Anoche soñé y he despertado con la triste frustración de que aquello solo había sido un sueño, pero he dejado de lado la frustración y he preferido compartir mis sueños con los oyentes de PANORAMA, por ser este un espacio que siempre busca generar cambios positivos en la sociedad y que apoya los sueños de la gente buena, que dicho sea de paso, son mayoría en este país.
Anoche soñé que el BCCR dejaba de lanzar premoniciones de desgracia si no se aprueba el Plan Fiscal y soñé que era un ente independiente al servicio de la estabilidad macroeconómica del país. Lo soñé haciendo propuestas para un control inflacionario responsable en lugar de verlo abandonándose a los vicios fiscales de un gobierno de turno poco creativo y nada austero.
Soñé que un viceministro daba explicaciones claras a la prensa respecto de un pago recibido con cargo a la deuda política nacional, en lugar de las 14 veces que dijo en una pequeña entrevista, no acordarse de un pago recibido por más de ¢6.0 millones.
Soñé también que se sentaban reales penas sobre los responsables del robo de una enorme cantidad de armas mal custodiadas, que las armas aparecían, que se adoptaron medidas preventivas en lugar de reactivas y que los responsables renunciaban en lugar de cobijarse en procesos administrativos de investigación que (como todos en Costa Rica) no terminarán en nada.
Soñé que los partidos políticos filtraban adecuadamente las listas que nos imponen cada 4 años para elegir diputados y se evitaba con eso, que se elijan personas con procesos penales y condenas por no pago, con multas de tránsito de toda naturaleza y hasta con procesos por extorsión.
Yo no soy culpable de mis sueños, pues en ellos se encierra un grito de libertad, escuché alguna vez de alguien en un discurso. Además de que la frase es en sí misma, un estimulante para forjarse el futuro, soñar es lo único que el Ministro de Hacienda no pretende gravar con el impuesto al valor agregado contenido en el Plan Fiscal, que pareciera ser el único tema de agenda de este Gobierno.
Soñar es gratis y tal vez por eso, es que los grandes soñadores de la historia construyeron sus obras sobre la base de un sueño. Martin Luther King insistió en su sueño de un mundo libre, en el que las personas no fuera valoradas a partir de un color de piel. El lema que los parques temáticos de Disney adoptaron de su creador, habla precisamente de la existencia de una tierra donde los sueños se vuelven realidad.
Los grandes soñadores de la historia han externado de manera puntual los sueños que les han impulsado a gestionar enormes cambios sociales, que han sido la base sobre la cual se ha construido la modernidad. El común denominador de quienes han soñado en grande, ha sido siempre la perseverancia y el trabajo, pues si bien soñar es gratis, las realidades deben construirse con trabajo y sacrificio.
He decidido seguir soñando despierto y quisiera que más gente sueñe lo mismo, para que con más reflexión y trabajo, estos y muchos otros sueños dejen ser pesadillas y sean al fin una realidad.
Anoche soñé y he despertado con la triste frustración de que aquello solo había sido un sueño, pero he dejado de lado la frustración y he preferido compartir mis sueños con los oyentes de PANORAMA, por ser este un espacio que siempre busca generar cambios positivos en la sociedad y que apoya los sueños de la gente buena, que dicho sea de paso, son mayoría en este país.
Anoche soñé que el BCCR dejaba de lanzar premoniciones de desgracia si no se aprueba el Plan Fiscal y soñé que era un ente independiente al servicio de la estabilidad macroeconómica del país. Lo soñé haciendo propuestas para un control inflacionario responsable en lugar de verlo abandonándose a los vicios fiscales de un gobierno de turno poco creativo y nada austero.
Soñé que un viceministro daba explicaciones claras a la prensa respecto de un pago recibido con cargo a la deuda política nacional, en lugar de las 14 veces que dijo en una pequeña entrevista, no acordarse de un pago recibido por más de ¢6.0 millones.
Soñé también que se sentaban reales penas sobre los responsables del robo de una enorme cantidad de armas mal custodiadas, que las armas aparecían, que se adoptaron medidas preventivas en lugar de reactivas y que los responsables renunciaban en lugar de cobijarse en procesos administrativos de investigación que (como todos en Costa Rica) no terminarán en nada.
Soñé que los partidos políticos filtraban adecuadamente las listas que nos imponen cada 4 años para elegir diputados y se evitaba con eso, que se elijan personas con procesos penales y condenas por no pago, con multas de tránsito de toda naturaleza y hasta con procesos por extorsión.
Yo no soy culpable de mis sueños, pues en ellos se encierra un grito de libertad, escuché alguna vez de alguien en un discurso. Además de que la frase es en sí misma, un estimulante para forjarse el futuro, soñar es lo único que el Ministro de Hacienda no pretende gravar con el impuesto al valor agregado contenido en el Plan Fiscal, que pareciera ser el único tema de agenda de este Gobierno.
Soñar es gratis y tal vez por eso, es que los grandes soñadores de la historia construyeron sus obras sobre la base de un sueño. Martin Luther King insistió en su sueño de un mundo libre, en el que las personas no fuera valoradas a partir de un color de piel. El lema que los parques temáticos de Disney adoptaron de su creador, habla precisamente de la existencia de una tierra donde los sueños se vuelven realidad.
Los grandes soñadores de la historia han externado de manera puntual los sueños que les han impulsado a gestionar enormes cambios sociales, que han sido la base sobre la cual se ha construido la modernidad. El común denominador de quienes han soñado en grande, ha sido siempre la perseverancia y el trabajo, pues si bien soñar es gratis, las realidades deben construirse con trabajo y sacrificio.
He decidido seguir soñando despierto y quisiera que más gente sueñe lo mismo, para que con más reflexión y trabajo, estos y muchos otros sueños dejen ser pesadillas y sean al fin una realidad.