La educación es fundamental para la felicidad social
Dado el claro reconocimiento de la importancia que la enseñanza universitaria reviste para el desarrollo económico y social de los pueblos, existe, actualmente, una básica preocupación por el mejoramiento de la calidad en las funciones de docencia e investigación, difusión de la cultura, y extensión de la proyección social de las instituciones de educación superior.
Valga decir, las sociedades enfrentan nuevas circunstancias que exigen instituciones educativas efectivas para los propósitos que la sociedad demanda, eficaces en su gestión y con el nivel de calidad necesario para formar individuos con una educación flexible que los capacite para adaptarse a un mundo socialmente cambiante y competitivo.
Actualmente el entorno está caracterizado por un mercado turbulento, donde los esquemas de competitividad han cambiado la manera de pensar y actuar. Por lo tanto, estos procesos de dinámica global exigen la demanda de profesionales altamente competitivos, multiculturales, interdisciplinarios, críticos, creativos, emprendedores, insatisfechos, motivados, con un gran sentido de iniciativa y con una marcada capacidad para adaptarse a las variaciones constantes del entorno.
En este sentido, es clave comprender que estamos sirviendo a sociedades muy diferentes de las de hace pocos años. Ellas exigen que la educación universitaria se modernice y se transforme en torno a los retos que la época plantea. De ahí que los diversos mecanismos de evaluación del desempeño y la calidad de la enseñanza e investigación; en particular los procesos destinados a la acreditación de programas e instituciones de educación superior, adquieren, cada vez más, una particular relevancia en el contexto de la globalización de las naciones.
Entonces, definitivamente, resulta imperativa una visión renovada de modelos educativos que permitan conciliar una educación de calidad para todos, con clara pertinencia en las distintas realidades socioculturales de los educandos.
En este sentido, la evaluación y la acreditación no representan una moda académica, sino que se están constituyendo en herramientas indispensables de política, planificación y gestión universitaria para verificar la calidad de la educación, garantizar la confiabilidad institucional ante la sociedad, otorgar un reconocimiento social, y sustentar la correspondencia entre la misión, los propósitos y los resultados universitarios.
Por ello es preocupante la información plasmada en un diario nacional de que tan sólo veinticuatro, de mil ochocientos diez carreras impartidas en universidades públicas y privadas del país, poseen un certificado de excelencia; sobre todo, al expresar que el proceso de acreditación no significa ningún estímulo para el graduado pues no conlleva el recibir un mejor salario.
Asociar la excelencia académica con un beneficio económico es, sencillamente, enlodar el sistema educativo universitario. La calidad debe medirse en términos del logro de los objetivos establecidos por cada institución; esto implica el esfuerzo de una comunidad institucional obligada con su entorno social, y un continuo proceso de auto-evaluación que genere graduados comprometidos con la ética profesional más que con fines lucrativos.
La universidad es una entidad en donde su misión, quehacer y sus resultados, deben estar al servicio del desarrollo armónico e integral de la sociedad; por lo cual, debe responderle, y rendirle cuenta, a la comunidad que la sustenta.
Esto implica, necesariamente, la urgencia de enfocar mayores esfuerzos que fomenten la acreditación universitaria como un eficaz medio para garantizar el progreso nacional, y enfrentar los retos del entorno global. Pues como señalara el político mexicano Benito Juárez: “La educación es fundamental para la felicidad social; es el principio en el que descansa la libertad y el engrandecimiento de los pueblos”.
Dado el claro reconocimiento de la importancia que la enseñanza universitaria reviste para el desarrollo económico y social de los pueblos, existe, actualmente, una básica preocupación por el mejoramiento de la calidad en las funciones de docencia e investigación, difusión de la cultura, y extensión de la proyección social de las instituciones de educación superior.
El Instituto Nacional de Aprendizaje, INA, fue hace más de diez años, la primera institución pública de formación profesional, en América Latina, en recibir una certificación de lo que se denomina, serie de normas ISO 9000, la cual evalúa el comportamiento de la calidad del servicio hacia la clientela.
En el marco del 45 aniversario del INA, es realmente importante contar con esa certificación internacional, porque significa dar un buen servicio en el campo de la formación y capacitación profesional, cumpliendo con altos estándares de calidad.
El INA, es una institución que apostó por la calidad de sus procesos, para mejorar constantemente los servicios que ofrece, en respuesta a las demandas de un país que requiere personal técnico profesional calificado. Esto permite a la administración superior, enfocar todo su accionar hacia la labor sustantiva que realiza. A la vez, se generan oportunidades de mejora mediante el seguimiento, la medición y evaluación de los procesos.
Actualmente, el INA tiene certificados con la Norma Internacional ISO 9001 desde el año 2006, todos los procesos en la institución, en los más de 50 Centros de Formación Profesional. Hasta la fecha ha logrado mantener y recertificar su Sistema de Gestión de la Calidad.
La obtención de la certificación con reconocimiento internacional ISO 9001 convierte al INA en una institución pública en busca de la excelencia y mejoramiento continuo en sus servicios en todo el país.
Esta distinción y reconocimiento mundial, se realiza y mantiene gracias a la mística, perseverancia y espíritu de superación de todo su personal y también nos compromete a responder, oportunamente, con un servicio a la clientela positivo, respetuoso y efectivo, en aras de seguir aportando al desarrollo económico y social de Costa Rica.
El Instituto Nacional de Aprendizaje, INA, fue hace más de diez años, la primera institución pública de formación profesional, en América Latina, en recibir una certificación de lo que se denomina, serie de normas ISO 9000, la cual evalúa el comportamiento de la calidad del servicio hacia la clientela.
El próximo domingo 5 de diciembre es un día muy importante, porque estamos llamados a votar. Completaremos ese día los gobiernos municipales. Tras haber elegido en febrero a los regidores y regidoras, en esta nueva cita con las urnas designaremos, entre otros cargos, a los alcaldes y alcaldesas que velarán por los intereses de nuestras comunidades durante los próximos cinco años.
Los gobiernos municipales han ido ganando protagonismo y relevancia en la vida cotidiana de los costarricenses. Para bien o para mal, las decisiones que se adoptan en las municipalidades y la eficacia con que se ejecutan, tienen un impacto directo en nuestra calidad de vida. No se trata, cuando hablamos de lo municipal, de las relaciones internacionales o de los grandes temas nacionales. Están en juego, más bien, cosas que a todos nos son muy cercanas y tangibles, por ser las que tienen que ver con la realidad de nuestro cantón y de los barrios que lo conforman.
Y es que de las municipalidades depende el buen estado de las calles vecinales y los espacios recreativos, la eficiente recolección de la basura, la promoción de la cultura local, la mejor atención de la seguridad del vecindario, el prudente manejo de las patentes, el saludable incentivo del comercio local y la necesaria planificación del desarrollo urbano del cantón para la conservación de su ambiente.
Estamos en todo nuestro derecho cuando exigimos que las municipalidades hagan bien su trabajo. Pero, a cambio, tenemos el deber de participar en la elección de aquellos que las gobernarán, así como la responsabilidad de hacer una buena escogencia.
La ecuación es clara: una buena gestión municipal redunda en mejor calidad de vida para los habitantes del cantón. La buena noticia de la democracia es que los ciudadanos no estamos obligados a resignarnos o conformarnos con criticar y lamentar las malas administraciones municipales. La democracia pone en las manos de cada ciudadano el poder de su voto. Las elecciones son la oportunidad más preciosa, y por ello imperdible, para forjarnos nuestro propio destino, escogiendo a las mejores personas para que dirijan la comunidad.
Si aún no ha decidido ir a votar, piénselo: esta elección es la de su barrio. No deje que sean otros los que elijan por usted, porque sería usted y no sólo los que vayan a votar, el que resultaría perjudicado si no se elige gente capaz y honesta para los cargos municipales.
En la página electrónica del Tribunal Supremo de Elecciones muy pronto podrá apreciar el amplio menú de candidaturas y propuestas de los partidos políticos. Podrá usted confrontarlas con la radiografía de su comunidad que, bajo el título “ficheros de información cantonal”, ya ofrece ese sitio web.
Infórmese, valore y decida. Es su derecho y responsabilidad como ciudadano costarricense.
Dr. Luis Antonio Sobrado González
Magistrado Presidente, TSE
El próximo domingo 5 de diciembre es un día muy importante, porque estamos llamados a votar. Completaremos ese día los gobiernos municipales. Tras haber elegido en febrero a los regidores y regidoras, en esta nueva cita con las urnas designaremos, entre otros cargos, a los alcaldes y alcaldesas que velarán por los intereses de nuestras comunidades durante los próximos cinco años.
Lástima que ese viejo refrán que sirve de título a este comentario, lo podamos constatar en, los pocos meses, que lleva la gestión de la señora presidente Laura Chinchilla. La golondrina, con todo respeto y consideración lo digo, es el señor ministro de Seguridad Pública y Gobernación, licenciado José María Tijerino Pacheco, quien desde el mismo inicio de sus responsabilidades dio, muestras claras de ser un hombre de palabra, muy vehemente pero no por eso menos inteligente, sensato y prudente.
No más comenzando su gestión advirtió que habría un cambio importante en la acción policial pues la guardia civil debería estar en las calles, prestando protección a la comunidad y no en las comisarías. Cuando algunos medios de comunicación social, lo increparon, públicamente, de que su orden había sido desatendida, por algunos de los cuerpos policiales. El señor ministro Tijerino con la serenidad y mayor prudencia, de las que ha dado muestras, les respondió algo como, que había que tener muy claro, que no era nada fácil cambiar una cultura organizacional, de la noche a la mañana.
La última acción del ministro Tijerino, fue su posición oportuna y tajante ante los hechos sucedidos en el Río San Juan, cuando una draga y un grupo de efectivos nicaragüenses violentaron la soberanía costarricense. En pocas horas, fijó la estrategia, logró el apoyo del Consejo de Gobierno y envió efectivos policiales muy bien parapetados, para garantizar la integridad del territorio nacional. Acción que significó la paralización total de la actividad del dragado en el San Juan.
Pero a excepción de todo lo antes citado, pareciera al juzgar por las acciones del Ejecutivo, que seguimos con más de lo mismo. El alto costo de la vida, que no da tregua a los hogares costarricenses, a pesar de la evidente revalorización del colón frente al dólar. Largas filas en los centros de la Caja. Otro caso, son los problemas en las carreteras construidas recientemente las que casi desde el inicio, han presentado serios problemas y finalmente tenemos el incumplimiento de compromisos gubernamentales con las comunidades, como es el caso de la carretera a San Carlos.
Una vez más, ahora el Gobierno de turno, sale a los medios para decir que ya si va en serio la conclusión de esa carretera a ese cantón del norte de Alajuela pero, es tal la desconfianza de los activistas sancarleños, que recibieron con escepticismo la nueva promesa, según lo informó ayer La Nación. Hay que decir que este sentir no es gratuito pues hartas pruebas tenemos las y los costarricenses de que las promesas de las campañas políticas y muchos compromisos gubernamentales, en la mayoría de los casos, quedan solo en eso, pura palabrería y letra muerta en un papel.
Desafortunadamente, este Gobierno, con las excepciones del caso como la citada, en estos meses que lleva de gestión, no ha demostrado que la exaltada experiencia y el conocimiento de los grandes problemas nacionales y de sus posibles soluciones, les haya servido para orientar eficazmente la acción del Ejecutivo. Algunas acciones a veces erráticas y otras hasta contradictorias de parte de la Casa Presidencial, pareciera dejar claro que se sigue administrando con visión de Gobierno y no de Estado, donde es el cortoplacismo lo que priva y no propuestas de mayor proyección.
Por eso digo, que lástima que una sola golondrina no haga verano
Lástima que ese viejo refrán que sirve de título a este comentario, lo podamos constatar en, los pocos meses, que lleva la gestión de la señora presidente Laura Chinchilla. La golondrina, con todo respeto y consideración lo digo, es el señor ministro de Seguridad Pública y Gobernación, licenciado José María Tijerino Pacheco, quien desde el mismo inicio de sus responsabilidades dio, muestras claras de ser un hombre de palabra, muy vehemente pero no por eso menos inteligente, sensato y prudente.
Uno ve telenoticiarios y le dan ganas de llorar, porque el país tiene muchos problemas, sin duda la pobreza, la violencia, la desigualdad social, la corrupción, la inoperancia del Estado, la lentitud en todo, el licor para todo y la ausencia de un verdadero liderazgo que encienda lo mejor del país.
Pero hay buenas noticias, y gente que nos hace creer. Tenemos grandes ejemplos: un Nery Brenes, una Hanna Gabriels, Ronald González y la selección de futbol que quedó en el cuarto lugar en un campeonato mundial, por primera vez en nuestra historia; un colegial que ganó medalla de oro en las olimpiadas de química; otro que ganó oro en las olimpiadas de biología; el escultor Jiménez Deredia, de estatura mundial; Franklin Chang y su sueño de lanzar al espacio el motor de plasma...
A pesar de las malas noticias, todos los días me encuentro con grandes gestos. Por ejemplo, la Lechetón, que reunió a la farándula, que tanto detestan algunos periodistas de la prensa escrita, pero que tanto ayuda... La Lechetón superó la meta por mucho. El objetivo era recaudar 30 mil litros, pero recaudamos casi 47 mil, que permitirán ayudar a más de dos mil niños en albergues, hogares y comedores infantiles; así como a tres hogares de ancianos.
Aunque alguna gente sólo quiere ver lo malo, hay gente que nos devuelve la fe en el ser costarricense. Un día de estos estuve en un conversatorio que organizó la Casa Presidencial a propósito del mes del adulto mayor. Participaron el novel actor octogenario Luis Carlos Zamora (el de la película “A ojos cerrados”) y la actriz Ana Poltronieri, una de las mejores de nuestra historia. Lo moderó Maureen Salguero, siempre dulce, ágil de palabra, cálida, serena. Don Luis Carlos y doña Ana hablaron de una Costa Rica llena de luz, que no hemos perdido aunque algunos se empeñen en demostrar lo contrario.
Hay tres campos en que veo que Costa Rica es una sociedad mucho más compleja pero mejor: la música, el ambiente y el cine. En el cine, da gusto lo que han conseguido figuras como Hilda Hidalgo, Hernán Jiménez y Esteban Ramírez. En la música, hemos crecido en todos los campos, desde lo clásico hasta la trova y la música tropical. La Orquesta Sinfónica Nacional y la Filarmónica; las orquesta de provincia y orquestas populares como La Solución, Madera Nueva, Son de Tikicia; grupos como Marfil, Gaviota, Los Hicsos, Mal País; sonoras como La Sonorita, Sonora Azteca y La Siguaray, y grupos como Escats. Por cierto, estuve en el lanzamiento de la nueva producción de Escats, que está muy buena. Como todo lo que produce ese gran empresario del espectáculo que ha venido a revolucionar nuestro medio, don Eduardo Agami.
Y en ambiente, tenemos una cuarta parte del territorio en parques nacionales, luchamos por limpiar el río más sucio de América Central, el Virilla, y tenemos una campaña para conservar el río más limpio de América Central, el Savegre, cuya cuenca tiene condiciones que la ubican como única en el mundo.
Para aterrizar, no me canso de decirlo: a pesar de todo, Costa Rica tiene todo para ser el primer país de América Latina en desarrollarse.
Uno ve telenoticiarios y le dan ganas de llorar, porque el país tiene muchos problemas, sin duda la pobreza, la violencia, la desigualdad social, la corrupción, la inoperancia del Estado, la lentitud en todo, el licor para todo y la ausencia de un verdadero liderazgo que encienda lo mejor del país.
Dra. Érika Hernández Sandoval. Presidenta Colegio de Abogados y Abogadas de Costa Rica.
La seguridad ciudadana primero se construye y después se practica; es decir, la seguridad ciudadana no parte de una idea aislada a un problema concreto, de una iluminación o de un iluminado. Más bien, existe un cúmulo de factores que combinados entre sí, nos darán el inicio del camino, en esta construcción. Las políticas sociales y públicas, asumidas por el Estado, como un compromiso para los menos favorecidos del conglomerado social, permitirán dicho inicio. Así, es claro que un país comprometido en la lucha contra la pobreza de sus habitantes, a través de un adecuado reparto de la riqueza, con políticas públicas bien definidas a largo plazo y aplicadas de manera sistemática, preparará los cimientos para la construcción de la seguridad ciudadana. Políticas sistemáticas y continuas con proyección hacia el futuro, deben anteponerse a esos remedios inmediatos a corto plazo, que sólo pueden maquillar el problema o hacer más parches en el camino. Es claro, la pobreza es el principal insumo de la delincuencia, con ello de la inseguridad. Requerimos un camino limpio, un camino seguro. Ahora bien, una vez que empezamos andar, requerimos los instrumentos, el medio por el cual podamos seguir construyendo y protegiendo dicho camino. No existe un verdadero plan en la improvisación, de ahí la importancia de que las reglas sean expresas; es así como la formación de las leyes dará el norte y protegerá el rumbo. Aquí, no sólo es importante, que las políticas públicas queden debidamente establecidas, aseguradas, sino que se dicte una correcta política criminal. Aunque los pasos son claros a seguir, al parecer hemos querido construir una seguridad ciudadana empezando por este segundo paso. Es decir, nos hemos enfrascado en la creación de leyes penales y procesales penales, para combatir lo que ya, de por sí, se ha generado con la ausencia de adecuadas políticas sociales y públicas (primer paso). A partir de aquí, de esta construcción errónea, queremos resolver un problema, sin encontrar la solución. La ecuación ciminológica es sencilla: mayor pobreza = mayor delincuencia. Como un tercer paso, debemos contar con una correcta aplicación de esta normativa. Así, de nada serviría la construcción de leyes penales, que garantizan finalmente la protección del camino, si su aplicación no es correcta, efectiva y eficaz. Aquí entra en juego la aplicación de la justicia, que es a la larga, lo que todos nos imaginaríamos, erróneamente, como la solución absoluta del problema. Ningún factor aplicado de manera aislada solucionará el problema, ninguno será en todo completo; de tal forma, un factor pese a ser aplicado de manera continua, sistemática, aislado de los otros factores, nunca será eficaz. Cada uno de los factores mencionados debe funcionar adecuadamente y correlacionarse entre sí, para garantizar el sistema. Toda esta temática, que ha desbordado ríos de tinta y píxeles, debemos enfrentarla con una posición seria, atendiendo a las diversos puntos de vista, no sólo de nuestros juristas, sino de la sociedad misma y es una responsabilidad de todos y todas.
Dra. Érika Hernández Sandoval. Presidenta Colegio de Abogados y Abogadas de Costa Rica.
La seguridad ciudadana primero se construye y después se practica; es decir, la seguridad ciudadana no parte de una idea aislada a un problema concreto, de una iluminación o de un iluminado. Más bien, existe un cúmulo de factores que combinados entre sí, nos darán el inicio del camino, en esta construcción.
La Constitución Política de nuestro país, en su artículo 60 consagra, tanto a favor de los patronos como de los trabajadores, el derecho de toda personas a formar y organizarse en sindicatos, ya sea para obtener o para conservar beneficios económicos, sociales y profesionales en favor de sus agremiados, y aquella previsión constitucional es, por tanto, expresión de una libertad individual y colectiva reconocida en nuestro Estado de Derecho.
En todo caso y necesariamente, el Sindicato debe ser una organización democrática, en la que sus directores deben ser libremente electos por la mayoría de sus asociados o agremiados, según sea el caso, y sus decisiones sean previamente comunicadas y aprobadas.
No viene al caso, por respeto a la investidura y jerarquía de nuestro Tribunal Constitucional, cuestionar su fallo en relación con los procedimientos internos del Sindicato de Trabajadores Portuarios de Limón – SINTRAJAP -, que culminó con la reinstalación de la anterior cúpula directiva de aquella organización; aunque si conviene prever la importancia que para todo el país, en especial para la provincia de Limón, y no solo para los trabajadores agremiados de aquél Sindicato, tendrá el procedimiento interno que se celebrará en poco tiempo para la elección de esos dirigentes.
Hay en medio de aquél proceso decisiones trascendentales sobre el futuro de nuestro puerto atlántico. Decisiones que nos afectarán a todos como país, y que tendrán que ser discutidas y negociadas con aquél gremio. Sin embargo, es público y notorio que existen posiciones encontradas y hasta antagónicas entre quienes aspiran a ocupar aquellos cargos; y aquello amerita exigir que el proceso de elección se realice con absoluta transparencia.
Si fuese del caso, considerando el antecedente judicial ya resuelto, procede requerir voluntariamente la asistencia del Tribunal Supremo de Elecciones para que, como ente garante de la pureza de la expresión del sufragio en nuestro país, supervise aquellas elecciones, y podamos estar todos tranquilos de que lo que posteriormente se decidirá, será acordado con los representantes legítimos de los trabajadores limonenses, y no con un grupo interesado en anteponer otro tipo de intereses ajenos a su función sindical.
En las próximas elecciones internas de SINTRAJAP, sin duda, se definirá más que un puñado de cargos. Se definirá la posibilidad de cambio, y se expresará la voluntad de superación de toda una provincia, que merece mucho más de lo que hasta ahora ha tenido, atada por muchas limitaciones, algunas propias, pero otras que le han sido impuestas desde afuera, pero todas las cuales lamentablemente, y por mucho tiempo, han encontrado aliado en el conformismo, o en la falta de visión de futuro de cúpulas añejas que añoran más la lucha callejera obstinada que brinde posibilidad de destacar como “cabecillas” más que como “dirigentes”; relegando a un segundo plano el propósito de lograr la superación y el bienestar de los trabajadores de los muelles, y con la de ellos, la de la generalidad de la población limonense.
La Constitución Política de nuestro país, en su artículo 60 consagra, tanto a favor de los patronos como de los trabajadores, el derecho de toda personas a formar y organizarse en sindicatos, ya sea para obtener o para conservar beneficios económicos, sociales y profesionales en favor de sus agremiados, y aquella previsión constitucional es, por tanto, expresión de una libertad individual y colectiva reconocida en nuestro Estado de Derecho.
Costa Rica se ha consolidado como un país especial para la atracción de la inversión extranjera.
Debemos sentirnos entusiasmados de que empresas de todo el mundo pongan su mirada en un país que ha decidido competir y lo ha hecho de buena manera.
Sin embargo, es notorio que tenemos un saldo pendiente, en cuanto a la larga y tortuosa tramitonomía.
El país debe enrumbarse hacia una simplificación y agilización de trámites, que haga más eficiente el aparato estatal y le permita a las empresas y a las personas obtener respuesta a sus solicitudes en el menor tiempo posible.
En este sentido, como presidente de la Comisión de Relaciones Internacionales y Comercio Exterior de la Asamblea Legislativa, debo manifestar mi satisfacción porque este órgano parlamentario recientemente dictaminó un proyecto que vendría a eliminar el requisito de la consularización de documentos.
Se trata de la Adhesión de la Convención para eliminar del requisito de legalizar los documentos públicos extranjeros.
El procedimiento será sustituido por uno más ágil denominado internacionalmente como la “Apostilla”.
Éste, sin duda, es un paso importante en la dirección correcta.
Es un paso hacia la eliminación de requisitos innecesarios y absurdos que, al final, terminan siendo un obstáculo para la inversión y el crecimiento, así como un entrabamiento para los ciudadanos.
La “Apostilla” se utiliza en 97 países alrededor del mundo y ha probado su eficacia en disminuir los trámites por casi 50 años.
Sólo nosotros, como país, nos hemos quedado atrás.
La “Apostilla” es un sello especial, con su propio consecutivo y registro.
En el sistema vigente, el documento debe pasar por varias instituciones en su país de origen y luego ser enviado al consulado de Costa Rica más cercano y finalmente hacer lo propio localmente.
Lo mismo debe realizarse con los documentos locales que deban ser presentados en el exterior.
Costa Rica debe apuntar hacia la simplificación de trámites que permitan tanto al nacional como al extranjero realizar esos trámites y darles seguimiento en el menor tiempo posible y con un costo razonable.
Tenemos un rezago importante, pero con voluntad política podemos avanzar.
En definitiva, la adhesión a la Convención de la “Apostilla” es una señal en la dirección correcta.
La “Apostilla” es un ejemplo de hacia donde debemos caminar…hacia la eliminación de tanto procedimiento burocrático y engorroso que bloquea el camino al desarrollo.
Sin duda, un paso adelante en un largo camino.
COMENTARIO DEL DIPUTADO FRANCISCO CHACÓN
Costa Rica se ha consolidado como un país especial para la atracción de la inversión extranjera.
Debemos sentirnos entusiasmados de que empresas de todo el mundo pongan su mirada en un país que ha decidido competir y lo ha hecho de buena manera.
Mensaje de Dr. Luis Antonio Sobrado González Magistrado Presidente, TSE
Dr. Luis Antonio Sobrado González
Magistrado Presidente, TSE
El próximo domingo 5 de diciembre es un día muy importante, porque estamos llamados a votar. Completaremos ese día los gobiernos municipales. Tras haber elegido en febrero a los regidores y regidoras, en esta nueva cita con las urnas designaremos, entre otros cargos, a los alcaldes y alcaldesas que velarán por los intereses de nuestras comunidades durante los próximos cinco años.
Los gobiernos municipales han ido ganando protagonismo y relevancia en la vida cotidiana de los costarricenses. Para bien o para mal, las decisiones que se adoptan en las municipalidades y la eficacia con que se ejecutan, tienen un impacto directo en nuestra calidad de vida. No se trata, cuando hablamos de lo municipal, de las relaciones internacionales o de los grandes temas nacionales. Están en juego, más bien, cosas que a todos nos son muy cercanas y tangibles, por ser las que tienen que ver con la realidad de nuestro cantón y de los barrios que lo conforman.
Y es que de las municipalidades depende el buen estado de las calles vecinales y los espacios recreativos, la eficiente recolección de la basura, la promoción de la cultura local, la mejor atención de la seguridad del vecindario, el prudente manejo de las patentes, el saludable incentivo del comercio local y la necesaria planificación del desarrollo urbano del cantón para la conservación de su ambiente.
Estamos en todo nuestro derecho cuando exigimos que las municipalidades hagan bien su trabajo. Pero, a cambio, tenemos el deber de participar en la elección de aquellos que las gobernarán, así como la responsabilidad de hacer una buena escogencia.
La ecuación es clara: una buena gestión municipal redunda en mejor calidad de vida para los habitantes del cantón. La buena noticia de la democracia es que los ciudadanos no estamos obligados a resignarnos o conformarnos con criticar y lamentar las malas administraciones municipales. La democracia pone en las manos de cada ciudadano el poder de su voto. Las elecciones son la oportunidad más preciosa, y por ello imperdible, para forjarnos nuestro propio destino, escogiendo a las mejores personas para que dirijan la comunidad.
Si aún no ha decidido ir a votar, piénselo: esta elección es la de su barrio. No deje que sean otros los que elijan por usted, porque sería usted y no sólo los que vayan a votar, el que resultaría perjudicado si no se elige gente capaz y honesta para los cargos municipales.
En la página electrónica del Tribunal Supremo de Elecciones muy pronto podrá apreciar el amplio menú de candidaturas y propuestas de los partidos políticos. Podrá usted confrontarlas con la radiografía de su comunidad que, bajo el título “ficheros de información cantonal”, ya ofrece ese sitio web.
Infórmese, valore y decida. Es su derecho y responsabilidad como ciudadano costarricense.
Dr. Luis Antonio Sobrado González
Magistrado Presidente, TSE
El próximo domingo 5 de diciembre es un día muy importante, porque estamos llamados a votar. Completaremos ese día los gobiernos municipales. Tras haber elegido en febrero a los regidores y regidoras, en esta nueva cita con las urnas designaremos, entre otros cargos, a los alcaldes y alcaldesas que velarán por los intereses de nuestras comunidades durante los próximos cinco años.
La experiencia vivida por los mineros en Chile y su increíble rescate después de tanta espera, ha tenido al mundo reflexionando sobre el sentido de la solidaridad y compasión. Sentimientos fundamentales para la sana convivencia entre seres humanos.
Nos convertimos en una sola conciencia de paz y amor hacia el prójimo al cruzar los dedos frente al televisor para sostener con fuerza el éxito ante lo angustioso que debe haber sido pasar por un diminuto túnel de tierra y finalmente salir de esa oscura tumba que fue la mina. Cada lágrima de un hombre rescatado significó alegría y emoción. Cuando sus familiares abrazaron su llegada, el mundo entero también los abrazó.
La fuerza de Dios junto al milagro han devuelto a la humanidad su nobleza, dejando de lado egoísmos, vanidades y sobre todo luchas de poder. Unimos esperanzas por el bien común.
Es este un momento histórico vital. Como humanidad debemos sentir mucho orgullo al buscar todos los recursos materiales y humanos para salvar vidas inocentes. Permite considerar la idea de empezar a construir una sociedad tendiente al cuidado del alma individual como grupal. Así dejaremos de padecer enfermedades cotidianas como es la soledad por tener que vivir un mundo frío e inconexo.
Cuando el alma pone atención a los detalles más pequeños y actividades más comunes, si se lo cuida con ánimo y fuerza, tienen un efecto que va más allá de su aparente insignificancia. Y eso es justamente lo que necesitamos para favorecer un ambiente seguro donde hombres, mujeres, niños y niñas puedan disfrutar de la hermosa naturaleza y desarrollarse con plenitud.
Otro aspecto importante para llegar al bienestar del mundo es la espiritualidad. Establecer un orden interno en la propia conciencia que nos permita descubrir la belleza que se manifiesta en toda forma de vida. Implica hacer un cuestionamiento de los valores y supuestos en los que se basa la cultura actual. Pues la predominante visión científico industrial es sin duda un gran monstruo que destruye el amor y la vida espiritual humana.
Cuando nos dejamos hechizar por la promesa de dinero, poder y placer, millones de personas viven insensibles a su propia humanidad y significado. Lamentablemente nuestra cultura es anti ecológica, anti estética, y anti espiritual.
Vivimos en una sociedad basada en la visión científica mecanicista del siglo XVIII, que percibe a la naturaleza como producto muerto, insensible a la vida de los seres que habitan el planeta. Desde ese lugar frío vemos una Costa Rica indiferente a cientos de niños y niñas que amanecen sin tener que comer. Sin un lugar donde vivir. Sin leyes que verdaderamente los proteja de la explotación sexual, y muchos otros abusos.
Hogares donde las mujeres son agredidas y abandonadas por sus compañeros, inmersas en una sociedad aun machista. De ahí que los hijos varones siguen pensando que son superiores, por ende pueden dominar a sus hermanas, novias, esposas y compañeras de trabajo.
Padecemos de muerte y violencia en cada esquina. Las armas son pan de cada día. Las drogas en sus dos dimensiones básicas de tráfico y consumo forman parte de una cotidianidad insegura.
En nuestro país como en el resto del planeta hay millones de personas que viven dentro de una mina oscura simbólica. Sin aire puro, ni dignidad. Envueltos en guerras sin sentido, víctimas de secuestros, torturas y muertes injustas.
Y lo peor: no cuentan con una parte de la población que invente un sistema como el “Fenix” en Chile para sacarlos de su agonía. Nadie llora sus penas, ni cruza los dedos para un rescate exitoso.
Sin embargo, la naturaleza humana cuenta con capacidades infinitas de generosidad, cooperación, interdependencia y conservación. La cuales podemos revivir y rescatar para cambiar el mundo. Pero no pueden ser construidas por decreto o planeación administrativa: debe empezar a construirse en la misma conciencia interior de cada uno. La paz será siempre el camino y la recompensa.
La experiencia vivida por los mineros en Chile y su increíble rescate después de tanta espera, ha tenido al mundo reflexionando sobre el sentido de la solidaridad y compasión. Sentimientos fundamentales para la sana convivencia entre seres humanos.