Miércoles, 03 Marzo 2010 18:00

AL SUR DE LIMÓN

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El Caribe del país es foco de noticias, las informaciones no siempre hacen justicia a esta porción del territorio nacional, desconocida para buena cantidad de compatriotas.

Los medios de comunicación se ocupan de la violencia, las pugnas sindicales y las incapacidades de algunos que en apariencia rebozan de salud, pero a quienes se les inhabilita por “acoso laboral” o inapetencia a la comida, en tanto sus cachetes mofletudos dicen lo contrario.

Hay otro Limón que enamora, donde el ritmo de la vida danza a un compás distinto. Cahuita, Puerto Viejo, Cocles, Manzanillo, son un verdadero paraíso tocado por el mar y enmarcado por la naturaleza exuberante.

En materia de seguridad, en pocos lugares se puede caminar tan distendido, los retenes policiales son una especie de filtro para los delincuentes que en otros sitios hacen de las suyas y ya en el pueblo, para mayor tranquilidad, es frecuente la presencia de la guardia.

El sur del Caribe es simple y sencillamente majestuoso, el litoral, la flora, la fauna, su gente y ni que decir de la música donde reinan Bob Marley y el negro Ferguson, marcan el tiempo con un diapasón diferente, esos factores entre otros, han hecho que muchos renuncien a su vida citadina para ir allí a despreocuparse, a hacer propias las palabras del sabio norteamericano Henry David Thoreau, quien a mediados de los años 1800 proclamaba su máxima: “Simplifica…simplifica”.

Si se decide por el Atlántico, los días viernes o sábado, no deje de ir a Cocles, pregunte por el negro Selvin, ahí lo encontrará en la cocina, con sus ojos zarcos, el sombrero tipo Panamá y la sonrisa a flor de piel, listo para prepararle deliciosos platillos salidos de su cuchara prodigiosa, el rondón o el pargo con salsa caribeña, rice and beans, crujientes patacones frescos y la hiel o agua de sapo, mezcla de dulce, jengibre y limón que deja un delicioso escozor en la garganta.

Limón es mucho más que malas noticias, si no lo ha hecho, vale la pena  descubra lo que un día lejano deslumbró a Colón y aún hoy, nos embriaga con su belleza.