Wilbert Arroyo Álvarez
Cuando, el año pasado, los costarricenses amanecimos con la buena nueva de que se había logrado renovar totalmente el sindicato de trabajadores de JAPDEVA, hubo una contenida alegría generalizada pues parecía imposible que el orden retornaba al hermoso puerto de Limón.
La gente, aún estaba incrédula de que, por fin, se ponía coto a un período de “tiranía sindical”. Era como si, luego de una muy larga y pesada noche, en Limón y en toda Costa Rica, salía, esplendoroso, de nuevo el sol.
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El pasado 1 de octubre la Corte Suprema de Justicia celebra, en sesión solemne, sus 184 años de su “efectiva” instalación.
Este hecho resulta de especial importancia recordarlo, para entender lo qué es el Poder Judicial y enfatizar sobre algunos temas de importancia:
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Está pronta la elección de Alcaldes y otros representantes populares, el próximo 5 de diciembre. Anote en su calendario esa importante fecha para que no olvide ir a votar por quienes quieran, con absoluta libertad.
El sistema democrático del país es de los más preciados valores que aún nos queda y no podemos darnos el lujo de desperdiciar la oportunidad de acudir, ante el llamado del Tribunal Supremo de Elecciones, a emitir nuestro voto. La democracia la hacemos día a día y desconocer, irresponsablemente, este llamado, es contribuir a invalidarla.
La democracia no es nuestra; es un préstamo de nuestros hijos que esperan ansiosos el día que puedan también decidir, por sí, quiénes desean que les represente en los distintos órganos del Estado.
Este pueblo maravilloso, que antaño hacía gala de manifestaciones patrióticas ante las elecciones de sus autoridades, ha venido sufriendo un proceso de desencanto por razones que, aunque entendibles, no deberían sino provocarnos todo lo contrario, utilizando de nuestro derecho a elegir a quienes, verdaderamente, sin ambiciones personales, desean trabajar para el cantón donde habitamos.
No se vale, por ello, la improvisación ni la confrontación con el gobierno central, si queremos que el nuevo Alcalde tenga el poder suficiente y el dinero necesario para erigir en obras y proyectos de bien común, su labor de los próximos años frente a la administración municipal.
Si revisamos la lista de quiénes son los candidatos cantonales, veremos que hay partidos con candidatos sin experiencia alguna o aquellos camaleónicos que crearon su partido a la talla de sus ambiciones pero que no tienen ni la formación, ni la experiencia y mucho menos los contactos estatales sólidos para confiar en ellos y sus promesas.
En fin, existe un abanico de posibilidades para escoger a los mejores y éstos serán quienes harán posible que la región a su cargo sea próspera para todos.
A los candidatos preguntémosle y averigüemos quiénes son y sabremos qué confianza nos merecen; no debemos ni podemos jugárnosla eligiendo a alguien para que llegue a sólo a calentar una silla y ganar un jugoso salario pues llega a hacer nada, sin posibilidad alguna de tender los puentes necesarios para una eficiente gestión. Craso error cometeríamos si nos dejamos ir por la propaganda hueca pues sabremos, en pocos meses, cuánto nos arrepentiremos.
Pero bien, que esto no nos quite el impulso de involucrarnos en nuestras comunidades y votemos por quienes se comprometan en resolver la gran cantidad de problemas que tenemos en nuestros barrios, empezando por la inseguridad ciudadana y todo lo que ello trae consigo.
Que sirvan estas palabras para motivarnos e ir a votar por quien si podrá llevar adelante lo que hoy promete, pues cuenta con el respaldo estatal para sacar la tarea.
Por todo lo anterior, vayamos a votar este 5 de diciembre, muy tempranito y recordemos que donde hay democracia, con nuestro voto la revalidamos cada vez que lo ejercemos.
Está pronta la elección de Alcaldes y otros representantes populares, el próximo 5 de diciembre. Anote en su calendario esa importante fecha para que no olvide ir a votar por quienes quieran, con absoluta libertad.
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Cuando, hace unos meses, los costarricenses amanecimos con la buena nueva de que se había logrado renovar totalmente el sindicato de trabajadores de JAPDEVA, hubo una contenida alegría generalizada pues parecía imposible que “Macondo”, el pueblo próspero de la novela “Cien años de Soledad”, de Gabriel García Márquez, se hacía realidad en la bella provincia de Limón.
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Costa Rica es un país por mucho privilegiado por sus avances tecnológicos, una económica estable; con una centenaria democracia que ha permitido su desarrollo cultural y social. En fin, este país tiene todo para ser un país desarrollado.
No obstante y a pesar del esfuerzo que han hecho las autoridades, así como las organizaciones ciudadanas, en cada rincón del país, para afrontar muchos problemas, aún falta bastante qué hacer.
La inseguridad ciudadana encabeza la principal preocupación del costarricense, según lo revelan encuestas de opinión, hechas con frecuencia, desde hace años.
Cada día se dan todo tipo de delincuencias, lo que ha hecho que los ciudadanos ni siquiera puedan estar seguros en sus propias casas.
Ya en las barriadas, donde, hace unos años, lo más trágico de la semana era el borracho que armó una escaramuza en la cantina, es un asunto que se recuerda hasta con nostalgia.
Ahora, es la matanza a tiros entre pandillas de narcotráficos lo que desvive a la población, con saldos humanos tan lamentables como la muerte de niños, en el fuego cruzado entre quienes se adueñaron no sólo del territorio de todos sino, y quizá más importante, de la paz y tranquilidad con que los costarricenses forjaron un estilo de convivencia, por muchos otros países admirado e, incluso, envidiado.
Hoy el crimen organizado es el que quiere imponerse: hace y deshace en esas calles de nadie, donde los balazos van y vienen, así sea que se esté en la antaña paz del hogar.
Las autoridades de este y los anteriores gobiernos han tratado de afrontar y dar solución definitiva a esta oleada criminal pero, de nuevo, las posturas políticas e ideológicas de grupos opositores dan al traste y cada uno quiere jalar para su lado y majarle el mecate a quienes se les dio el poder para administrar la cosa pública.
Por ello, si los costarricenses no ponen las barbas a remojo y dejan de ver hacia el lado, como si no fuera con ellos, el asunto podría convertirse en algo irreversible y se estará a las puertas de baños de sangre, como sucede en México, con casi dos millones más de territorio, por Km. cuadrado, donde hoy se ven masacradas poblaciones enteras, sin que las autoridades ya puedan hacer algo. Y todo por haber negado una realidad que se presentaba en sus narices pero que nadie quiso hacer nada hasta que ya hoy es muy tarde.
Por lo anterior, es hora, en Costa Rica de forjar alianzas entre los actores políticos y sociales del país, si de verdad no se quiere que los problemas con la delincuencia organizada, que de por sí ya es una realidad, se imponga, sin posibilidad alguna de sobrevivir como la sociedad que una vez fue “la suiza centroamericana”.
Costa Rica es un país por mucho privilegiado por sus avances tecnológicos, una económica estable; con una centenaria democracia que ha permitido su desarrollo cultural y social. En fin, este país tiene todo para ser un país desarrollado.
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Siempre, desde nuestra independencia, en 1821, cuando Costa Rica asumió su propia “administración política”, se ha discutido sobre el mejor sistema para la elección de los Magistrados que administrarán justicia y dirigirán el gobierno del Poder Judicial.
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Siempre, desde nuestra independencia, en 1821, cuando Costa Rica asumió su propia “administración política”, se ha discutido sobre el mejor sistema para la elección de los Magistrados que administrarán justicia y dirigirán el gobierno del Poder Judicial.
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