Wilbert Arroyo Álvarez
De nuevo, El Programa Estado de Nación lo confirma.
A “Costa Rica”, sólo el nombre le queda
A los que ya se nos puede cantar en réquiem o la misa de difuntos es a la extinta “clase media”, a la que pertenezco.
Decía don Julio Rodríguez hace algunos años (26 de mayo, 2006): “La corrupción comienza con la prostitución de las palabras y de los conceptos. El siguiente paso es ver y callar.
Cuando, hace algunos años, los costarricenses amanecimos con la buena nueva de que se había logrado renovar totalmente el sindicato de trabajadores de JAPDEVA, hubo una contenida alegría generalizada pues parecía imposible que “Macondo”, el pueblo próspero de la novela “Cien años de Soledad”, de Gabriel García Márquez, se hacía realidad en la bella provincia de Limón.
De acuerdo con la superada doctrina sobre la función del juez, éste debía ser la “boca por la que habla la ley”, cuya intervención era sólo subsumir la norma jurídica al caso sub judice, sin poder ir más allá de los principios generales del derecho, pues transgredería el propio ordenamiento legal.
¿Cuándo una persona es "culta"?. ¿Porque lee mucho? ¡No! ¿Porque escucha música "clásica"? ¡No! ¿Porque tiene muchos títulos? ¡No!; ¿Porque escribe muchos libros y se dice ser "doctor en…"? ¡No! ¿Porque sólo va a degustar los platillos más caros al restaurante de moda? ¡No!; ¿Porque dice hablar italiano, inglés, francés y un poco de mandarín? ¡No!
Otra vez, como todos los años, se escuchan opiniones adversas al presupuesto con que debe dotarse al Poder Judicial y de nuevo será necesario hacer frente a la defensa de su autonomía financiera, que se logró, por reforma constitucional en 1957.
El 1 de octubre de 1976 se celebró, y así lo registró la prensa nacional, con notas y editoriales, el acontecimiento histórico de que en esa fecha, hacía 150 años, en 1826, se había instalado la “Corte Superior de Justicia”, por lo que se develó una placa y asistieron las más altas autoridades públicas a una sesión solemne en el Poder Judicial.