La persona humana es un ser cuya naturaleza es la bondad. Estamos predestinados a hacer el bien y aunque a veces nos salimos de esa lógica de la creación para actuar de forma inadecuada; algo llamado conciencia o ese yo interno que nos habla, nos repudia, nos cuestiona, nos hace retractarnos, nos obliga a pedir perdón y finalmente, restablece el equilibrio perdido.
Al ser dotados de inteligencia, podemos volver a andar los pasos caminados y podemos volver a empezar. Creo que la vida misma es un permanente volver a empezar y por eso vuelvo yo a referirme a la necesidad de un cambio de cultura, de un cambio de actitud, un mejoramiento de los caminos recorridos y sobre todo a entender que los aprendizajes deben servir para corregir los errores y crecer.
Ante el inicio de un nuevo Gobierno, ve uno a los funcionarios que asumen con ilusión sus deberes, una actitud optimista, los ve uno esbozar planes y trazar lineamientos que lo único que persiguen es hacer del país un mejor lugar para todos. Creo que eso es positivo y debemos darles a las nuevas autoridades, un compás de espera para verlos echar a andar esos nuevos programas y verles rendir frutos.
Lo deseable eso sí, es que en ese proceso no se desanimen ante las bajadas de piso, no sucumban a los que tienen por costumbre en muchas instituciones públicas, el sabotaje y el boicot que impiden el desarrollo de un país que podría estar mejor de como está y que además merece estar mejor.
En los inicios de una nueva gestión de Gobierno, es el deseo de todo costarricense, que la solución a los problemas deje de postergarse, que el disentir propio de una democracia no sea obstaculización pero tampoco sea componenda oscura o mercantilista.
Lo último que necesita el nuevo Gobierno, son obstáculos que distraigan la atención de las reformas importantes. La concentración será fundamental para que la legislación importante que deberá discutirse, no esté plagada de errores como ha pasado con leyes de reciente aprobación.
Cada acción de Gobierno, cada ley promovida deberá siempre estar regida, por supuesto, por la legalidad pero ha de tener también esa cuota de sentido común básico, que irremediablemente llevará a la creación de normas que servirán para que exista un marco regulatorio moderno y funcional, pero que, simultáneamente contribuya para que las personas tengan mejores condiciones de vida. Es en la aplicación del sentido común, donde cobrará relevancia eso de que si no sirve para la vida, no sirve para nada.