Los argumentos de los populistas para triunfar fueron 3: 1) Que la política de fronteras abiertas lleva al Reino Unido a muchos extranjeros; 2) Que los ingleses debían recuperar su independencia; y 3) Que el Reino Unido aporta mucho a la Unión Europea,recibiendo poco o nada a cambio.La suma del miedo a los extranjeros; el sentimiento de pérdida de independencia nacional; y el de ser mal tratados por Europa les llevó a creer que lo mejor es “aislarse”.
El fenómeno no es único. Trump en Estados Unidos e Iglesias en España, el primero de extrema derecha, y el otro de extrema izquierda, coinciden con esa visión de sus naciones y del mundo. Para ellos, solo se puede ser mejores a partir del egoísmo de las virtudes; y para protegerlas, se impone construir muros en lugar de construir puentes.“Otros” son siempre el origen de las debilidades propias.
Lo que acaba de pasar en el Reino Unido es una llamada de atención tanto para Europa, como para el resto del mundo. Debemos responder con soluciones concretas a los problemas concretos de los ciudadanos. Aquella, y no otra, debe ser la misión de la política, lamentablemente convertida por muchos en un eterno campo de batalla en el que todos perdemos la guerra.
Las personas responsablesdebemos entender que nuestro propósito y misión debe ser procurar acuerdos y aportar soluciones. De lo contrario, seguirán apareciendo locos iluminados“por la razón, o por la moral”,ofreciendo respuestas mágicas para resolver todos nuestros problemas.
La historia nos enseña quemás temprano que tarde, todos esos“maestros del milagro” que siempre ofrecendespegar construyendo alas sobre las culpas de otros, terminan por llevar a sus sociedades a las mayores de susdesgracias. Costa Rica debe tomar nota de los peligros del populismo, y cada uno asumir el deber de exigirse pensar bien las cosas, y de exigirle a nuestros líderes políticos, empresariales, y sindicales que se pongan serios;que busquen acuerdos, y que resuelvan los problemas que nos agobian, sin necesidad de que las magias y absolutismos nos impulsen a lanzarnos al vacío, no para despegar como prometen, sinopara explorar la dureza del fondo que nos recibirá al final de la caída.
Los políticos y nuestros partidos, deben proponer constructivamente, así como tener la humildad y grandeza de reconocer que la verdad y la razón, son frutos que se construyen admitiendo las razones y las verdades de los demás, escuchándolas y cediendo para poder llegar a acuerdos materializables.