Comentarios

Bonos de vivienda para solidaristas

Entre los proyectos de ley que tienen que ver con el solidarismo, uno nos encanta y otro nos preocupa. El proyecto de ley que alegra al Movimiento Solidarista consiste en la adición de un inciso “e)” al artículo 66 de la ley para el sistema financiero nacional para la vivienda, con el fin de incorporar a las asociaciones solidaristas como entidades autorizadas. Lo que ocurre es que resulta injusto que las asociaciones solidaristas no estén autorizadas para tramitar el bono de vivienda, como sí lo están las asociaciones mutualistas de ahorro y préstamo, los bancos del Estado, los bancos privados, las cooperativas y fundaciones. De contar con esta herramienta, las asociaciones solidaristas podrían garantizar el acceso a una vivienda digna a muchos más costarricenses. Sólo en los cinco años más recientes, el Movimiento Solidarista Costarricense, como sector, ha generado unas 25 mil soluciones de vivienda. Eso se multiplicará si las asociaciones pudieran financiarle un lote a la gente y, cuando cumplen con los requisitos, de una vez tramitarle el bono de vivienda. Es una excelente idea. La aplaudimos. Los solidaristas merecemos esta inclusión, con la que podremos generar bienestar y desarrollo integral. Hay asociaciones solidaristas muy exitosas en el tema de la vivienda, como las de Holcim, Taca y Grupo San Cristóbal.
El proyecto que nos preocupa tiene el expediente 17364. Se llama “Ley de Fortalecimiento del Solidarismo del Sector Público”. Nos preocupa porque pretende que puedan mantenerse como afiliados de una asociación solidarista quienes se hayan retirado temporalmente de sus labores o de manera definitiva por pensión. Paso a explicar los argumentos contenidos en un análisis de esta ley, y que obtengo de un documento aprobado por nuestra junta directiva. La posibilidad de que personas que no se encuentran vinculadas a la empresa (pública o privada) puedan mantenerse afiliadas desvirtúa la naturaleza jurídica y administrativa de las asociaciones solidaristas, pues estas son organizaciones eminentemente laborales. El aporte patronal es un adelanto de la cesantía y únicamente corresponde a los trabajadores que, de conformidad con la ley, tienen derecho. No se puede otorgar el derecho a la cesantía, vía inclusión a la asociación solidarista, para los servidores que, por ley, no tienen ese derecho. Esta es una manera de aumentar las cargas del Estado injustificadamente.  Junto a esto, debemos señalar que no existe razón jurídica válida que pueda posibilitar, en lo que respecta a la Ley Solidarista, una distinción entre los solidaristas de las instituciones del Estado y los solidaristas de las empresas privadas. Dejamos en claro que esta reforma pretende afianzar la posibilidad de que personas que no son trabajadores de una institución pública determinada puedan formar parte de la asociación solidarista. Además, resulta a todas luces incomprensible la intención de eliminar la prohibición que impide que los representantes patronales formen parte de la junta directiva de una asociación solidarista. ¿Cuál diferencia existe entre el gerente general de un banco estatal y el de un banco privado? ¿Cuál diferencia existe entre el auditor de una institución autónoma y el auditor de una empresa privada? La eliminación de esta prohibición (para el sector público) nos parece inconveniente e ilógica. Esta norma existe en la ley para que la administración de las asociaciones solidaristas sea ejercida por los trabajadores, no por los patronos.
Entre los proyectos de ley que tienen que ver con el solidarismo, uno nos encanta y otro nos preocupa. El proyecto de ley que alegra al Movimiento Solidarista consiste en la adición de un inciso “e)” al artículo 66 de la ley para el sistema financiero nacional para la vivienda, con el fin de incorporar a las asociaciones solidaristas como entidades autorizadas.

DEL DICHO AL HECHO...

Es innegable que a toda época corresponde un perfil de líder; ya sea desde la óptica de quien se considera capaz de enfrentar las dificultades y proponer como realizarlo, o desde la perspectiva de la sociedad, la cual percibe quién efectivamente tiene las características y la vocación para llevarlo a cabo.
Ahora bien, inmersos como estamos en una etapa particularmente compleja de nuestra historia en donde se es parte de un mundo que ha hecho de la globalización una apabullante realidad y en donde no es una exageración afirmar que, pese a esto, la democratización de la sociedad no ha caminado tan aprisa, es imperioso decidir, con buen tacto, el tipo de líder necesario que deseamos, o que deseamos ser, para el bienestar de la Patria.
Pues ha resultado evidente que el plano en que se despliegan muchas de las acciones humanas tan fundamentales como la educación o la política, y quienes en su interior operan, no corresponde con lo que el país ha esperado o ha aspirado para un pertinente avance democrático. El país está sediento de contar con líderes educativos y políticos que puedan proponer soluciones a los problemas concretos que a diario se viven, llámense la excelencia educativa, el evitar la deserción,  lograr una mayor seguridad ciudadana, fomento de un trabajo digno, telecomunicaciones, salud, infraestructura vial, pobreza o situación fiscal.
Es fundamental, entonces, que quienes asuman el rol de líderes educativos o políticos tengan en cuenta que el verdadero enemigo no es un partido opositor, ni menos el compañero que pretende también ostentar un puesto, sino los tremendos problemas que nos agobian y que exigen una pronta y efectiva solución. El liderazgo no puede limitarse a su simple obtención de poder; el poder es, según palabras del político español Ernesto Giménez Caballero, “un deber y no un derecho. Un servicio y no un favor. Un acto de humildad y no de orgullo”.
Por ello quien quiera aspirar a ser el líder de nuestro progreso, quien crea que cuenta con esta habilidad, deberá hacer de su capacidad el instrumento que genere, a partir de grandes decisiones, las necesarias transformaciones de nuestra Costa Rica. Porque, en la medida que la oferta del líder se dirija a este punto, no sólo será capaz de ubicar a la política y a la educación en su perspectiva concreta; sino que estará más cerca de asumir, con mayor conciencia, la necesidad de que la gente tenga, por el avance nacional, una mayor participación en la vida democrática.
Si nuestros líderes educativos y políticos no brindan planteamientos puntuales, sin duda, la desconfianza imperante se seguirá incrementando. Pero, a la vez, si los ciudadanos no les exigimos a los líderes un mensaje coherente y honesto, seremos nosotros los que les estaremos haciendo, directamente, un gran daño a nuestra democracia.
Por tanto, es el momento para declararle la pelea a esas actitudes cargadas de palabrería empalagosa y sin sentido que han sustentado, en muchas ocasiones, a nuestro entorno político y educativo por años, ha llegado el momento de pasar del dicho al hecho, quizás ese es el mayor desafío de quienes desean, o tienen ya en sus manos, el liderar el bienestar de nuestra Nación.
Definitivamente nuestra educación, nuestra política, en fin, Costa Rica, requiere líderes con valores, actitudes y habilidades que les permita ser agentes de cambio, que coadyuven al desarrollo de su comunidad y que contribuyan a forjar nuevas generaciones de líderes quienes forjen una nueva cultura de visión,  valentía y empatía en permanente crecimiento. Líderes cuyos pensamientos, palabras y acciones estén en plena armonía, concordancia, transparencia y honestidad, pues, precisamente, el secreto para liderar reside en hacer lo que se predica.
Es innegable que a toda época corresponde un perfil de líder; ya sea desde la óptica de quien se considera capaz de enfrentar las dificultades y proponer como realizarlo, o desde la perspectiva de la sociedad, la cual percibe quién efectivamente tiene las características y la vocación para llevarlo a cabo.
Ahora bien, inmersos como estamos en una etapa particularmente compleja de nuestra historia en donde se es parte de un mundo que ha hecho de la globalización una apabullante realidad y en donde no es una exageración afirmar que, pese a esto, la democratización de la sociedad no ha caminado tan aprisa, es imperioso decidir, con buen tacto, el tipo de líder necesario que deseamos, o que deseamos ser, para el bienestar de la Patria.

Costa Rica y el nuevo tablero mundial.

El mundo está sufriendo innumerables cambios, y en el nuevo tablero mundial la política, las relaciones internacionales, la geopolítica, juegan un papel de primer orden. Los problemas comunes como el terrorismo, el crecimiento económico sostenido, el cambio climático, que pasaron de ser un problema aislado a uno generalizado y de los cuales Costa Rica no puede ser un mero espectador, encomiendan a nuestro a país  un actuar propio de nuestra capacidad.
Costa Rica al igual que con México, Estados Unidos, Canadá y el resto de Centroamérica, también debe ver al sur, sentirse parte de Latinoamérica, sentirse argentino, sentirse brasileño, sentirse chileno, sentirse peruano. Se deben ampliar nuestras expectativas, no creer en ese  satanismo  hacia la hermandad en esa parte del mundo, que podría llevarnos hacia la tierra del fuego o el Amazonas. Y dejando de ver en América del Sur  solo  las figuras de Hugo Chávez, el comunismo o la hoz y el martillo.
Eso también implica que actuemos con sabiduría, manteniendo nuestra posición fuera de cualquier corriente ideológica, que sepamos ser gente, no sentirnos tan diferentes, pero que actuemos tomando en cuenta que nuestra personalidad es una, y eso no se somete a discusión. Podemos demostrar un sinfín  de cualidades, que nos hacen grandes: como la cultura, la capacidad tecnológica, nuestra biodiversidad, nuestra inteligencia, nuestra fe en la democracia y en nuestras instituciones, nuestra unidad y felicidad. Nuestra capacidad de negocio y de buen clima para la inversión.
Tenemos mucho que dar y mucho que recibir, no basta con quedarnos en simples discursos diplomáticos, en abrir  embajadas en las zonas más escondidas del planeta, si no accionamos en la dirección correcta.
De esta forma los y las costarricenses podemos optar por nuevos horizontes de crecimiento económico, de inversión, de trabajo, de estudio y  aprendizaje, de intercambio cultural. Fortaleciendo así nuestra relación con la región de la cual y como hemos podido constar con el conflicto nicaragüense, sigue siendo pilar diplomático.
Costa Rica debe y puede mirar al Sur sin ningún miedo, con la misma actitud inspiradora, positiva, y caudillista que nos embarcó en un viaje hacia China como la más fehaciente prueba de crecimiento, avance, buenas decisiones y creencia en que cuando queremos; podemos.
Fabián Gamboa Corrales.
El mundo está sufriendo innumerables cambios, y en el nuevo tablero mundial la política, las relaciones internacionales, la geopolítica, juegan un papel de primer orden. Los problemas comunes como el terrorismo, el crecimiento económico sostenido, el cambio climático, que pasaron de ser un problema aislado a uno generalizado y de los cuales Costa Rica no puede ser un mero espectador, encomiendan a nuestro a país  un actuar propio de nuestra capacidad.

La flaca memoria de nosotros los ticos …

En algún momento de nuestra vida,  hemos escuchado a alguien decir que en este país, no hay escándalo que dure tres días.  Sin duda, un triste diagnóstico, tan autóctono como nocivo,  pues por esa estrechez de memoria,  somos reincidentes en una larga lista de males,  con los cuales nos hemos acostumbrado a vivir y,  ni hacemos nada por resolverlos ni exigimos a quienes elegimos, para que hagan esfuerzos reales y definitivos por hacerlo.
La lista es enorme y por lo tanto es imposible abarcarla toda: Sobornos a policías y actos de corrupción de funcionarios públicos de todo nivel,  que en el mejor de los casos son suspendidos por períodos de hasta 6 meses pero con goce de salario,  biombos y listas de espera interminables en los hospitales de la Caja, el desmadre en nuestras carreteras donde mueren todos los días inocentes a manos de borrachos al volante, la oferta de drogas en escuelas y colegios de todo el país, el tráfico de influencias al más alto nivel,  la inmigración por la libre de delincuentes de todas latitudes, la pésima gestión de la gran mayoría de diputados, la paupérrima participación en las elecciones municipales y lo que es peor la re-elección de gentes con gravísimos cuestionamientos.
Todos esos males no atendidos y todas las soluciones postergadas, retratan una parte del ser costarricense que es necesario cambiar.  Olvidamos muy rápido los ticos y eso nos vuelve vulnerables.
Hay una dolencia que nos ha venido aquejando de manera grave en  los últimos meses; pero como todo, en esta Costa Rica veraniega y pura vida, ya casi no nos acordamos y hasta hay quienes minimizan la violación a la soberanía de que estamos siendo objeto por ese camarilla de delincuentes y hasta dicen que el territorio que nos quieren robar es un “suampo”.  NO señores, son humedales con vida en peligro de extinción, pero ante todo es un pedazo de suelo patrio.
Curiosamente, los que en el pasado han convocado a multitudinarias marchas para defender la soberanía nacional,  en esta oportunidad no han dicho ni pío.  Los que destruyen obra pública, bloquean calles, levantan barricadas y cubren sus rostros con pasamontañas en defensa de la patria;  no se han pronunciado.
¿Qué nos pasa a los ticos, que somos tan olvidadizos? ¿Es acaso que la costumbre de vivir en paz y democracia, han lavado de nuestra memoria, las gestas heroicas que en el pasado libraron costarricenses deseosos de resguardar a la patria de malhechores extranjeros, mercenarios y delincuentes?
Es entendible que el alto grado de alfabetización y la dicha de no tener un ejército, nos hagan personas de paz, pero…¿Es posible que tengamos que aceptar que un delincuente,  sin ninguna educación ni respeto por nada,   se burle de nosotros y envenene a todo un pueblo sumido en la ignorancia y la miseria por décadas de dictadores y ladrones, y no pase nada?
¿Tendremos que resignarnos a que un pachuco de esta calaña, haga lo que le da la gana en el mismo jardín de nuestra casa,  destruya un pedazo del pródigo suelo del que habla nuestro Himno Nacional y en este país sigamos más preocupados por la inauguración de un estadio, por un partido de fútbol y un concierto?.  Perdonen que sea aguafiestas,  pero mi memoria no puede ser tan corta.
Todavía tengo en mi recuerdo la imagen del comandante nada caminando por las calles de Cartago y todavía en este país, en el mismo Cartago, hay una familia que llora a su padre muerto en el atentado de La Penca, donde ese comandantillo se ocultaba del mismo dictador del que hoy es cómplice.  Bajo este límpido cielo, el comandante que no comanda ni su dignidad,  hoy se asocia con el maleante  que ayer combatía para que lo inviten a la piñata.
El mundo debe entender y tiene la obligación de hacer que hasta el último milímetro de nuestro territorio debe ser respetado.  Nuestra dignidad, nuestra vergüenza y nuestra memoria, deben ser resguardadas por nosotros los ticos.
En algún momento de nuestra vida,  hemos escuchado a alguien decir que en este país, no hay escándalo que dure tres días.  Sin duda, un triste diagnóstico, tan autóctono como nocivo,  pues por esa estrechez de memoria,  somos reincidentes en una larga lista de males,  con los cuales nos hemos acostumbrado a vivir y,  ni hacemos nada por resolverlos ni exigimos a quienes elegimos, para que hagan esfuerzos reales y definitivos por hacerlo.

Nosotros y el Indice de Prosperidad 2010.

El influyente Instituto Legatum ha medido una vez más los niveles de felicidad y calidad de vida de la mayoría de las naciones del mundo. Unas 110 que equivalen a casi el 90% de la población mundial.
El Instituto Legatum es una organización privada con base en Londres, que se caracteriza por la investigación global.  Y en su nuevo informe aparece Costa Rica en el puesto 33. Con respecto al pasado informe, nuestro país pierde un lugar y fue superado por Uruguay que pasó del puesto 33 al 28.
Este informe es la única evaluación global de la riqueza y el bienestar en el ámbito mundial. Se evalúa sobre la base de una definición de la prosperidad que combina el crecimiento económico junto con medidas de felicidad y calidad de vida.
Estas mediciones ayudan a entender que la libertad personal, la seguridad y la buena salud constituyen la receta del éxito; en cambio, queda claro que una deficiente gobernabilidad limita la prosperidad general.
Por otra parte se afirma, por parte de quienes lideran el Instituto Legatum, que la verdadera prosperidad consiste en más que dinero. De esta manera se hace ver que también incluyen la felicidad, la salud y la libertad. El Índice de Prosperidad de que hablamos muestra que, además del éxito económico, la prosperidad de una sociedad se basa en familias y comunidades sólidas, libertad política y religiosa, educación y oportunidad, y un entorno saludable.
Bien, pues se supone que en esto estamos bien en el contexto latinoamericano. Antes liderábamos este índice. Hoy vamos por debajo de Uruguay, Chile está a un punto de igualarnos y Panamá pasó del puesto 42 al puesto 40 y se acerca.
Un dato bueno. Sin embargo, no hemos de llamarnos a engaño. Cuanto nos falta de cara a quienes lideran listas es mucho y es grave. Se dice que somos un país feliz y próspero, sin embargo y con frecuencia, las gentes en la calle perciben otras cosas. Quien es atendido por las instituciones públicas es, a menudo, poco feliz y, además, quien sufre nuestra pésima infraestructura se angustia e indispone con más frecuencia de la debida.
Puede que sí seamos ese país 33 el la lista del Índice de Prosperidad de Legatum. Y puede que no seamos del todo una población triste y marcada por la angustia o la agonía por sobrevivir. Pero lo que queda ahora es mirar hacia los primeros de la lista y descubrir en el estilo de vida de Noruega, Dinamarca o Finlandia pistas para superar las oscuridades que aún nos hacen padecer y que poco a poco son los culpables de que perdamos escaños en este índice que, puede ser, que su nueva edición, no nos trate tan bien.
El influyente Instituto Legatum ha medido una vez más los niveles de felicidad y calidad de vida de la mayoría de las naciones del mundo. Unas 110 que equivalen a casi el 90% de la población mundial.

HABIA UNA VEZ… Y DOS Y TRES…

¿Por qué nosotros los ticos no entendemos o asumimos de una buena vez, para que captemos o ejecutemos  solo, a golpe de tambor? Y una y dos y… No podemos continuar volando en las alas de "Gaviota" y con el  “guiri-guiri” en la mano, que se estira, pero se nos encoje –como le ha sucedido a nuestros logros del pasado-. No podemos continuar gastando el celular con “Julieta-tá” o con el  “Pipiribao” y pensando como éste, en lugar de dar el 100% en el trabajo; creyéndole a “Emeterio”, afirmando que el guaro blanco es un alimento, viviendo en la luna liberiana y esperando a que Tatica Dios baje el dedo.
¡Urge que pongamos los pies sobre el suelo! No importa que sea "piso e’ tierra", siempre y cuando estemos ¡bien plantados! Satisfechos, si ponemos nuestro máximo esfuerzo. Sin embargo, somos dados a brincar y eludir las responsabilidades, los problemas y, por ende, las soluciones. Por ello es que tenemos tanto trabajo acumulado, como nación.  Deberíamos poner al día nuestros asuntos, ¡ya! ¿Una opción? Mediante la apretada y olvidada  “Agenda de Desarrollo”.  Y de verdad, ¡desarrollarla!
Si es necesario, le seguimos la pista a los buenos pasos dados por otras naciones para poner en orden la "casa" por dentro. Tomamos nota, copiamos lo "copiable", agregamos nuestro aporte, ajustamos, ¡y ejecutamos! Así llegaremos a abrir nuestras puertas -al mercado global, por ejemplo- bien preparados; seguros. Y logrando percibir beneficios para todos los sectores del país; especialmente para los que menos tienen.
Aunque, sin ser negativos, debemos preguntarnos, por la víspera que observamos: ¿Cuándo nos vamos a poner al día? ¿Cómo?
Es que, a menudo nos sentimos perdidos porque el país se ve como en el “túnel del tiempo” y sin reloj; o con uno de piñata y el túnel: sin la revisión técnica al día y sin plata para la gasolina o para pagar el recibo de la luz.
¿Por qué? Porque, según nos conducimos en vehículo y a pie así manejamos muchas veces nuestros asuntos: sin lógica o sentido común. Sin interés. Y en cámara lenta cuando se necesita rapidez o atropelladamente cuando lo que se requiere es mesura. Además, dificulta nuestro despegue el hecho de que para muchos de nosotros en nuestro país todo está de maravilla; por lo que ni se enciende, al menos, la luz de alerta amarilla. O, la costumbre de caminar viendo hacia abajo, nos conduce a  compararnos solamente con los que andan por debajo. O para evitar la fatiga y las responsabilidades es más cómodo engañarnos. Y nos aferramos a las leyes… ¿Sí? ¿Aja?... Y nos aferramos a las leyes del menor esfuerzo y del “portamí”. Otros sueñan y temen despertar. Por todo esto es que nos da pavor o pereza, ver o aceptar la verdad.
Definitivamente, nuestros males se desprenden de nuestra idiosincrasia. Y no es posible que para cambiar, nos sentemos a esperar hasta una próxima “Conquista”, para ver quiénes nos llegan por aquí y nos cambian. Positivamente, es la fe.
Debemos modificar nuestra mentalidad. Nada grande podremos levantar o  sostener si nuestro país no transforma su “personalidad”. Debemos eliminar las cosas negativas y sin gracia de nuestra querida idiosincrasia.
Bien, ¡manos a la obra, durante este 2011!
Warren Lee Vargas
¿Por qué nosotros los ticos no entendemos o asumimos de una buena vez, para que captemos o ejecutemos  solo, a golpe de tambor? Y una y dos y… No podemos continuar volando en las alas de "Gaviota" y con el  “guiri-guiri” en la mano, que se estira, pero se nos encoje –como le ha sucedido a nuestros logros del pasado-. No podemos continuar gastando el celular con “Julieta-tá” o con el  “Pipiribao” y pensando como éste, en lugar de dar el 100% en el trabajo; creyéndole a “Emeterio”, afirmando que el guaro blanco es un alimento, viviendo en la luna liberiana y esperando a que Tatica Dios baje el dedo.

Lo mejor de mi mes de enero… La tradición de los Rezos del Niño

Este mes de enero me dejó una gran lección de vida: la verdadera Navidad se vive al inicio de cada año, y no como yo creía, no al final de cada diciembre. La verdadera Navidad se vive en enero porque el espíritu de nuestra celebración ya no está ni el 24 ni el 25 de diciembre… Está en el Rezo del Niño.
El músico Alexander Chaves me había dicho varias veces que hiciera un trabajo especial sobre los rezadores de mi pueblo. Esta vez, fui con él en un recorrido por los rezos que organizan en nuestra comunidad.
Me encontré al Niñito Dios, al verdadero protagonista del milagro de la Navidad, al Niñito Dios que nació entre una mula y un buey, en un pesebre de miseria. Le cantan, le rezan, lo alaban, lo agasajan… En Guápiles, Cartago, San José y Grecia, en enero vi al Niñito Dios, no a Santa, o a Santa Claus. No vi al señor regordete que sólo sabe dar regalos a los niños que tienen quién les compre una Navidad consumista.
Hay rezos en los que queman bombetas después de cada misterio, y rezos donde uno ve que vienen hasta buses de gente. Los rezos son fiestas muy especiales en todas las familias que deciden conservar la tradición.
En todas las casas, se nota que los rezadores son como parte de la familia, o visitantes que cada quien recibe como si fueran propios de su casa.
Entre otros, fui a dos rezos amenizados por quince músicos de Cartago, del grupo Bambú, que hacen el rezo con todo y acordeón y dulzaina. En uno de esos rezos amenizados por quince músicos cartagineses, el gran compositor Rodolfo Emilio Morales me presenta al hombre del acordeón, Rafael Bolaños, es el líder del grupo Bambú. Cuando le hablo de los rezos, me cuenta que un día de Navidad, fue a una tienda llena de todo tipo de chucherías para Nochebuena, y cuando la muchacha le preguntó, “señor, ¿qué se le ofrece?”, don Rafael le contestó, “mire, entre este montón de tiliches, ¿usted podría ayudarme a buscar al Niño Dios?”.
Tomo la pregunta para mí mismo, y me respondo que yo sí encontré al Niño Dios, lo encontré en cada casa, con el rezo del Niño.
Los rezadores llegan a cada casa y con ellos nace de nuevo el Niño Dios. Nace en sus gargantas, en sus voces, en sus cantos…
Nace el Niño Dios en cada casa, en enero, lejos de la Navidad consumista. Nace el Niño Dios y los rezadores son como aquellos que siguieron la estrella y celebraron para el mundo el nacimiento del Hijo de Dios, del Niño que vino a cambiar para siempre la historia de la humanidad.
Este mes de enero me dejó una gran lección de vida: la verdadera Navidad se vive al inicio de cada año, y no como yo creía, no al final de cada diciembre. La verdadera Navidad se vive en enero porque el espíritu de nuestra celebración ya no está ni el 24 ni el 25 de diciembre… Está en el Rezo del Niño.

LA CORTE EN SU 185 ANIVERSARIO

Para 1821, San José contaba con 500 casas y unos 2000 mil habitantes. Su aspecto de era de un pequeño pueblo, “... Con calles estrechas, dispuestas en cruz, techos de tejas coloradas…astas de banderas, uno que otro campanario, y sobre todo, relucientes penachos de verde follaje que brotaban por los tejados rojos, aquí y allá, arriba y abajo, por todas partes. Dos limpios y cristalinos riachuelos eran los límites naturales de la ciudad”. (Guier, Jorge Enrique).
Los edificios más importantes de la ciudad eran las iglesias y los que albergaban las oficinas de gobierno, eran muy maltrechos. La Corte funcionó en una casa de adobe, encalado, piso ladrillo, de grandes ventanales y, en su vientre nacía el Poder Judicial
La pobreza e indecisión del costarricense ni impidió que se pensara en la estructura de su Estado. Así, en el pacto de Concordia de 1821, se decidió construirlo sobre los pilares, propios de un estado moderno y que el Poder Judicial, siendo el llamado a hacer justicia no podía estar en manos de la misma Junta de Gobierno. Por ello se dispuso en esa primera Carta Magna que los jueces constitucionales "administren pronta y rectamente justicia conforme a la constitución española y las leyes existentes...sin lesión ni atraso en la administración de justicia”.
En 1824, por vez primera se expresa el “supremo poder del estado estará siempre divido en legislativo, ejecutivo y judicial”; ésta  última a cargo de la “Corte Superior de Justicia”, integrada por un Presidente, un Fiscal y tres Ministros con sus suplentes.
La Corte por fin fue instalada el 1 de octubre de 1826 en sesión solemne de Asamblea Constitucional "...bajo los auspicios y protección de María Santícsima (sic) de la Concepción".
El “ Reglamento Interior de la Corte Superior de Justicia", de 1826, ordenó que los jueces "debían asistir a la sala vestidos de negro, debiendo permanecer prestando toda su atención a los negocios que vean sin interrumpir al secretario en el ejercicio de sus funciones”.
De las muchas formas como se le ha llamado a la Corte Suprema de Justicia, ésta no ha cesado de cuestionarse su estructura y organización: nuevos reglamentos internos de la Corte, leyes orgánicas, leyes procesales y sustantivas; reflejo de una preocupación del costarricense que se expresa en todas nuestras Constituciones Políticas, hasta la de hoy, de 1949.
El sistema judicial costarricense es siempre cambiante a las épocas y si echamos un vistazo al siglo XIX y XX, el Estado costarricense pronto organizó claramente los Poderes Ejecutivo y Legislativo, pero el Judicial ha sido siempre cambiante y debe serlo pues el Derecho y a la Justicia son asuntos muy delicadas y tenues en contraste “a la meridianidad de la política y a la facilidad d ejecución de obras”. (Guier)
Se ha sostenido que la evolución de las instituciones jurídicas y en particular, la de la administración judicial, sólo resulta comprensible dentro del marco cultural y axiológico nacional, por lo que cambio responderá a valoraciones de gobernantes y juristas  que encarnando el alma nacional, visualizan “proféticamente” las transformaciones (Oliver W  Holmes).
Por ello, para todos los costarricenses es una dicha vivir  este país, donde tendremos la seguridad de que las diferencias humanas no se resolverán con la fuerza de las armas sino por la existencia de un Poder Judicial, garante del mantenimiento del Estado de Derecho.
Para 1821, San José contaba con 500 casas y unos 2000 mil habitantes. Su aspecto de era de un pequeño pueblo, “... Con calles estrechas, dispuestas en cruz, techos de tejas coloradas…astas de banderas, uno que otro campanario, y sobre todo, relucientes penachos de verde follaje que brotaban por los tejados rojos, aquí y allá, arriba y abajo, por todas partes. Dos limpios y cristalinos riachuelos eran los límites naturales de la ciudad”. (Guier, Jorge Enrique).

Un Parche Fiscal, sin Compromisos del Gobierno

Gustavo Arias Navarro, Diputado.
La propuesta del Gobierno es esquiva en señalar responsabilidades para el Poder Ejecutivo, no hay compromisos para mejorar la eficiencia recaudatoria y para reducir el despilfarro de recursos públicos producto de las duplicidades y la descoordinación entre distintos entes y programas de Estado. Tampoco incluye penalización para los delitos fiscales que es uno de las debilidades mayores de la administración tributaria.
Se ha señalado muchas veces que el sistema tributario de Costa Rica graba en mayor proporción a quienes menos tienen, no obstante, no hay elementos claros que de manera contundente muestren que este Parche Tributario revierte esta situación.  Al contrario, propone recaudar el grueso los tributos por medio del impuesto de ventas, el cual lo pagan mayoritariamente los grupos de clase media y pobres.
Si bien las finanzas públicas están en crisis, no hay respuestas creativas e innovadoras para su  manejo. Al contrario uno tras otro los informes de la Contraloría General de la República señalan como la administración tributaria es paupérrima permitiendo una evasión de más de la mitad del monto estimado así exoneraciones sin control alguno. Peor aún, ni el proyecto ni la legislación actual tienen mecanismos para establecer responsabilidades sobre los jerarcas y funcionarios por tal desorden.
La Fracción del PAC, ha determinado que mejorando los sistemas de compras del Estado y llevando la evasión a los niveles de países como Chile, se podrían recoger los recursos necesarios que está pidiendo el gobierno. Además mediante la reactivación de la economía podríamos obtener recursos frescos para salir del bache.
El gobierno no ha ofrecido mecanismos para Reactivar la Economía, ni siquiera acciones sobre temas coyunturales de gran impacto perjudicial sobre el sector productivo como son: el enorme impuesto cambiario que están soportando las empresas exportadoras y productoras para el mercado interno, las crecientes tasas de interés internas y la competencia desleal de productos extranjeros consecuencia de la falta mecanismos para la administración de tratados.
En el PAC estamos conscientes de que la carga tributaria en Costa Rica no es suficiente para hacerle frente a los gastos del Estado, pero es urgente que los distintos entes asuman las responsabilidades que les corresponde y que se defina una política clara que responda a una visión de desarrollo del país que sea coherente, sostenible y justa.
Gustavo Arias Navarro, Diputado.
La propuesta del Gobierno es esquiva en señalar responsabilidades para el Poder Ejecutivo, no hay compromisos para mejorar la eficiencia recaudatoria y para reducir el despilfarro de recursos públicos producto de las duplicidades y la descoordinación entre distintos entes y programas de Estado.
Tampoco incluye penalización para los delitos fiscales que es uno de las debilidades mayores de la administración tributaria.

Felicidad a pesar de todo.

Estamos, dicen algunos, en el país más feliz del mundo. Parece ser que el índice aplicado mide cierto optimismo, expectativa de vida, solidaridad con el medio y alguna que otra actitud optimista ante la vida.
Eso es lo que se ha informado últimamente. Sin embargo, a la par de ese éxito en la tabla de la felicidad  hay realidades en las que deberíamos detenernos un momento y reflexionar.
Un elemento inicial es más que evidente. Los felices ticos viven en un país que tiene un gobierno que no gobierna o, lo que es peor, se la ponen bien difícil para que no pueda hacerlo. Y ello los de dentro y los de fuera del partido de gobierno.
El déficit fiscal se va haciendo gigante y el gobierno no puede ya ni pagar intereses de deudas adquiridas ni salarios. Y mientras tanto, la propuesta de reforma fiscal y de algunas aspecto que harían más funcional la gestión de gobierno, se van posponiendo y encuentran de día en día más y más oposición.
Y para añadir otro lunar en la vida cotidiana de este feliz país, se ha desatado una prematura precampaña política que, innecesaria a todas luces, enrarece nuestra realidad e impide centrarse en la solución de problemas urgentes que van desde nuestra horriblemente deteriorada infraestructura hasta los problemas tan vivos aún derivados de la invasión que sufrimos en el norte y en la que, aparentemente, cada día menos gente piensa cada semana.
En este feliz país, por otra parte, aumenta de una manera sorprendente el número de los jóvenes que se ubican dentro de la llamada generación “Ning”, esto es, los “ni-ni”. En otras palabras y para darme a entender, los jóvenes que ni estudian ni trabajan. En resumen, no hacen nada pero tienen a su disposición mucha tecnología, juegos de video en abundancia, licor de sobra el fin de semana y un ritmo de vida nocturno que los obliga a dormir todo el día con la complicidad de sus familias.
Hace poco miraba un enlace muy popular en Facebook que gustaba a una enorme cantidad de navegadores en la red. Se llamaba literalmente así: “para los que tenemos.....TV.....PC......INTERNET....CELULAR....y aun estamos aburridos”. Un link que deja ver con claridad la realidad de una juventud que, muy probablemente, se sumará a las generaciones perdidas que vienen repitiéndose en las últimas décadas de manera sorprendente. Generaciones vinculadas al ese Ning de que se hablaba antes o bien, a esa otra que vive en las universidades nacionales, públicas o privadas, la dura realidad de ser analfabetos relativos.
Pero bueno, dicen algunos que somos el país más feliz del mundo. Las filas en la Caja siguen ahí, la natalidad decrece, la familia se deteriora, las calles están cada día peor, la corrupción no parece ceder mucho y la pobreza decrece en todo el continente menos entre nosotros. Son solo pequeños detalles y hay algunos que creen que eso no cuenta.
Nada anda muy bien que digamos, pero somos felices. Una buena definición de lo que significa ser tico. Una horrible definición, por cierto.
Estamos, dicen algunos, en el país más feliz del mundo. Parece ser que el índice aplicado mide cierto optimismo, expectativa de vida, solidaridad con el medio y alguna que otra actitud optimista ante la vida.

El mito de la baja carga tributaria de Costa Rica

Por muchos años los promotores de más impuestos han echado mano al indicador de la carga tributaria con el fin de demostrar que en nuestro país se pagan pocos impuestos. El mensaje es sencillo: “si queremos ser ricos, debemos tributar como los países ricos”. Sin embargo, este argumento abusa de un indicador que se presta para manipulaciones.
La carga tributaria se entiende como los ingresos tributarios del gobierno como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB). El mito de que en Costa Rica tenemos una baja carga tributaria ha calado profundo: Un ejemplo fue el editorial de hace unas semanas de la codirectora de Telenoticias, Pilar Cisneros, en donde afirmó que “Si con nuestros impuestos seguimos aportando sólo el 13% del PIB, seguiremos recibiendo servicios del tercer o cuarto mundo”. Además añadió: “Para tener la calidad de vida de un estadounidense, deberíamos aportar un 27%, o si queremos  disfrutar como los suecos o los finlandeses, tendríamos que pagar un 30% de nuestros ingresos”.
El problema con la cifra del 13% del PIB es que sólo considera los ingresos tributarios del gobierno central, dejando por fuera los impuestos y las tasas que cobran entes estatales como las municipalidades, el ICT, IDA, IFAM, entre otros. Además, cuando nos comparan con los países desarrollados, no mencionan que las cargas tributarias de esas naciones incluyen las contribuciones a la seguridad social, mientras que en el caso de Costa Rica no es así. De tal forma, la cifra que comúnmente se cita en la prensa subestima significativamente la verdadera carga tributaria del país.
Si incorporamos estos otros tributos y las contribuciones a la CCSS, según cifras de la Contraloría General, la carga tributaria efectiva de Costa Rica en el 2008 fue del 23.1% del PIB. Para ese mismo año, la carga tributaria promedio de los países mayormente desarrollados de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCED) fue del 34.8%. Como vemos, la diferencia no es tan abismal como nos la quieren presentar los proponentes de más impuestos. En el 2009, un año atípico a raíz de la crisis económica mundial, la carga tributaria de Costa Rica cayó al 21.7%, mientras que el promedio de la OCED fue de aproximadamente el 34%. A manera comparativa, la de Estados Unidos fue del 26.1% y 24% en 2008 y 2009, respectivamente.
La carga tributaria de Costa Rica es aún mayor si consideramos el hecho de que en nuestro país el Banco Central financia sus multimillonarias pérdidas operativas anuales mediante emisión monetaria, es decir, a través de un impuesto inflacionario. Incorporar este cálculo dificultaría las comparaciones internacionales, pero es importante tenerlo en cuenta.
Se podría argumentar que aún incorporando estos otros gravámenes queda espacio para aumentar los impuestos a niveles  europeos (como si Europa fuera hoy un modelo a seguir en materia fiscal). Sin embargo, el problema radica en que el indicador de la carga tributaria es en sí inadecuado a la hora de medir el peso que tienen los impuestos en una economía. Entre más altos y complicados sean los tributos, más se desincentiva la actividad económica y se fomentan la evasión y la elusión. Por ejemplo, un gravamen del 70% sobre una actividad económica se convierte en la práctica en una prohibición sobre la misma, ya que difícilmente alguien entraría legalmente a dicho negocio si tuviera que pagar un impuesto tan alto. Esto significa que los ingresos que este impuesto le generaría al fisco son nulos y por lo tanto no tendrían impacto en la carga tributaria. Así, un país bien puede tener altas tasas impositivas y una baja carga tributaria.
La evasión —otra consecuencia de los altos impuestos— tampoco se ve reflejada en el cálculo de la carga tributaria. Según un informe de la Contraloría, en el 2007 la evasión del impuesto sobre la renta alcanzó el 64%, lo cual representó un 4.1% del PIB de ese año.
Un vistazo a los últimos 25 años nos demuestra lo absurdo que es justificar otro paquete de impuestos recurriendo simplemente al argumento de que es necesario aumentar la carga tributaria. Como indicó un reportaje reciente de El Financiero (21/01/11), “Entre 1985 y el 2009 se han realizado al menos 15 reformas importantes en legislación tributaria sin que se registre [un aumento significativo en la carga] alguna vez”. Es decir, durante un cuarto de siglo los políticos nacionales han apostado por aumentar los impuestos sin que la carga tributaria subiera de manera correspondiente. Peor aún, el período en que dicho indicador experimentó su aumento más importante (2004-2008) ocurrió precisamente cuando no se aprobaron nuevos tributos. Cabe cuestionarse entonces qué tan confiable es este indicador que no parece responder a la aprobación o no de más impuestos.
Lo más apropiado a la hora de medir el peso que los impuestos tienen sobre una economía es mirar a las tasas impositivas y a la complejidad en el pago de los mismos. De acuerdo al informe Pagando Impuestos del Banco Mundial y Pricewaterhouse Coopers, Costa Rica se encuentra en la posición 155 entre 183 países en cuanto a la facilidad en el pago de tributos. El empresario promedio nacional gasta 272 horas al año calculando y pagando sus impuestos. Esto implica que, aún cuando la gente quiere cancelar los tributos que le corresponden, el pago de los mismos se vuelve todo un víacrucis. Simplificar el sistema tributario contribuiría a aumentar la carga tributaria, sin necesidad de aumentar o crear un solo impuesto.
En cuanto a tasas impositivas totales, este mismo reporte coloca a Costa Rica en la posición 147 del ranking, es decir, dentro del 20% de países con las mayores tasas tributarias efectivas del mundo. El empresario costarricense promedio paga en impuestos (renta, laborales, etc.) un 55% de sus ganancias, mientras que el empresario en los países de la OCED paga un 43%.
Como vemos, en Costa Rica ya pagamos impuestos de primera por servicios de tercera. Es algo que debemos tener muy en cuenta a la hora de discutir el paquete de impuestos que pretende la administración Chinchilla.
Juan Carlos Hidalgo es coordinador de proyectos para América Latina en el Cato Institute en Washington, D.C.
Por muchos años los promotores de más impuestos han echado mano al indicador de la carga tributaria con el fin de demostrar que en nuestro país se pagan pocos impuestos. El mensaje es sencillo: “si queremos ser ricos, debemos tributar como los países ricos”. Sin embargo, este argumento abusa de un indicador que se presta para manipulaciones.