Jueves, 28 Julio 2011 05:46

EL ROSTRO OCULTO DE LA HUELGA

La inmensa mayoría de empleados del Seguro Social demostró su compromiso con los asegurados y el marcador fue contundente, al inicio del movimiento de huelga el marcador era de 9 a 1 a favor de quienes le dieron la espalda al paro y se amplió posteriormente, cuando algunos que se vieron sorprendidos en su buena fe, abandonaron a la dirigencia para volver a sus puestos de trabajo.
En hospitales, clínicas, en los puestos de salud, en los centros de producción institucional, algunos redoblaron su esfuerzo hasta el cansancio, en aras de no dejar en la indefensión a los pacientes y esto es justo que se conozca.
Un botón basta de muestra para evidenciar el heroísmo de los buenos trabajadores que en miles tiene el Seguro Social, algunos manifestantes habían apostado barricadas para impedir la entrada y salida de ropa de las lavanderías, que con gran esfuerzo de abnegados servidores seguían funcionando.
Era imperativo sacar la vestimenta que posibilita abrigar a los pacientes e incluso, programar las cirugías, con orden sanitaria en mano y prescindiendo de la fuerza pública para no caldear más los ánimos, un grupo de servidores de vigilancia y aseo, acompañados de los notarios, aprovecharon el momento cuando los huelguistas comían y en un operativo pulcro y desprovisto de violencia, quitaron hierros y palos y los camiones repletos de ropa iniciaron la titánica tarea de suplir a los centros hospitalarios.
“Mire don José Luis, hasta que se me paran los pelos, a las cuatro de la mañana terminamos de entregar toda la ropa, casi se me salen las lágrimas, aquí donde me ve no he dormido nada, pero viera usted lo que sentí, cuando los enfermos se asomaron por las ventanas y levantaban los brazos para apoyarnos, juepucha, que lindo es trabajar para la Caja”
Aquí desde la radio le tributamos un sonoro aplauso a los fieles servidores del Seguro Social, que mayoritariamente le dieron la espalda a una huelga sin sentido, ahora inicia la titánica tarea de revisarla y ponerla a tono con el devenir de los tiempos, que la reclaman siempre viva y eternamente solidaria.
La inmensa mayoría de empleados del Seguro Social demostró su compromiso con los asegurados y el marcador fue contundente, al inicio del movimiento de huelga el marcador era de 9 a 1 a favor de quienes le dieron la espalda al paro y se amplió posteriormente, cuando algunos que se vieron sorprendidos en su buena fe, abandonaron a la dirigencia para volver a sus puestos de trabajo.
En hospitales, clínicas, en los puestos de salud, en los centros de producción institucional, algunos redoblaron su esfuerzo hasta el cansancio, en aras de no dejar en la indefensión a los pacientes y esto es justo que se conozca.
Un botón basta de muestra para evidenciar el heroísmo de los buenos trabajadores que en miles tiene el Seguro Social, algunos manifestantes habían apostado barricadas para impedir la entrada y salida de ropa de las lavanderías, que con gran esfuerzo de abnegados servidores seguían funcionando.
Era imperativo sacar la vestimenta que posibilita abrigar a los pacientes e incluso, programar las cirugías, con orden sanitaria en mano y prescindiendo de la fuerza pública para no caldear más los ánimos, un grupo de servidores de vigilancia y aseo, acompañados de los notarios, aprovecharon el momento cuando los huelguistas comían y en un operativo pulcro y desprovisto de violencia, quitaron hierros y palos y los camiones repletos de ropa iniciaron la titánica tarea de suplir a los centros hospitalarios.
“Mire don José Luis, hasta que se me paran los pelos, a las cuatro de la mañana terminamos de entregar toda la ropa, casi se me salen las lágrimas, aquí donde me ve no he dormido nada, pero viera usted lo que sentí, cuando los enfermos se asomaron por las ventanas y levantaban los brazos para apoyarnos, juepucha, que lindo es trabajar para la Caja”
Aquí desde la radio le tributamos un sonoro aplauso a los fieles servidores del Seguro Social, que mayoritariamente le dieron la espalda a una huelga sin sentido, ahora inicia la titánica tarea de revisarla y ponerla a tono con el devenir de los tiempos, que la reclaman siempre viva y eternamente solidaria.