Gustavo Delgado

Gustavo Delgado

Buenos días, qué dicha que ya llegó.
Ahora estamos listos para seguir conversando con Marvin Rodríguez, Gerente General de Popular Pensiones, sobre cómo administrar nuestras finanzas en forma sana.
Hola don Marvin, gracias por acompañarnos
Inserción: Con Un gusto, un placer el estar nuevamente con ustedes.
Hoy vamos hablar sobre cómo manejar los gastos, sobre todo en esta época, donde las ofertas y las emociones se unen a que tenemos más dinero, por los ingresos extra. Don Marvin cómo lidiar con esa tentación.
INSERCION: la navidad es una tentación, realmente es una tentación para gastar, una tentación para comprar los regales, este para poder salir a restaurantes, para hacer los viajes, en fin entonces tienes unos dineros que son recursos extraordinarios como el aguinaldo que entonces tomas la decisión y dices cómo lo voy a gastar y muchas veces cuando estamos haciendo alguna presentación sobre como manejas tus finanzas personales y resulta que mucha gente te dice pero a mi no me ha llegado y ya lo tengo gastado.
Eso es muy frecuente.
INSERCION: entonces cuando una dice qué debes hacer con ese aguinaldo realmente debes planificarlo como un recurso extraordinario, definitivamente hay que tener un ahorro.
Y Don Marvin, como usted menciona, planificar los gastos.
INSERCION: claro, cuando entras en el proceso y ahí cuando llega la tentación y que quieres cambiar el televisor y que cambiar la cocina y que quieres hacer el viaje, todo está muy bien, pero tienes que tenerlo en un flujo de cajo, o sea no es solamente el antojo, no es simplemente pasar la tarjeta de crédito, no es simplemente pedirle a la asociación o a la cooperativa o al banco no, es realmente hacer conciencia de lo que tienes que hacer y dentro del proceso de buen administrador que hablábamos hace unos días atrás qué es lo que tienes que hacer: montar tu flujo de caja, tienes que decir cómo voy a administrar estos recursos que me están ingresando (…) como voy a tomar decisiones sobre mis ingresos.
Bueno, es una esta es una importante decisión de vida, le invitamos a usted amiga o amigo oyente a seguir estos consejos.
Mañana seguiremos con más, no se lo pierda.
Buenos días, qué dicha que ya llegó.
Ahora estamos listos para seguir conversando con Marvin Rodríguez, Gerente General de Popular Pensiones, sobre cómo administrar nuestras finanzas en forma sana.
Gracias a la Cámara Nacional de Radio (CANARA) por cedernos todos los años este espacio en su prestigioso enlace “Panorama”, para conmemorar el aniversario de la Proclama de la Neutralidad de Costa Rica en los Conflictos Bélicos, dada el 17 de noviembre 1983.  Esta noche, 24 noviembre año 2011, a las 7:30 p.m. en el auditorio de EDICOOP, Casa Nacional del Movimiento Cooperativo Costarricense, celebramos el XXVIII Aniversario, de ese histórico día, cuando el pueblo de Costa Rica por su propia voluntad y de manera unilateral le declaró la paz al mundo entero.
Es un honor invitar a la conmemoración del XXVIII Aniversario de la Proclama de la Neutralidad de Costa Rica en los Conflictos Bélicos a nombre del Instituto Costarricense de la Neutralidad y la Paz, así como de las otras importantes instituciones que patrocina el acto, la Asamblea Legislativa, el Centro de Estudios y Capacitación Cooperativa (CENECOOP), el Consejo Nacional de Cooperativas (CONACOOP) y el  Instituto Nacional de Fomento Cooperativo (INFOCOOP). Siempre reconoceremos el apasionado amor por la paz de los costarricenses. Desde el primer momento brindaron a los principios de la Proclama un apoyo entusiasta de más del 84% según encuestas incuestionables.  Esta conducta está en  consonancia, con resonantes pronunciamientos internacionales, por parte de todas las tendencias políticas, sindicales y religiosas.
Nos mantenemos dentro de la hermosa tradición que lleva 28 años, de cumplir  una cita con Costa Rica y con la historia esta noche, a las 7:30 p.m., en EDICOOP, Casa Nacional del Movimiento Cooperativo Costarricense, celebrando el XXVIII Aniversario de la Neutralidad de Costa Rica en los Conflictos Bélicos, dada el 17 de noviembre de 1983.
Extiendo un abrazo fraternal a todos mis compatriotas que han tenido la bondad de escucharme este mensaje de paz y de  esperanza en el futuro de la Patria.
Gracias a la Cámara Nacional de Radio (CANARA) por cedernos todos los años este espacio en su prestigioso enlace “Panorama”, para conmemorar el aniversario de la Proclama de la Neutralidad de Costa Rica en los Conflictos Bélicos, dada el 17 de noviembre 1983.  Esta noche, 24 noviembre año 2011, a las 7:30 p.m. en el auditorio de EDICOOP, Casa Nacional del Movimiento Cooperativo Costarricense, celebramos el XXVIII Aniversario, de ese histórico día, cuando el pueblo de Costa Rica por su propia voluntad y de manera unilateral le declaró la paz al mundo entero.
Por mi formación académica no puedo más que celebrar cuando los centros educativos destinan parte de sus actividades a honrar a las Humanidades, tal y como lo viví  hace unos días en la Universidad Nacional cuando tuve el privilegio de que me invitaran para brindarles a los estudiantes el discurso de inauguración de la Semana Cívica Humanística. Por eso desde hace 16 años en que me dedico a la docencia, desde diferentes trincheras, siempre he procurado, y me place hacerlo, resaltar la importancia que las Humanidades poseen en la formación integral de las personas a pesar de que no todos, lamentablemente, ven en las Humanidades el trascendente valor que poseen.
¿Por qué digo esto?, ejemplifico…, hace unas semanas en una actividad que me invitaron escuché, indirectamente, a dos profesores conversando y uno le decía al otro “que las humanidades son una pérdida de tiempo, pues no son rentables, y atrasan al alumno en su aprendizaje”. Sinceramente mi reacción no fue de disgusto ni me sorprendí por el comentario, pues este tipo de pensamiento, por desgracia, no es del todo nuevo, y claro no estoy generalizando, pero me imagino que muchos, como me ha sucedido a mí, han escuchado a algunos docentes o a algunos estudiantes con este tipo de opiniones, porque las consideran una limitación para graduarse rápidamente o no le ven una aplicación práctica.
Sin embargo, desde mi óptica de profesor de Humanidades, y desde mi experiencia como un  estudiante quien disfrutó al máximo estas clases, y lo sigo haciendo ahora cuando construyo aprendizajes humanísticos con mis alumnos, considero que, en este mundo en donde pareciera se tiende cada vez más a caer en lo mediocre, lo superficial y en la apatía espiritual e intelectual, urge que las Humanidades recobren un sitial de trascendencia. Si a través de la historia grandes mujeres y grandes hombres como Sócrates, Miguel Ángel, Gabriela Mistral, Lincoln, Frida Kahlo, Martin Luther King, Virginia Wolf o Gandhi,  han visto en el arte, la literatura, la filosofía o la educación mecanismos fundamentales para alimentar el intelecto y el alma de las personas, ¿por qué no hacerlo nosotros?, y ni qué decir de esos costarricenses como Carmen Lyra, María Eugenia Dengo, Omar Dengo, Roberto Brenes Mesén o Mauro Fernández quienes hicieron de la educación humanística un baluarte de progreso social.
El problema es que muchas veces estos personajes han quedado solamente como un material de estudio en lugar de convertirse en un ejemplo por emular. Y lo que es peor, a veces ni siquiera se conocen…; en reiteradas ocasiones he abordado este tema con mis alumnos y les menciono ciertos nombres de personas quienes han dejado una huella humanística y educativa en este país, y me encuentro que también, en reiteradas ocasiones, no los conocen… Ahora bien, no se trata de sentirnos mal por no saberlo  ni de conocer, como lo señalé anteriormente, solamente los nombres de estas personalidades, la idea es qué podemos aprender de estas personas con una clara visión humanística y educativa. Por eso siempre les insisto a mis alumnos a que se relacionen con personas, o investiguen sobre ellas, quienes los hagan crecer intelectual y espiritualmente y, ante todo, que aprovechen la gran oportunidad que tienen de estarse educando humanísticamente, porque hay muchos quienes, aunque quieran, no pueden hacerlo.
De ahí que deberíamos explotar al máximo esa formación integral, esa búsqueda de conciencia social, ese desarrollo de competencias mentales y espirituales, esa construcción en valores y esa preparación para la vida que las Humanidades nos brindan en demasía... Por supuesto que no podemos evitar que algunos piensen que son una pérdida de tiempo, pero podemos demostrar que esto no es así encontrándole su potencial y aplicación, ¿y cómo hacerlo?, pues sencillamente aprovechando y poniendo en práctica este aprendizaje humanístico tanto en nuestros ámbitos cotidianos como profesionales mediante una perspectiva humanista sobre lo que hemos sido, somos y lo que queremos ser, y siendo, permanentemente, miembros pensantes y participativos de este país. Insisto, si otros lo han hecho, ¿por qué nosotros no?...
Por mi formación académica no puedo más que celebrar cuando los centros educativos destinan parte de sus actividades a honrar a las Humanidades, tal y como lo viví  hace unos días en la Universidad Nacional cuando tuve el privilegio de que me invitaran para brindarles a los estudiantes el discurso de inauguración de la Semana Cívica Humanística. Por eso desde hace 16 años en que me dedico a la docencia, desde diferentes trincheras, siempre he procurado, y me place hacerlo, resaltar la importancia que las Humanidades poseen en la formación integral de las personas a pesar de que no todos, lamentablemente, ven en las Humanidades el trascendente valor que poseen.
¿De dónde han surgido los mejores tratamientos, los medicamentos más efectivos, las vacunas que erradicaron tantos padecimientos que una vez doblegaron al mundo entero? Por supuesto, del análisis serio y responsable de los resultados de proyectos de  investigación clínica, desarrollados cumpliendo con los más altos estándares éticos y científicos.
Por eso, quienes trabajamos y luchamos a diario inculcando desde las aulas, la idea de una  atención de calidad para los pacientes;  estamos deseosos de que en la Asamblea Legislativa se apruebe el  Proyecto de ley 17.777:  “Ley General de Investigación en Seres Humanos”, cuyo objetivo es regular la investigación en seres humanos, de manera que dichas investigaciones se ajusten al principio de inviolabilidad de la vida humana, a los derechos a la salud, la privacidad  y la dignidad humana, establecidos en la Constitución Política y en la legislación internacional que regula la materia. La salud, el interés y el bienestar de los participantes en una investigación en seres humanos prevalecerán por encima del interés de la ciencia.
El gremio de investigadores costarricenses ha seguido paso a paso el camino de este proyecto y aplaude su avance, pues ya fue dictaminado en forma unánime y favorable por  la Comisión de Asuntos Sociales y está en los primeros lugares de la corriente  legislativa.  En la Universidad de Ciencias Médicas UCIMED, también estamos esperando su pronta aprobación, para poder encaminar nuestro quehacer hacia la investigación y contribuir de esa manera, con los esfuerzos por tener una ciudadanía más saludable, que goce de  una mejor calidad de vida.
En nuestro caso,  la UCIMED está debidamente capacitada, tiene laboratorios equipados con la más alta tecnología, debo sumar que nuestros docentes e investigadores son de gran calidad,   por lo que todos estos recursos  físicos y humanos están esperando poder iniciar sus labores de investigación.
El Proyecto de Ley 1777 fue ampliamente discutido en la Comisión de Asunto Sociales, se consultó  a más de 30 expertos e instituciones antes de llegar a la decisión de dictaminarlo.  Quienes estamos comprometidos con la salud y la investigación, lo que deseamos es que Costa Rica cuente con un marco jurídico, que muestre el camino por donde han de seguir sus científicos. Es necesario la aprobación de esta ley y que el país pueda avanzar en esta tarea tan importante para la salud de la población.
La  lectura seria y objetiva del contenido de esta ley y sus principios éticos claramente demuestran que están basados en las regulaciones mundiales que existen sobre este tema. Incorporando, entre otros, los principios de la Declaración de Helsinki, el Código de Nuremberg y las  Guías para la Buena Práctica Clínica en Investigación de la Organización Mundial de la Salud.  Todo esto garantiza que este proyecto de ley es el resultado de un trabajo serio y arduo de los miembros de la Comisión.
Con esta ley, la comunidad científica, los investigadores, el personal de salud y principalmente los pacientes, podrán estar más que satisfechos, pues se abre la puerta hacia la investigación ética y controlada en seres humanos  y con ella, vendrán resultados y avances de gran beneficio.
POR FAVOR SEÑORES DIPUTADOS, APRUEBEN PRONTO ESTA LEY POR EL BENEFICO DE LA SALUD Y POBLACIÓN COSTARRICENSE.
Dr. Pablo Guzmán Stein
Rector
Universidad de Ciencias Médicas
¿De dónde han surgido los mejores tratamientos, los medicamentos más efectivos, las vacunas que erradicaron tantos padecimientos que una vez doblegaron al mundo entero? Por supuesto, del análisis serio y responsable de los resultados de proyectos de  investigación clínica, desarrollados cumpliendo con los más altos estándares éticos y científicos.
A partir de mi experiencia como docente universitario, tanto en centros educativos públicos como privados, siempre he considerado que los educadores somos seres privilegiados, pues somos partícipes directos en la construcción no solo de la cultura, sino también de la manera en cómo los alumnos van generando diferentes perspectivas con las cuales interpretar este mundo e integrarse a él dentro de un orden de sana convivencia. Pese a esta trascendental y noble misión del educador, es lamentable constatar que hoy la conciencia de muchos profesores respecto de su compromiso social ha pasado a ser, además de una pieza de museo, un componente del cual se reniega. Cómo es posible que ciertos educadores renieguen de su sagrada misión de facilitar conocimientos, aboquen su desempeño académico solamente al propósito de adquirir algún beneficio económico, vuelvan su clase un claustro de presión y aburrimiento con métodos de enseñanza memorísticos y obsoletos o no han tomen conciencia de que en sus manos se está forjando el futuro de la patria.
Por ello es fundamental establecer una orientación diferente en el ámbito educativo que incorpore una comprensión más productiva de la enseñanza y el estudio, de ahí que  cuando se es docente, o cuando se pretende serlo, sería fundamental preguntarse ¿cuál es el objetivo de las reformas educativas por plantear?, ¿qué tipos de personas son las que deseamos ver surgir de los diferentes recintos educativos?, ¿cuáles podrían ser los resultados cuando brindamos una adecuada enseñanza?, ¿cómo asumir la responsabilidad del rol social que implica la enseñanza?, o ¿si estamos en la capacidad de asumir los sacrificios de tiempo y esfuerzo que implica el proceso de enseñanza?, pues en la medida en que seamos conscientes de qué y cómo se enseña, se puede tener un efecto más directo y positivo en el logro y aprendizaje de los alumnos.
Nadie que se jacte de amar y respetar la enseñanza puede hacer caso omiso del gran valor de la educación como fenómeno social, no sólo por su fin de integrar, idóneamente, a los educandos a la sociedad, sino también porque aporta con su ejercicio a la conformación de la realidad cultural de los distintos grupos humanos. Por ello, el incentivo no debería ser lo remunerado, sino el fomentar el desarrollo de competencias que mejoren sus habilidades de aprendizaje.
Entonces nuestra misión ha de ser la de contribuir al crecimiento de alumnos y alumnas desde los espacios estructurados para la enseñanza sistemática y el desarrollo integral de las personas al incorporar sus dimensiones biológicas, afectivas, cognitivas, sociales y morales. Nuestra función debe ser la de mediar y asistir en el proceso por el cual los educandos desarrollen sus conocimientos, capacidades, destrezas, actitudes y valores, en el marco de un comportamiento que respeta a otros y respeta los derechos individuales y sociales con el fin de generar procesos de reflexión en donde el estudiante, al estilo socrático, se pregunte y busque sus propias respuestas en torno a una realidad en constante trasformación.
Porque en un mundo cada vez más vacío de espíritu y empeño; frente a una realidad cada vez más hostil con la solidaridad y el compromiso con los demás y frente a un sistema educativo extraviado en el individualismo y la instrumentalización, el llamado que debe imperar es el de rescatar a los humanos que están detrás de cada alumno y de cada docente, para devolverle el control soberano sobre su existencia en el ámbito intelectual y espiritual. De lo que se trata es de ir más allá del contenido para trascender con el fin de enfocarse e invertir más en el capital humano. Por ello, en esta época, al docente ya no se le puede ver como el poseedor absoluto de los conocimientos, este debe ser un compañero que también busque motivarse,  activa, conjunta y democráticamente con los estudiantes, para generar un constructivo ambiente de enseñanza y aprendizaje mediante la retroalimentación generada dentro del aula, para formar a esas mujeres y a esos hombres quienes sean capaces de responderle, positivamente, a este país que les ha brindado la gran oportunidad de educarse.
A partir de mi experiencia como docente universitario, tanto en centros educativos públicos como privados, siempre he considerado que los educadores somos seres privilegiados, pues somos partícipes directos en la construcción no solo de la cultura, sino también de la manera en cómo los alumnos van generando diferentes perspectivas con las cuales interpretar este mundo e integrarse a él dentro de un orden de sana convivencia.
Nuestra independencia se gestó hace 190 años,  sobre la base de una frase que quedó plasmada en los mismos documentos oficiales y que invitaban a “esperar que se aclaren los nublados del día”.  Esta frase, dicho sea de paso, nos marcó en nuestra idiosincrasia para bien pero también para mal.  Hace casi dos siglos, nuestros antepasados decidieron soñar con una patria independiente y libre y optaron hacerlo de forma pacífica,  lo cual resultó ser una decisión de sabiduría y que además debemos preservar.
¿Qué clase de país seríamos sin esas bases?  ¿Qué sería de nosotros si hubiésemos permitido que los dictadores y asesinos se apropiaran del poder con las armas y bajo componendas torcidas, como lo vemos aun hoy en algunos países vecinos? ¿Qué hubiera sido de la independencia proclamada si José María Castro Madriz no hubiera dado el paso de convertirnos en República, apenas 27 años después de proclamada la independencia?
Ha corrido mucha agua bajo el puente y los tiempos han cambiado. Las coyunturas políticas, sociales y de comunicación son otras.  Los liderazgos han caído y lamentablemente visionarios como los de ayer, no es precisamente lo que más abunda en nuestra patria de hoy.
Si las sociedades han evolucionado y el mundo globalizado en que vivimos exige que el desarrollo de las naciones se imponga sobre los intereses particulares; ¿Dónde, cuándo y cómo fue que perdimos la capacidad de elegir visionarios para elegir incompetentes? ¿En qué momento la patria ha quedado subordinada a un grupúsculo que la desangra cada día sin el más mínimo de los remordimientos?  ¿Será acaso que los nublados del día han terminado por nublar el entendimiento y la razón? ¿Será que esa marca idiosincrática nos ha carcomido hasta en nuestra dignidad y amor propio? ¿Será que estamos drogados de tanta democracia o que la hemos prostituido?
Con pesar he de advertir que la libertad proclamada en 1821 está enferma y se impone el reto urgente de su reconstrucción y salvación.  Si continuamos en esta espera, corremos el grave peligro de no ver el amanecer a dos siglos de vida independiente, lo que significa que nos queda un tiempo muy pero muy corto.
Hace unos años, en este mismo espacio y en esta misma fecha,  recordaba yo a José Martí, diciendo que “la patria es dicha de todos y dolor de todos, y cielo para todos, y no feudo ni capellanía de nadie”
Los tiempos actuales no son buenos en la cosecha de los valores cívicos. La violencia social, la inacción de las ideas, el olvido de nuestros orígenes, la filosofía del mínimo esfuerzo, el facilismo y la corrupción, tienen secuestrada nuestra libertad. Por eso, se impone la construcción de la nueva independencia, que nos haga no solo llegar a la celebración del bicentenario en apenas 10 años, sino que nos lance a la conquista de un nuevo modelo social, en el que todos entendamos que nuestra independencia también es dicha de todos y dolor de todos, y cielo para todos, y no feudo ni capellanía de nadie”.
Nuestra independencia se gestó hace 190 años,  sobre la base de una frase que quedó plasmada en los mismos documentos oficiales y que invitaban a “esperar que se aclaren los nublados del día”.  Esta frase, dicho sea de paso, nos marcó en nuestra idiosincrasia para bien pero también para mal.  Hace casi dos siglos, nuestros antepasados decidieron soñar con una patria independiente y libre y optaron hacerlo de forma pacífica,  lo cual resultó ser una decisión de sabiduría y que además debemos preservar.
Pensar la función pública es pensar en servicio y pensar en hombres y mujeres que, como gran propósito, deben tener básicamente uno: el servicio intachable y de primera calidad a los ciudadanos.
Ahora bien, ese ideal se pide a todos, pero sobre todo, a algunos: a los que más mandan, a los jerarcas de más alto cuño.
Decía hace algunos años Alberto Cortéz que “mientras más arriba, más servidumbre”. Pues en la vida del servicio público esto se cumple y con creces. Al menos, así debería ser.
Pero hay otro elemento esencial. El alto funcionario debe ser líder, gerente social, servidor desde el poder. Elementos todos ellos que, a veces, desatan codicias que, lamentablemente, suscitan escándalos que ensucian un quehacer que debería estar siempre limpio para el bien de todos.
Hace poco leía un artículo de un docente de la Universidad de Costa Rica, el profesor Alvaro Navarro titulado “Liderazgo, poder y gerencia” y allí se definía el liderazgo como “el proceso dinámico de influir en los demás para seguir tras el logro de un objetivo común” y se ofrecía  una lista de valores que, todo líder que desee influir positivamente en la cultura organizacional que le rodea, debe encarnar a diario en el ejercicio de sus funciones.
Esa lista mostraba la confianza, la visión, la fe, la pasión, la ética y la energía. No habrá de faltar tampoco en la enumeración el positivismo, la receptividad con comunicación, la estrategia clara, la flexibilidad, la capacidad de innovar y, finalmente, el ser agradecido.
Pero, al final, se agregaban dos valores más que Peter Drucker notaba en los altos jerarcas japoneses y que resultaban admirables: primero, que las altas responsabilidades no implican privilegios, todo lo contrario, nuevas exigencias y, además, que estar a la cabeza significa un deber extraordinario de coherencia o, si se desea, de integridad personal.
Obviamente, se trata de valores vividos y no solo pensados.
No hay duda de que si tuviéramos funcionarios públicos calcados a la medida de este ideal de vida las cosas en este país andarían mejor, la imagen de la función pública sería mucho más sana y el corazón cívico del costarricense estaría muchos menos herido por los escándalos y la perfidia de algunos que en vez de servir con integridad, se sirvieron vilmente de la cosa pública.
Pensar la función pública es pensar en servicio y pensar en hombres y mujeres que, como gran propósito, deben tener básicamente uno: el servicio intachable y de primera calidad a los ciudadanos.
Ahora bien, ese ideal se pide a todos, pero sobre todo, a algunos: a los que más mandan, a los jerarcas de más alto cuño.