Alexander Hernández Camacho

Alexander Hernández Camacho

Son casi las 2 de la tarde y en mi vista tardía a uno de los periódicos del día, me encuentro con dos noticias:  unidas por su cercanía en la  ubicación gráfica, pero tan distantes en su contenido,  en sus  impactos y en dimensiones morales como los escenarios mismos en donde se  suscitaban los hechos.

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Don Manuel es conserje en una escuela pública del país.  El pasado 13 de agosto estaba muy compungido por la suma que había recibido en su salario quincenal y la imposibilidad que tendría entonces de comprarle un regalo a su esposa con ocasión del día de las madres.
Este humilde pero honesto trabajador,  recibe ¢40 mil por quincena como salario líquido,  pues debió hacer frente a las deudas por las cuales había servido de fiador a una “educadora”, que en una de las escuelas en las que trabajó, le solicitó el favor de que la fiara,  pues debía financiar la operación de su hija discapacitada;  patraña que a todas luces resultó falsa, pues luego se comprobó que la costumbre de esa persona era enredar a la gente con historias similares y luego no pagaba sus deudas, estrategia con la que estafó a mucha gente.
Con esto,  el pobre don Manuel tuvo que enfrentar el cobro  del acreedor de aquella deuda no cancelada por su deudor y que él en calidad de fiador, debía pagar, tal y como lo establece la ley.  Por esta razón, debió salir corriendo a una entidad para que le prestaran los recursos para cancelar las deudas ajenas y que de esa forma, su nombre no resultara manchado en la SUGEF y además, para que su humilde salario no fuera embargado,  pues eso hubiese intuido la ruina de su familia de 6 miembros.
Esta historia de dolor despertó en mí, nuevamente, esa preocupación por el cinismo con que mucha gente vive en este país y me volvió esa fea idea de que en Costa Rica, muchas veces, todo se le pone cuesta arriba a los honestos y livianito a los delincuentes.   En este caso que comento, la cosa se agrava,  porque los ticos tenemos una enorme dificultad para decir que no y en consecuencia,  tiene que enfrentar recurrentemente compromisos financieros de algún sinvergüenza que simplemente no paga y deja a los pobres fiadores  hasta el cuello de deudas y con implicaciones legales de nefastas repercusiones,  pues lo que el común de la gente ignora,  es que las fianzas que se rinden en cualquier préstamo son SOLIDARIAS, lo que significa que ante el no pago del deudor, el fiador debe hacer frente de forma inmediata y por la totalidad de la suma adeudada,  incluyendo intereses moratorios y las costas legales en que se haya incurrido.
Surge entonces también, la preocupación sobre la urgente necesidad de que la gente sea formada en cuanto a criterios financieros y legales básicos.  Esto reviste capital importancia, si tomamos en cuenta que el desconocimiento de estos fundamentos técnicos elementales, sumado a que hay poca acuciosidad de parte de la gente por leer a fondo lo que firma, que el interés por preguntar  a la hora de hacer trámites de esta naturaleza es prácticamente nulo y para peor de males, no en pocas veces y pese a las  directrices del Ministerio de Economía, la información de parte de las entidades financieras y los comercios no es lo suficientemente clara en cuanto a las consecuencias del incumplimiento de lo que los fiadores firman.
Otro aspecto, que resulta menos técnico pero quizás más importante, es que los costarricenses debemos ser mucho más asertivos y aprender a decir que no.  Ese ejercicio nos cuesta mucho,  pues a veces valoramos que si decimos que no,  la otra persona se molestará.  Lo ideal, si ese estimado oyente es su caso, es que aprenda usted a decir a esas personas, que prefiere conservar la amistad que les une antes de asumir compromisos de índole financiera; o bien,  con toda confianza dígales que su asesor financiero le tiene prohibido rendir fianzas.
Por último,  si cree usted que la excusa del asesor financiero no le será creíble para su solicitador de fianzas, dígale que usted sigue con rigor este onceavo mandamiento de: NO FIARÁS.
Don Manuel es conserje en una escuela pública del país.  El pasado 13 de agosto estaba muy compungido por la suma que había recibido en su salario quincenal y la imposibilidad que tendría entonces de comprarle un regalo a su esposa con ocasión del día de las madres.
La copa mundial de fútbol ha culminado y se ha visto coronado con éxito un proceso de preparación de la selección de España, indiscutible ganadora del torneo.
En el epílogo de una gesta deportiva como la vivida en el último mes, vale la pena destacar un conjunto de valores y resaltar las características que construyen un éxito como el logrado por esta selección de futbol.
Me refiero en primera instancia a que los grandes objetivos grupales, solo pueden alcanzarse a base de trabajo en equipo, unido a la planificación y a la visión de largo plazo.
No hay cabida en la construcción del éxito, para intereses mezquinos, cortoplacistas y personalistas, pues lo único que se logra cuando eso prima, es el fracaso y la desilusión de los pueblos, que son los que terminan llorando las derrotas y los ridículos. La visión país que han tenido en España, es lo que también permite ver hoy éxitos contundentes en otras disciplinas deportivas como el Tenis con Rafael Nadal y en el Ciclismo con Alberto Contador.
Otra cosa de la que deberíamos echar mano para múltiples cosas en la vida, es que la energía de la juventud debe ser bien canalizada. El ímpetu de un grupo de muchachos jóvenes, nacidos muchos de pueblitos recónditos de España, preparados desde niños para enfrentar los más grandes retos deportivos con el aplomo que solo tienen los vencedores; es algo que solo con una guía adecuada, puede rendir los frutos esperados.
Esa guía, cargada de la sabiduría que dan los años, la hemos podido observar en el Sr. Vicente del Bosque. Hombre sereno, maduro, ecuánime, mesurado e inspirado –según el mismo ha dicho- por su hijo.
No tengo duda y sé que me respaldan todos aquellos que han sido tocados -como yo- por la grandiosa presencia de una persona con Síndrome de Down, que esa paz que proyecta el entrenador español, ha nacido de la luz que este ángel ha sabido llevar a su vida.
El capitán de la Selección Campeona del mundo, con lágrimas en abundancia, nos ha mostrado que en el éxito también se vale expresar las más profundas emociones, que la sensibilidad humana no debe sucumbir al éxito y que la superioridad y el logro de objetivos materiales, jamás estará por encima del valor de la persona humana.
La solidaridad con el dolor ajeno, ha sido patente en la leyenda escrita en la camiseta del anotador del único gol. Su homenaje póstumo a un compañero que ya no está, nos dice que los montes no son escalados únicamente por aquellos que conquistan la cima, sino que son caminos en los que muchos otros han dejado incluso la vida y que la justicia manda que sean reconocidos cuando el éxito se acerca.
Para no agobiar, sólo basta resumir en palabras sencillas pero profundas, cuáles han de ser las características del éxito. Planificación, juventud, experiencia, humildad, solidaridad, ecuanimidad, serenidad y otras muchas que hemos podido ver en este cierre de campeonato mundial.
Ahora, solo basta esperar que Dios nos preste cuatro años más de vida, para poder disfrutar en Brasil de otra fiesta y quiera Dios que esta vez, nuestra Selección atesore para sí cada una de estas características y llevarlas a las máximas instancias del éxito.
La copa mundial de fútbol ha culminado y se ha visto coronado con éxito un proceso de preparación de la selección de España, indiscutible ganadora del torneo.
Hace unos pocos meses, en Estados Unidos se aprobó una reforma de salud sin precedentes y en su defensa en el congreso, alguien recordó que en un pequeño país de Centro América existe desde hace muchos años un sistema de seguridad social sostenido por aportes de afiliados y patronos.
Ese país se llama Costa Rica y gracias a la existencia de un sistema solidario, esta pequeña nación goza de índices de salud comparables únicamente con países desarrollados. Por eso, la mortalidad infantil es la más baja de América y de las más bajas del mundo, y gracias a ese esquema nuestra expectativa de vida es tan alta o más que la de países desarrollados como Japón, Alemania y Estados Unidos.
Es comprensible que nos pongamos orgullosos cuando se exhiben en el extranjero estos logros de nuestro sistema de seguridad social.  Pero no debemos olvidar que a quien mucho se le da mucho se le pide, y esa convicción debe movernos a salvaguardar a la Caja del Seguro Social, emblema de la seguridad social de la que debemos sentirnos tan orgullosos y a la cual es urgente rescatar de algunos males que la hacen peligrar.
Esta institución cuenta con muchos amigos y también una enorme lista de enemigos.
Además de los empleados que en inmensa mayoría trabajan con mística y dedicación;  el máximo representante de los defensores de la Caja son personas como don Francisco Prado,  quien con 79 años renunció a su pensión del régimen no contributivo,  para que la Caja pueda darle esa pensioncita a alguien que la ocupe más que él.
Héroes como don Francisco, son los que necesitamos destacar e imitar. Gracias don  Francisco por su bondad y gracias por enseñarnos el valor supremo de la gratitud con una institución a la que todos deberíamos agradecer.
Entre los enemigos de nuestro sistema de seguridad social, la lista es encabezada por los cientos de patronos morosos, que con cinismo se apropian de las sumas retenidas a sus empleados y evaden los pagos de sus cargas patronales, cargándole a la institución enormes pérdidas y a los pobres empleados la molestia de no ser atendidos sin que se les cobren los servicios prestados. Esto, sin considerar el enorme daño propinado a su futura pensión.
Le siguen algunos funcionarios administrativos que dan mal servicio a los usuarios como si se tratara de pedir  limosna o como si fueran los dueños y nos prestaran un favor gratuito.
Por último un enemigo silencioso y en apariencia poco dañino, es la práctica de los usuarios que hacen uso desmedido y abusivo de las incapacidades.
Hay gente que ante el mínimo dolor de pestañas, se apersona a las clínicas y hospitales y con capacidad actoral, confunde y compra incapacidades para ir de viaje,  reponer la resaca del fin de semana  o simplemente quedarse en casa disfrutando de un partido de futbol.
Sin pretender recetar la pomada canaria para los males de la Caja, creo que, al acabar con los biombos, con la morosidad y con el abuso en las incapacidades;  podríamos rescatar a este sistema de seguridad social, orgullo costarricense, emulado hasta por las potencias y dignificado por gente como don Francisco Prado,  en quien se reflejan auténticos valores costarricenses.
Hace unos pocos meses, en Estados Unidos se aprobó una reforma de salud sin precedentes y en su defensa en el congreso, alguien recordó que en un pequeño país de Centro América existe desde hace muchos años un sistema de seguridad social sostenido por aportes de afiliados y patronos.
Ese país se llama Costa Rica y gracias a la existencia de un sistema solidario, esta pequeña nación goza de índices de salud comparables únicamente con países desarrollados. Por eso, la mortalidad infantil es la más baja de América y de las más bajas del mundo, y gracias a ese esquema nuestra expectativa de vida es tan alta o más que la de países desarrollados como Japón, Alemania y Estados Unidos.
Es comprensible que nos pongamos orgullosos cuando se exhiben en el extranjero estos logros de nuestro sistema de seguridad social.  Pero no debemos olvidar que a quien mucho se le da mucho se le pide, y esa convicción debe movernos a salvaguardar a la Caja del Seguro Social, emblema de la seguridad social de la que debemos sentirnos tan orgullosos y a la cual es urgente rescatar de algunos males que la hacen peligrar.
Esta institución cuenta con muchos amigos y también una enorme lista de enemigos.
Además de los empleados que en inmensa mayoría trabajan con mística y dedicación;  el máximo representante de los defensores de la Caja son personas como don Francisco Prado,  quien con 79 años renunció a su pensión del régimen no contributivo,  para que la Caja pueda darle esa pensioncita a alguien que la ocupe más que él.
Héroes como don Francisco, son los que necesitamos destacar e imitar. Gracias don  Francisco por su bondad y gracias por enseñarnos el valor supremo de la gratitud con una institución a la que todos deberíamos agradecer.
Entre los enemigos de nuestro sistema de seguridad social, la lista es encabezada por los cientos de patronos morosos, que con cinismo se apropian de las sumas retenidas a sus empleados y evaden los pagos de sus cargas patronales, cargándole a la institución enormes pérdidas y a los pobres empleados la molestia de no ser atendidos sin que se les cobren los servicios prestados. Esto, sin considerar el enorme daño propinado a su futura pensión.
Le siguen algunos funcionarios administrativos que dan mal servicio a los usuarios como si se tratara de pedir  limosna o como si fueran los dueños y nos prestaran un favor gratuito.
Por último un enemigo silencioso y en apariencia poco dañino, es la práctica de los usuarios que hacen uso desmedido y abusivo de las incapacidades.
Hay gente que ante el mínimo dolor de pestañas, se apersona a las clínicas y hospitales y con capacidad actoral, confunde y compra incapacidades para ir de viaje,  reponer la resaca del fin de semana  o simplemente quedarse en casa disfrutando de un partido de futbol.
Sin pretender recetar la pomada canaria para los males de la Caja, creo que, al acabar con los biombos, con la morosidad y con el abuso en las incapacidades;  podríamos rescatar a este sistema de seguridad social, orgullo costarricense, emulado hasta por las potencias y dignificado por gente como don Francisco Prado,  en quien se reflejan auténticos valores costarricenses.
Se ha hecho costumbre en este país, la existencia de una constante incongruencia entre lo que se dice y lo que se hace.  Esto se llama disonancia y se ha convertido en  un tema de preocupación y ha dejado ver que la sinceridad y la auto-crítica no necesariamente es una de nuestras fortalezas como país.
Recientemente en una institución universitaria, se hizo una encuesta entre los estudiantes de una de las carreras, en la que una de las preguntas era ¿Cuánto exige usted al profesor?.  Los resultados arrojaron que un 76.12% exigían entre demasiado, mucho y bastante, mientras que un 15.81% dijo que muy poco y solo un 8.06% dijo que nada.
Ya quisiera yo que un 76.12% de mis estudiantes me exigieran entre demasiado, mucho o bastante.  Lamentablemente, la realidad es otra.  En mi experiencia,  me atrevo a decir con contundencia que  el 8.06% exigen entre mucho y bastante, pues NUNCA es demasiado, el 15.82% quizá exigen poco pero el 76.12% no exigen NADA,  más que la nota mínima con que deben ganar el curso.
El profesor debe ser un apasionado de la enseñanza  y esa pasión debe ser cada día alimentada por la exigencia de sus estudiantes.  Ante las quejas de propios y extraños sobre la calidad de la educación, es urgente una reflexión sobre las bases que se están creando desde el hogar para que la disciplina,  el esfuerzo y la exigencia sean los caballitos de batalla en las profundidades del conocimiento,
Hay un clamor general sobre la calidad del sistema educativo, pero cuando se intenta hacer razonamiento matemático básico o cuando se estimula en el aula la sana competencia,  saltan muchas veces los padres reclamando  que son cuestiones muy complejas.   Cuando hemos visto que se exige el cumplimiento de normas básicas de conducta como la disciplina en el uso de un uniforme,  escucha uno a los mismos padres de familia,  justificando la violencia de sus hijos y amenazantes,  vociferan y condenan abusos de autoridad,  que por supuesto solo existen en sus mentes.
Es obvio que algo está fallando en todo el sistema educativo.  Es la escala de valores con que estamos educando a los niños desde la misma casa.   El facilismo,  la alcahuetería, la pasividad en la aplicación de normas mínimas de convivencia y el mal ejemplo de los mismos padres, no son los mejores caminos para la gran reforma educativa que exige el nuevo siglo, del que se ha consumido ya el 10% y no hacemos el cambio requerido.
Requerimos un esfuerzo adicional para hacer que la gente vuelva su mirada y vea más atractivo el aprender, que exija una oferta televisiva más formativa y menos plagada de vacío, mediocridad y vulgaridad.  Que en esta revolución tecnológica, el uso de las redes sociales sea para algo más que hacer amigos y,  es menester fundamental que la gente acceda con más criticidad los grandes temas país.  Creo que la radio es el único medio que no ha renunciado a esa obligación y PANORAMA es el mejor ejemplo de ello, pues son muchísimos los años en el aire, formando opinión y cumpliendo con su labore formativa.
La asignación de recursos es una noticia que nos debe llenar de esperanza y optimismo, pero lamentablemente con dinero no basta.  Se requiere un esfuerzo integral nacido del hogar. Se impone una mística y ética distintas en los educadores y un mayor nivel de exigencia  a estudiantes. Se requieren mecanismos de evaluación docente que permitan sacar a los corruptos, malos y vagos del sistema para que no contaminen a los estudiantes.
Los estudiantes y padres amantes de la teoría del mínimo esfuerzo,  deben entender que la exigencia será el único camino seguro para que el entorno de alta competitividad que exige el mundo moderno, sea alcanzable.  Los padres de familia no pueden ni deben endosar a sus hijos al sistema como si fueran objetos.
La administración pública falla cuando tolera vagos, mediocres e irresponsables; cuando amparada a procesos burocráticos y permisivos,  evita despedirlos y perpetúa el mal de mantener en el sistema a quienes prostituyen la sagrada labor de enseñar.  Los procesos de reclutamiento, selección y evaluación deben ser coherentes con los planes de largo plazo y deberá aplicarse mano dura para que la probidad moral, humana  y técnica sean la única cara de los educadores.
El sistema necesita estudiantes, padres y profesores que exalten el esfuerzo y motiven la autocrítica y la exigencia.  Debemos todos los involucrados en el proceso, asumir una participación más activa e impulsar la reforma educativa que falta, que es la de los valores supremos que dieron origen a esta patria, que merecer ser una gran nación.
Se ha hecho costumbre en este país, la existencia de una constante incongruencia entre lo que se dice y lo que se hace.  Esto se llama disonancia y se ha convertido en  un tema de preocupación y ha dejado ver que la sinceridad y la auto-crítica no necesariamente es una de nuestras fortalezas como país.

En el esfuerzo de formar valores en mis estudiantes universitarios, siempre les digo que cualquier enseñanza recibida,  debe ante todo servir para la vida y que si lo aprendido no sirve para la vida no sirve para nada.

Según narra uno de los libros de la Biblia,  cuando Dios le dijo al Rey Salomón que le pidiera lo que quisiera, él pidió sabiduría para gobernar a su pueblo y Dios se lo concedió.  Este texto siempre me ha impactado enormemente y cada vez que un Presidente asume funciones, todos deberíamos pedirle a Dios que le colme de abundante sabiduría.