crecimiento que pretende lapidar los recursos para el lucro de unos pocos y el modelo solidario que construye progreso con las comunidades.
La crisis económica golpeó particularmente a Guanacaste. El turismo, uno de sus principales motores, se contrajo. La inversión privada y pública sufrió un fuerte freno llevando consigo la paralización, el cierre de proyectos y el desempleo. Como de costumbre los sectores más afectados son siempre los más vulnerables evidenciándose que Guanacaste es la provincia con los mayores índices de pobreza y desempleo a nivel nacional.
Todo esto plantea la necesidad de repensar el modelo de desarrollo y decidir si se quiere alcanzar el tan ansiado bienestar social a través de actividades privadas responsables ambiental y socialmente, que de la mano de una planificada inversión pública, consigan la inclusión de amplios sectores sociales.
No es difícil avizorar que Guanacaste puede labrarse un futuro promisorio si consigue encarar la ruta correcta de la sostenibilidad, entendida esta como la: del crecimiento económico, la protección de los recursos naturales y la promoción de oportunidades para las actuales y futuras generaciones.
La equidad social genera paz y democracia, por ello la búsqueda del desarrollo sostenible redundará solo en el bienestar que todos aspiramos. El Cooperativismo se constituye un claro ejemplo de que es posible apostar por el desarrollo con democracia y solidaridad.
La Cooperativa de Electrificación Rural de Guanacaste, R.L. en sus 46 años de servir a las comunidades ha llevado con éxito los principios del cooperativismo y el modelo sostenible y es fiel creyente de que el desarrollo se construye de la mano de la gente, promoviendo el crecimiento económico y favoreciendo un uso racional de los recursos renovables.
El aniversario de la anexión propicia el retomar estos grandes desafíos que como provincia y como país son impostergables. Encaminarse hacia ello requiere, empero el concurso decidido de todos los actores sociales y la voluntad política para entender el grado de compromiso y sobre todo de urgencia que entrañan.
Autora: Marisol Arias Murillo, Periodista Coopeguanacaste, R.L.
Hoy se cumplen 187 años de una decisión histórica que cambió la vida de Guanacaste y Costa Rica.
Desde 1824 Guanacaste ha engrandecido al país aportando valores y tradiciones que son parte del ser costarricense, ha amalgamado el espíritu valiente de su gente con el compromiso civilista y democrático de Costa Rica.
¡Cuánta inspiración!, ¡cuánta paz!, ¡cuántas enseñanzas!, ¡cuánta pasión!, ¡cuántas alegrías!, ¡cuántas lágrimas! y ¡cuánta belleza!, sembraron en mi vida la filosofía, la música, la poesía y las reflexiones del gran maestro Facundo Cabral. Hoy, como un homenaje para él en su nuevo recorrido, comparto parte de su arte con ustedes:
“No estás deprimido, estás distraído. Distraído de la vida que te puebla, distraído de la vida que te rodea delfines, bosques, mares, montañas, ríos. No caigas en lo que cayó tu hermano, que sufre por un ser humano, cuando en el mundo hay 5,600 millones. Además, no es tan malo vivir solo. Yo la paso bien, decidiendo a cada instante lo que quiero hacer y gracias a la soledad me conozco…, algo fundamental para vivir. No caigas en lo que cayó tu padre, que se siente viejo porque tiene 70 años, olvidando que Moisés dirigía el éxodo a los 80 y Rubinstein interpretaba como nadie a Chopin a los 90.
No estás deprimido, estás distraído. Por eso crees que perdiste algo, lo que es imposible, porque todo te fue dado. Además, la vida no te quita cosas: te libera de cosas…; te aliviana para que vueles más alto, para que alcances la plenitud. De la cuna a la tumba es una escuela; por eso, lo que llamas problemas, son lecciones. No perdiste a nadie: el que murió, simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además, lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón. Y del otro lado te espera gente maravillosa: Gandhi, Miguel Ángel, Whitman, San Agustín, la Madre Teresa, tu abuela y mi madre.
Haz sólo lo que amas y serás feliz. El que hace lo que ama, está benditamente condenado al éxito, que llegará cuando deba llegar, porque lo que debe ser será y llegará naturalmente. No hagas nada por obligación ni por compromiso, sino por amor. Entonces habrá plenitud, y en esa plenitud todo es posible y sin esfuerzo, porque te mueve la fuerza natural de la vida, la que me levantó cuando se cayó el avión con mi mujer y mi hija; la que me mantuvo vivo cuando los médicos me diagnosticaban 3 ó 4 meses de vida. Dios te puso un ser humano a cargo y eres tú mismo. A ti debes hacerte libre y feliz. Después podrás compartir la vida verdadera con los demás. Reconcíliate contigo, ponte frente al espejo y piensa que esa criatura que estás viendo es obra de Dios y decide ahora mismo ser feliz, porque la felicidad es una adquisición.
Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la tierra es tan corto que sufrir es una pérdida de tiempo. Y si tienes cáncer o SIDA, pueden pasar dos cosas y las dos son buenas: si te gana, te libera del cuerpo que es tan molesto (tengo hambre, tengo frío, tengo sueño, tengo ganas, tengo razón, tengo dudas)…y si le ganas, serás más humilde, más agradecido…, por lo tanto, fácilmente feliz, libre del tremendo peso de la culpa, la responsabilidad y la vanidad, dispuesto a vivir cada instante profundamente, como debe ser. No estás deprimido, estás desocupado. Ayuda al niño que te necesita, ese niño será socio de tu hijo. Ayuda a los viejos y los jóvenes: te ayudarán cuando lo seas. Además, el servicio es una felicidad segura, como gozar a la naturaleza y cuidarla para el que vendrá. Da sin medida y te darán sin medida. Ama hasta convertirte en lo amado; más aún, hasta convertirte en el mismísimo Amor. El bien es mayoría, pero no se nota porque es silencioso. Una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye, hay millones de caricias que alimentan a la vida.
No estás deprimido, estás distraído. Si escucharas al otro, al que llevas dentro, sabrías todo, en todo encontrarías algo para ti, entonces te elevarías constantemente, y ya no habría confusión sino matices, y en esa serenidad no buscarías nada, entonces encontrarías todo, y estando en el presente dirías y harías lo que hay que decir y hacer a cada momento, natural y graciosamente, sin esfuerzo, lo que haría que tu relación con los demás sería plena y al crecer en el amor serías más creativo, sin límites ni condiciones. La ignorancia nos hace sentir encerrados y mortales, es decir nos encerramos y limitamos solos, el miedo nos distrae del amor que es sabio y valiente, porque sabe que no hay medidas... No estás deprimido, estás distraído del todo, que es ahora mismo”.
Sí Facundo, “el que murió, simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos”, mientras tanto tus aleccionadoras palabras seguirán siendo universales; porque fuiste del mundo, de la perpetua seducción de la música, de la protesta eterna del profundo pensamiento, de la perenne acuciosidad de la filosofía, del pálpito errante del sentimiento...; “ser feliz fue tu color de identidad”, tu voz fue inmortal, y lo seguirá siendo... Hoy, en nombre de muchos, y hasta el infinito, te rindo mi más vehemente, enérgico y cariñoso aplauso. ¡Buen viaje mi admirado maestro!, ¡mi admirado mensajero de paz!, gracias por regalarle al mundo tu inspirador talento hecho poesía...
¡Cuánta inspiración!, ¡cuánta paz!, ¡cuántas enseñanzas!, ¡cuánta pasión!, ¡cuántas alegrías!, ¡cuántas lágrimas! y ¡cuánta belleza!, sembraron en mi vida la filosofía, la música, la poesía y las reflexiones del gran maestro Facundo Cabral. Hoy, como un homenaje para él en su nuevo recorrido, comparto parte de su arte con ustedes:
La indiscutible y delicada situación financiera que atraviesa la Caja Costarricense del Seguro Social y la inadecuada prestación de servicios de salud a los asegurados, pareciera estar sirviendo de excusa y hasta de mampara, para que algunos sindicatos de esta estratégica institucional social, los utilicen para llevar adelante la defensa y mantención de algunos privilegios que disfrutan sus integrantes y no así el resto de los trabajadores del país.
Nos referimos a las incapacidades y a la pretensión de los sindicatos de que no se manejen como subsidios; así como, por el pago por disponibilidad, que perciben algunos médicos. Ambos rubros, a todas luces, representan importantes erogaciones de dinero para la institución. La primera de estas situaciones, cuenta incluso con un dictamen negativo, de la Procuraduría General de la República, sobre su validez legal.
Pero veamos ¿Cuál es el río revuelto? Este simplemente, es la crisis financiera y el descontento de las y los asegurados, el que viene, desde hace mucho tiempo, producto de no haber recibido una atención oportuna y de calidad por parte de la Caja.
Sin embargo, debemos tener claro que mucha de esa inadecuada atención, que han recibido no pocos asegurados, la han recibido de parte de quienes están integrados a la huelga, los que parece más que defender a la estratégica institución social, lo que buscan es defender sus intereses particulares y de grupo.
Como apuntaba don Luis Alberto Jáen Martínez, en un comentario transmitido hace días, aquí mismo, una huelga se hace en contra de quienes son los dueños de una entidad, con el propósito de causarles daño directo y así obligar a una negociación.
En el caso de esta huelga, hay que decir que en sus efectos negativos, si está dirigida contra los dueños de la Caja Costarricense del Seguro Social, que no son otros que los trabajadores asegurados y específicamente los enfermos con derecho y urgencia de ser atendidos oportunamente. Estas personas, una vez más, ven rezadas sus necesidades al ser usados casi como rehenes, para presionar a las autoridades de la institución y del gobierno, para así obtener beneficios sectarios.
Por otro lado, resulta también que los sindicatos de la Caja, están también llamando a que se le sumen a la huelga a otras organizaciones sociales, especialmente sindicatos del sector público, los que seguramente también, a su vez, tienen reclamos particulares en defensa de sus respectivos intereses; los cuales incluso podrían ser absolutamente razonables pero esto no les autoriza a lesionar los también derechos de otros grupos y personas.
En este país debemos dejar de ser reactivos ante los problemas nacionales, para comenzar a ser profundamente proactivos, donde la inteligencia, la responsabilidad ciudadana y las luchas justas por el bienestar de las mayorías sean el norte a seguir.
La indiscutible y delicada situación financiera que atraviesa la Caja Costarricense del Seguro Social y la inadecuada prestación de servicios de salud a los asegurados, pareciera estar sirviendo de excusa y hasta de mampara, para que algunos sindicatos de esta estratégica institucional social, los utilicen para llevar adelante la defensa y mantención de algunos privilegios que disfrutan sus integrantes y no así el resto de los trabajadores del país.
La indiscutible y delicada situación financiera que atraviesa la Caja Costarricense del Seguro Social y la inadecuada prestación de servicios de salud a los asegurados, pareciera estar sirviendo de excusa y hasta de mampara, para que algunos sindicatos de esta estratégica institucional social, los utilicen para llevar adelante la defensa y mantención de algunos privilegios que disfrutan sus integrantes y no así el resto de los trabajadores del país.
Nos referimos a las incapacidades y a la pretensión de los sindicatos de que no se manejen como subsidios; así como, por el pago por disponibilidad, que perciben algunos médicos. Ambos rubros, a todas luces, representan importantes erogaciones de dinero para la institución. La primera de estas situaciones, cuenta incluso con un dictamen negativo, de la Procuraduría General de la República, sobre su validez legal.
Pero veamos ¿Cuál es el río revuelto? Este simplemente, es la crisis financiera y el descontento de las y los asegurados, el que viene, desde hace mucho tiempo, producto de no haber recibido una atención oportuna y de calidad por parte de la Caja.
Sin embargo, debemos tener claro que mucha de esa inadecuada atención, que han recibido no pocos asegurados, la han recibido de parte de quienes están integrados a la huelga, los que parece más que defender a la estratégica institución social, lo que buscan es defender sus intereses particulares y de grupo.
Como apuntaba don Luis Alberto Jáen Martínez, en un comentario transmitido hace días, aquí mismo, una huelga se hace en contra de quienes son los dueños de una entidad, con el propósito de causarles daño directo y así obligar a una negociación.
En el caso de esta huelga, hay que decir que en sus efectos negativos, si está dirigida contra los dueños de la Caja Costarricense del Seguro Social, que no son otros que los trabajadores asegurados y específicamente los enfermos con derecho y urgencia de ser atendidos oportunamente. Estas personas, una vez más, ven rezadas sus necesidades al ser usados casi como rehenes, para presionar a las autoridades de la institución y del gobierno, para así obtener beneficios sectarios.
Por otro lado, resulta también que los sindicatos de la Caja, están también llamando a que se le sumen a la huelga a otras organizaciones sociales, especialmente sindicatos del sector público, los que seguramente también, a su vez, tienen reclamos particulares en defensa de sus respectivos intereses; los cuales incluso podrían ser absolutamente razonables pero esto no les autoriza a lesionar los también derechos de otros grupos y personas.
En este país debemos dejar de ser reactivos ante los problemas nacionales, para comenzar a ser profundamente proactivos, donde la inteligencia, la responsabilidad ciudadana y las luchas justas por el bienestar de las mayorías sean el norte a seguir.
La indiscutible y delicada situación financiera que atraviesa la Caja Costarricense del Seguro Social y la inadecuada prestación de servicios de salud a los asegurados, pareciera estar sirviendo de excusa y hasta de mampara, para que algunos sindicatos de esta estratégica institucional social, los utilicen para llevar adelante la defensa y mantención de algunos privilegios que disfrutan sus integrantes y no así el resto de los trabajadores del país.
Esta rara entelequia que algunos políticos o aspirantes a tales han dado en llamar “democracia participativa”, es un proyecto inviable, que termina por negarse a sí mismo, pues un gobierno en el que todos gobiernen, es una contradicción en los términos que solo puede conducir al caos y a la anarquía. La complejidad de la Administración del Estado hace imperativo que el Poder, en sus diversas formas, radique en determinados órganos, que normalmente son los encargados de tomar las decisiones apropiadas, que todos los ciudadanos estamos obligados a respetar. Aunque sería muy del agrado de los agitadores profesionales, ningún país puede ser gobernado a base de referendos. Antes de continuar, permítasenos dejar muy en claro, que lo anterior no significa, ni mucho menos, que los gobernantes puedan prescindir del respaldo popular. Éste es imprescindible, porque contrariamente a lo que algunos suponen, el Gobierno en última instancia, no descansa en la fuerza ni en la imposición, sino en la aquiescencia de los gobernados. Aunque parezca increíble, muchos regímenes ya fenecidos, que hoy miramos con horror, contaron en su momento inicial con un amplio respaldo popular, pues la Historia enseña que los pueblos también se equivocan, al igual que las personas. La Alemania nazi, la Rusia soviética y hasta el vulgar régimen de Gadaffi tuvieron en su momento, una amplia aceptación en sus países, pues de no haber sido así, estos movimientos jamás hubieran podido consolidarse en el poder.
Pero el hecho de que el ejercicio tranquilo del poder debe descansar en un amplio respaldo popular, no nos debe llevar al equívoco de suponer que el Gobierno tenga que estar consultando todos sus actos y medidas con los administrados o tolerar su intromisión en las funciones que le son propias. Como aparentemente aquí todos estamos dormidos, a excepción de quienes trabajan incansablemente por cambiar el país que nos heredaron nuestros padres y abuelos, no sé cómo pudo aprobarse la reforma al artículo 9 de la Constitución Política, que declaraba que el Gobierno de la República es popular, representativo, alternativo y responsable, para agregarle, por Ley 8364 de 1 de Julio del 2003, el calificativo de ”participativo”, el cual ha dado pie a los agitadores para considerarse “cogobernantes” y con tal pretexto, movilizar a las masas conforme a sus intereses. Ya estamos cosechando los frutos de tantos años de demagogia barata, pues, como por una u otra razón lo comprobamos todos los días, nuestro otrora tranquilo y ordenado país se ha tornado ingobernable : la constante injerencia de los sindicatos del sector público y otras organizaciones sociales del mismo corte, aunada a la falta de autoridad y al crecimiento desmedido de la burocracia, son los principales obstáculos que causan desconcierto y desaliento en los ciudadanos y frenan nuestro progreso.
Pero como dice un antiguo refrán popular “lo bueno que tiene esto, es lo malo que se está poniendo”, se percibe en el país el sentimiento generalizado de que esto no puede continuar así; que es preciso restablecer el principio de autoridad; que el proceso que nos ha conducido al lamentable estado en que ahora nos encontramos, debe revertirse. Sobre todo esto tendremos que ahondar en próximos comentarios.
Esta rara entelequia que algunos políticos o aspirantes a tales han dado en llamar “democracia participativa”, es un proyecto inviable, que termina por negarse a sí mismo, pues un gobierno en el que todos gobiernen, es una contradicción en los términos que solo puede conducir al caos y a la anarquía. La complejidad de la Administración del Estado hace imperativo que el Poder, en sus diversas formas, radique en determinados órganos, que normalmente son los encargados de tomar las decisiones apropiadas, que todos los ciudadanos estamos obligados a respetar.
Los sindicatos médicos y otras organizaciones del Seguro Social sonaron tambores de huelga, primero un paro el martes 19 de julio e indefinida, en caso de que no sean atendidas las peticiones, que van desde incapacidades hasta parqueo.
El Seguro Social pasa por una estrecha situación financiera, se nutre del aporte tripartito de patronos, trabajadores y el estado, complicada a raíz de la crisis internacional, que a partir del segundo semestre del 2008 redujo el empleo y por ende los ingresos a las arcas de la Caja.
En medio de todo surge un pronunciamiento de la Procuraduría General de la República, que obliga a las autoridades institucionales a equipar a sus trabajadores con el resto de empleados del país y pague las incapacidades como subsidio y no como salario.
En un país que apostó por el derecho, algunos quieren que los jerarcas de la Caja vuelvan la cara hacia otro lado, aquí la posición de la también médico Ileana Balmaceda, Presidenta Ejecutiva de la Caja ha sido firme: “Me pusieron para respetar la Constitución y las leyes”. Entonces este no es punto de negociación.
Un día de huelga en el Seguro Social significa la suspensión de al menos 384 cirugías, hay que ponerse en el lugar de quien vive momentos de incertidumbre ante un procedimiento quirúrgico, puede ser su mamá, el hermano, el hijo y aunque no fuera nada de nosotros, es un ser humano al fin al cabo.
Laborar para la Caja es un verdadero privilegio en momentos cuando impera la incertidumbre en el mercado laboral, recibir el salario viernes por medio no es algo que tenga cualquiera.
Este es un llamado a los servidores del Seguro Social, cada uno en su fuero interno sabrá si atiende o no el llamado de unos pocos dirigentes, que por su condición no verán disminuidos sus ingresos por la huelga. Es un movimiento contra personas indefensas y enfermas, de la cantidad de trabajadores que se sumen sabremos de que fibra están hechos, de momento pensaré que de la mejor, en atención al mandato cristiano de amaos los unos a los otros.
Los sindicatos médicos y otras organizaciones del Seguro Social sonaron tambores de huelga, primero un paro el martes 19 de julio e indefinida, en caso de que no sean atendidas las peticiones, que van desde incapacidades hasta parqueo.
El Seguro Social pasa por una estrecha situación financiera, se nutre del aporte tripartito de patronos, trabajadores y el estado, complicada a raíz de la crisis internacional, que a partir del segundo semestre del 2008 redujo el empleo y por ende los ingresos a las arcas de la Caja.
Hace pocos días se nos recordaba un término que algunos, incluso, han considerado ya en desuso. Se trata de la palabra “acedia”.
Montserrat Solano (Foro, La Nación, 6-4-11, p.32A) nos redescubre un término que, vinculado de alguna manera a la tradición monástica, hace referencia a un vicio que paraliza el querer de las gentes, hace temer actuar, desespera, mata la devoción y el buen ánimo emprendedor y, finalmente, está en el punto de partida de la tristeza, de esa aflicción que, con mucha frecuencia, aniquila al ser humano mismo.
Casiano decía que se trata de un “tedio y ansiedad del corazón que afecta a los anacoretas y a los monjes”. El cartujo Guigues dirá que es como una inercia, una flojera, un fastidio que ataca el interior. Juan Damasceno define la acedia como "una especie de tristeza deprimente".
Tomás de Aquino, sistematizando muchas de las cosas dichas antes de él, agrega consecuencias de esta realidad que aquí comentamos. Este intelectual y singular dominico afirma que la acedia es capaz de generar cierta desesperación, poco ánimo para enfrentar grandes retos, una cierta amargura marcada por los resentimientos y, además, una fuerte tendencia a hacer opciones por vías peligrosas y no siempre edificantes o coherentes con la propia naturaleza.
Más aquel mal no se quedó detrás de las puertas que cerraron la Edad Media. El aburrimiento, el desánimo y la desesperación han campeado por los llanos y altos de nuestra historia desde entonces. Y lo que es peor es que, poco a poco, se ha ido asentando en el corazón de las nuevas generaciones. Las decepciones, el engaño, la caída de los ideales no hacen otra cosa que ser buen y eficaz abono de eso que llamamos acedia y que no hace sino crecer en este mismo aquí y ahora de nuestro andar por la historia.
La solución, recurriendo a Dante y a don Luigi Giussani es fortalecer el anhelo y, por supuesto, levantar la calidad de aquello que se desea.
Dice el poeta: “¡Oh almas en quienes un fervor ardiente/rehace quizás la negligencia y la tardanza/que por tristeza empleásteis en el bien!/”
Y le responden: “Estamos tan llenos de deseos de avanzar/que detenernos no podemos”. Ciertamente, allí está el punto. A menos que tengamos algo que valga la pena qué anhelar y una causa sólida qué defender, la acedia seguirá pesando sobre nosotros.
Obviar el hacer referencia a esta realidad llamada acedia no ayuda en nada a nadie. Horacio Bojorge escribe al respecto: “la acedia abunda en nuestra civilización en forma de tentación, de pecado actual, de hábito extendido como una epidemia, y hasta en forma de cultura con comportamientos y teorías propias que se trasmiten por imitación o desde sus cátedras, populares o académicas. Si bien se mira, puede describirse –verdaderamente- una auténtica y propia civilización de la acedia”.
Enfrentar esa civilización que hoy marca a tantos y tantos y, a veces, tan jóvenes, se impone como una urgencia. Hemos de poner de nuestra parte potenciando el anhelo y el deseo de algo que, como parece resultar obvio, va más allá de lo puramente mundano.
Hace pocos días se nos recordaba un término que algunos, incluso, han considerado ya en desuso. Se trata de la palabra “acedia”.
Montserrat Solano (Foro, La Nación, 6-4-11, p.32A) nos redescubre un término que, vinculado de alguna manera a la tradición monástica, hace referencia a un vicio que paraliza el querer de las gentes, hace temer actuar, desespera, mata la devoción y el buen ánimo emprendedor y, finalmente, está en el punto de partida de la tristeza, de esa aflicción que, con mucha frecuencia, aniquila al ser humano mismo.
Lunes, 18 Julio 2011 05:15
La Caja es una bendición para la salud y la democracia de Costa Rica
Escrito por Camilo Rodríguez ChaverriAlgunos expertos del Banco Mundial me han confesado que en ningún lugar del mundo hay un sistema de seguridad social con los alcances del nuestro. Hay países con sistemas más complejos, como los países escandinavos, pero en ninguno hay un sistema que tenga a la vez tres características que tiene la Caja Costarricense del Seguro Social.
Esas tres características son que la Caja tiene cobertura total, atiende incluso a quienes no cotizan y hasta a los extranjeros; la segunda característica es que en la Caja atienden a todo tipo de personas y sin que importe su enfermedad, o sea, no importa cuán compleja sea la situación de la salud de una persona, la Caja siempre le atenderá; la tercera característica es que los servicios de la Caja no exigen un co-pago, no se paga un deducible. Que en Costa Rica todos y todas puedan recibir servicios de atención de salud incluso sin que tengan cómo pagarlos, que no haya diferencias en la Caja entre los que tienen y pueden pagar y los que no tienen y no pueden pagar, es, sin duda, lo más hermoso que tiene el sistema de seguridad social. Esto no se puede perder.
Hay que defender a la Caja. Si se pierde nuestro sistema de seguridad social, se resquebrajaría la democracia y el alma del ser costarricense. Hay que atacar los problemas de la Caja, el gran endeudamiento del Estado, que le debe mucho dinero a esa institución, y los perros amarrados de muchas empresas privadas, que tampoco le pagan a la Caja. Hay que atacar urgentemente el tema de las pensiones, antes de que sea insostenible. Y hay que detener la tendencia a desmantelar a la Caja a favor del enriquecimiento de quienes han hecho de la salud privada un gran negocio.
La Caja tiene serios problemas económicos, que se traducen en las largas filas y las listas de espera, pero sigue siendo la más grande y emblemática institución costarricense, la gran cristalización del espíritu democrático y su máxima expresión de solidaridad y justicia social.
La Caja es una gran bendición, un tesoro social que tiene Costa Rica, y que hay que defender la institucionalidad del seguro social y su buena salud, hay que defender a la Caja a toda costa y al precio que sea necesario. Si se cae la Caja, se nos cae el país. Si se defiende y se sostiene a la Caja, se garantiza la paz social de Costa Rica.
No se trata de dejar de ver los problemas de la Caja. Es entender que no se debe matar el perro para acabar con las pulgas. La Caja es un tesoro de la justicia social de nuestro país.
Algunos expertos del Banco Mundial me han confesado que en ningún lugar del mundo hay un sistema de seguridad social con los alcances del nuestro. Hay países con sistemas más complejos, como los países escandinavos, pero en ninguno hay un sistema que tenga a la vez tres características que tiene la Caja Costarricense del Seguro Social.
Una de las principales preocupaciones de la población y de las municipalidades es el problema de la basura, sobre lo que se ha dicho y escrito mucho. Sin embargo, las soluciones no llegan: los rellenos sanitarios se agotan, los incineradores parecen tejanos, el reciclaje no se explota adecuadamente. Mientras, la basura no se explota adecuadamente. Mientras, la basura sigue “adornando” nuestras calles y parajes, y la gente sigue siendo menos consciente. Cada día hay más basura por todo lado. San José, Costa Rica, es un enorme basurero. Pareciera que al tico le gusta vivir como los chanchos, en medio de la suciedad.
La basura es un negocio. Quizás si se viera desde esta perspectiva, podríamos solucionar en parte el mal. Por ello quiero hacer varios planteamientos que podrían contribuir a buscarle una salida viable a la situación.
Primero, ntreguemos la recolección y disposición de los derechos a los particulares, a la empresa privada. Que ellos establezcan rellenos sanitarios, incineradores o cualquier otro sistema de tratamiento de la basura. Los vecinos pagarían el servicio, el Estado podría dar una subvención o compra de equipo, a quienes se dediquen a esa empresa. Incluso se podría pensar que este servicio fuera manejado por una cooperativa. Todo se haría bajo la supervisión del Ministerio de Salud, municipalidades, y previos estudios de impacto ambiental. Habrían fuentes de trabajo, se reactivaría la economía y se profesionalizaría el sistema de recolección de basura. Estoy seguro que para proyectos de este tipo se podría conseguir dinero con organismos internacionales. Se podría empezar a experimentar en un sector determinado.
Segundo, organicemos en cooperativas y con las seguridades sociales del caso a los “buceadores”, a esas personas que hacen el trabajo desagradable de recoger de la basura diversos materiales, que luego venden para obtener algún dinero. Ayudémosles a hacer más fácil y seguro su trabajo. Démosles equipo e indumentaria apropiada para su labor. Ellos son parte del sector productivo del país, ya que permiten la reutilización de mucho material y con ello se evita la salida de divisas.
Tercero, utilicemos lombrices para procesar la basura. Ellas producen humus, materia orgánica degradada, que es un excelente fertilizante y mejora las características físico-químicas del suelo. Además, las lombrices producen proteínas. Un proyecto de este tipo se realiza en Chile. A ese trabajo con lombrices se le llama lombricultura. Dicen los estudiosos que la “química del humus de lombriz es tan equilibrada y armoniosa que nos permite colocar una semilla directamente en él sin ningún riesgo”. El 75% de lo que come la lombriz se transforma en humus y el 25% en carne. Se dice que la lombriz produce proteínas casi del mismo valor nutritivo que la leche y aunque “esa carne se pensó en un principio usar para consumo animal, hoy se plantean usos superiores” (el hombre).
En Chile se está planeando exportar humus producido por lombrices. O sea, las lombrices biodegradan las basuras. ¿Cuánto humus y proteínas podría producir Costa Rica con toda la basura que genera? ¿Por qué no el MAG o alguna institución privada, colegio agropecuario, o qué se yo, no empiezan a sacar ventajas de la lombricultura? Mataríamos varios pájaros de un tiro: producimos fertilizante, contribuimos a resolver el problema de la basura, y generamos fuentes de trabajo.
¿Será tan difícil aplicar estos 3 puntos en Costa Rica? Creo que no, solo se necesita voluntad política, compromiso de las personas y mirar hacia el futuro.
Alexander Bonilla Durán
Una de las principales preocupaciones de la población y de las municipalidades es el problema de la basura, sobre lo que se ha dicho y escrito mucho. Sin embargo, las soluciones no llegan: los rellenos sanitarios se agotan, los incineradores parecen tejanos, el reciclaje no se explota adecuadamente. Mientras, la basura no se explota adecuadamente. Mientras, la basura sigue “adornando” nuestras calles y parajes, y la gente sigue siendo menos consciente. Cada día hay más basura por todo lado. San José, Costa Rica, es un enorme basurero. Pareciera que al tico le gusta vivir como los chanchos, en medio de la suciedad.
La huelga, impropiamente llamada paro, y convocada por la UNIÓN MÉDICA NACIONAL, no debe ser.
La huelga es un acto de guerra en las relaciones obrero-patronales a la cual recurren justamente los trabajadores cuando se agotan los medios pacíficos para defender sus derechos.
Una historia del escritor uruguayo Eduardo Galeano cuenta que a un violinista que iba por un camino, le robaron el violín. Lo encontraron unas horas después, herido y adolorido, pero cuando le preguntaron cómo se sentía, contestó sonriendo, “pobrecitos ellos, porque se robaron mi violín pero no se pueden robar mi música”. Al matar vilmente a Facundo Cabral, no pueden matar su maravillosa lucha por la libertad, por la paz mundial, por el arte y por la tolerancia. Al convertido a Facundo Cabral en un mártir de los principios más altos y sublimes del ser humano.
Tuve la oportunidad de verlo en escenario tres veces y lo entrevisté en dos ocasiones para dos medios costarricenses. Siempre me impresionó su personalidad, su capacidad de asombro, el niño que siempre llevó por dentro. Me encantó su gran amor por la poesía, su respeto por la vida de las personas, su gran admiración por los esfuerzos que hace cada persona para surgir y cada pueblo para encontrar un mejor destino. Canciones suyas son verdaderos emblemas humanistas, como esa que dice, “No soy de aquí, ni soy de allá, no tengo edad ni porvenir, y ser feliz es mi color de identidad”. O canciones de amor, como la que tiene estos versos, “cuando los amantes entran al bosque, las mariposas tiemblan, porque los amantes no saben cazar mariposas”. También fue fundamental para que América Latina escuchara con mayor profusión a otros grandes artistas como Atahualpa Yupanqui. Por ejemplo, hizo famosa esa canción que dice, “pobrecito mi patrón, cree que el pobre soy yo”.
Fue grandioso en el rescate de la vida de la gente del campo, del agricultor, el obrero, el campesino, el albañil, el carpintero, el fontanero… También la mujer que siembra la tierra, que cría muchos hijos, que cocina para los peones, que hace tamales y sopa para el turno con el que recogen dinero para la escuela, el hogar de ancianos o el albergue de niños con discapacidad. Era un hombre valiente, un defensor de la dignidad de la persona, de la personalidad clarísima de cada pueblo. Era un defensor de la patria humana, de que todos y todas tenemos un compromiso con el ser humano por encima de diferencias. En una canción dice, “sólo lo muy barato tiene precio”.
Lo ha matado la violencia institucionalizada de América Latina. Y lo mató por error. Pero qué va, una muerte de estas no es por casualidad, ni por error. Han matado a un gran defensor de la paz. Y eso tiene un gran contenido simbólico. Me sobrecogió ver a la Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, llorando en el lugar del crimen. Guatemala, Costa Rica, América Latina, y el mundo entero tienen que llorar por la muerte de este gran cantor de la vida, del amor y de la dignidad humana. Que no descanse en paz Facundo Cabral. Que su canto y su mensaje defiendan lo mejor de la humanidad por los siglos de los siglos.
Una historia del escritor uruguayo Eduardo Galeano cuenta que a un violinista que iba por un camino, le robaron el violín. Lo encontraron unas horas después, herido y adolorido, pero cuando le preguntaron cómo se sentía, contestó sonriendo, “pobrecitos ellos, porque se robaron mi violín pero no se pueden robar mi música”. Al matar vilmente a Facundo Cabral, no pueden matar su maravillosa lucha por la libertad, por la paz mundial, por el arte y por la tolerancia. Al convertido a Facundo Cabral en un mártir de los principios más altos y sublimes del ser humano.
En plan de repaso y casi de ubicarnos de cara a conceptos que, por costumbre, damos por sabidos, vale la pena que miremos un poco “a mano alzada” algunos vistazos previos a conceptos que, para efectos de este comentario, necesitamos tener claros.
Primero, vale la pena que recordemos que cuando hablamos del régimen presidencial, éste comenzó su andadura desde 1787, cuando la Constitución de Estado Unidos pensó en un régimen que, presuponiendo separación de poderes, considerara la figura de una jefe de Estado que, siendo a la vez jefe de Gobierno, no fuera designado por el Parlamento, sino por el voto universal de los ciudadanos sea éste, de modo directo, o bien, de modo indirecto.
Aquí el presidente es una figura que, normalmente, cuenta con prerrogativas y atribuciones importantes de las que debe dar cuentas periódicamente a la Nación en la cual, como se sabe, reside la soberanía.
El gobierno, también en condiciones normales, comprende -en el contexto presidencial democrático- al poder legislativo y al presidente con su gabinete de colaboradores. Éste cuenta, en la mayoría de los casos, con una bancada legislativa considerable que le facilita surcar los caminos que se ha propuesto desde que propuso su nombre al electorado.
Obviamente, nos falta un elemento: la oposición. Debbasch y Daudet afirman acerca de ella que es “el conjunto de personas, grupos o partidos que en un momento determinado, son hostiles en todo o en parte a la política gubernamental”.
Teniendo en cuenta lo anterior, es claro que el presidente ha de gobernar, el gabinete debe ser idóneo y ayudar a facilitar la gestión presidencial y, por otra parte, la asamblea legislativa debe hacer lo que le corresponde a partir de cuanto van siendo las pistas que el partido de gobierno va señalando, contando con la crítica más o menos moderada de la oposición. Esto parecería lo normal.
En nuestro país algunos aspectos de esa normalidad parece que no andan. El gabinete no parece lo suficientemente diestro, la asamblea y el partido de gobierno no logran empatar con las líneas que el ejecutivo dice tener y en general el panorama se complica a una Presidenta de la República que, una y otra vez, insiste en querer servir al país de la mejor manera posible.
Colaborar todos en andar por sendas democráticas normales parece imponerse como una necesidad. Asumir cada quien su rol correcto en el sistema político que vivimos resulta un imperativo. Evitar alegrarse de cuanto daña al bien común es profundamente adecuado. Aunar esfuerzos en torno a la Presidenta parece una urgencia que todos, incluyendo el poder de los medios de comunicación, nos hemos de tomar muy en serio, pues si la barca se hunde, todos absolutamente todos, pereceremos con ella.
En plan de repaso y casi de ubicarnos de cara a conceptos que, por costumbre, damos por sabidos, vale la pena que miremos un poco “a mano alzada” algunos vistazos previos a conceptos que, para efectos de este comentario, necesitamos tener claros.