Alexander Hernández Camacho
El Ministro de Educación ha dejado claro cuál es su pensamiento respecto de cómo debe ser el proceso de formación de los estudiantes del país, y se ha compilado ese pensamiento en 10 líneas estratégicas, que definen con toda contundencia la claridad y preocupación por que las cosas en el país cambien y que ese cambio se geste desde las aulas, cuna del desarrollo.
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Por décadas, le hemos cantado con orgullo al mundo que “por ser tan linda Costa Rica la llaman, la Suiza Centroamericana” y la verdad sea dicha, este país fue uno de esos lugares donde Dios se mostró abundantemente generoso en la creación.
En la Patriótica Costarricense, hemos dicho que no “envidiamos los goces de Europa ni la grandeza que en ella se encierra, que es mil veces más bella mi tierra, con su palma su brisa y su sol”. Ciertamente, en los tiempos actuales no hay muchos goces que envidiar en Europa, pues la vulnerabilidad económica que muestra la zona euro, trae consigo presagios nada envidiables y pronósticos de colapsos financieros complicados.
La Europa moderna, que se debate entre los conflictos diplomáticos de Israel con Irán y Medio Oriente, la situación en Siria y la súplica de auxilio económico a la China “comu-capitalista”, se aleja bastante de aquella que era la envidia de occidente.
Hay una lista de países europeos que hoy son conocidos como los PIGS, pues esas son las letras con que empiezan sus nombres en Inglés. Aunque la casualidad lingüística ha provocado un nombre muy sugestivo, lo cierto es que es un nombre bien merecido, pues no cabe duda de que la forma en que han manejado su economía, los asemeja bastante a un cochino.
Estas economías, tienen como común denominador un alto endeudamiento e incapacidad para darle cobertura a las obligaciones contraídas. En Grecia, por cada euro del Producto Interno Bruto se adeudan más de 100, lo que lo convierte en un país prácticamente quebrado. Andan parecidos Portugal, Italia y España, naciones todas con vicios vinculados muchas veces a decisiones políticas equivocadas, postergación en la toma de decisiones impopulares pero necesarias y una política de gasto público desmedido e irresponsable y sin ningún apego a criterios de buen juicio ni prudencia en el gasto. Grecia es hoy, el resultado de manejos irresponsables de las finanzas públicas en el pasado, de postergaciones y de privilegios para unos pocos.
Costa Rica está a tiempo de revertir procesos que la hacen parecerse a Grecia. Aun no estamos tan altamente endeudados y tenemos tiempo de recapacitar. Las economías solo pueden resolver sus déficits de tres formas posibles: Con aprobación de más carga impositiva para la gente, con contención en el gasto público superfluo y mayor eficiencia distributiva de los recursos, que por naturaleza son limitados, o bien, con mayor eficiencia en la recuperación de los tributos ya existentes. Ciertamente la primera solución es la salida fácil pero la combinación de las otras dos es la más responsable y deseable, aunque no necesariamente gustará a los serviles del voto.
Hay que meter tijera ya al gasto público; incluida la planilla estatal y los privilegios contenidos en las convenciones colectivas antes de aprobar más impuestos, aunque resulte impopular para los grupos de presión, que siempre están dispuestos a tirarse a la calle para reclamar privilegios.
O detenemos ya la tiranía de las minorías, la fiesta del despilfarro y la irresponsabilidad de jerarcas ineficientes, o irremediablemente pasaremos de la Suiza Centroamericana a la Grecia Europea. Alexander Hernández Camacho,
Por décadas, le hemos cantado con orgullo al mundo que “por ser tan linda Costa Rica la llaman, la Suiza Centroamericana” y la verdad sea dicha, este país fue uno de esos lugares donde Dios se mostró abundantemente generoso en la creación.
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Hace unos días, en plena tertulia familiar a la hora de la cena, usé la palabra “sinvergüenza” y mis hijos preguntaron que si esa palabra se utilizaba para referirse a aquellas personas que no les daba pena hablar en público o contar chistes.
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Anoche soñé y he despertado con la triste frustración de que aquello solo había sido un sueño, pero he dejado de lado la frustración y he preferido compartir mis sueños con los oyentes de PANORAMA, por ser este un espacio que siempre busca generar cambios positivos en la sociedad y que apoya los sueños de la gente buena, que dicho sea de paso, son mayoría en este país.
Anoche soñé que el BCCR dejaba de lanzar premoniciones de desgracia si no se aprueba el Plan Fiscal y soñé que era un ente independiente al servicio de la estabilidad macroeconómica del país. Lo soñé haciendo propuestas para un control inflacionario responsable en lugar de verlo abandonándose a los vicios fiscales de un gobierno de turno poco creativo y nada austero.
Soñé que un viceministro daba explicaciones claras a la prensa respecto de un pago recibido con cargo a la deuda política nacional, en lugar de las 14 veces que dijo en una pequeña entrevista, no acordarse de un pago recibido por más de ¢6.0 millones.
Soñé también que se sentaban reales penas sobre los responsables del robo de una enorme cantidad de armas mal custodiadas, que las armas aparecían, que se adoptaron medidas preventivas en lugar de reactivas y que los responsables renunciaban en lugar de cobijarse en procesos administrativos de investigación que (como todos en Costa Rica) no terminarán en nada.
Soñé que los partidos políticos filtraban adecuadamente las listas que nos imponen cada 4 años para elegir diputados y se evitaba con eso, que se elijan personas con procesos penales y condenas por no pago, con multas de tránsito de toda naturaleza y hasta con procesos por extorsión.
Yo no soy culpable de mis sueños, pues en ellos se encierra un grito de libertad, escuché alguna vez de alguien en un discurso. Además de que la frase es en sí misma, un estimulante para forjarse el futuro, soñar es lo único que el Ministro de Hacienda no pretende gravar con el impuesto al valor agregado contenido en el Plan Fiscal, que pareciera ser el único tema de agenda de este Gobierno.
Soñar es gratis y tal vez por eso, es que los grandes soñadores de la historia construyeron sus obras sobre la base de un sueño. Martin Luther King insistió en su sueño de un mundo libre, en el que las personas no fuera valoradas a partir de un color de piel. El lema que los parques temáticos de Disney adoptaron de su creador, habla precisamente de la existencia de una tierra donde los sueños se vuelven realidad.
Los grandes soñadores de la historia han externado de manera puntual los sueños que les han impulsado a gestionar enormes cambios sociales, que han sido la base sobre la cual se ha construido la modernidad. El común denominador de quienes han soñado en grande, ha sido siempre la perseverancia y el trabajo, pues si bien soñar es gratis, las realidades deben construirse con trabajo y sacrificio.
He decidido seguir soñando despierto y quisiera que más gente sueñe lo mismo, para que con más reflexión y trabajo, estos y muchos otros sueños dejen ser pesadillas y sean al fin una realidad.
Anoche soñé y he despertado con la triste frustración de que aquello solo había sido un sueño, pero he dejado de lado la frustración y he preferido compartir mis sueños con los oyentes de PANORAMA, por ser este un espacio que siempre busca generar cambios positivos en la sociedad y que apoya los sueños de la gente buena, que dicho sea de paso, son mayoría en este país.
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El 03 de diciembre pasado, el bus en que viajaba se varó y tuvimos que hacer trasbordo hacia otro. Llamó mi atención, que en el mismo bus que yo, venía un jovencito con una mascarilla en su boca y un gafete en su pecho que decía: “sobreviviente”. En el otro bus, tuvimos que venirnos de pie, porque nadie le ofreció a este chico un lugar, cosa que es común en una Costa Rica cada vez más indiferente.
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Los refranes populares como este, están cargados de una sabiduría tan antigua como fina y profunda. A veces, se nos hace tan frecuente el uso de estos, que no nos detenemos a ver los impactos en la vida real y solo atinamos a reírnos de lo cómicos que nos resultan estas ocurrencias ancestrales, que nos ilustran cosas de la vida de una forma metafórica pero con una enorme aplicación a la vida diaria.
La idea de matar a un burro a pellizcos, además de resultar algo terriblemente doloroso, resulta cruel, pues constituye una muerte lenta y con una cuota de sufrimiento muy alta para el pobre animal.
Pues bien, la encuesta que la Universidad de Costa Rica ha dado a conocer recientemente, sobre los niveles de corrupción en el país, ponen este refrán a punto para estimular el pensamiento y la reflexión sobre un mal que nos está matando como sociedad y que convierte a este pequeño país en ese pobre burro, asesinado lenta pero eficazmente.
A mis estudiantes, siempre les causa mucha risa cuando les hablo de este refrán, pero cuando lo asocio a esos vicios sociales que muy fielmente refleja esta vergonzosa encuesta, terminan meditabundos sobre un país, que sin duda alguna vale muchísimo más que un burro, pero que al ritmo que lo llevan todos los amantes del soborno y del chorizo, no le esperará más que esa dolorosa muerte de la que nos habla la sabiduría de este viejo refrán.
Una muerte lenta pero segura. Hay pellizquitos y pellizcotes, pero ambos terminarán por acabar con la vida de este burrito de carga llamado Costa Rica.; que dicho sea de paso, está ya bastante herido y si no lo sometemos de forma inmediata a tratamiento, morirá.
Que el tico promedio vea como normal saltarse la luz roja del semáforo argumentando falta de seguridad en las esquinas de nuestras ciudades; pagar un biombo para que lo atiendan rápido en la CCSS; tirar basura no convencional en un lote baldío o río argumentando que las municipalidades no recogen en sus camiones ese tipo de basura. Absolutamente todas, son excusas baratas que intentan justificar lo que no tiene justificación alguna y ocultar este mal llamado corrupción, que crece de manera galopante y que toca todas las clases sociales.
El costarricense debe entender, que copiar en un examen, comprar discos y libros piratas, pagar sobornos en aduanas, comprar una licencia de conducir, alterar datos en el Registro de la Propiedad o aceptar o pedir ventas sin factura para no pagar impuesto de ventas; son todos actos de corrupción graves y en consecuencia, son más pellizcos para este pobre burritico que ya no aguanta más.
Hay un pensar generalizado sobre que los actos de corrupción son punibles para los funcionarios públicos y eso tiene que cambiar. El pecado es igualmente despreciable para el corruptor como para el corrompido. No hay diferencia y la pena social y también la legal, han de recaer sobre ambos con igual contundencia y con igual rigor.
Este burrito al que llamamos Costa Rica merece un trato distinto. Ya es justo un descanso de tanto delincuente impune. A pellizcos se mata un burro pero no puede ser posible que con los pellizcos de los corruptos se mate un país.
Los refranes populares como este, están cargados de una sabiduría tan antigua como fina y profunda. A veces, se nos hace tan frecuente el uso de estos, que no nos detenemos a ver los impactos en la vida real y solo atinamos a reírnos de lo cómicos que nos resultan estas ocurrencias ancestrales, que nos ilustran cosas de la vida de una forma metafórica pero con una enorme aplicación a la vida diaria.
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Cuando de chiquillo jugábamos bola en la plaza del barrio o en la calle, había un vecinillo cuyos papás tenían plata, por lo que era obvio quien era el dueño de la bola y quién tomaba las decisiones más importantes; como cuál era la conformación de los equipos, quién pateaba primero y hacia cuál cancha jugaba cada equipo. Cuando el marcador le era adverso, entonces alzaba en berrinche, tomaba la bola y decía: así no juego, se largaba sin más explicaciones y nos dejaba a los demás con la frustración de no poder terminar la mejenga.
La manipulación a los demás ha sido su gran compañera de vida y eso le ha permitido estar bien montado en la carreta de la vida fácil, con papá detrás dándole recursos para financiar su vida y aprovechándose de todos cuantos puede. Estos días de rompimiento del quórum legislativo, hizo que viniera a mi mente el recuerdo de aquel vecino berrinchudo que se llevaba la bola y paralizaba el juego.
Desde mayo pasado, cuando le faltó capacidad al PLN para amarrar el manejo del Directorio Legislativo, hemos visto al partido de Gobierno ir perdiendo este juego llamado política. Los desaciertos van desde la negativa a levantarle la inmunidad a un diputado de su fracción, seriamente cuestionado, hasta los discursillos cargados de demagogia cantinflesca que nos ha hecho escuchar la televisión por estos días.
Los hechos a los que nos tienen acostumbrados los diputados de esta legislatura, dan cuenta clara de la crisis que vive nuestra institucionalidad. Ver a los hombres y mujeres que hace menos de 2 años reclamaban un aumentazo salarial, corriendo hacia el cafetín con la “bola” del quórum legislativo con que se juega en el parlamento, es una señal más de la mediocridad que priva allí, de la mezquindad con que se actúa y de la necesidad que tienen estos políticos de siempre, de mantener la piñata de fondos públicos para deleitarse entre despilfarro, burocracia y charlatanada.
Los mismos que hoy aducen emboscadas y anuncian que el presupuesto de gastos superfluos no se toca, son los que en mayo pasado hablaron de filibusterismo legislativo a los que se opusieron al rompimiento del orden constitucional y son los mismos que hoy, siguen enfrascados en pasar a como de lugar este paquetazo fiscal con el que quieren apretarle más la faja a la gente más pobre.
Yo siempre he sido defensor de la democracia y del ejercicio del sufragio, pero entiendo plenamente hoy a todos aquellos que muestran desde ya renuencia de seguir llevando cada 4 años tanta mediocridad a la Asamblea. ¡Tengan cuidado! que la gente se está hartando ya de tanto cinismo.
En 2014 será necesario que recordemos el actuar de esta Asamblea Legislativa. Allí veremos en manos de quien está la bola y bajo qué reglas nos pondremos a jugar el partido de la elección.
De lo que sí pueden estar seguros, es que los costarricenses no saldremos corriendo con la bola de la democracia en la mano, porque entendemos que la democracia es de todos y no es balón de futbol para tratarlo a las patadas o para suspender el partido cuando lo vamos perdiendo.
Comentario de Alexander Hernández Camacho
Cuando de chiquillo jugábamos bola en la plaza del barrio o en la calle, había un vecinillo cuyos papás tenían plata, por lo que era obvio quien era el dueño de la bola y quién tomaba las decisiones más importantes; como cuál era la conformación de los equipos, quién pateaba primero y hacia cuál cancha jugaba cada equipo. Cuando el marcador le era adverso, entonces alzaba en berrinche, tomaba la bola y decía: así no juego, se largaba sin más explicaciones y nos dejaba a los demás con la frustración de no poder terminar la mejenga.
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