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Río revuelto ganancia de pescadores

La indiscutible y delicada situación financiera que atraviesa la Caja Costarricense del Seguro Social y la inadecuada prestación de servicios de salud a los asegurados, pareciera estar sirviendo de excusa y hasta de mampara, para que algunos sindicatos de esta estratégica institucional social, los utilicen para llevar adelante la defensa y mantención de algunos privilegios que disfrutan sus integrantes y no así el resto de los trabajadores del país.
Nos referimos a las incapacidades y a la pretensión de los sindicatos de que no se manejen como subsidios; así como, por el pago por disponibilidad, que perciben algunos médicos. Ambos rubros, a todas luces, representan importantes erogaciones de dinero para la institución. La primera de estas situaciones, cuenta incluso con un dictamen negativo, de la Procuraduría General de la República, sobre su validez legal.
Pero veamos ¿Cuál es el río revuelto? Este simplemente, es la crisis financiera y el descontento de las y los asegurados, el que viene, desde hace mucho tiempo, producto de no haber recibido una atención oportuna y de calidad por parte de la Caja.
Sin embargo, debemos tener claro que mucha de esa inadecuada atención, que han recibido no pocos asegurados, la han recibido de parte de quienes están integrados a la huelga, los que parece más que defender a la estratégica institución social, lo que buscan es defender sus intereses particulares y de grupo.
Como apuntaba don Luis Alberto Jáen Martínez, en un comentario transmitido hace días, aquí mismo, una huelga se hace en contra de quienes son los dueños de una entidad, con el propósito de causarles daño directo y así obligar a una negociación.
En el caso de esta huelga, hay que decir que en sus efectos negativos, si está dirigida contra los dueños de la Caja Costarricense del Seguro Social, que no son otros que los trabajadores asegurados y específicamente los enfermos con derecho y urgencia de ser atendidos oportunamente. Estas personas, una vez más, ven rezadas sus necesidades al ser usados casi como rehenes, para presionar a las autoridades de la institución y del gobierno, para así obtener beneficios sectarios.
Por otro lado, resulta también que los sindicatos de la Caja, están también llamando a que se le sumen a la huelga a otras organizaciones sociales, especialmente sindicatos del sector público, los que seguramente también, a su vez, tienen reclamos particulares en defensa de sus respectivos intereses; los cuales incluso podrían ser absolutamente razonables pero esto no les autoriza a lesionar los también derechos de otros grupos y personas.
En este país debemos dejar de ser reactivos ante los problemas nacionales, para comenzar a ser profundamente proactivos, donde la inteligencia, la responsabilidad ciudadana y las luchas justas por el bienestar de las mayorías sean el norte a seguir.
La indiscutible y delicada situación financiera que atraviesa la Caja Costarricense del Seguro Social y la inadecuada prestación de servicios de salud a los asegurados, pareciera estar sirviendo de excusa y hasta de mampara, para que algunos sindicatos de esta estratégica institucional social, los utilicen para llevar adelante la defensa y mantención de algunos privilegios que disfrutan sus integrantes y no así el resto de los trabajadores del país.

Río revuelto ganancia de pescadores

La indiscutible y delicada situación financiera que atraviesa la Caja Costarricense del Seguro Social y la inadecuada prestación de servicios de salud a los asegurados, pareciera estar sirviendo de excusa y hasta de mampara, para que algunos sindicatos de esta estratégica institucional social, los utilicen para llevar adelante la defensa y mantención de algunos privilegios que disfrutan sus integrantes y no así el resto de los trabajadores del país.
Nos referimos a las incapacidades y a la pretensión de los sindicatos de que no se manejen como subsidios; así como, por el pago por disponibilidad, que perciben algunos médicos. Ambos rubros, a todas luces, representan importantes erogaciones de dinero para la institución. La primera de estas situaciones, cuenta incluso con un dictamen negativo, de la Procuraduría General de la República, sobre su validez legal.
Pero veamos ¿Cuál es el río revuelto? Este simplemente, es la crisis financiera y el descontento de las y los asegurados, el que viene, desde hace mucho tiempo, producto de no haber recibido una atención oportuna y de calidad por parte de la Caja.
Sin embargo, debemos tener claro que mucha de esa inadecuada atención, que han recibido no pocos asegurados, la han recibido de parte de quienes están integrados a la huelga, los que parece más que defender a la estratégica institución social, lo que buscan es defender sus intereses particulares y de grupo.
Como apuntaba don Luis Alberto Jáen Martínez, en un comentario transmitido hace días, aquí mismo, una huelga se hace en contra de quienes son los dueños de una entidad, con el propósito de causarles daño directo y así obligar a una negociación.
En el caso de esta huelga, hay que decir que en sus efectos negativos, si está dirigida contra los dueños de la Caja Costarricense del Seguro Social, que no son otros que los trabajadores asegurados y específicamente los enfermos con derecho y urgencia de ser atendidos oportunamente. Estas personas, una vez más, ven rezadas sus necesidades al ser usados casi como rehenes, para presionar a las autoridades de la institución y del gobierno, para así obtener beneficios sectarios.
Por otro lado, resulta también que los sindicatos de la Caja, están también llamando a que se le sumen a la huelga a otras organizaciones sociales, especialmente sindicatos del sector público, los que seguramente también, a su vez, tienen reclamos particulares en defensa de sus respectivos intereses; los cuales incluso podrían ser absolutamente razonables pero esto no les autoriza a lesionar los también derechos de otros grupos y personas.
En este país debemos dejar de ser reactivos ante los problemas nacionales, para comenzar a ser profundamente proactivos, donde la inteligencia, la responsabilidad ciudadana y las luchas justas por el bienestar de las mayorías sean el norte a seguir.
La indiscutible y delicada situación financiera que atraviesa la Caja Costarricense del Seguro Social y la inadecuada prestación de servicios de salud a los asegurados, pareciera estar sirviendo de excusa y hasta de mampara, para que algunos sindicatos de esta estratégica institucional social, los utilicen para llevar adelante la defensa y mantención de algunos privilegios que disfrutan sus integrantes y no así el resto de los trabajadores del país.

DEMOCRACIA PARTICIPATIVA.

Esta rara entelequia que algunos  políticos o aspirantes a tales han  dado en llamar “democracia participativa”, es un proyecto inviable, que termina por negarse a sí  mismo, pues un gobierno en el que todos gobiernen, es una contradicción en los términos que solo puede conducir al caos y a la anarquía. La complejidad de la Administración del Estado hace  imperativo que el Poder, en sus diversas formas, radique en determinados órganos, que normalmente  son los encargados de tomar las decisiones apropiadas, que todos los ciudadanos estamos obligados a respetar.  Aunque sería muy del agrado de los agitadores profesionales,  ningún  país  puede ser gobernado a base de referendos. Antes de continuar, permítasenos  dejar muy en claro, que lo anterior no significa, ni mucho menos,  que los gobernantes  puedan prescindir del respaldo popular. Éste es imprescindible, porque  contrariamente a lo que algunos  suponen, el Gobierno en última instancia,   no descansa en la fuerza ni en la imposición,  sino en la aquiescencia de los  gobernados. Aunque  parezca increíble, muchos regímenes ya fenecidos, que hoy miramos con horror, contaron en su momento inicial con un amplio respaldo popular, pues la Historia  enseña que los pueblos también se equivocan, al igual que las personas. La Alemania nazi, la Rusia soviética y hasta el vulgar régimen de Gadaffi tuvieron en su momento, una amplia aceptación en sus países,  pues de no haber sido así, estos movimientos jamás hubieran podido consolidarse en el poder.
Pero el hecho de que el ejercicio tranquilo del poder debe descansar en un amplio respaldo popular,  no nos debe llevar al equívoco de suponer que el Gobierno tenga que estar consultando  todos sus  actos y medidas con los administrados o tolerar su intromisión en las funciones que le son propias. Como aparentemente  aquí  todos estamos dormidos, a excepción de quienes trabajan incansablemente por cambiar el país que nos heredaron nuestros padres y abuelos, no sé cómo pudo aprobarse la reforma al artículo 9 de la Constitución Política, que declaraba que el Gobierno de la República es popular, representativo, alternativo y responsable, para agregarle, por Ley 8364 de 1 de Julio del 2003,  el calificativo de ”participativo”, el cual ha dado pie a los agitadores para considerarse “cogobernantes” y con tal pretexto,   movilizar a las masas conforme a sus intereses. Ya estamos cosechando los frutos de tantos años de  demagogia barata, pues, como por una u otra razón lo comprobamos todos los días,   nuestro otrora  tranquilo y ordenado  país se ha tornado ingobernable : la  constante injerencia de los sindicatos del sector público y otras  organizaciones sociales del mismo corte, aunada a la falta de autoridad y al crecimiento desmedido de la burocracia, son los principales obstáculos que causan desconcierto y desaliento en los ciudadanos y  frenan nuestro  progreso.
Pero como dice un antiguo  refrán popular “lo bueno que tiene esto, es lo malo que se está poniendo”, se percibe en el país  el sentimiento generalizado de que esto no puede continuar así; que es preciso restablecer el principio de autoridad; que  el proceso que nos ha conducido al lamentable estado en que ahora nos encontramos, debe revertirse.  Sobre todo esto tendremos que ahondar en  próximos comentarios.
Esta rara entelequia que algunos  políticos o aspirantes a tales han  dado en llamar “democracia participativa”, es un proyecto inviable, que termina por negarse a sí  mismo, pues un gobierno en el que todos gobiernen, es una contradicción en los términos que solo puede conducir al caos y a la anarquía. La complejidad de la Administración del Estado hace  imperativo que el Poder, en sus diversas formas, radique en determinados órganos, que normalmente  son los encargados de tomar las decisiones apropiadas, que todos los ciudadanos estamos obligados a respetar.

¿UNA HUELGA CONTRA QUIEN?

Los sindicatos médicos y otras organizaciones del Seguro Social sonaron tambores de huelga, primero un paro el martes 19 de julio e indefinida, en caso de que no sean atendidas las peticiones, que van desde incapacidades hasta  parqueo.
El Seguro Social pasa por una estrecha situación financiera, se nutre del aporte tripartito de patronos, trabajadores y el estado, complicada a raíz de la crisis internacional, que a partir del segundo semestre del 2008 redujo el empleo y por ende los ingresos a las arcas de la Caja.
En medio de todo surge un pronunciamiento de la Procuraduría General de la República, que obliga a las autoridades institucionales a equipar a sus trabajadores con el resto de empleados del país y pague las incapacidades como subsidio y no como salario.
En un país que apostó por el derecho, algunos quieren que los jerarcas de la Caja vuelvan la cara hacia otro lado, aquí la posición de la también médico Ileana Balmaceda, Presidenta Ejecutiva de la Caja ha sido firme: “Me pusieron para respetar la Constitución y las leyes”. Entonces este no es punto de negociación.
Un día de huelga en el Seguro Social significa la suspensión de al menos 384 cirugías,  hay que ponerse en el lugar de quien vive momentos de incertidumbre ante un procedimiento quirúrgico, puede ser su mamá, el hermano, el hijo y aunque no fuera nada de nosotros, es un ser humano al fin al cabo.
Laborar para la Caja es un verdadero privilegio en momentos cuando impera la incertidumbre en el mercado laboral, recibir el salario viernes por medio no es algo que tenga cualquiera.
Este es un llamado a los servidores del Seguro Social, cada uno en su fuero interno sabrá si atiende o no el llamado de unos pocos dirigentes, que por su condición no verán disminuidos sus ingresos por la huelga. Es un movimiento contra personas indefensas y enfermas, de la cantidad de trabajadores que se sumen sabremos de que fibra están hechos, de momento pensaré que de la mejor, en atención al mandato cristiano de amaos los unos a los otros.
Los sindicatos médicos y otras organizaciones del Seguro Social sonaron tambores de huelga, primero un paro el martes 19 de julio e indefinida, en caso de que no sean atendidas las peticiones, que van desde incapacidades hasta  parqueo.
El Seguro Social pasa por una estrecha situación financiera, se nutre del aporte tripartito de patronos, trabajadores y el estado, complicada a raíz de la crisis internacional, que a partir del segundo semestre del 2008 redujo el empleo y por ende los ingresos a las arcas de la Caja.

La acedia y sus soluciones.

Hace pocos días se nos recordaba un término que algunos, incluso, han considerado  ya en desuso. Se trata de la palabra “acedia”.
Montserrat Solano (Foro, La Nación, 6-4-11, p.32A) nos redescubre un término que, vinculado de alguna manera a la tradición monástica, hace referencia a un vicio que paraliza el querer de las gentes, hace temer actuar, desespera, mata la devoción y el buen ánimo emprendedor y, finalmente, está en el punto de partida de la tristeza, de esa aflicción que, con mucha frecuencia, aniquila al ser humano mismo.
Casiano decía que se trata de un “tedio y ansiedad del corazón que afecta a los anacoretas y a los monjes”. El cartujo Guigues dirá que es como una inercia, una flojera, un fastidio que ataca el interior. Juan Damasceno define la acedia como "una especie de tristeza deprimente".
Tomás de Aquino, sistematizando muchas de las cosas dichas antes de él, agrega consecuencias de esta realidad que aquí comentamos. Este intelectual y singular dominico afirma que la acedia es capaz de generar cierta desesperación, poco ánimo para enfrentar grandes retos, una cierta amargura marcada por los resentimientos y, además, una fuerte tendencia a hacer opciones por vías peligrosas y no siempre edificantes o coherentes con la propia naturaleza.
Más aquel mal no se quedó detrás de las puertas que cerraron la Edad Media. El aburrimiento, el desánimo y la desesperación han campeado por los llanos y altos de nuestra historia desde entonces. Y lo que es peor es que, poco a poco, se ha ido asentando en el corazón de las nuevas generaciones. Las decepciones, el engaño, la caída de los ideales no hacen otra cosa que ser buen y eficaz abono de eso que llamamos acedia y que no hace sino crecer en este mismo aquí y ahora de nuestro andar por la historia.
La solución, recurriendo a Dante y a don Luigi Giussani es fortalecer el anhelo y, por supuesto, levantar la calidad de aquello que se desea.
Dice el poeta: “¡Oh almas en quienes un fervor ardiente/rehace quizás la negligencia y la tardanza/que por tristeza empleásteis en el bien!/”
Y le responden: “Estamos tan llenos de deseos de avanzar/que detenernos no podemos”. Ciertamente, allí está el punto. A menos que tengamos algo que valga la pena qué anhelar y una causa sólida qué defender, la acedia seguirá pesando sobre nosotros.
Obviar el hacer referencia a esta realidad llamada acedia no ayuda en nada a nadie. Horacio Bojorge escribe al respecto: “la acedia abunda en nuestra civilización en forma de tentación, de pecado actual, de hábito extendido como una epidemia, y hasta en forma de cultura con comportamientos y teorías propias que se trasmiten por imitación o desde sus cátedras, populares o académicas. Si bien se mira, puede describirse –verdaderamente- una auténtica y propia civilización de la acedia”.
Enfrentar esa civilización que hoy marca a tantos y tantos y, a veces, tan jóvenes, se impone como una urgencia. Hemos de poner de nuestra parte potenciando el anhelo y el deseo de algo que, como parece resultar obvio, va más allá de lo puramente  mundano.
Hace pocos días se nos recordaba un término que algunos, incluso, han considerado  ya en desuso. Se trata de la palabra “acedia”.
Montserrat Solano (Foro, La Nación, 6-4-11, p.32A) nos redescubre un término que, vinculado de alguna manera a la tradición monástica, hace referencia a un vicio que paraliza el querer de las gentes, hace temer actuar, desespera, mata la devoción y el buen ánimo emprendedor y, finalmente, está en el punto de partida de la tristeza, de esa aflicción que, con mucha frecuencia, aniquila al ser humano mismo.

La Caja es una bendición para la salud y la democracia de Costa Rica

Algunos expertos del Banco Mundial me han confesado que en ningún lugar del mundo hay un sistema de seguridad social con los alcances del nuestro. Hay países  con sistemas más complejos, como los países escandinavos, pero en ninguno hay un sistema que tenga a la vez tres características que tiene la Caja Costarricense del Seguro Social.
Esas tres características son que la Caja tiene cobertura total, atiende incluso a quienes no cotizan y hasta a los extranjeros; la segunda característica es que en la Caja atienden a todo tipo de personas y sin que importe su enfermedad, o sea, no importa cuán compleja sea la situación de la salud de una persona, la Caja siempre le atenderá; la tercera característica es que los servicios de la Caja no exigen un co-pago, no se paga un deducible. Que en Costa Rica todos y todas puedan recibir servicios de atención de salud incluso sin que tengan cómo pagarlos, que no haya diferencias en la Caja entre los que tienen y pueden pagar y los que no tienen y no pueden pagar, es, sin duda, lo más hermoso que tiene el sistema de seguridad social. Esto no se puede perder.
Hay que defender a la Caja. Si se pierde nuestro sistema de seguridad social, se resquebrajaría la democracia y el alma del ser costarricense. Hay que atacar los problemas de la Caja, el gran endeudamiento del Estado, que le debe mucho dinero a esa institución, y los perros amarrados de muchas empresas privadas, que tampoco le pagan a la Caja. Hay que atacar urgentemente el tema de las pensiones, antes de que sea insostenible. Y hay que detener la tendencia  a desmantelar a la Caja a favor del enriquecimiento de quienes han hecho de la salud privada un gran negocio.
La Caja tiene serios problemas económicos, que se traducen en las largas filas y las listas de espera, pero sigue siendo la más grande y emblemática institución costarricense, la gran cristalización del espíritu democrático y su máxima expresión de solidaridad y justicia social.
La Caja es una gran bendición, un tesoro social que tiene Costa Rica, y que hay que defender la institucionalidad del seguro social y su buena salud, hay que defender a la Caja a toda  costa y al precio que sea necesario. Si se cae la Caja, se nos cae el país. Si se defiende y se sostiene a la Caja, se garantiza la paz social de Costa Rica.
No se trata de dejar de ver los problemas de la Caja. Es entender que no se debe matar el perro para acabar con las pulgas. La Caja es un tesoro de la justicia social de nuestro país.
Algunos expertos del Banco Mundial me han confesado que en ningún lugar del mundo hay un sistema de seguridad social con los alcances del nuestro. Hay países  con sistemas más complejos, como los países escandinavos, pero en ninguno hay un sistema que tenga a la vez tres características que tiene la Caja Costarricense del Seguro Social.

LA LOMBRICULTURA

Una de las principales preocupaciones de la población y de las municipalidades es el problema de la basura, sobre lo que se ha dicho y escrito mucho.  Sin embargo, las soluciones no llegan: los rellenos sanitarios se agotan, los incineradores parecen tejanos, el reciclaje no se explota adecuadamente.  Mientras, la basura no se explota adecuadamente.  Mientras, la basura sigue “adornando” nuestras calles y parajes, y la gente sigue siendo menos consciente.  Cada día hay más basura por todo lado.  San José, Costa Rica, es un enorme basurero.  Pareciera que al tico le gusta vivir como los chanchos, en medio de la suciedad.
La basura es un negocio.  Quizás si se viera desde esta perspectiva, podríamos solucionar en parte el mal.  Por ello quiero hacer varios planteamientos que podrían contribuir a buscarle una salida viable a la situación.
Primero, ntreguemos la recolección y disposición de los derechos a los particulares, a la empresa privada.  Que ellos establezcan rellenos sanitarios, incineradores o cualquier otro sistema de tratamiento de la basura.  Los vecinos pagarían el servicio, el Estado podría dar una subvención o compra de equipo, a quienes se dediquen a esa empresa.  Incluso se podría pensar que este servicio fuera manejado por una cooperativa.  Todo se haría bajo la supervisión del Ministerio de Salud, municipalidades, y previos estudios de impacto ambiental.   Habrían fuentes de trabajo, se reactivaría la economía y se profesionalizaría el sistema de recolección de basura.  Estoy seguro que para proyectos de este tipo se podría conseguir dinero con organismos internacionales.  Se podría empezar a experimentar en un sector determinado.
Segundo, organicemos en cooperativas y con las seguridades sociales del caso a los “buceadores”, a esas personas que hacen el trabajo desagradable de recoger de la basura diversos materiales, que luego venden para obtener algún dinero.  Ayudémosles a hacer más fácil y seguro su trabajo.  Démosles equipo e indumentaria apropiada para su labor.  Ellos son parte del sector productivo del país, ya que permiten la reutilización de mucho material y con ello se evita la salida de divisas.
Tercero, utilicemos lombrices para procesar la basura.  Ellas producen humus, materia orgánica degradada, que es un excelente fertilizante y mejora las características físico-químicas del suelo.  Además, las lombrices producen proteínas.  Un proyecto de este tipo se realiza en Chile.  A ese trabajo con lombrices se le llama lombricultura.  Dicen los estudiosos que la “química del humus de lombriz es tan equilibrada y armoniosa que nos permite colocar una semilla directamente en él sin ningún riesgo”.  El 75% de lo que come la lombriz se transforma en humus y el 25% en carne.  Se dice que la lombriz produce proteínas casi del mismo valor nutritivo que la leche y aunque “esa carne se pensó en un principio usar para consumo animal, hoy se plantean usos superiores” (el hombre).
En Chile se está planeando exportar humus producido por lombrices.  O sea, las lombrices biodegradan las basuras.  ¿Cuánto humus y proteínas podría producir Costa Rica con toda la basura que genera? ¿Por qué no el MAG o alguna institución privada, colegio agropecuario, o qué se yo, no empiezan a sacar ventajas de la lombricultura?  Mataríamos varios pájaros de un tiro: producimos fertilizante, contribuimos a resolver el problema de la basura, y generamos fuentes de trabajo.
¿Será tan difícil aplicar estos 3 puntos en Costa Rica?  Creo que no, solo se necesita voluntad política, compromiso de las personas y mirar hacia el futuro.
Alexander Bonilla Durán
Una de las principales preocupaciones de la población y de las municipalidades es el problema de la basura, sobre lo que se ha dicho y escrito mucho.  Sin embargo, las soluciones no llegan: los rellenos sanitarios se agotan, los incineradores parecen tejanos, el reciclaje no se explota adecuadamente.  Mientras, la basura no se explota adecuadamente.  Mientras, la basura sigue “adornando” nuestras calles y parajes, y la gente sigue siendo menos consciente.  Cada día hay más basura por todo lado.  San José, Costa Rica, es un enorme basurero.  Pareciera que al tico le gusta vivir como los chanchos, en medio de la suciedad.

HUELGA EN HOSPITALES: NO

La huelga, impropiamente llamada paro, y convocada por la UNIÓN MÉDICA NACIONAL, no debe ser.
La huelga es un acto de guerra en las relaciones obrero-patronales a la cual recurren  justamente los trabajadores cuando se agotan los medios pacíficos para defender sus derechos.
La huelga es también un arma legítima, cuando se usa contra el patrono capitalista y fundamentalmente abusivo, para dañar su economía e impedirle su ganancia.
Pero en la Caja no se dan estas condiciones. La Junta Directiva de la Caja no es el patrono, ni el dueño de la Institución, sino un simple administrador. Los trabajadores y asegurados de la Caja, son los verdaderos dueños de la Institución, sólo en la  proporción en que  son parte de todo el pueblo, que sí es el dueño y el que la financia en su totalidad.
Ahora bien, el pueblo, el dueño de la Caja, no es el culpable de los desaciertos e injusticias que ahí se cometen: el verdadero responsable es el gobierno que nombra a la Junta Directiva y esta como la ejecutora de pérfidos designios e inadecuadas acciones.
Pero con la huelga, no se perjudica ni al gobierno, ni a la Junta Directiva de la Caja, sino que al contrario, se favorecen y se estimulan los malvados propósitos de quienes buscan la privatización de la Caja, pues muchas personas mal informadas e ignorantes, caen en la trampa de creer que con una privatización, se acabarían sus problemas y que recibirían una atención médica de calidad, gran espejismo y mayor error pensar así.
Por otra parte, si por la actuación irresponsable y anti popular de la Caja, por acción y/o omisión de los gobiernos y sus juntas  directivas, los servicios médicos ya constituyen una tortura contra los pacientes; agravar esa tortura es un contrasentido. Porque demás de favorecer al gobierno y a la Junta Directiva de la Caja pues evitará la salida de recursos en la atención a los asegurados., Esto además provocará y logrará un mayor distanciamiento entre trabajadores y asegurados, porque estos últimos comprenderán que han sido tomados como rehenes indefensos para ejecutar un chantaje.
Los problemas  de la Caja no los resolveremos con actos absurdos como los de tratar de obtener o conservar un derecho económico, cuya pérdida no  conduce a  un estado de necesidad, lesionando el derecho muchas veces superior de centenares de miles de personas, como es el derecho a la salud y a la vida.
Los comprendemos, pero también les pedimos que nos comprendan. Los problemas  en la Caja sólo lograremos resolverlos luchando juntos, asegurados, pueblo en general y trabajadores de la Institución, con plena lealtad, solidaridad y respeto recíprocos.
Le recomendamos a la UNIÓN MÉDICA NACIONAL, buscarse una buena asesoría legal.
Luis Alberto Jaén Martínez
Cédula 1-367-350La huelga, impropiamente llamada paro, y convocada por la UNIÓN MÉDICA NACIONAL, no debe ser.

La huelga, impropiamente llamada paro, y convocada por la UNIÓN MÉDICA NACIONAL, no debe ser.

La huelga es un acto de guerra en las relaciones obrero-patronales a la cual recurren  justamente los trabajadores cuando se agotan los medios pacíficos para defender sus derechos.

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La muerte del cantor

Una historia del escritor uruguayo Eduardo Galeano cuenta que a un violinista que iba por un camino, le robaron el violín. Lo encontraron unas horas después, herido y adolorido, pero cuando le preguntaron cómo se sentía, contestó sonriendo, “pobrecitos ellos, porque se robaron mi violín pero no se pueden robar mi música”. Al matar vilmente a Facundo Cabral, no pueden matar su maravillosa lucha por la libertad, por la paz mundial, por el arte y por la tolerancia. Al convertido a Facundo Cabral en un mártir de los principios más altos y sublimes del ser humano.
Tuve la oportunidad de verlo en escenario tres veces y lo entrevisté en dos ocasiones para dos medios costarricenses. Siempre me impresionó su personalidad, su capacidad de asombro, el niño que siempre llevó por dentro. Me encantó su gran amor por la poesía, su respeto por la vida de las personas, su gran admiración por los esfuerzos que hace cada persona para surgir y cada pueblo para encontrar un mejor destino. Canciones suyas son verdaderos emblemas humanistas, como esa que dice, “No soy de aquí, ni soy de allá, no tengo edad ni porvenir, y ser feliz es mi color de identidad”. O canciones de amor, como la que tiene estos versos, “cuando los amantes entran al bosque, las mariposas tiemblan, porque los amantes no saben cazar mariposas”. También fue fundamental para que América Latina escuchara con mayor profusión a otros grandes artistas como Atahualpa Yupanqui. Por ejemplo, hizo famosa esa canción que dice, “pobrecito mi patrón, cree que el pobre soy yo”.
Fue grandioso en el rescate de la vida de la gente del campo, del agricultor, el obrero, el campesino, el albañil, el carpintero, el fontanero… También la mujer que siembra la tierra, que cría muchos hijos, que cocina para los peones, que hace tamales y sopa para el turno con el que recogen dinero para la escuela, el hogar de ancianos o el albergue de niños con discapacidad. Era un hombre valiente, un defensor de la dignidad de la persona, de la personalidad clarísima de cada pueblo. Era un defensor de la patria humana, de que todos y todas tenemos un compromiso con el ser humano por encima de diferencias. En una canción dice, “sólo lo muy barato tiene precio”.
Lo ha matado la violencia institucionalizada de América Latina. Y lo mató por error. Pero qué va, una muerte de estas no es por casualidad, ni por error. Han matado a un gran defensor de la paz. Y eso tiene un gran contenido simbólico. Me sobrecogió ver a  la Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, llorando en el lugar del crimen. Guatemala, Costa Rica, América Latina, y el mundo entero tienen que llorar por la muerte de este gran cantor de la vida, del amor y de la dignidad humana. Que no descanse en paz Facundo Cabral. Que su canto y su mensaje  defiendan lo mejor de la humanidad por los siglos de los siglos.
Una historia del escritor uruguayo Eduardo Galeano cuenta que a un violinista que iba por un camino, le robaron el violín. Lo encontraron unas horas después, herido y adolorido, pero cuando le preguntaron cómo se sentía, contestó sonriendo, “pobrecitos ellos, porque se robaron mi violín pero no se pueden robar mi música”. Al matar vilmente a Facundo Cabral, no pueden matar su maravillosa lucha por la libertad, por la paz mundial, por el arte y por la tolerancia. Al convertido a Facundo Cabral en un mártir de los principios más altos y sublimes del ser humano.

La normalidad democrática

En plan de repaso y casi de ubicarnos de cara a conceptos que, por costumbre, damos por sabidos, vale la pena que miremos un poco “a mano alzada” algunos vistazos previos a conceptos que, para efectos de este comentario, necesitamos tener claros.
Primero, vale la pena que recordemos que cuando hablamos del régimen presidencial, éste comenzó su andadura desde 1787, cuando la Constitución de Estado Unidos pensó en un régimen que, presuponiendo separación de poderes, considerara la figura de una jefe de Estado que, siendo a la vez jefe de Gobierno, no fuera designado por el Parlamento, sino por el voto universal de los ciudadanos sea éste, de modo directo, o bien, de modo indirecto.
Aquí el presidente es una figura que, normalmente, cuenta con prerrogativas y atribuciones importantes de las que debe dar cuentas periódicamente a la Nación en la cual, como se sabe, reside la soberanía.
El gobierno, también en condiciones normales, comprende -en el contexto presidencial democrático- al poder legislativo y al presidente con su gabinete de colaboradores. Éste cuenta, en la mayoría de los casos, con una bancada legislativa considerable que le facilita surcar los caminos que se ha propuesto desde que propuso su nombre al electorado.
Obviamente, nos falta un elemento: la oposición. Debbasch y Daudet afirman acerca de ella que es “el conjunto de personas, grupos o partidos que en un momento determinado, son hostiles en todo o en parte a la política gubernamental”.
Teniendo en cuenta lo anterior, es claro que el presidente ha de gobernar, el gabinete debe ser idóneo y ayudar a facilitar la gestión presidencial y, por otra parte, la asamblea legislativa debe hacer lo que le corresponde a partir de cuanto van siendo las pistas que el partido de gobierno va señalando, contando con la crítica más o menos moderada de la oposición. Esto parecería lo normal.
En nuestro país algunos aspectos de esa normalidad parece que no andan. El gabinete no parece lo suficientemente diestro, la asamblea y el partido de gobierno no logran empatar con las líneas que el ejecutivo dice tener y en general el panorama se complica a una Presidenta de la República que, una y otra vez, insiste en querer servir al país de la mejor manera posible.
Colaborar todos en andar por sendas democráticas normales parece imponerse como una necesidad. Asumir cada quien su rol correcto en el sistema político que vivimos resulta un imperativo. Evitar alegrarse de cuanto daña al bien común es profundamente adecuado. Aunar esfuerzos en torno a la Presidenta parece una urgencia que todos, incluyendo el poder de los medios de comunicación, nos hemos de tomar muy en serio, pues si la barca se hunde, todos absolutamente todos, pereceremos con ella.
En plan de repaso y casi de ubicarnos de cara a conceptos que, por costumbre, damos por sabidos, vale la pena que miremos un poco “a mano alzada” algunos vistazos previos a conceptos que, para efectos de este comentario, necesitamos tener claros.

¡Bendito el trabajo!

Sin lugar a dudas, la vida laboral es uno de los aspectos que ocupa una gran parte de la existencia de los individuos, en ocasiones se pasa más tiempo en el trabajo que con la misma familia. A pesar de ello, para algunas personas el trabajo, más que satisfacción, pareciera ser una obligación impuesta; es decir, solamente un medio para obtener dinero con el cual sufragar sus necesidades.
Sin embargo, el trabajo podría ser una actividad enteramente distinta. El trabajo ha de ser la expresión creativa de los humanos para manifestar, e ir desarrollando, las inmensas capacidades que existen dentro de cada uno de nosotros. De esta manera, el trabajo podría constituir un medio extraordinario de satisfacción y crecimiento, pues al ser el trabajo una expresión de uno mismo, podría ser, a la vez, un medio de autorrealización.
Además, el trabajo debería ser asumido como la manifestación de la vocación acompañada de un espíritu de servicio hacia los demás, de esta manera dicha entrega por parte de uno se convierte también en una utilidad, y esa utilidad es la que podría traducirse, a la vez, en un ingreso económico. No obstante, el inconveniente es que muchas personas no están desempeñando un trabajo que los satisfaga, entonces trabajan de un modo forzado, sienten disgusto por su actividad, porque, en el fondo, realizan su trabajo pensando sólo en el dinero que necesitan para vivir, pagar sus deudas o caprichos.
A la vez, se encuentra el problema de que muchas veces el trabajo se realiza sólo como un instrumento para demostrar el propio valor; es decir, para conseguir un prestigio. Ello significa que los individuos sentirán siempre colgados sobre sí la insatisfacción de una carrera sin final porque, continuamente, habrá una nueva cumbre de prestigio por escalar. Y no es que la superación esté mal, el problema es cuando se convierte en una obsesión. Por lo tanto, se debe comprender que el verdadero sentido del éxito profesional puede consistir en que la persona, mediante cualquier labor que realice, se exprese profundamente y disfrute de su trabajo.
En este sentido, el verdadero éxito del trabajo dependerá de la eficacia real, de la utilidad efectiva que este tenga para los demás, porque el trabajo puede ser un medio de servicio, una manera de crear acciones que le sean útiles a los demás y que, en cierto sentido, sólo uno puede llevar a cabo de una manera óptima.
No olvidemos que el trabajo nos lleva a desarrollar habilidades y competencias como el trabajo en equipo, la cooperación, la empatía, la creatividad, la disciplina y la responsabilidad. Nos colma de satisfacción, de orgullo por el deber cumplido, nos hace sentir útiles, eficientes, fomenta la confianza y nos eleva la autoestima. El trabajo es importante si se desea ser alguien, avanzar en la vida, alcanzar la prosperidad y realizarnos.
Definitivamente es hasta que la persona descubra su vocación auténtica, y encuentre lo mejor de sí, que no vivirá forzada en todo lo que realice, y que le permitirá dignificar, como es debido, esa noble expresión humana que representa el trabajo. Por eso, bendito sea el trabajo, y bienaventurados quienes lo aman, porque contribuye a que nuestra vida sea útil, productiva, dichosa y dignificante, ya lo expresó muy bien la Beata Teresa de Calcuta: “No puedo parar de trabajar, amo el trabajo, para descansar tendré toda la eternidad”…
Sin lugar a dudas, la vida laboral es uno de los aspectos que ocupa una gran parte de la existencia de los individuos, en ocasiones se pasa más tiempo en el trabajo que con la misma familia. A pesar de ello, para algunas personas el trabajo, más que satisfacción, pareciera ser una obligación impuesta; es decir, solamente un medio para obtener dinero con el cual sufragar sus necesidades.