En las últimas semanas hemos estado inmersos en una lluvia mediática acerca de la inauguración del Nuevo Estadio Nacional. Entre nombres de selecciones internacionales de fútbol, conciertos, compra de entradas, eventos culturales, y reseñas históricas; es un tema del cual la mayoría de los costarricenses podemos opinar con cierta propiedad.
Pero al día de hoy no he escuchado nada acerca del impacto de este nuevo emblema nacional en nuestra imagen de ciudad y ahí es donde nace la inquietud de realizar esta nota.
Yo soy de la generación de inicio de los setentas. Tuve la oportunidad de vivir en mi infancia y adolecencia en contacto con la ciudad de San José. Un San José con una mayor seguridad ciudadana que permitía la vivencia de la ciudad, los espacios urbanos y edificios de una forma más pausada y enriquecedora.
Al no existir los teléfonos celulares, debíamos concertar con anterioridad el lugar de reunión para así poder finalmente verse con los amigos o familiares. De ahí que los hitos urbanos cobraban su gran importancia.
Lugares como la esquina del Banco Negro (Banco de Costa Rica sobre avenida segunda), el Teatro Nacional, la entrada al Correo, la estatua de León Cortes, la Escuela Metálica, el Higuerón en San Pedro, las gradas de la Catedral, la estación al Atlántico son sólo algunos de los hitos que formaban parte de este mapa mental de San José que tenía a flor de piel.
En el proceso de construcción del nuevo Estadio Nacional lentamente he percibido como éste ha ido entrando en nuestra imagen colectiva de la cuidad. Por medio de los comentarios de las personas que tengo a mi alrededor que desde una vivencia cercana o una perspectiva lejana han visto crecer a este coloso deportivo.
El nuevo Estadio para los costarricenses no es sólo una muestra de una arquitectura contemporánea, de una magnitud sin precedentes en cuanto arquitectura deportiva se refiere; si no que viene a cambiar el perfil de nuestra ciudad.
Les invito a cerrar los ojos y buscar en este mapa mental las dos conchas de metal que se elevan sobre una cama de vegetación y verán como hoy en medio de las celebraciones es ya un hito en nuestra memoria.
Celebremos con júbilo la inauguración del Nuevo Estadio Nacional con la conciencia que no sólo recordaremos las actividades especiales sino tambien que estamos presenciando un cambio significativo de la figura y perfil de nuestra ciudad San José.
Marco Castro Ramírez
Ced 1842 165
En las últimas semanas hemos estado inmersos en una lluvia mediática acerca de la inauguración del Nuevo Estadio Nacional. Entre nombres de selecciones internacionales de fútbol, conciertos, compra de entradas, eventos culturales, y reseñas históricas; es un tema del cual la mayoría de los costarricenses podemos opinar con cierta propiedad.
¿Son todas y todos los Ambientalistas izquierdistas?
Antes de tratar de dar mi respuesta a la pregunta que sirve de título a este comentario, creo que las y los amables oyentes, se merecen una explicación sobre lo que me movió a plantear esa interrogante y compartirles este comentario.
Resulta que hace, ya varios días, el también colaborador comentarista de Panorama y amigo, don Camilo Rodríguez Chaverri, tuvo la osadía y por qué no decirlo, hasta la valentía, de intitular un comentario suyo “Daniel Ortega y Fidel Castro, del lado de Muammar Kafi…¿Qué dirán ahora los ambientalistas de izquierda?
Pero, parece que su mayor pecado fue, el hacer una comparación entre las manifestaciones de ese subgrupo o sea, los ambientalistas izquierdistas, en relación a su actuar en Crucitas y las dadas casi tímidas y/o inexistentes acciones, en lo relativo a lo que está sucediendo en la Isla Calero. Ese comentario provocó un ataque de gran intolerancia hacia don Camilo, Panorama, y a este comentarista, como su Director.
Aparente y más extrañamente, algunas y algunos de quienes pegaron el grito, parece que no aplicaron el dicho aquel: “Al que le cae el guante, que se lo plante”. Y en vez de hacer un análisis de contenido al texto, para descubrir lo que en el fondo pretendió decir don Camilo, se quedaron en su superficie y con eso solo lograron sentirse directamente aludidos y por su puesto innecesariamente ofendidas y ofendidos.
Ahora sí habría que decir, que no todas y todos los ambientalistas, son izquierdistas pero todas y todos los izquierdistas, si parecen ser ambientalistas. Esta temeraria generalización, que es solo mía, la hago porque este subgrupo de ambientalistas, de orientación izquierdista, al sobrevenirse la crisis del comunismo, en el siglo pasado, se quedaron, sin trinchera, desde la cual dar sus luchas, las cuales en ningún momento, con este decir, quiero demeritar y mucho menos irrespetar pues es el pensamiento que propone este grupo de personas y como tal, tienen todo el derecho a tenerlo, expresarlo y hasta hacer el intento democrático por convertirlo en forma de gobierno que oriente el destino de la sociedad.
Retomando el asunto del comentario, pienso que don Camilo planteó una pregunta concreta y específicamente a las y los ambientalistas, que pudieran identificarse con Daniel Ortega y Fidel Castro, o sea izquierdistas, sobre su doble discurso de apoyar las acciones de Ortega, su correligionario en el izquierdismo, sus acciones concretas en contra de Crucitas y el no hacerlo con igual pasión en relación a la Isla Calero.
Insisto en que ese comentario de don Camilo, innecesariamente, fue asumido de manera generalizada por parte de algunas y algunos ambientalistas, aún cuando su título indica claramente para quienes está dirigido, además debió haber sido objeto de un racional, objetivo pero sobretodo desapasionado análisis de contenido, por parte de la inmensa mayoría de esa gente valiosa, que patriótica y desinteresadamente han dado una gran lucha personal, en defensa del medio ambiente y, ciertamente, no a una ideología, por lo menos, en mi criterio, así debió interpretarse a don Camilo, lo que hubiera evitado mucha molestia e insultos
Antes de tratar de dar mi respuesta a la pregunta que sirve de título a este comentario, creo que las y los amables oyentes, se merecen una explicación sobre lo que me movió a plantear esa interrogante y compartirles este comentario.
Resulta que hace, ya varios días, el también colaborador comentarista de Panorama y amigo, don Camilo Rodríguez Chaverri, tuvo la osadía y por qué no decirlo, hasta la valentía, de intitular un comentario suyo “Daniel Ortega y Fidel Castro, del lado de Muammar Kafi…¿Qué dirán ahora los ambientalistas de izquierda?
Expresaba el escritor José Cardoso que “la literatura no debe ser el adorno de los pueblos, sino el reconocimiento de las imperfecciones de una sociedad”. Y esto se hace tan necesario en la actualidad pues, desgraciadamente, en esta banal época que nos ha tocado vivir para muchas personas, por ejemplo los padres, les es más importante que sus hijos posean el video-juego más moderno, el mejor teléfono celular o la computadora más avanzada, en lugar de darles la oportunidad de explotar su intelecto y su capacidad creativa. Es verdad que la tecnología hace más fácil el desenvolvernos en un mundo globalizado, pero ello no debe ser excusa para evadir manifestaciones culturales que bien podrían alimentar de enseñanzas y sensaciones nuestro espíritu como la literatura. Recordemos que la literatura es, para el alma, lo que el alimento es para el cuerpo, esto quiere decir que la literatura le trae al lector energía e inspiración en sus vidas, o como manifestaba Rubén Darío, “constituye la fuerza, el valor, el alimento, la antorcha de pensamientos y el manantial de amor de nuestras existencias”.
Entonces deberíamos reconocer que una sociedad que no aprecie sus manifestaciones literarias es como un cuerpo sin alma. La literatura representa lo más íntimo de una sociedad, sus alegrías, sus tristezas o aflicciones; la literatura nos lleva a lugares inimaginables, nos entretiene, nos informa y logra abrir nuestra mente pues pone en nuestras manos ese conocimiento que nos enseña a ser personas socialmente tolerantes. Cuando se lee un libro debemos desligarnos del miedo de que la literatura nos confunda, porque tal proceso es una excusa que nos hace pensar reflexivamente, más temor debería darnos de que todo nos fuera claro y dado, porque se nos estaría invitando a cerrar las páginas de la imaginación de los libros para siempre. Por eso, ante ese evidente materialismo de gran parte de nuestra sociedad, bien valdría, como una manera de sublimar el arte, abocarnos a consumir, degustar y regalar más literatura.
Recuerdo como hace unos años, en una de las paredes cerca de la Catedral Metropolitana, estaba pintado un grafiti que decía: “La poesía es algo que anda por la calle”, ciertamente con esas palabras, tomadas prestadas a Federico García Lorca, se subrayaba lo cotidiano que tiene la literatura en nuestra sociedad. A pesar de que muchos creen que esta manifestación del arte es ajena a nuestras vidas, y que la enseñanza de la literatura en las escuelas y colegios se ha vuelto aburrida y limitada, esa frase, en aquella pared josefina, nos señalaba lo contrario pues, definitivamente, la literatura les ha servido a las personas, en todos los lugares y en todos los tiempos, como un medio de transformación social y espiritual. Así lo entendieron los grandes escritores costarricenses Eunice Odio, Isaac Felipe Azofeifa y Jorge Debravo Y lo siguen comprendiendo los consagrados, Yadira Calvo, Emilia Macaya, Alfonso Chase, Julieta Dobles y Ana Istarú. O los de generaciones más recientes como Frank Ruffino, Mauricio Molina, María Montero y Alejandra Castro.
No es contradictorio, entonces, que algunos sintamos que a medida de que el mundo, y nuestra patria, se ven seducidos por tanta superficialidad, la literatura se nos perfile como un arma para combatir esta peligrosa actitud, tal y como lo comprendía el poeta español Gabriel Celaya cuando expresaba que “la literatura es un arma cargada de futuro”. Tal vez así, valorando en todos los rincones del país el arte de los grandes escritores nacionales e internacionales y regalando en abundancia esas palpitaciones culturales para que todos nos alimentemos de ese sentir literario, podamos rendirle un verdadero y sentido homenaje a esa literatura que, diariamente, impregna la historia de la humanidad y podamos crecer no sólo en conocimiento sino en sensibilidad y espiritualidad, porque como expresaba Alejo Carpentier, “mediante la literatura nos hacemos hermanos de todos los humanos, y ciudadanos de todos los países”.
Expresaba el escritor José Cardoso que “la literatura no debe ser el adorno de los pueblos, sino el reconocimiento de las imperfecciones de una sociedad”. Y esto se hace tan necesario en la actualidad pues, desgraciadamente, en esta banal época que nos ha tocado vivir para muchas personas, por ejemplo los padres, les es más importante que sus hijos posean el video-juego más moderno, el mejor teléfono celular o la computadora más avanzada, en lugar de darles la oportunidad de explotar su intelecto y su capacidad creativa. Es verdad que la tecnología hace más fácil el desenvolvernos en un mundo globalizado, pero ello no debe ser excusa para evadir manifestaciones culturales que bien podrían alimentar de enseñanzas y sensaciones nuestro espíritu como la literatura. Recordemos que la literatura es, para el alma, lo que el alimento es para el cuerpo, esto quiere decir que la literatura le trae al lector energía e inspiración en sus vidas, o como manifestaba Rubén Darío, “constituye la fuerza, el valor, el alimento, la antorcha de pensamientos y el manantial de amor de nuestras existencias”.
Hay una canción de un popular cantante Guatemalteco que se llama “Se nos muere el amor”, que por supuesto escuché en la Radio y que narra los signos que hacen ver que el sentimiento entre una pareja se está muriendo. Afortunadamente, esa canción no se cumple para nada en mi relación con mi esposa, pero aunque les parezca un tanto pesimista, veo en el país, algunos signos que calzan a la perfección con algunas frases dichas por el autor y que yo me he atrevido intentar homologar, con lo que día a día veo en el país.
Bien podríamos decir que se nos muere el país, porque tiene fiebre de frío, porque se nos cayó de la cama cuando lo empujó la violencia, la impunidad y la postergación. Está enfermo de muerte, el mismo que era tan fuerte. Claro que este país tiene anemia de diálogo, tiene cáncer de cinismo y por si fuera poco, tiene funcionarios públicos y políticos corruptos, pero también una buena parte del sector privado, al que le gusta corromper ofreciendo mordidas por cuanto trámite debe hacerse.
Se nos muere el país, se nos mueren las ganas de cuidarlo y no ensuciarlo con tanta ejecución errática de obras públicas, lo vemos agonizando y convulsionando entre las leyes mal hechas y refritos legales plagados de inconsistencias. Lamentablemente, no existe un liderazgo que nos reviva el instinto, se nos muere la magia, la pasión, la ternura. Tanta mediocridad vino a jorobarnos el desarrollo y a sumirnos en el peor de los subdesarrollos, que es el de la mente.
Este país, con el tiempo se nos ha oxidado, se ha vuelto tan susceptible y tan delicado, que ya lo único que queda es pedirle a Dios para que NO siga muriéndose a poquitos, porque no hay peor agonía que la que es de paso en paso.
Se nos muere este país, porque se acabó la participación patriótica en elecciones y en actos cívicos en escuelas y colegios. Se nos muere porque a la libertad la convertimos en alcahuetería. La libertad y la democracia se contagiaron de costumbre, le falta fuego a la lumbre y se nos mueren los sueños de los niños de un país limpio y desarrollado. Hasta se nos han acabado los versos y no prestamos atención ya a los poetas. Se nos han muerto las instituciones baluartes de ayer que se convirtieron en cascarones sin rumbo de hoy, malversadas por políticos sin escrúpulo alguno.
Esta Costa Rica que antes se veía tan implacable en toda Centroamérica, hoy hasta se parece en mucho, al vecino del norte. Yo ya no sé qué prefiero, amar esta tierra de corazón o canalizar mi sentimiento de malestar por tanto político mentiroso, ambicioso y negligente de los muchos que dirigen instituciones sin la más mínima cuota de responsabilidad y dedicación.
¿Por qué? Si todo era tan bello aquí, qué es lo que ha pasado. Hoy ya no somos ni amigos, no cabemos en las carreteras mal diseñadas y peor construidas. Ya no somos vecinos y la violencia está destruyendo hasta las entrañas de las mismas familias.
Qué ha pasado con este país, qué cosa le hemos hecho a Costa Rica, que antes nos llamaban la Suiza Centroamericana y ahora nos supera un país como Panamá, que apenas 20 años atrás estaba en plena guerra. ¿Qué ha pasado con esta Costa Rica amante de la fe y defensora de la familia pero que ahora se deja impresionar por corrientes de pensamiento de una mal llamada liberación, que pretende crear modelos de familia antinaturales al amparo de la manipulación de la palabra libertad.
Está tan enfermo de muerte este país, que hacemos las carreteras mal, los puentes mal, reparamos una platina mal, educamos mal, comemos mal, manejamos mal... Lo único que teníamos que hacer del famoso estadio era pintar unas rayitas en el césped y lo hicimos mal...
Mi abuelito, a quien tanto extraño, diría que vivimos en el país de la CHAMBONADA y Ricardo Arjona, ha terminado su canción con una pregunta al amor que bien valdría hoy la pena que nos la hiciéramos todos y cada uno de los que vivimos en esta Costa Rica enferma.
Costa Rica amada, quítame solo una duda, si eres tú la que te mueres o soy yo el que te mato…
Hay una canción de un popular cantante Guatemalteco que se llama “Se nos muere el amor”, que por supuesto escuché en la Radio y que narra los signos que hacen ver que el sentimiento entre una pareja se está muriendo. Afortunadamente, esa canción no se cumple para nada en mi relación con mi esposa, pero aunque les parezca un tanto pesimista, veo en el país, algunos signos que calzan a la perfección con algunas frases dichas por el autor y que yo me he atrevido intentar homologar, con lo que día a día veo en el país.
Para combatir una gran enfermedad nacional, el alcoholismo
Un día de estos, le pedí a unos alumnos y alumnas del curso de Opinión Pública, que escribieran un artículo sobre el problema nacional que más les preocupara. Les dije que yo mismo iba a escribir con ellos. Lo único que me salió fue esto: el problema más serio del país es el licor. ¿Por qué? Porque el licor es un problema invisibilizado, que ataca a todos los estratos, que está en todos los rincones, que es aplaudido por propios y extraños, que es promovido con todo tipo de campañas y favores, que golpea desde las entrañas mismas de la familia y que sume a las personas desde la adolescencia. Los otros problemas del país son tratados o estudiados, y hay todo tipo de análisis al respecto, pero el licor es amo y señor de las fiestas, las celebraciones, los fines de semana y todos los espacios vacíos que nos deja la vida cotidiana. El licor se apodera de la gente cuando está en los mejores años de su vida y es muy difícil evadirlo. Todas las otras drogas tienen una atención focalizada, pero el licor se escapa de todos los controles y nos mete todo tipo de goles. Hace unos días, me llamó el admirado y muy respetado periodista Gaetano Pandolfo, y me dijo que el Instituto Nacional de Seguros (INS) había impreso de nuevo su libro, “Para Nunca Olvidar”, sobre los estragos que provocó el licor en su vida. Le ofrecí ayuda, pero primero que todo leí el libro de nuevo. Me sobrecogió el relato de don Tano: certero, severo, sin contemplaciones. El licor tomó su vida y se apoderó de su libertad. Acabó con su familia. Acabó con su trabajo. Lo convirtió en un despojo de ser humano. Había leído el libro cuando estaba en el colegio, y decidí nunca tomar licor. Veinte años después, puedo decir con orgullo y satisfacción que he cumplido mi promesa, ni una cerveza, ni un trago, jamás. Pero esto es un asunto de todos los días, porque todos los días uno està tentado a caer. Gracias al apoyo del INS, don Tano está dando charlas a jóvenes en empresas y centros educativos. Le regala el libro a cada persona que asista a su conferencia, que es desgarradora. Por eso, el Movimiento Solidarista Costarricense se une a él, y desea apoyarlo desde las 600 asociaciones solidarista que representa. Si usted forma parte de una asociación solidarista, y quiere recibir la charla de don Tano, el Movimiento Solidarista se encarga de la coordinación y lo lleva hasta su empresa. La charla no tiene costo alguno. Reitero, gracias al INS, don Tano le regala un libro a cada persona que lo escuche. Para el Movimiento Solidarista Costarricense, es una gran dicha ayudarle. Su libro es impactante. Y el licor cada día gana más terreno en Costa Rica. Usted puede llamar a Diana Avendaño, del Movimiento Solidarista Costarricense, al teléfono 2253-9808, o escribirle al correo Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.. Muchas gracias a Gaetano Pandolfo y al INS por esta urgente y excelente iniciativa.
Un día de estos, le pedí a unos alumnos y alumnas del curso de Opinión Pública, que escribieran un artículo sobre el problema nacional que más les preocupara. Les dije que yo mismo iba a escribir con ellos. Lo único que me salió fue esto: el problema más serio del país es el licor. ¿Por qué? Porque el licor es un problema invisibilizado, que ataca a todos los estratos, que está en todos los rincones, que es aplaudido por propios y extraños, que es promovido con todo tipo de campañas y favores, que golpea desde las entrañas mismas de la familia y que sume a las personas desde la adolescencia.
El tema de la separación de Iglesia y Estado es un tema que desvela a más de uno, sobre todo, si se trata de personas que veneran la capacidad que, en otras latitudes, algunos han mostrado para montar proyectos que han logrado redefinir sociedades desde el manejo inteligente e ideologizado de expresiones como “progreso”, “tolerancia” o hasta “democracia”.
Sin embargo, no hace falta fijarse en ellos y su manera de entender extrema de ver las cosas. Recientemente, el mismo Papa Benedicto XVI hablaba de Iglesia y de Estado como realidades “independientes y autónomas en su propio campo”. Así de claro lo decía hace unos pocos meses al recibir al embajador de Chile ante la Sede Apostólica, pasando de largo de perspectivas radicales que hoy hacen más mal que bien.
Ahora, esta separación no puede ser, de manera alguna, confrontación o absurda competencia de poderes o áreas de influencia. Se trata de saber colaborar sin confundirse, de marchar en direcciones comunes sin llegar a caer en interferencias mutuas innecesarias.
La colaboración leal y respetuosa debe dirigirse, fundamentalmente, en la línea de favorecer mediante el servicio claro, la promoción del ser humano y facilitar, de esta manera, que se cumpla su vocación personal y social.
Y, en esta línea de servicio a la persona, la Iglesia y el Estado mismo, han de promover los valores y principios éticos y antropológicos que están inscritos en la naturaleza misma del ser humano. Y todo esto en una clave que no resulta de manera alguna privativa de una cosmovisión concreta, como la cristiana, sino en razón de tratarse de valores que toda persona puede y debe compartir y defender a partir de una exigencia que se deriva sencillamente de la recta razón.
De esta manera, la Iglesia al denunciar las nefastas consecuencias del hambre, referirse a cuanto está detrás de la pobreza extrema, defender la vida humana no nacida, promover la familia o favorecer todo cuanto vaya en la línea de la promoción del bien común o del favorecimiento de un justo y pacífico progreso, no hace más que responder a las expectativas que se pueden y deben esperar de cualquier ser humano de buena voluntad, sea éste quien sea y piense como piense.
Vivimos tiempos de grandes desafíos históricos, sociales y, por supuesto, espirituales. Muchos seres humanos de hoy, al inicio de este tercer milenio, tienen unas urgencias grandes de seguridad de cara a su supervivencia, pero también una peculiar ansia de verdad, de libertad profunda, de amor gratuito y auténtico. La tarea del Estado es, en esta línea, enorme. La colaboración de la Iglesia es imperiosa y no puede ni debe ser bloqueada por visiones antropológicas parciales y muy seguramente insuficientes.
El tema de la separación de Iglesia y Estado es un tema que desvela a más de uno, sobre todo, si se trata de personas que veneran la capacidad que, en otras latitudes, algunos han mostrado para montar proyectos que han logrado redefinir sociedades desde el manejo inteligente e ideologizado de expresiones como “progreso”, “tolerancia” o hasta “democracia”.
Gobernar no es sencillo. En una dictadura la situación es menos compleja porque sencillamente el tirano da las órdenes y todos obedecen. Pero en una democracia efectiva los sectores de la sociedad tienen el derecho constitucional de participar en el proceso decisorio. Lo que significa una tarea ardua dado que buscar acuerdos respecto a un tema específico es complicado, aunque no imposible cuando priva el interés colectivo.
En Costa Rica se ha vuelto un asunto complicado el arte de gobernar. La ingobernabilidad es un fenómeno que abarca no solamente la incapacidad del Estado para atender las demandas sociales, también tiene que ver con un asunto estructural del sistema político que se debe afrontar con mucha seriedad para determinar si está o no respondiendo a los desafíos del siglo XXI. No se trata exclusivamente de un asunto de liderazgo o de músculo político.
Hacer posible la gobernabilidad efectiva en Costa Rica implica preocupación por la discusión y el análisis de los verdaderos problemas que aquejan a la sociedad, y no perder tiempo sobre los estilos de personalidad, aunque desde luego son importantes los líderes que no imponen su pensamiento, que abren los espacios del debate y la discusión, que tienen un lenguaje compatible con la serenidad y la transparencia, que son tolerantes y que no acarrean peligros para la democracia y para la dignidad humana.
Actualmente, los líderes políticos enfrentan numerosos y mayores desafíos producto de una sociedad más compleja y exigente. Paralelamente también tienen que lidiar con las diversas posiciones de los sectores sociales y particularmente de los representantes en el Parlamento, que en no muy pocas ocasiones entraban la labor del Ejecutivo cuando sienten que no se cumplen sus intereses.
Por ello, la gran virtud en el arte de gobernar es la prudencia y la firmeza, de modo que – y en el buen sentido del aporte de Maquiavelo – pueda el gobernante mantenerse en el poder (o el jerarca en su puesto) con absoluta conciencia de las circunstancias, entendiendo el contexto histórico social y conservando el dominio de las diferentes situaciones. Todo en el marco del Estado de Derecho.
La realidad nacional demuestra que la tarea de gobierno se vuelve frustrante porque es complicado construir un atractivo político aceptado por todos. Y es aquí donde se descarga la mayor parte de la crítica, sobre todo de la oposición dado que algunos sienten que el estilo de gobernar no está en relación directa con el cumplimiento de sus propias expectativas. Y cuando la crítica no sale de este esquema reducido lamentablemente se limita el análisis serio.
No es prudente cuestionar la importancia del liderazgo en el arte de gobernar, pero sí la actitud de aquellos que hacen alarde de sus cualidades “extraordinarias” para atraer sobre sí la atención de los demás, creando alrededor de su figura un aura de omnipotencia y de infalibilidad, y peor aún, presentándose como designados por Dios, por la historia o por la naturaleza para ocupar su lugar por encima del resto de los mortales, como únicos conocedores del camino a seguir.
Claro que los líderes son vitales para el buen gobierno y para el análisis objetivo sobre la efectividad del sistema político; pero los líderes que urge Costa Rica son aquellos que aspiran al bien común y al poder de las leyes, dispuestos siempre y en todo momento a coordinar y gerenciar las transformaciones que la sociedad demanda, sin autoritarismo y sin rendir culto a la personalidad.
Gobernar no es sencillo. En una dictadura la situación es menos compleja porque sencillamente el tirano da las órdenes y todos obedecen. Pero en una democracia efectiva los sectores de la sociedad tienen el derecho constitucional de participar en el proceso decisorio. Lo que significa una tarea ardua dado que buscar acuerdos respecto a un tema específico es complicado, aunque no imposible cuando priva el interés colectivo.
En Costa Rica hay una verdad libre de polvo y paja. Esa verdad reza diciendo algo así como lo que sigue: sencillamente, la cosa pública no funciona, no carbura, no es lo que debe y es un lastre que nos atrasa, nos hunde en el subdesarrollo, nos limita. Es una afirmación que no creo que nadie pueda contradecir.
En nuestra sociedad existen noticias que aunque no de gran envergadura, cubren las páginas de muchos periódicos y los minutos de algunos noticieros, en cambio hay otras que, aunque de gran relevancia, no se les da el espacio debido. Y esto es aún más lamentable cuando la información se refiere a personas quienes se han destacado en el entorno costarricense. Por eso hoy deseo brindarle un homenaje a doña Estela Quesada cuya muerte, en días pasados, pasó casi inadvertida, pese a lo que ella representó para el ámbito político-social de nuestro país.
A doña Estela la conocí hace unos años quince años, era de esas personas que de primera entrada uno percibía su elocuencia, su conciencia social y su amor por la política. Su rostro emanaba una fuerza misteriosa, revestido de gran dignidad y energía; poseía una tranquilidad avasallante pero, a la vez, una furia en sus pupilas por las muchas injusticias sociales existentes. Era dueña de una personalidad que imponía, que invitaba a emularla. Era una fanática del estudio, la disciplina y la responsabilidad. Una defensora a ultranza de sus ideales, abanderada de la honestidad, sencillamente, una amante de la libertad…
En definitiva doña Estela era una mujer con temple, y es que hay que tenerlo para mantenerse de pie, como lo hizo ella con tanta dignidad, ante las tormentas que regularmente se presentan en el ámbito político. Sí, sin duda doña Estela fue una mujer que pasó de las palabras a las acciones. Tenía la justicia metida en su alma. La libertad brotando de su garganta. La rebeldía emanando de sus manos. Su sonrisa jugueteando en sus pupilas. Su firmeza escrita en la piel, y la voluntad irradiando desde su intelecto…, su currículum así lo confirma.
Realizó estudios en la Universidad de Costa Rica en la carrera de Pedagogía y Derecho, lo cual le permitió seguir de cerca la discusión de la Constitución Política de mil novecientos cuarenta y nueve que otorgó derechos políticos a las mujeres. Formó parte del Partido Liberación Nacional desde su fundación. Fue electa diputada, Ministra de Educación en el Gobierno del Lic. Mario Echandi, Delegada Alterna de Costa Rica ante la Organización de las Naciones Unidas, Regidora de la Municipalidad de San Carlos y Ministra de Trabajo y Seguridad Social. Sus últimos años los vivió en el Hogar de Ancianos Santiago Crespo Calvo, en donde formaba parte de la Junta Directiva del Hogar, lo cual le permitió apoyar proyectos como la construcción de una piscina para masajes y un gimnasio.
Definitivamente me enorgullece el haber tenido la gran fortuna de conocer y compartir en varias ocasiones con esta gran mujer porque es de las pocas quienes, desde muy joven, con su accionar como ciudadana y como funcionaria pública, se caracterizó por la defensa de los intereses nacionales y la búsqueda del bien común. Ojalá existieran más Estelas Quesadas con ese compromiso político, con esas venas de justicia, con esas luchas incansables, con esa voz de independencia y vehemencia en la toma de decisiones. Gracias doña Estela por haber hecho de Costa Rica, con cada uno de sus trazos, una mejor Patria. ¡Que en paz descanse!
En nuestra sociedad existen noticias que aunque no de gran envergadura, cubren las páginas de muchos periódicos y los minutos de algunos noticieros, en cambio hay otras que, aunque de gran relevancia, no se les da el espacio debido. Y esto es aún más lamentable cuando la información se refiere a personas quienes se han destacado en el entorno costarricense. Por eso hoy deseo brindarle un homenaje a doña Estela Quesada cuya muerte, en días pasados, pasó casi inadvertida, pese a lo que ella representó para el ámbito político-social de nuestro país.
El ministro de Educación, Señor Leonardo Garnier, afirma que este año no habrá recorte en el presupuesto destinado a infraestructura educativa, ya que en octubre pasado se aprobó un presupuesto extraordinario que contenía una partida para ese fin de ¢23.500 millones. Según palabras del ministro, “una simple operación aritmética” da como resultado que este monto, sumado a los ¢17.000 millones originalmente establecidos en el presupuesto ordinario del 2011, dan aproximadamente ¢44.000 millones para obras en escuelas y colegios este año. La aritmética de Garnier es un tanto extraña, ya que la suma de ambas cifras da en realidad ¢40.500 millones, lo cual todavía representa un recorte de cerca del 6% con respecto al presupuesto para infraestructura educativa del 2010.
Sin embargo los enredos de Garnier no terminan ahí, puesto que el argumento de que en octubre del 2010 se aprobó un presupuesto extraordinario para ir adelantando plata para el 2011 no es viable legalmente. La Ley de la Administración Financiera de la República y Presupuestos Públicos establece el principio de anualidad presupuestaria, es decir, que el presupuesto rige del 1° de enero al 31 de diciembre de cada año. Dicha ley también señala que los presupuestos extraordinarios únicamente modifican el presupuesto ordinario de ese año, por lo que no pueden establecer gastos para el próximo. En otras palabras, el MEP no puede meter una partida en un presupuesto extraordinario del 2010 para gastarla en el 2011, como dice Garnier que hicieron, sino que dicho dinero debió ejecutarse antes del 31 de diciembre del 2010.
De tal forma, o el gobierno está violando la ley de presupuestos con este plan de “adelantar” plata en un presupuesto extraordinario, o los ¢23.500 millones asignados en dicho plan de gasto no pudieron ser ejecutados antes del 31 de diciembre del 2010 y por lo tanto deben ser reasignados.
Garnier también menciona la inminente entrada en vigencia de un fideicomiso de ¢83.500 millones que vendría a añadir más dinero al presupuesto de infraestructura educativa. Sin embargo, el pasado 7 de marzo La Nación reportó que el MEP ha tomado la decisión de posponer hasta el 2012 la entrada en vigencia de dicho fideicomiso. ¿Será que nadie le avisó al ministro Garnier?
De tal forma que estamos claros en que sí ha habido un recorte importante en el presupuesto de infraestructura educativa en el 2011, que la estrategia del presupuesto extraordinario señalado por Garnier o es ilegal o es inviable, y que el fideicomiso que él menciona no entrará en vigor este año. Y todo esto se da en el contexto de una campaña gubernamental donde tanto la Señora presidenta Laura Chinchilla como el ministro Garnier han recurrido una y otra vez a mencionar la pésima infraestructura educativa como justificante para más impuestos..
Juan Carlos Hidalgo Bogantes, cédula: 2-546-309. Coordinador de proyectos para América Latina en el Cato Institute.
El ministro de Educación, Señor Leonardo Garnier, afirma que este año no habrá recorte en el presupuesto destinado a infraestructura educativa, ya que en octubre pasado se aprobó un presupuesto extraordinario que contenía una partida para ese fin de ¢23.500 millones. Según palabras del ministro, “una simple operación aritmética” da como resultado que este monto, sumado a los ¢17.000 millones originalmente establecidos en el presupuesto ordinario del 2011, dan aproximadamente ¢44.000 millones para obras en escuelas y colegios este año. La aritmética de Garnier es un tanto extraña, ya que la suma de ambas cifras da en realidad ¢40.500 millones, lo cual todavía representa un recorte de cerca del 6% con respecto al presupuesto para infraestructura educativa del 2010.
“Chismes: Un solo cable de “WikiLeaks” lo confirma”
El pasado 2 de marzo, el periódico La Nación inició la publicación de cables secretos del Departamento de Estado Norteamericano, obtenidos por la “organización” Wikileaks, que se asume como fuente periodística, referidos, específicamente, a Costa Rica, sumándose así a otros medios impresos del mundo que los han publicado, con gran impacto político.
En una nota de presentación (28-2-11) y en una entrevista dada al blog “Fusil de Chispas” (2-3-11), la directora del medio, Yanancy Noguera dijo, en breve, que ese material también es periodismo, aunque se trate de “cables filtrados” por una organización no periodística, pues tienen gran interés público y, además, dijo, la información que se haría pública sería con el “mejor juicio”, siguiendo “…las reglas rigurosas del periodismo, regulares en La Nación”.
Así, la edición de La Nación, del pasado 2 de marzo, recién pasado, abre, como principal y vistoso titular de primera plana: “EE.UU.: Gobierno supo cómo votaría Sala IV sobre TLC”.
Ese mismo título se usa en la noticia publicada, en página 6 A de esa edición.
El pretítulo de aquél dice: “Cables obtenidos por Wikileaks sobre Costa Rica”.
También, de primera plana y del cuerpo de la noticia, son estas dos bajaditas: 1)“Viceministro habría recibido `señales informales` de los magistrados” y 2) “Presidente de la Corte dice que nunca adelantó criterio; Thompson niega cita”
Así, ese título, pretítulo y bajaditas, en buena técnica periodística, son esenciales para darle atractivo e impacto a la nota y, además de “seducirlo”, dirán al lector cuál es la idea central de la noticia, al resumir el hecho noticioso.
Encabezando el cuerpo de la nota hallamos el “lead”, que siendo corto y responder a las 5 W, por sí solo, permite al lector promedio (quienes, con frecuencia sólo leen el título y, quizá, el primer párrafo o lead) saber de qué trata todo el “resto” de la nota, sin leerla completa.
Sin embargo, al analizar esta específica “noticia”, se concluirá que si el lector se quedó con esos pocos elementos, ya se le habrá “vendido” la nota completa. Y aquí está el quid de la cuestión, pues resulta que si es así, realmente es preocupante pues de esa pasajera lectura de la nota completa y su constatación con hechos reales, hay un gran, enorme, trecho.
Así, el impacto y las consecuencias en un asunto tan delicado para la democracia costarricense, como lo fue el TLC, como “noticia” y donde se pone en entredicho instituciones fundamentales para la sociedad costarricense, como a Poderes estatales y a la Sala Constitucional, incluyendo a sus altos funcionarios, antes peor, produce daños a nuestra institucionalidad.
Lo anterior se concluye a partir de lo siguiente:
1.En estricto sentido, lo “revelado” no es noticia ni, mucho menos, “investigación” a menos que se entienda, como lo dice la directora del medio, que aunque el tema no es de actualidad, “también es noticia eso que la gente convierte en noticia”
2.Del mismo lead de la noticia y demás cuerpo de ella, no existe coherencia alguna con el título pues decir que “gobierno de Arias supo cómo votaría la Sala IV sobre el TLC” es desmentido por la misma nota, pues de lo que trata ésta es del último Proyecto de Ley de Implementación del TLC. Además, hay que recordarlo, ¡y bien!, que el TLC nunca lo aprobó la Asamblea Legislativa y, mucho menos, la Sala Constitucional, sino que fue, por medio de referendum. Entonces, decir que la sala votó el TLC, es falso, de falsedad absoluta.
3.Dicho cable, si bien se refiere a especulaciones (chismes) de un embajador sobre la dinámica en la aprobación de ese proyecto y su consulta a la Sala Constitucional, los actores reales que se ven aludidos por aquél, claramente dicen que no es cierto lo que se afirmó y que pudo ser eso: mera especulación o percepción, como cualquier otra persona pudo haber tenido, por más embajadora que fuera. Pero de ahí a que se tenga una noticia, confirmada y por ende verdadera, lo dicho entre el título y el cuerpo de la noticia, sólo puede calificarse de sensacionalista y por ello, absolutamente injustificado para un diario como La Nación.
4.Si la periodista, autora de esa nota, hubiera recabado mayor información, en los archivos de la Sala Constitucional, que son públicos e incluso están a disposición en la página del Poder Judicial (www.poder-judicial.go.cr), fácilmente hubiera constatado que, primero, la Sala Constitucional NUNCA votó el TLC de referencia, y, segundo, que de las leyes para su implementación, ese órgano jurisdiccional conoció 19 expedientes y emitió 24 votos judiciales.
5.Si bien, como lo dice la directora, justificando las publicación de los cables de WikiLeaks “…La información y el libre pensamiento fortalecen la democracia”, lo cierto es que las fallas en la presentación de esta “noticia”, antes que lograr tan sano propósito, lo desmerece, por lo que hay que tener mucha prudencia al dar a conocer “cables” sobre “impresiones” que tengan los diplomáticos de turno de la embajada de los EE.UU, u otros países, sobre asuntos tan delicados como el indicado. WikiLeaks será una fuente más, pero debería ser tomada “ a beneficio de inventario”, por desconfiables, pues roza con el mero chisme y por tanto sólo debería usarse si es verificable, si no se quiere causar daños irreparables, por siempre.
6.Para concluir, es insoslayable relacionar lo dicho con el tema de la ética periodística (y el Código del COLPER, en la materia) y el rol del periodista, cuya misión no es tomar lo que se le entrega y publicarlo, sin antes confirmar la información con fuentes verificadas y verificables (off the record). Lo contrario sería que el objetivo sea “… que la víctima acuse el golpe en medio del maremoto de información –una de las infotácticas a las que se refería Alvin Toffler-, para que la opinión pública rumbeé hacia el objetivo como las vacas que van mansamente por el pasillo de madera hasta que alguien les asesta el golpe mortal”. (Rubén Levenberg). O, como bien lo dijo una magistrada costarricense (Ana V. Calzada, 6-6-10 LN), la libertad de prensa no puede definirse como “como mecanismo para manipular o desinformar a las personas o las masas, objetivo que sería tan contrario para los fines de la democracia, como la censura misma…”
7.Por ello, esos cables, por su morbo, podrán vender y mucho pero las instituciones públicas y la honra de sus funcionarios, no tiene precio y el periodismo debe volver a la senda de la seriedad y altura que ha distinguido a esa diario, por algo el de mayor prestigio nacional...
El pasado 2 de marzo, el periódico La Nación inició la publicación de cables secretos del Departamento de Estado Norteamericano, obtenidos por la “organización” Wikileaks, que se asume como fuente periodística, referidos, específicamente, a Costa Rica, sumándose así a otros medios impresos del mundo que los han publicado, con gran impacto político.