Lunes, 19 Marzo 2012 05:03

La estrategia de “hacerse el chancho”.

Nuestro pueblo utiliza esa expresión para denominar el sistema,  desgraciadamente tan extendido en muchos sectores del país, de disimular los problemas; de pasarlos por alto sin enfrentarlos abiertamente, en la esperanza de que éstos terminen por resolverse por sí mismos, sin mayor esfuerzo de nuestra parte.  Por supuesto que la técnica del escapismo en realidad nunca ha servido para resolver ninguna dificultad y mucho menos en los tiempos que corren, en los que,  para superar los obstáculos y problemas que por todas partes nos salen al paso, es imprescindible contar con  una buena dosis de perseverancia, determinación y esfuerzo personal.

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El aumento de la delincuencia y de la violencia en general, es un problema de primer orden, que tiene justamente preocupados  a los sectores conscientes de este país, pero no hay un consenso sobre la forma de enfrentar ese reto. El problema no se solucionará simplemente aumentando el número de policías, aun cuando tal aumento pueda ser necesario. Tampoco aumentando el número de escuelas y colegios del país y otorgando más facilidades para que se matriculen en esas instituciones un mayor número de estudiantes, aunque el rubro destinado a la educación aumente a niveles astronómicos en el Presupuesto Nacional. Mientras no haya una radical reforma que haga atractiva y práctica  la educación para jóvenes provenientes de sectores en los que prevalece la más abismal ignorancia y pobreza, la deserción estudiantil seguirá aumentando y las instituciones de enseñanza que con tanto sacrificio mantiene el país, lamentablemente seguirán siendo, en muchos casos, incubadoras de la frustración y el resentimiento.

Todo esto nos debe llevar a comprender que para la mitigación del problema que nos ocupa, pues su solución definitiva posiblemente sea imposible, no podemos apostar a una sola carta.  Será preciso revisar nuestras leyes, nuestro sistema judicial y carcelario, crear opciones viables para jóvenes provenientes de sectores marginados que difícilmente se pueden adaptar a los actuales programas y posiblemente tomar muchas otras medidas que no podemos ni siquiera mencionar en este breve comentario.

Sin embargo, para no perdernos en este mar de posibilidades, sin abordar un solo punto concreto, permítaseme referirme a un problema al que aludí en mi comentario inmediato anterior: me refiero a la necesidad de ampliar el concepto de legítima defensa, que actualmente existe en nuestro Código Penal y que se autorice a los ciudadanos que califiquen para tales efectos, a tener y en  casos específicos  a portar, armas de fuego para que puedan defenderse eficazmente de los despiadados ataques que diariamente cometen los hampones organizados contra ciudadanos actualmente  desarmados.

Con estupefacción leí en la Revista Dominical de “La Nación” del 19 de Febrero último, que el señor Viceministro de Seguridad se oponía a esa posibilidad pues esto podría conducir a ”una carrera armamentista”, pues los delincuentes al saber que se les va a confrontar, “ se armarán más y con armas más pesadas”. O sea que para no exacerbar a los maleantes, hay que aplicar la estrategia de “hacerse el chancho” y dejarlos que se salgan con la suya. Increíble recomendación de un funcionario que se supone debe velar por nuestra seguridad.