Si muchos docentes y autoridades educativas, en reiteradas ocasiones, han manifestado que gran parte de la deserción estudiantil se debe, precisamente, a que los estudiantes se encuentran en ambientes de enseñanza y aprendizaje procedentes de un sistema educativo tradicional los cuales, muchas veces, no estimulan su interés por el estudio pues en el aula imperan las imposiciones, las verdades absolutas, la falta de creatividad, la memorización, la poca interacción, la carencia de exposición de ideas, los regaños, las intransigencias o la falta de autonomía o de empatía, entonces los centros educativos deberían apostar por los cambios correspondientes que incentiven y faciliten en los estudiantes una patente motivación por lograr metas que los satisfagan y les permitan el logro de una autorrealización profesional y personal.
En esta sociedad global del conocimiento, definitivamente las universidades, tanto públicas como privadas, deben surgir a la vida con el signo del cambio, esto las compromete a asumir una misión académica congruente con las grandes innovaciones de nuestro tiempo, de ahí que a la educación universitaria le corresponda el rol estelar de formar estudiantes integrales, con una clara perspectiva intelectual, humanista y de liderazgo.
He tenido el gran privilegio de constatar que el Centro de Estudios Generales de la Universidad Nacional está tomando, como parte de su labor académica, este norte. En los últimos días, gracias a la invitación que dicho Centro me hiciera para brindar un discurso a los estudiantes, y a algunas otras visitas que he realizado, he verificado de manera directa la gran proyección humanista que se está generando en sus diferentes áreas de trabajo, llámense Ciencias y Tecnología, Filosofía y Letras, Artes o Ciencias Sociales, mediante la labor inter, multi y transdiciplinaria del análisis de temas nacionales como, por ejemplo, el Estado de la Nación.
Al respecto, su Decano, el señor Enrique Mata, explica que la misión del Centro de Estudios Generales es que los alumnos conozcan la realidad nacional e internacional, desarrollen tanto una sensibilidad social como una actitud crítica, creativa y responsable, en donde los jóvenes tomen la palabra y se conviertan en actores de liderazgo y de cambio, experimenten una enseñanza más integral, sean ciudadanos responsables y desarrollen un humanismo más vivencial, máxime en una sociedad en donde cada vez más prima la pobreza espiritual y emocional.
Para el cumplimiento de esta visión humanista el Centro de Estudios Generales ha desarrollado diversos programas los cuales incentivan la expansión crítica y creativa de los diversos actores educativos para facilitar el mejoramiento continuo de la calidad de vida, entre ellos se encuentran el Programa de la persona adulta mayor en el cual se les ofrece a las personas de la tercera edad una oferta de más de treinta y ocho cursos, entre ellos los talleres de artes manuales o los literarios, además de la visita a diversos asilos con el objetivo de que se establezca un encuentro intergeneracional entre alumnos y este sector de la población.
Otro de los programas es el de la Persona joven cuyo objetivo es el de brindar charlas sobre participación política, sexualidad, estilos de vida saludable y emprendedurismo, la idea es motivar e impulsar el desarrollo de la energía creativa en los jóvenes y el fortalecimiento de iniciativas al servicio de los sectores menos privilegiados como en las zonas heredianas de Guararí o Sarapiquí. El último de los proyectos aborda la temática indígena, el cual busca exponer la realidad de esta cultura, sus problemáticas, sus manifestaciones culturales, creencias o costumbres, como una manera de eliminar tantos estereotipos que se generan en torno a las tribus indígenas.
Enhorabuena el Centro de Estudios Generales de la Universidad Nacional está sólidamente comprometido con el objetivo de acrecentar la dimensión humanista de los Estudios Generales para formar profesionales con valores como la integridad, autonomía o responsabilidad quienes, además, sepan aportar sus servicios, conocimientos y soluciones en pro del desarrollo del país y de su crecimiento profesional y espiritual. Ojalá estas acciones humanistas sean emuladas por otros centros universitarios, ya la Universidad de Costa Rica o la Universidad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología lo están haciendo de una manera muy eficaz, pero se requiere que todos los centros educativos universitarios se aboquen a nuevos liderazgos y vean en las Humanidades esa trascendental oportunidad para hacer del accionar educativo un ámbito de enseñanza y aprendizaje más humanista, intelectual, creativo, estimulante, pensante y sensible.
En esta sociedad global del conocimiento, definitivamente las universidades, tanto públicas como privadas, deben surgir a la vida con el signo del cambio, esto las compromete a asumir una misión académica congruente con las grandes innovaciones de nuestro tiempo, de ahí que a la educación universitaria le corresponda el rol estelar de formar estudiantes integrales, con una clara perspectiva intelectual, humanista y de liderazgo.
A inicios del mes de octubre, Víctor Manuel Medina Medina, un policía de La Cruz, Guanacaste, se hizo acreedor al premio Nacional de Valores “Rogelio Fernández Güell”, galardón anual conferido por la Comisión Nacional de Rescate de Valores, como un reconocimiento a quien se haya distinguido por su conducta social apegada a la ética y los valores más preciados de nuestra sociedad.
Medina, en cumplimiento del deber, detuvo a dos sospechosos de narcotráfico cuando se aprestaban a huir por la frontera norte y, lejos de aceptar el soborno ofrecido, los entregó a la justicia. Pero además su carrera policial es ejemplar.
Qué bueno y significativo este premio que es, como sucede con esta clase de reconocimientos, algo representativo de acciones y actores semejantes que todos los días se destacan por su responsabilidad y honestidad, sobre todo aquellos que forman parte de los diferentes grupos encargados de velar por la seguridad de la ciudadanía. Son muchos los hombres y las mujeres que día a día lo arriesgan todo, su integridad, la tranquilidad de sus familias, sus vidas. Y eso merece el reconocimiento social, muy bien representado por el premio mencionado.
Sin embargo, tenemos que decirlo, frente a esta destacable realidad, o más bien dándole la espalda a esa realidad ejemplar y a su deber social, tenemos policías, lamentablemente no tan pocos, en los que la conducta imperante es la indolencia, la comodidad del no comprometerse, el hacerse de la vista gorda ante los asuntos que son de su plena incumbencia.
Desdichadamente este fenómeno se repite mucho sobre todo entre las fuerzas encargadas de la seguridad en comunidades pequeñas y medianas, me comentaba un amigo un día de estos cuando hablábamos de cómo había crecido la criminalidad en los barrios, particularmente el robo que podríamos denominar de bajo monto pero que golpea duro a los afectados: por ejemplo el robo de herramientas en el pequeño taller de un mecánico, de un motor a un pescador artesanal, de las gallinas a una familia pobre, de la cosecha de maíz a un pequeño agricultor, de una vaca, de un televisor, de una bicicleta.
Lo más triste de esto, me dijo haciendo hincapié en que lo había vivido en carne propia, es que uno va a la delegación policial a poner la denuncia, con nombres y apellidos, pidiéndoles que actúen, y la respuesta es “eso no vale la pena, tenemos que vivir y dejar vivir”, o cosas por el estilo.
Esa clase de policías está a media distancia entre los honestos y valientes, que cumplen a diario su deber, y los traidores que se unen a las mafias para facilitarles sus crímenes; pero son tan corruptos como estos y el daño que hacen es enorme pues drenan la confianza de la población en sus guardianes, promueven la impunidad y facilitan la consolidación de individuos y grupos criminales.
Ojalá los jerarcas de la seguridad nacional le pongan atención a este cáncer social
A inicios del mes de octubre, Víctor Manuel Medina Medina, un policía de La Cruz, Guanacaste, se hizo acreedor al premio Nacional de Valores “Rogelio Fernández Güell”, galardón anual conferido por la Comisión Nacional de Rescate de Valores, como un reconocimiento a quien se haya distinguido por su conducta social apegada a la ética y los valores más preciados de nuestra sociedad.
Sé de un país que se llama Feolandia. En ese país, curiosamente, se dice que sus habitantes son felices.
Es extraño que eso pase pues en Feolandia nada funciona. Se afirma que es un país en que se protege el medio pero los parques nacionales, logro de otros tiempos y algunos hombres visionarios, se deterioran a ojos vista.
En Feolandia se habla de una equidad que no es demasiado notoria a simple viste. Es más, ni siquiera sus habitantes la perciben mucho pero, sin embargo, ellos dicen ser felices.
Por otra parte, en Feolandia casi todo lo público hace honor al nombre del país, pues tiende a ser feo, malo e ineficiente. Los servicios que da el gobierno de Feolandia siempre son de mala calidad, a destiempo o bien, marcados por la ineficacia y la lentitud mas asombrosa.
Las ciudades de este extraño país son horribles. Son sucias, desordenadas, congestionadas, contaminadas, en fin, caóticas. Cualquiera que pasee por una de ellas pronto se pierde, corre alto riesgo de ser asaltado o sufrir alguna grave lesión en un hueco de acera, alguna alcantarilla sin tapa o un indigente que duerme plácidamente en media acera todo el día sin que ninguna autoridad lo note.
En Feolandia las gentes felices que dicen vivir en él, además, temen de frente a la violencia urbana, los turistas no saben ya cómo protegerse y, de paso, padecen a diario una suerte de transporte público, literalmente, de susto.
En este raro país de gente feliz y en el que nada es como debe ser, las calles son de lo peor, los puertos son los peores de la región y el sistema de salud parece que siempre está al borde del colapso. Obviamente, en ese contexto, se puede sospechar que, en ese país de gente que se dice feliz, la corrupción galopa y solo pagan por ella los que no pueden mostrarse poderosos.
Pero Feolandia tiene otras características dramáticas. Poco a poco parece renunciar a los valores que construyeron su idiosincrasia y, como si eso fuera poco, descuida la familia, atenta a diario contra ella y ahora hasta desea poner en peligro la misma vida humana no nacida.
Feolandia es, también, un país sin memoria histórica, tomado por algunas minorías intrascendentes que los medios destacan a todas horas y, además, cuenta con un gobierno que no logra dar pasos, enredado en su misma maraña, corriendo el riesgo de hacer menos felices a los habitantes de un país que, a pesar de todo, parecen felices, aunque ni siquiera ya consuman lo que producen y maltraten a los aún desean labrar nuestra tierra fecunda.
A veces se da uno a la tarea de pensar si los habitantes de Feolandia no seremos un poco cínicos, en el sentido griego del término. Puede que sí y eso estaría muy pero muy mal.
Sé de un país que se llama Feolandia. En ese país, curiosamente, se dice que sus habitantes son felices.
Es extraño que eso pase pues en Feolandia nada funciona. Se afirma que es un país en que se protege el medio pero los parques nacionales, logro de otros tiempos y algunos hombres visionarios, se deterioran a ojos vista.
Defendamos en la calle 58 mil empleos de zonas francas
Cuando uno ve casos como el de Hospira, Baxter, St. Jude Medical, Western Union, uno siente un gran orgullo por Costa Rica, por su sistema educativo, por no tener ejército, por no tener una dictadura desde 1919, por haber combatido un proyecto esclavista en América Central en 1856 y 1857, por haber decidido que la educación fuera gratuita y obligatoria en 1860, por dedicar a instituciones como el Instituto Tecnológico de Costa Rica y el INA lo que otros países dedican al ejército, por nuestro sistema solidario de salud, por la neutralidad perpetua del presidente Monge, por el Premio Nobel de 1987, y también por este gran invento de Costa Rica que es el solidarismo, que busca que los trabajadores surjan a partir del ahorro y de nuestra tesis de que hay que eliminar la lucha de clases, que la empresa donde uno trabaja es una bendición para cada quien y para su familia.
El Movimiento Solidarista ha hecho múltiples llamados de lucha porque este proyecto de grabar a las empresas en zonas francas atenta contra la seguridad jurídica y lanza un pésimo mensaje al mundo. Le dice al mundo, “no crean en Costa Rica, ahí les cambian las reglas del juego, les cambian la mula a la mitad del río”.
El que un partido político traicione a la clase trabajadora, a quienes se ganan los frijoles en 250 empresas en zonas francas es algo muy doloroso. Yo soy de campo. Mi papá es de San Rafael de Poás de Alajuela y la gente de su pueblo trabaja en Borkar, la empresa de un estadounidense. Mi mamá es de Cervantes de Alvarado y la gente de su pueblo trabaja principalmente en Plycem, en Paraíso, y en Rawling, en Turrialba.
Yo crecí en Pérez Zeledón donde no hay zonas francas. La mitad de mis compañeros de la escuela viven en Estados Unidos. La zona los expulsó por falta de empleo.
Mi adolescencia transcurrió en la comunidad de Los Diamantes, cerca de Guápiles, donde la mayor parte de la gente trabaja en la planta de Demasa, una empresa de capital mexicano, y en Mundimar, de Chiquita, una planta en zona franca.
Este proyecto de ponerle impuestos a las zonas francas nos duele por Grecia, donde están Panduit y Cartex; nos duele por San Carlos, donde Ticofrut ha generado una gran diferencia para las comunidades de Aguas Zarcas, Altamira, Cerro Cortez y Pital; nos duele por Tilarán y Puntarenas.
La única salida que le veo a este problema suscitado por el PAC es que le demos a esta lucha un rostro humano y que hagamos presión en la calle, frente a la Plaza de la Democracia, frente a la Asamblea Legislativa, frente a la casa de los diputados de Heredia y Alajuela, las dos provincias donde están el ochenta por ciento de las zonas francas, y frente a la casa de don Ottón Solís.
El solidarismo defiende valores de justicia social. No defendemos las huelgas ni los paros. Pero si tuviéramos que resumir al solidarismo en una frase, esa es “defensa del trabajo” y lo que estamos haciendo aquí, en la Asamblea Legislativa, ustedes y yo, es defendiendo el trabajo de 50 mil solidaristas y 58 mil trabajadores de Costa Rica. Nos corresponde ahora defender con vehemencia y pasión el bendito derecho a conservar nuestro trabajo.
Cuando uno ve casos como el de Hospira, Baxter, St. Jude Medical, Western Union, uno siente un gran orgullo por Costa Rica, por su sistema educativo, por no tener ejército, por no tener una dictadura desde 1919, por haber combatido un proyecto esclavista en América Central en 1856 y 1857, por haber decidido que la educación fuera gratuita y obligatoria en 1860, por dedicar a instituciones como el Instituto Tecnológico de Costa Rica y el INA lo que otros países dedican al ejército, por nuestro sistema solidario de salud, por la neutralidad perpetua del presidente Monge, por el Premio Nobel de 1987, y también por este gran invento de Costa Rica que es el solidarismo, que busca que los trabajadores surjan a partir del ahorro y de nuestra tesis de que hay que eliminar la lucha de clases, que la empresa donde uno trabaja es una bendición para cada quien y para su familia.
El humor de los ticos asociado a las actividades de las y los políticos, es una forma pasiva-agresiva de manifestar el repudio y la frustración que siente la gente hacia la forma en que, entienden que, la clase política tradicional maneja la cosa pública. La tristemente famosa Ley de Tránsito, es la que alguna gente denomina como la platina de la Asamblea Legislativa. Aquí sí que no hay cara en la que persignarse, hasta la misma Sala IV tiene alguna responsabilidad sobre esas distintas versiones.
Hasta adonde este comentarista sabe, todas las diferentes iniciativas legislativas de la Ley de Tránsito, fueron enviadas a consulta a la Sala Constitucional, por lo tanto, es de suponer que la citada Sala, les indicó a las y los diputados los defectos jurídicos que tenía la citada ley. Observaciones que, al juzgar por los hechos, no fueron atendidos en la Asamblea Legislativa. Esta desatención se trajo abajo, meses de trabajo y de las y legisladores y con ellos, se desperdició una gran cantidad millones de colones de los sufridos contribuyentes, invertidos en un proceso legislativo claramente ineficaz.
Además ese fallonazo, no solo alcanza a las y los actuales diputados sino que también a sus antecesores pues esa legislación vial, va como por la tercera o cuarta modificación, producto, simplemente, de la improvisación con la que fue redactada, modificada, aprobada y ejecutada, para luego ser declarada improcedente constitucionalmente en algunos de sus artículos o alcances por la Sala IV.
Ahora ese mismo cuerpo legislativo, está a punto de aprobar otra nueva barbaridad por sus alcances, tal vez ya no jurídicos, sino económicos, me refiero al paquetazo de impuestos, que se piensa aprobar con los votos de las bancadas del PLN y del PAC; me refiero a que esa iniciativa lo único que va lograr, es sacarle más dinero a los bolsillos de las y costarricenses para seguir alimentando el presupuesto del sector público, que a través del tiempo, ha demostrado que nunca logra dejar ser deficitario..
Ese impuesto además lo van a tener que pagar las y los pequeños empresarios en un plazo muy inferior, al que van haber cobrado sus facturas por los servicios ofrecidos y financiados, como es el giro financiero normal en la inmensa de las actividades económicas y comerciales de mercado, con lo que esas personas van a tener que conseguir capital de trabajo adicional para así poder cumplir con la obligación tributaria. Poniendo así a los empresarios más débiles a tener que pasar al sector informal de la economía. Están matando a la gallina de los huevos de oro.
Esta voracidad fiscal que ha demostrado ser, absolutamente, ineficaz e ineficiente en darle soluciones reales a las necesidades y expectativas del pueblo, sino que además, ha evidenciado que se está legislando, sin contar con un análisis integral, inteligente y visionario de los alcances y efectos en especial los negativos de esas iniciativas legislativas que hacen platinas.
Las y los diputados del PLN, del PAC y los unipersonales, que le den su voto afirmativo a ese paquetazo, parecen que ignoran que le están quitando recursos al sector productivo, a ese que genera la verdadera riqueza nacional, para entregárselo al estado, ese que, de forma evidente y repetitiva, lo que hace es producir pero solo gastos y perdidas, como la platina de la autopista.
El humor de los ticos asociado a las actividades de las y los políticos, es una forma pasiva-agresiva de manifestar el repudio y la frustración que siente la gente hacia la forma en que, entienden que, la clase política tradicional maneja la cosa pública.
¿Y ASÍ SE QUIERE SALVAR A LA CAJA COSTARRICENSE DEL SEGURO SOCIAL?
Una de las condiciones propias de los diputados es discutir y analizar proyectos, pero también responder a una condición de conciencia y por supuesto de ideología política. Es innegable que el desarrollo de nuestro país tiene su reflejo en la Seguridad Social, y que ese mismo reflejo es el que permite crear el escenario correspondiente de progreso de un país, que sí le apostó a un modelo de seguridad social único en el todo mundo.
Pero hoy lejos de estocar de frente se hace de costado, por eso la pregunta ¿Y ASÍ SE QUIERE SALVAR A LA CAJA COSTARRICENSE DEL SEGURO SOCIAL?
Cuando se analiza la tercera propuesta presentada por el PAC y Liberación Nacional del Proyecto de Ley de Solidaridad Tributaria a la Asamblea Legislativa, se denota que de aprobarse tal como está, tendríamos entonces que la IMPORTACION de medicamentos estaría exenta del pago del Impuesto al Valor Agregado propuesto (IVA del 14%), pero no así la PRODUCCION NACIONAL, ya sea las elaboradas por la misma Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) o por las compañías farmacéuticas nacionales.
Esto como consecuencia de que en el artículo 13 Capítulo III de la propuesta, dice “disposiciones finales y derogatorias”, de manera expresa establece que se derogaría, a partir de la entrada en vigencia de la Ley, “…las exenciones existentes contenidas en leyes especiales y no contenidas en convenios internacionales o contratos de préstamo internacional, en relación con la Ley de impuesto general sobre las ventas” Esto dejaría sin efecto la exoneración actual en la elaboración nacional de medicamentos, pues dejaría sin efecto lo dispuesto en el artículo 4 de la Ley 7293 (Ley reguladora de todas las exoneraciones vigentes, su derogatoria y sus excepciones).
O sea, van a tener que PAGAR MAS IMPUESTO AL VALOR AGREGADO (del 14%), es decir, estamos hablando de las materias primas, insumos y todo producto intermedio o final utilizado en la elaboración de medicamentos incluyendo reactivos o catalizadores, maquinaria, envases y material de empaque. Si bien es cierto el articulo 9 en su inciso 3 nos habla de medicinas pero nos lo dice de una manera final como producto terminado y NO de la elaboración, acción que deberá pagar impuestos, de ahí que no existirá excepción alguna. También la compra local de las mercancías y servicios que requiera la CCSS.
Y entonces en qué país vivimos, y reitero: Y ASÍ SE QUIERE SALVAR A LA CAJA?.
Con todo respeto, aquí no solo están en juego las empresas que se dedican a producir medicamentos en nuestro país, sino la misma seguridad de abastecimiento de medicamentos producidos por la CCSS.
No se puede hacer país de esa manera, se debe reconsiderar la propuesta tributaria, se debe entender que el modelo de desarrollo que se ha mantenido es ejemplo en el mundo entero y hoy por tozudez, se nos olvida la Seguridad Social en nombre del deseo insostenible y devorador del Gasto Público. Luis Alberto Rojas Valerio. Diputado Fracción Unidad Social Cristiana.
Una de las condiciones propias de los diputados es discutir y analizar proyectos, pero también responder a una condición de conciencia y por supuesto de ideología política. Es innegable que el desarrollo de nuestro país tiene su reflejo en la Seguridad Social, y que ese mismo reflejo es el que permite crear el escenario correspondiente de progreso de un país, que sí le apostó a un modelo de seguridad social único en el todo mundo.
Hoy debido al avance de la tecnología y las ciencias de la salud la expectativa de vida ha aumentado notoriamente, de manera que la vejez ya no es necesariamente sinónimo de enfermedad sino una etapa productiva y gratificante del ciclo vital de los humanos.
En este sentido las investigaciones psicológicas han demostrado que el adulto mayor tiene un pensamiento complejo, en el cual se integran la capacidad de razonamiento lógico con el bagaje de experiencias que ha acumulado durante su existencia, esto le facilita enfrentar y analizar situaciones problemáticas personales, como las de quienes le rodean, con mayor objetividad y certeza. Por lo tanto, muchos de los adultos mayores representan, en nuestros días, un baluarte social pues son los consejeros sabios quienes orientan a los más jóvenes y siguen contribuyendo al desarrollo de la humanidad.
Pese a esto, y de que las personas adultas mayores cuentan con varias herramientas jurídicas para defender sus derechos, todavía sigue existiendo una patente discriminación hacia este sector de la sociedad. Ya sea por indiferencia, desconocimiento, falta de solidaridad o por una sociedad que apuesta más al vigor juvenil, lo cierto es que muchos de los derechos de los adultos mayores como la educación, cultura, servicios de salud, seguridad, autonomía, participación, vivienda, desarrollo, trabajo, equidad, protección o dignidad, siguen siendo violentados.
De ahí la necesidad de aplicar acciones eficaces a fin de que los adultos mayores, espiritual y físicamente, disfruten de manera plena, segura, libre y satisfactoria de sus años avanzados en paz, salud y seguridad como parte integrante y vital de la sociedad.
Por lo tanto, no basta que cada primero de octubre celebremos el Día del Adulto Mayor, no es suficiente que cada octubre se celebre el Mes de los Ciudadanos de Oro, no bastan leyes, tampoco ha sido suficiente que, desde mil novecientos ochenta y dos, la Asamblea de la Organización de Naciones Unidas haya dedicado sus esfuerzos a potenciar la validez de los adultos mayores. Lo que se necesita es una toma de conciencia real con miras a lograr la plena realización del potencial de los adultos mayores y a mitigar, mediante medidas apropiadas, cualquier obstáculo que impida que los derechos fundamentales e inalienables consagrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos no se apliquen plena e íntegramente a este sector de la población.
Reconocerle al adulto mayor su importancia social activa y presencial, buscar que el anciano se valore como un individuo quien posee un cúmulo preciado de experiencia la cual puede trasmitir a los más jóvenes en el interactuar diario, y seguir dándole la oportunidad de continuar siendo parte del sistema productivo en actividades que le permitan sentirse útil, son tareas que no se pueden postergar más. No olvidemos que quienes somos aún jóvenes, si la vida nos lo permite, también vamos a llegar a ser adultos mayores, valga entonces que reflexionemos cómo desearíamos que los demás nos trataran en esa etapa de la vida…
Por eso, si contamos con la presencia de un adulto mayor en nuestra familia, nuestro vecindario, si usted es un adulto mayor, o, simplemente, queremos ser una persona de sólidos principios humanistas, aprovechemos y valoremos la capacidad de ingenio, experiencia, eficiencia y libertad de nuestros ciudadanos de oro, pues tal y como lo expresaba el reconocido cineasta sueco Ingmar Bergman: “Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena”.
Hoy debido al avance de la tecnología y las ciencias de la salud la expectativa de vida ha aumentado notoriamente, de manera que la vejez ya no es necesariamente sinónimo de enfermedad sino una etapa productiva y gratificante del ciclo vital de los humanos.
Estoy cansado. Los ciudadanos honestos de este país lo estamos. Hay una alta dosis de frustración por el estado de indefensión que sentimos y la frustración cotidiana ante la enorme estela de corrupción, impunidad, desatención y negligencia. Este sentimiento ha venido ganando terreno, pues no sale uno del asombro de una cosa cuando se conoce de otra. Lo más grave, es que hay una progresiva pérdida de confianza en la institucionalidad del país y eso le hace muy poco bien a nuestro sistema democrático. Con dolor, debo admitir que veo en mucha gente poco optimismo por el devenir del país y la sociedad reclama un cambio.
A manera de ejemplo, el 04 de agosto pasado, camino a San Pedro de Poás, después de una minuciosa revisión a mi carro y mis documentos y ante mi contundente negativa a dejarme persuadir para ofrecer un soborno, el oficial de tránsito me hizo un parte porque no portaba chaleco reflector. En el parte se indica que violenté el artículo 134 C y que la multa es de ¢94.860.00. Después de recibir el parte y la “generosa” oferta del oficial de que visitara a un abogado amigo suyo, para que me tramitara la respectiva apelación y mi inmediata negativa a tal negocio, me retiré con la convicción de que tendría que sacar la suma dicha más el 30% para pagar mi pena por ser un infractor de la ley. Como corresponde, jamás cuestioné la desproporción de la pena. Jamás pensé si quiera en apelar el parte. Jamás pasó por mi mente ofrecer un solo céntimo a nadie para burlar la aplicación de la ley, pues se me enseñó de niño que la ley es la ley y debe respetarse.
En estos días; la Sala IV elimina multas consignadas en una Ley, que se supone fue consultada a esa instancia antes de ser aprobada. Se imponen medidas cautelares ridículas a un funcionario de alto rango del Ministerio de Justicia por andar borracho y chocar con 12 carros, se aprehenden malhechores que cuentan con gruesos expedientes delictivos pero que sorprendentemente andan libres. Cabe entonces, cuestionarme, si no portar un chaleco reflector, podrá ser algo tan peligroso para la vida o para la sociedad, como no usar el cinturón de seguridad, manejar a altas velocidades o circular borracho. Definitivamente y como lo dije hace muchos meses en este mismo espacio, Costa Rica es el país de la lógica inversa.
Me siento preocupado de ver el vacilón este en el que estamos convirtiendo en Costa Rica la aplicación de las normas y el mensaje que mandamos respecto de la fortaleza jurídica del país. Un Congreso que legisla mal, un tribunal remendón y un Poder Judicial alcahuete, permisivo y poco uniforme en la asignación de medidas cautelares ante delitos similares; hacen ver que la cosa no anda muy bien que digamos.
Empecé este comentario justificando a la gente cuando dice, que se sienten cansados de que el país está hecho a la medida de los infractores y delincuentes y que el sistema atenta contra los ciudadanos apegados al cumplimiento de leyes y normas sociales. Les dije que la gente buena se está cansando y que la frustración de los buenos es comprensible, pero también estoy seguro de que los más, somos gente buena y estoy seguro que como en las fábulas que veía de chiquillo, el bien siempre vence.
Por eso y a manera de reflexión, quisiera decirles a ustedes… gente buena que mañana a mañana escucha PANORAMA, las mismas palabras dichas por San Pablo y que han servido de título a este comentario. “No te dejes vencer por el mal; antes bien, venced al mal a fuerza de bien…
Comentario de Alexander Hernández Camacho,
Estoy cansado. Los ciudadanos honestos de este país lo estamos. Hay una alta dosis de frustración por el estado de indefensión que sentimos y la frustración cotidiana ante la enorme estela de corrupción, impunidad, desatención y negligencia. Este sentimiento ha venido ganando terreno, pues no sale uno del asombro de una cosa cuando se conoce de otra.
¿Puede cerrarse la “brecha social” a base de impuestos?
Como ahora los políticos se han impuesto la tarea de “reducir la brecha social”, encuentran justificado el aumento de los impuestos para redistribuir el ingreso nacional. Las más recientes experiencias desmienten esa pretensión.
70 AÑOS DE LA CAJA COSTARRICENSE DE SEGURO SOCIAL.
El primero de noviembre de 1941 es una fecha marcada en la historia patria, ese día se aprobó la ley que le da vida a una de las más emblemáticas instituciones del país, la Caja Costarricense de Seguro Social.
Mediante una alianza casi impensada, la iglesia católica representada por monseñor Víctor Manuel Sanabria Martínez, el Partido Comunista en la figura de don Manuel Mora Valverde y el poder político encarnado en el Presidente de la República de entonces, el doctor Rafael Ángel Calderón Guardia, se pusieron de acuerdo para darle vida jurídica al Seguro Social.
Se suscribía así un pacto nacional, mediante el cual, la enfermedad de uno solo de nuestros habitantes, se convertía en una preocupación de todos.
Mucho agua ha pasado bajo el puente desde entonces y a pesar de los vaivenes, la Caja o el Seguro como se le llama familiarmente, sigue como la institución más entrañable para quienes habitamos este país y así lo reafirma una reciente encuesta de la firma Unimer para el periódico La Nación, donde se sitúa muy por encima de cualquier otra entidad en cuanto al cariño de la población se refiere.
La Caja se nutre del aporte de patronos, trabajadores y el Estado y la salud financiera de la entidad está íntimamente ligada a lo que suceda con la economía doméstica y global, en este momento la crisis internacional que tocó a la entidad a finales del año 2008 y aspectos de gestión, la tienen sumida en una situación de la que hay abundantes diagnósticos.
El 70 aniversario encuentra al Seguro Social en una encrucijada, al igual que el águila, la mayor de las aves, debe tomar una decisión, renovarse o morir, es tiempo de revisar el pacto suscrito por los antepasados, la Caja deberá pasar un duro y doloroso proceso y así remozada, emprender del nuevo el vuelo para cubrir a una población que la quiere y la necesita y por encima de intereses particulares, es el ser humano quien debe estar en el corazón de cualquier medida que se adopte.
El primero de noviembre de 1941 es una fecha marcada en la historia patria, ese día se aprobó la ley que le da vida a una de las más emblemáticas instituciones del país, la Caja Costarricense de Seguro Social.