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Familias Luminosas y alegres
Alabado sea el Verbo encarnado
En nuestras calles No todo es violencia
En medio del caos vial que aqueja nuestras ciudades, de los “mercados” ambulantes que se ven en cada esquina, de los indigentes que duermen en los caños, se mueve una fuerza de esperanza en nuestras calles.
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Jesús, ¡el verdadero protagonista!
En esta época tan especial, en este tiempo de alegría y convivio familiar, cuando la Navidad ya se encuentra aquí, qué especial momento para reflexionar, compartir, perdonar, y ser cada vez mejores humanos, pues es una gran bendición que se nos permita, nuevamente, que Dios nazca en nuestros corazones.
Sin duda, la Navidad constituye un crecimiento interno inminente pues en esa mágica noche estaremos celebrando el nacimiento histórico de Jesús y la presencia de Dios entre nosotros. Una encarnación en donde Dios tiene la delicadeza de esperar el consentimiento de aquella pareja de Nazareth, José y María.
De esta manera Jesús es fruto del diálogo más perfecto entre Dios y los hombres, fruto de la escucha de la Palabra de Dios y de su obediencia por parte de aquellos esposos. Sólo así podría Dios encarnarse y salvarnos siendo “Dios con y entre nosotros”. En la misma Sagrada Escritura se nos dice que Dios no puede vivir entre nosotros sin nuestro consentimiento.
No obstante, en estos días generalmente las personas la pasan tan ocupadas con, por ejemplo, la compra de regalos, fiestas o preparación de platillos especiales que a muchas se les olvida por completo sentarse a reflexionar sobre el valor del nacimiento de Jesús, a reconocer su impacto en nuestras existencias y, por lo tanto, a consentir, “decir sí”, a Dios en nuestras vidas.
Valga tener presente, entonces, que la encarnación de Dios entre nosotros hace más de dos mil años, además de representar un hecho histórico que ha marcado la historia de vida de millones de personas, también simboliza el recordatorio de que Jesús sigue viviendo entre nosotros: en la sonrisa e inocencia de un niño, en el aroma de una flor, en la magia de un amanecer o un anochecer, en la lluvia, en el abrazo de una madre o un padre, en los soplidos del viento, en el consuelo de un enfermo o un desamparado, en nuestra capacidad de pensar y sentir, en los alimentos de cada día, o en los pliegues de sabiduría de los ancianos.
Por lo tanto, si Él sigue viviendo entre nosotros, y de tantas maneras, deberíamos replantearnos ¿cómo lo recibiremos en nuestros hogares esta Navidad?... ¿Con regalos y fiestas solamente?... ¿Con una actitud superficial y rutinaria?...
Ciertamente Dios necesita de nuestra escucha, de nuestro diálogo, de nuestra acción, pues existen muchas situaciones como el desorden social existente, las familias desintegradas, los hijos alejados u olvidados por sus padres, los cientos de casos de intolerancia, la violencia intrafamiliar, en fin, tantas situaciones en las cuales se evidencia que hemos dejado a Dios a un lado y no hemos deseado que se encarne entre nosotros.
Ante este panorama, ojalá que el gozo de esta Navidad sea sincero y profundo, y no solamente basado en unos regalos, una comida o una rutinaria celebración. Ojalá esta Navidad nos llene de gozo el contemplar a Jesús presente en nuestras vidas, en nuestras familias, en nuestros trabajos, y que nos ayude a no perder la esperanza de poderlo contemplar también, a plenitud, en nuestra sociedad, en nuestras relaciones con nuestros hermanos nacionales y extranjeros.
Vivamos estos días de Navidad con Jesús naciendo en nuestras almas. Que Jesús no se convierta, una vez más, en el extraño invitado de nuestros hogares ni de nuestras vidas, sino el verdadero protagonista, y de esta manera todos los creyentes, a una sola voz, exclamar: ¡Alabado sea el verbo encarnado!
¡Feliz Navidad estimadas y estimados oyentes de Panorama!
En esta época tan especial, en este tiempo de alegría y convivio familiar, cuando la Navidad ya se encuentra aquí, qué especial momento para reflexionar, compartir, perdonar, y ser cada vez mejores humanos, pues es una gran bendición que se nos permita, nuevamente, que Dios nazca en nuestros corazones.
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HAGAMOS UN TRATO
Al germinar un nuevo año, la mente, el cuerpo y el espíritu se encuentran motivados para enfrentar nuevos retos, para poder dar un borrón y cuenta nueva o hacer una recapitulación de lo que quedó pendiente para renovarlo y enfocarlo mejor. Lo cierto es que se trata de una nueva carrera y el calendario nos anuncia nuevas oportunidades para ser proactivos.
Yo les propongo un trato: ¡hagamos propósitos comunes! Como costarricenses compartimos sueños e ideales, que nos permiten asociarnos tras una visión del país que queremos. Estoy segura que la mayoría estará de acuerdo en querer una Costa Rica donde reine la paz, el trabajo, la salud, el amor y la prosperidad. ¿Qué les parece si nos enfocamos en conjunto a promover esos valores?
¿Qué tal si nos proponemos escuchar más y hablar menos?, ¿qué tal si nos sentamos a dialogar en vez de gritar sin entendernos? ¿Qué tal si abrazamos, damos, sonreímos y perdonamos? Les propongo saludar más este año, decir más buenos días e interesarse más por la situación del otro. De repente se puede sorprender a alguien al servirle una taza de café, al cederle el espacio en el autobús o en la carretera, o al regalar una sonrisa de aprobación sin motivo aparente. Quizá podamos tenerle más paciencia al abuelo que cuenta sus historias lentamente o a los niños que hacen preguntas sin parar. Tal vez logremos ser más tolerantes cuando alguien piense distinto, entendiendo que se pueden buscar las formas de convivencia aunque no se compartan las ideas.
Procuremos dar lo mejor de nosotros mismos sin importar si trabajamos en la casa, en la oficina, en el campo, en el comercio, en el gobierno, en la escuela, en el escenario, en la iglesia, en el hospital o donde sea, simplemente procuremos hacer las cosas con honestidad; hacer lo mejor que podamos, sin desgastarnos en señalar al otro que hace mal, sino buscando la excelencia nosotros mismos para contagiar a quienes nos rodean.
¿Será posible que este año podamos bajar la ventanilla de nuestro vehículo y en vez ignorar al joven indigente o al vendedor ambulante, nos interesemos en ese ser humano y al menos les brindemos unas palabras de aliento y esperanza?
Individualmente, hemos sido dotados del poder para decidir y para actuar, nuestras acciones mueven el contexto que nos rodea, lo cambian, lo mejoran o lo deterioran, lo cierto es que se nos devuelve trayendo el fruto de lo sembrado y el resultado final, será nuestra realidad.
Cada quien sabe que es lo que debe mejorar para que su ambiente cercano cambie positivamente, pero les aseguro que si cada uno y cada una hace su parte y nos esforzamos en conjunto por hacer mejor las cosas, veremos el resultado en nuestra sociedad, la suma de cada persona, cada familia o cada grupo actuando proactivamente, sin duda hará de Costa Rica un mejor país.
¡Feliz 2011!
Mónica Segnini Acosta
Al germinar un nuevo año, la mente, el cuerpo y el espíritu se encuentran motivados para enfrentar nuevos retos, para poder dar un borrón y cuenta nueva o hacer una recapitulación de lo que quedó pendiente para renovarlo y enfocarlo mejor. Lo cierto es que se trata de una nueva carrera y el calendario nos anuncia nuevas oportunidades para ser proactivos.
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Si repetimos procedimientos, no esperemos resultados diferentes
El próximo 21 de enero, los trabajadores del Sindicato de Japdeva, Sintrajab, nuevamente, tendrán la gran oportunidad de decidir si siguen amarrados a una situación que, por años de años, los ha tenido postrados ante una dirigencia que pareciera tener en su mira otras motivaciones que sus tareas sindicales, o si vuelven a apoyar al grupo destituido por la Sala IV, que tiene una propuesta diferente pues entienden distinto la tarea a realizar, donde la confrontación como recurso, quedaría atrás, para dar espacio a un diálogo virtuoso entre todos quienes quieren y necesitan construir un mejor Limón.
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Ama un solo día, y el mundo habrá cambiado
Iniciar un año como si nada, es una enorme irresponsabilidad, pues un año de vida es un regalo muy grande como para desperdiciarlo. El inicio de un nuevo año es el momento para reunir las fuerzas y toda la ilusión para comenzar el mejor tiempo de la vida, porque el que se proponga convertir este en su mejor año, lo puede lograr.
El año nuevo es una oportunidad más para convertir la vida, el hogar o el trabajo en ámbitos distintos. "Quiero una vida diferente”, “voy a comenzar bien”, “sí puedo lograrlo”, “¿qué requiero para hacerlo?”, “¿por qué no cumplí las metas en este año?”, “¿qué dejé de hacer?”, “¿en qué debo cambiar?”…, son algunos pensamientos que podrían ayudarnos a terminar bien el dos mil diez y comenzar mejor el dos mil once.
Quizá el dos mil diez no fue el mejor año, pero por qué no pensar que el dos mil once va a ser distinto; es un deseo, es un propósito, es una voluntad, y no debemos echarlo a perder. No olvidemos que tenemos otra oportunidad la cual no debemos desperdiciar porque la vida es realmente breve. Ya lo afirmaba el poeta inglés Robert Browning: “Ama un solo día, y el mundo habrá cambiado”.
Entonces por qué no aventurarnos a decir: "Desde hoy, desde este primer día, desde bien temprano, todo será distinto” En mi hogar, voy a desterrar ese egoísmo e indiferencia que tantos males provoca, voy a estrenar un nuevo amor con mi familia, seré mejor padre, madre, hermano o hijo.
Seré también distinto en mi trabajo, no porque vaya a cambiarlo, sino por el firme compromiso de ser mejor en él, en vez de quejarme por levantarme temprano y salir tarde, agradeceré que tengo con qué obtener el pan de cada día mientras hay tantos quienes hoy están desempleados.
Incluso podríamos desempolvar nuestra solidaridad para poner un poco más de empatía y generosidad en nuestra jornada diaria. La sociedad debería cansarse de seguir siendo egoísta, apática, intolerante, violenta, irrespetuosa e injusta. Aspiremos a otro estilo de vida, a otra forma de ser, una más positiva, más fraterna, juiciosa y humana…, ¿por qué no intentarlo?...
De ahí deberíamos sacar los grandes argumentos para enfrentar el dos mil once; las grandes razones para un cambio radical en donde no queramos resignarnos a ser iguales, sino a luchar, a trabajar, a crecer, progresar, y a querer empezar un nuevo año positivamente. De nosotros, exclusivamente, depende el qué vamos a hacer con él, cuáles serán nuestras metas y con cuál actitud vamos a enfrentarlo…
Por ello, el momento es propicio para reflexionar internamente sobre experiencias pasadas, situaciones presentes y el porvenir. Para aprender del pasado, disfrutar el presente y construir un futuro mejor. Lógicamente, siempre podemos escoger entre vivir el mundo tal cual lo conocemos o cambiarlo por el que deseamos, la decisión al final es, si así lo queremos, de cada uno según decida ejercitar su albedrío.
Definitivamente me uno a los grandes insatisfechos, a los que reniegan de la mediocridad, a los que rechazan el conformismo y la apatía, a los que piensan y actúan en grande, a los optimistas, y a los que, aún conscientes de sus debilidades, confían y luchan por una vida mejor, por un año colmado de paz, amor, salud, armonía, unión, felicidad y prosperidad para todos. ¿Y usted?...
Iniciar un año como si nada, es una enorme irresponsabilidad, pues un año de vida es un regalo muy grande como para desperdiciarlo. El inicio de un nuevo año es el momento para reunir las fuerzas y toda la ilusión para comenzar el mejor tiempo de la vida, porque el que se proponga convertir este en su mejor año, lo puede lograr.
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REFORMA LEGAL AMENAZA LOS RECURSOS PESQUEROS DE LOS PARQUES NACIONALES
¿Qué sucedería en las áreas terrestres si a alguien se le ocurriera, mediante una reforma a la ley, talar y cazar en todas las áreas protegidas terrestres del país?
Algo similar, pero real, podría ocurrir en las áreas marinas protegidas si se aprueba el proyecto de reforma al artículo 9 de la Ley de Pesca y Acuicultura, que tramita actualmente la Comisión Especial Investigadora de la Provincia de Puntarenas.
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Nuestra responsabilidad como ciudadanos
Desde que vi la película Titanic quedaron marcadas en mi memoria las escenas en donde un grupo de músicos, a pesar de estar tan cercana la muerte, deciden hacerle agradable a mucha gente sus últimos momentos al continuar interpretando juntos una melodía, mientras que, por otro lado, el novio rico no tiene reparos en usar cualquier medio con tal de salvarse, aún sabiendo que así otros perdían su vida.
Esto lo relaciono con nuestra responsabilidad como ciudadanos, pues todos, y especialmente quienes tienen unos deberes sociales, estamos llamados a promover el lado positivo de la sociedad, debiéndonos preguntar ¿qué podemos hacer para convertirnos en ciudadanos solidarios en vez de individuos egoístas, consumidos por nuestros propios intereses? Lógicamente responder a la pregunta acerca de la dimensión solidaria de la ciudadanía no parece una cuestión fácil. Ello no es nada extraño pues, en el fondo, la ciudadanía difícilmente se puede considerar como un hecho natural, siendo más bien una construcción social.
Empero, se puede decir que la ciudadanía es, antes que cualquier otro asunto, el esfuerzo por superar el aislamiento rústico para promover la comunicación de la civilidad; es decir, lo propio del ciudadano es un cierto tipo de comportamiento que evoca la idea de decoro, cortesía o urbanidad, contra las actitudes inciviles.
Implica, a la vez, una decisión de humanismo con los demás, manteniendo una actitud de ayuda, que comienza en el respeto y la comprensión por encima de las diferencias no sólo de grupos de pertenencia, sino, también, de condiciones personales las cuales abren la posibilidad para llegar a alcanzar altos niveles de empatía con cualquiera de los miembros de nuestra sociedad.
También ciudadanía solidaria significa responsabilidad en el cumplimiento de los deberes personales que incluyen, primeramente, los de tipo familiar, profesional y social, con plena conciencia de que los derechos no están separados de los deberes, pues, en última instancia, no pueden promoverse buenos ciudadanos mientras no se haga notar que la mayor parte de los derechos y libertades están relacionados con el nivel de deberes que los ciudadanos asumen para sí mismos.
Naturalmente, los deberes de los ciudadanos son en parte iguales y en parte distintos. Por ejemplo, todos estamos llamados a obedecer a las leyes justas. Todos estamos convocados a trabajar, teniendo en cuenta el bien del país. Pero quienes están en una posición social o económica destacada, han de ser conscientes de sus especiales deberes de ejemplaridad y de su compromiso en hacer posible el pleno empleo de sus responsabilidades con el fin de que mejoren las condiciones de vida de todos los ciudadanos.
No es que la ciudadanía solidaria convierta en iguales a todos, pero implica el reconocimiento de una igual dignidad sustancial, cuya traducción jurídica consiste en el respeto a la Declaración Universal de Derechos de los Humanos. Como lo señala el doctor en Filosofía, Jorge Seibold, “los derechos no dejan de ser un ideal rico en valores que es preciso conquistar continuamente para hacerlos plenamente reales, de lo contrario se pierden. Por eso la formación en los derechos y también en los deberes no es solamente una enseñanza de contenidos que solo es preciso conocer, sino también de prácticas para que sean vividos y conquistados por la ciudadanía para el bien común”.
Sencillamente, ciudadanía solidaria es repensar nuestros desafíos a la innovación democrática, tomar en cuenta los nuevos actores sociales, las nuevas problemáticas y las nuevas posibilidades de participación para abrir los horizontes de una Costa Rica más próspera, equitativa, plural y humana.
Desde que vi la película Titanic quedaron marcadas en mi memoria las escenas en donde un grupo de músicos, a pesar de estar tan cercana la muerte, deciden hacerle agradable a mucha gente sus últimos momentos al continuar interpretando juntos una melodía, mientras que, por otro lado, el novio rico no tiene reparos en usar cualquier medio con tal de salvarse, aún sabiendo que así otros perdían su vida.
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