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Actuar con inteligencia

Aunque algunos lo pretendan ocultar; lo cierto es que nuestra sociedad se ha visto desgarrada por la violencia, la inseguridad, la violación a los derechos de niños y mujeres,  la corrupción, la carencia de compromiso ante los deberes democráticos, la falta de respeto hacia quienes no piensan igual que uno o la pérdida de aquellas actitudes superiores necesarias para nuestro sano crecimiento individual y colectivo como la prudencia, el raciocinio, la empatía, la perseverancia y la tolerancia.
Dada estas dificultades,  sería lógico pensar que el desánimo o el descontento podrían aflorar en el sentir, y actuar, ciudadano.  No obstante, ante esta situación, claramente se nos podrían presentar dos caminos: o transitamos, como sujetos pasivos, por la vía de la desesperanza, la apatía y el conformismo; o recorremos, de forma activa e inteligente, un trecho de fortalecida entereza, esperanza y un positivo compromiso de cambio.
Deseo creer que todos somos conscientes de que es, evidentemente, el camino de la entereza, la esperanza, fortaleza y raciocinio, el más acertado para evitar que estos males sociales le sigan poniendo una soga al cuello a nuestro país. Definitivamente nuestra sociedad debe anteponer los valores de la entereza, la razón y la confianza como las principales armas que le ayude a sobrellevar aquellos conflictos políticos, económicos y sociales existentes, y le dé la energía requerida para seguir en la búsqueda de una Costa Rica más depurada.
Por ejemplo, actualmente se habla mucho sobre la violencia generada en centros educativos, en las calles o casos de corrupción política, pero habría que ver si, realmente, la población es conciente de esta problemática y qué está haciendo para contribuir, junto con el Gobierno, a contrarrestar tal situación. ¡No basta con hablar, con sorprenderse o enjuiciar!, se trata también de proponer soluciones y de actuar para plasmarlas.
En esta época no se justifican las quejas, las críticas destructivas, la pasividad, el egoísmo, el “simple choteo” y menos la idea de que los conflictos nacionales deben ser resueltos, exclusivamente, por el Gobierno. Requerimos una sociedad unida, activa, comprometida y pensante, en donde todos los costarricenses, con entereza e inteligencia, demos nuestro aporte en la construcción de una Patria más saludable.
Pues en el tanto mantengamos nuestra entereza en que podemos luchar, diariamente, por actuar de la manera más positiva por este país;  mientras tengamos la esperanza en que todavía existen quienes respetan el ejercicio de la política; si abrigamos la confianza en que nuestra sociedad es aún capaz de emanar  justicia, respeto, solidaridad  y paz; y cultivemos la esperanza en que los costarricenses seremos asiduos vigilantes de la democracia y el bien común, estaremos alimentando la conquista de un país con  mayor progreso humano.
En nuestras manos está el actuar con entereza, con inteligencia, el apostar a la esperanza, el contribuir y el comprometerse a  actuar. Sencillamente el hacer nuestras aquellas célebres palabras expresadas por el ex presidente estadounidense John F. Kennedy: “No pregunten qué puede hacer vuestro país por ustedes; pregunten qué pueden hacer ustedes por su país”.  Solamente así podemos procurar mantener transparente el océano social de nuestra Costa Rica.
Aunque algunos lo pretendan ocultar; lo cierto es que nuestra sociedad se ha visto desgarrada por la violencia, la inseguridad, la violación a los derechos de niños y mujeres,  la corrupción, la carencia de compromiso ante los deberes democráticos, la falta de respeto hacia quienes no piensan igual que uno o la pérdida de aquellas actitudes superiores necesarias para nuestro sano crecimiento individual y colectivo como la prudencia, el raciocinio, la empatía, la perseverancia y la tolerancia.

Actuar con inteligencia

Aunque algunos lo pretendan ocultar; lo cierto es que nuestra sociedad se ha visto desgarrada por la violencia, la inseguridad, la violación a los derechos de niños y mujeres,  la corrupción, la carencia de compromiso ante los deberes democráticos, la falta de respeto hacia quienes no piensan igual que uno o la pérdida de aquellas actitudes superiores necesarias para nuestro sano crecimiento individual y colectivo como la prudencia, el raciocinio, la empatía, la perseverancia y la tolerancia.
Dada estas dificultades,  sería lógico pensar que el desánimo o el descontento podrían aflorar en el sentir, y actuar, ciudadano.  No obstante, ante esta situación, claramente se nos podrían presentar dos caminos: o transitamos, como sujetos pasivos, por la vía de la desesperanza, la apatía y el conformismo; o recorremos, de forma activa e inteligente, un trecho de fortalecida entereza, esperanza y un positivo compromiso de cambio.
Deseo creer que todos somos conscientes de que es, evidentemente, el camino de la entereza, la esperanza, fortaleza y raciocinio, el más acertado para evitar que estos males sociales le sigan poniendo una soga al cuello a nuestro país. Definitivamente nuestra sociedad debe anteponer los valores de la entereza, la razón y la confianza como las principales armas que le ayude a sobrellevar aquellos conflictos políticos, económicos y sociales existentes, y le dé la energía requerida para seguir en la búsqueda de una Costa Rica más depurada.
Por ejemplo, actualmente se habla mucho sobre la violencia generada en centros educativos, en las calles o casos de corrupción política, pero habría que ver si, realmente, la población es conciente de esta problemática y qué está haciendo para contribuir, junto con el Gobierno, a contrarrestar tal situación. ¡No basta con hablar, con sorprenderse o enjuiciar!, se trata también de proponer soluciones y de actuar para plasmarlas.
En esta época no se justifican las quejas, las críticas destructivas, la pasividad, el egoísmo, el “simple choteo” y menos la idea de que los conflictos nacionales deben ser resueltos, exclusivamente, por el Gobierno. Requerimos una sociedad unida, activa, comprometida y pensante, en donde todos los costarricenses, con entereza e inteligencia, demos nuestro aporte en la construcción de una Patria más saludable.
Pues en el tanto mantengamos nuestra entereza en que podemos luchar, diariamente, por actuar de la manera más positiva por este país;  mientras tengamos la esperanza en que todavía existen quienes respetan el ejercicio de la política; si abrigamos la confianza en que nuestra sociedad es aún capaz de emanar  justicia, respeto, solidaridad  y paz; y cultivemos la esperanza en que los costarricenses seremos asiduos vigilantes de la democracia y el bien común, estaremos alimentando la conquista de un país con  mayor progreso humano.
En nuestras manos está el actuar con entereza, con inteligencia, el apostar a la esperanza, el contribuir y el comprometerse a  actuar. Sencillamente el hacer nuestras aquellas célebres palabras expresadas por el ex presidente estadounidense John F. Kennedy: “No pregunten qué puede hacer vuestro país por ustedes; pregunten qué pueden hacer ustedes por su país”.  Solamente así podemos procurar mantener transparente el océano social de nuestra Costa Rica.
Aunque algunos lo pretendan ocultar; lo cierto es que nuestra sociedad se ha visto desgarrada por la violencia, la inseguridad, la violación a los derechos de niños y mujeres,  la corrupción, la carencia de compromiso ante los deberes democráticos, la falta de respeto hacia quienes no piensan igual que uno o la pérdida de aquellas actitudes superiores necesarias para nuestro sano crecimiento individual y colectivo como la prudencia, el raciocinio, la empatía, la perseverancia y la tolerancia.

El solidarismo y "La Costa Rica que queremos"

Después de tanto nublados en el quehacer laboral costarricense con posiciones que como ticos trabajadores no compartimos en lo absoluto, el Movimiento Solidarista Costarricense celebra hoy día el XXVI Congreso Nacional de este sector, actividad que sin duda engrandece el quehacer laboral y nos enorgullece. Muchos son los logros de los solidaristas en esta Costa Rica laboral, muchas las y los beneficiados de un movimiento competitivo más preocupado por hacer... que por esperar que le den algo.
Hace unos días nos reunimos con la Presidente de la República en una actividad marcada de civismo en donde básicamente le dijimos "señora Presidente ¿en que le podemos ayudar?" lo cual sorprendió a la Presidente, vicepresidentes y ministros que le acompañaron. Nos pusimos a su disposición para ayudar en temas tan diversos como administración de bienes y servicios o en el programa Red de Cuido, mucho podemos hacer ya que contamos con la experiencia y la transparencia del caso.
El solidarismo es un organismo que  cambia constantemente involucrándose cada vez más en el quehacer de este país, innumerables son los alcances de este gran numero de trabajadoras y trabajadores que día a día con su propio empeño y dedicación logran objetivos para el engrandecimiento propio y de sus familias. Nos hemos convertido en la primera opción de los trabajadores para satisfacer las necesidades personales, de vivienda, salud, estética, educación, esparcimiento y además otorgamos rendimientos económicos superiores a la media anual.
De cara a nuestro congreso, hemos propuesto temas diferentes en busca del engrandecimiento de nuestros compañeros, hoy abarcaremos aspectos de economía mundial, nacional y medularmente tocaremos el punto de valores, esos valores ticos que nuestros abuelos y padres nos inculcaron para forjar una Costa Rica próspera, educada, una Costa Rica libre laboralmente luchadora, tenás… sin duda alguna "la Costa Rica que todos queremos".
Danilo Guerrero Rodríguez
Después de tanto nublados en el quehacer laboral costarricense con posiciones que como ticos trabajadores no compartimos en lo absoluto, el Movimiento Solidarista Costarricense celebra hoy día el XXVI Congreso Nacional de este sector, actividad que sin duda engrandece el quehacer laboral y nos enorgullece. Muchos son los logros de los solidaristas en esta Costa Rica laboral, muchas las y los beneficiados de un movimiento competitivo más preocupado por hacer... que por esperar que le den algo.

El solidarismo y "La Costa Rica que queremos"

Después de tanto nublados en el quehacer laboral costarricense con posiciones que como ticos trabajadores no compartimos en lo absoluto, el Movimiento Solidarista Costarricense celebra hoy día el XXVI Congreso Nacional de este sector, actividad que sin duda engrandece el quehacer laboral y nos enorgullece. Muchos son los logros de los solidaristas en esta Costa Rica laboral, muchas las y los beneficiados de un movimiento competitivo más preocupado por hacer... que por esperar que le den algo.
Hace unos días nos reunimos con la Presidente de la República en una actividad marcada de civismo en donde básicamente le dijimos "señora Presidente ¿en que le podemos ayudar?" lo cual sorprendió a la Presidente, vicepresidentes y ministros que le acompañaron. Nos pusimos a su disposición para ayudar en temas tan diversos como administración de bienes y servicios o en el programa Red de Cuido, mucho podemos hacer ya que contamos con la experiencia y la transparencia del caso.
El solidarismo es un organismo que  cambia constantemente involucrándose cada vez más en el quehacer de este país, innumerables son los alcances de este gran numero de trabajadoras y trabajadores que día a día con su propio empeño y dedicación logran objetivos para el engrandecimiento propio y de sus familias. Nos hemos convertido en la primera opción de los trabajadores para satisfacer las necesidades personales, de vivienda, salud, estética, educación, esparcimiento y además otorgamos rendimientos económicos superiores a la media anual.
De cara a nuestro congreso, hemos propuesto temas diferentes en busca del engrandecimiento de nuestros compañeros, hoy abarcaremos aspectos de economía mundial, nacional y medularmente tocaremos el punto de valores, esos valores ticos que nuestros abuelos y padres nos inculcaron para forjar una Costa Rica próspera, educada, una Costa Rica libre laboralmente luchadora, tenás… sin duda alguna "la Costa Rica que todos queremos".
Danilo Guerrero Rodríguez
Después de tanto nublados en el quehacer laboral costarricense con posiciones que como ticos trabajadores no compartimos en lo absoluto, el Movimiento Solidarista Costarricense celebra hoy día el XXVI Congreso Nacional de este sector, actividad que sin duda engrandece el quehacer laboral y nos enorgullece. Muchos son los logros de los solidaristas en esta Costa Rica laboral, muchas las y los beneficiados de un movimiento competitivo más preocupado por hacer... que por esperar que le den algo.

Movimientos sociales inmaduros y crisis de gobernanza.

Vivimos tiempos en los cuales hay que tomar en cuenta dos realidades que son, últimamente, importantes.
Por un lado la aparición de algunos movimientos que, naciendo del seno de la sociedad civil, buscan expresarse de cara a algunos temas mas o menos secundarios y, por otra parte, la crisis de la gobernanza que parece cada día mas obvia entre nosotros.
Un movimiento social es una complejización de la política y del sistema de relaciones entre sujetos políticos, como dice Luis Tapia. Explicita tendencias, sentimientos, prejuicios, valores y fuerzas de sujetos sociales y políticos. Marcan estos movimientos un momento de conflicto mas o menos fuerte que lleva a la revelación de posiciones sobre temas diversos que, en otras condiciones, nos serían puestas de manifiesto.
Los movimientos son, mas o menos maduros, según la capacidad que tengan para la reflexión y para ir de la simple crítica a mostrar que las vías que se perciben como mejores lo son efectivamente.
Sin esa reflexión y esa factualización, el movimiento no pasa de ser una opinión  mas. Probablemente, en nuestro medio esto es lo que se da. Y me refiero a todos los movimientos que, en las últimas décadas se han dado, no solamente los que se han podido mirar últimamente.
Ahora bien, organizados o no , maduros o no, estas expresiones populares son signo de otra cosa. De la crisis de eso que los teóricos de la política llaman  gobernanza.
Este término tan importante nos habla, mas que de la relación estado-mercado y en palabras de Pierre Calame, del arte de las sociedades para vivir relaciones internas pacíficas, una seguridad externa aceptable, con condiciones de equilibrio hacia adentro a largo plazo en armonía con la naturaleza, crecimiento económico y un sano sentimiento patrio vivido por sus ciudadanos.
Paul Ricoeur decía que la gobernanza permite a los pueblos permanecer de pie.
Ella se altera poco. Pero a veces pasa. Y ello ocurre ante cambios súbitos, mal administrados, o bien, a raíz de una drástica quiebra de la idiosincrasia a causa de razones como la pérdida de la memoria histórica, una educación errática o hasta un gran descuido con respecto a la propia herencia cultural.
Justamente, ante esa crisis de esa ideología que cohesiona y sostiene, aparecen inquietudes que, normalmente, se traducen en movimientos sociales.
En Costa Rica esa crisis de gobernanza es clara y los movimientos sociales no llegan a madurar. En general, todo ello puede explicar un poco el caos presente. No somos quienes somos ni tenemos idea hacia dónde queremos ir. Mas a pesar de todo, dicen algunos, somos un pueblo feliz aunque, es claro, muy extraviado en su andar.
Vivimos tiempos en los cuales hay que tomar en cuenta dos realidades que son, últimamente, importantes.
Por un lado la aparición de algunos movimientos que, naciendo del seno de la sociedad civil, buscan expresarse de cara a algunos temas mas o menos secundarios y, por otra parte, la crisis de la gobernanza que parece cada día mas obvia entre nosotros.

Movimientos sociales inmaduros y crisis de gobernanza.

Vivimos tiempos en los cuales hay que tomar en cuenta dos realidades que son, últimamente, importantes.
Por un lado la aparición de algunos movimientos que, naciendo del seno de la sociedad civil, buscan expresarse de cara a algunos temas mas o menos secundarios y, por otra parte, la crisis de la gobernanza que parece cada día mas obvia entre nosotros.
Un movimiento social es una complejización de la política y del sistema de relaciones entre sujetos políticos, como dice Luis Tapia. Explicita tendencias, sentimientos, prejuicios, valores y fuerzas de sujetos sociales y políticos. Marcan estos movimientos un momento de conflicto mas o menos fuerte que lleva a la revelación de posiciones sobre temas diversos que, en otras condiciones, nos serían puestas de manifiesto.
Los movimientos son, mas o menos maduros, según la capacidad que tengan para la reflexión y para ir de la simple crítica a mostrar que las vías que se perciben como mejores lo son efectivamente.
Sin esa reflexión y esa factualización, el movimiento no pasa de ser una opinión  mas. Probablemente, en nuestro medio esto es lo que se da. Y me refiero a todos los movimientos que, en las últimas décadas se han dado, no solamente los que se han podido mirar últimamente.
Ahora bien, organizados o no , maduros o no, estas expresiones populares son signo de otra cosa. De la crisis de eso que los teóricos de la política llaman  gobernanza.
Este término tan importante nos habla, mas que de la relación estado-mercado y en palabras de Pierre Calame, del arte de las sociedades para vivir relaciones internas pacíficas, una seguridad externa aceptable, con condiciones de equilibrio hacia adentro a largo plazo en armonía con la naturaleza, crecimiento económico y un sano sentimiento patrio vivido por sus ciudadanos.
Paul Ricoeur decía que la gobernanza permite a los pueblos permanecer de pie.
Ella se altera poco. Pero a veces pasa. Y ello ocurre ante cambios súbitos, mal administrados, o bien, a raíz de una drástica quiebra de la idiosincrasia a causa de razones como la pérdida de la memoria histórica, una educación errática o hasta un gran descuido con respecto a la propia herencia cultural.
Justamente, ante esa crisis de esa ideología que cohesiona y sostiene, aparecen inquietudes que, normalmente, se traducen en movimientos sociales.
En Costa Rica esa crisis de gobernanza es clara y los movimientos sociales no llegan a madurar. En general, todo ello puede explicar un poco el caos presente. No somos quienes somos ni tenemos idea hacia dónde queremos ir. Mas a pesar de todo, dicen algunos, somos un pueblo feliz aunque, es claro, muy extraviado en su andar.
Vivimos tiempos en los cuales hay que tomar en cuenta dos realidades que son, últimamente, importantes.
Por un lado la aparición de algunos movimientos que, naciendo del seno de la sociedad civil, buscan expresarse de cara a algunos temas mas o menos secundarios y, por otra parte, la crisis de la gobernanza que parece cada día mas obvia entre nosotros.

“La anarquía de las minorías.…”

La Real Academia de la Lengua dicta que la democracia es “la doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el Gobierno” o “el predominio del pueblo en el gobierno de un Estado”.
En Costa Rica, hemos sido bastante mediocres en nuestra concepción del significado de la democracia,  pues la hemos limitado a la asistencia a un ritual vacío que nos lleva cada 4 años a elegir entre un poco de productos que han sido exhibidos como latas de supermercado y en el que casi siempre sale vencedor el que tuvo la chequera más grande,  para poder usar la magia de los publicistas que los hacen decir todo,  excepto la verdad de lo que harán.
Así,  es cada vez más previsible el resultado de nuestros patéticos procesos electorales, cargados de “salvadores” con sus soluciones.  muchas de las cuales no han implementado cuando han estado en el poder,  lo que los convierte en simples bateadores, que se aprovechan de la ignorancia para llenarnos de demagogia de la más barata.
Nuestros gobernantes son tan malos y nos hemos convertido en un pueblo democráticamente tan poco culto, que ahora en vez de democracia tenemos una anarquía,  que la Real Academia define como “…la ausencia de poder político, desconcierto, incoherencia y barullo”.
Las minorías,  posiblemente aconsejadas por algunos vivillos a los que les interesa ese barullo para buscar otros objetivos, se tiran a las calles para reclamar “derechos humanos” ante cualquier ocurrencia,  viciada de lógica natural y cargada de complejos de persecución y discriminación que solo existen en sus mentes.
Otros vivazos,  sabiendo que el elegido para gobernar está ocupado resolviendo las tortas en que se metió o lo metieron sus cercanos colaboradores,  incapaces de renunciar al menos por vergüenza, se lanzan a huelgas reclamando igualdades y “eficiencias” de las que mucho predican pero no practican; y a su sombra,  saltan otros reclamando la protección de los privilegios contenidos en sus inmorales convenciones colectivas.
Este desmadre en el que está sumida esta pequeña nación se llama anarquía y las mayorías reclamamos más trabajo,  más producción, eficiencia de verdad, honestidad a toda prueba y el ejercicio de una función pública en beneficio  de todos.
Estamos hartos de que cualquier grupúsculo golpee la mesa y reciba lo que pide  de un gobierno débil,  sin rumbo claro, que vive a merced del escándalo de la semana o de la minoría que lo presione para complacer.
Aquello de que la democracia es el Gobierno de las mayorías es una utopía ya en este país. Hoy, con mucha tristeza, enfrentamos la triste realidad de haber sido y ser presa de la anarquía de las minorías…
La Real Academia de la Lengua dicta que la democracia es “la doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el Gobierno” o “el predominio del pueblo en el gobierno de un Estado”.

“La anarquía de las minorías.…”

La Real Academia de la Lengua dicta que la democracia es “la doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el Gobierno” o “el predominio del pueblo en el gobierno de un Estado”.
En Costa Rica, hemos sido bastante mediocres en nuestra concepción del significado de la democracia,  pues la hemos limitado a la asistencia a un ritual vacío que nos lleva cada 4 años a elegir entre un poco de productos que han sido exhibidos como latas de supermercado y en el que casi siempre sale vencedor el que tuvo la chequera más grande,  para poder usar la magia de los publicistas que los hacen decir todo,  excepto la verdad de lo que harán.
Así,  es cada vez más previsible el resultado de nuestros patéticos procesos electorales, cargados de “salvadores” con sus soluciones.  muchas de las cuales no han implementado cuando han estado en el poder,  lo que los convierte en simples bateadores, que se aprovechan de la ignorancia para llenarnos de demagogia de la más barata.
Nuestros gobernantes son tan malos y nos hemos convertido en un pueblo democráticamente tan poco culto, que ahora en vez de democracia tenemos una anarquía,  que la Real Academia define como “…la ausencia de poder político, desconcierto, incoherencia y barullo”.
Las minorías,  posiblemente aconsejadas por algunos vivillos a los que les interesa ese barullo para buscar otros objetivos, se tiran a las calles para reclamar “derechos humanos” ante cualquier ocurrencia,  viciada de lógica natural y cargada de complejos de persecución y discriminación que solo existen en sus mentes.
Otros vivazos,  sabiendo que el elegido para gobernar está ocupado resolviendo las tortas en que se metió o lo metieron sus cercanos colaboradores,  incapaces de renunciar al menos por vergüenza, se lanzan a huelgas reclamando igualdades y “eficiencias” de las que mucho predican pero no practican; y a su sombra,  saltan otros reclamando la protección de los privilegios contenidos en sus inmorales convenciones colectivas.
Este desmadre en el que está sumida esta pequeña nación se llama anarquía y las mayorías reclamamos más trabajo,  más producción, eficiencia de verdad, honestidad a toda prueba y el ejercicio de una función pública en beneficio  de todos.
Estamos hartos de que cualquier grupúsculo golpee la mesa y reciba lo que pide  de un gobierno débil,  sin rumbo claro, que vive a merced del escándalo de la semana o de la minoría que lo presione para complacer.
Aquello de que la democracia es el Gobierno de las mayorías es una utopía ya en este país. Hoy, con mucha tristeza, enfrentamos la triste realidad de haber sido y ser presa de la anarquía de las minorías…
La Real Academia de la Lengua dicta que la democracia es “la doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el Gobierno” o “el predominio del pueblo en el gobierno de un Estado”.

La duplicidad estatal: ¿pago de favores políticos?

A veces parece que lo que más le hace falta al Gobierno es sentido común. Mencionaba el diario La República (31 de mayo de 2012), la duplicidad de puestos  en el Gobierno tendrá una factura de $717 millones para este año. Si se compara esta cifra (alrededor de  ¢360 mil millones de colones) con el déficit esperado para el presente año 2012, nos encontramos con que la misma representa alrededor del 30% del tan temido déficit.
El artículo señala además que este tipo de gastos de duplicidad administrativa han crecido en un 60% en los últimos cuatro años, señalando el foco del problema en los Órganos Desconcentrados que se encuentran bajo la tutela de algunos ministerios; en estos órganos, en cuestión de cuatro años los salarios reales han aumentado en un 30% (mientras que en el sector privado dicho crecimiento fue de apenas un 3%). Mientras tanto un poder ejecutivo con cada vez menos credibilidad pregona la contención del gasto…
Como si fuera poco, la efectividad de estos órganos es muy baja, pues mientras el resto del gobierno destina entre un 25% y un 30% de su presupuesto en funciones administrativas, estos órganos salarialmente privilegiados gastan hasta un 40% de su presupuesto en dichas funciones. Es decir, se gastan buena parte de sus recursos en salarios, en lugar de dedicarse a lograr los objetivos por los que fueron creados.
Esto mismo se ve reflejado en la baja calificación de eficiencia que estos órganos obtienen en un estudio de la Contraloría. ¿Será que ahí es donde se pagan los favores políticos y se les da trabajo a los pega banderas?
Todos estos órganos descentralizados tienen sus propios departamentos legales, de recursos humanos, financieros y proveeduría, entre otros. Entonces, es cuestión de centralizar todas estas labores dentro del ministerio al que los órganos estén adscritos. El vicio de la duplicidad estatal se puede resolver; es cuestión de Voluntad Política.
El gobierno aún puede reivindicarse. El nuevo Ministro de Hacienda, Edgar Ayales, habla de su interés de revisar los gastos de la gran mayoría del sector público, incluidas las instituciones autónomas y descentralizadas. Él mismo le dijo a La República que tenía “…un gran entusiasmo de ver ministerio por ministerio de qué manera racionalizamos cada institución. Hay una fuente de ahorro que podría ser importante en el manejo eficiente de las finanzas públicas”.
En el Presupuesto  2013, el gobierno tiene la oportunidad de hacer que las palabras de Ayales no se las lleve el viento. Tienen la oportunidad de corregir al menos parte de este despilfarro que se está dando en los órganos desconcentrados adscritos a los ministerios. Esperemos que el gobierno sepa responder a la necesidad país de mejorar las finanzas a través del control de gastos innecesarios y terminar de una vez por todas con el Clientelismo Político.
PATRICIA PÉREZ HEGG
A veces parece que lo que más le hace falta al Gobierno es sentido común. Mencionaba el diario La República (31 de mayo de 2012), la duplicidad de puestos  en el Gobierno tendrá una factura de $717 millones para este año. Si se compara esta cifra (alrededor de  ¢360 mil millones de colones) con el déficit esperado para el presente año 2012, nos encontramos con que la misma representa alrededor del 30% del tan temido déficit.

La duplicidad estatal: ¿pago de favores políticos?

A veces parece que lo que más le hace falta al Gobierno es sentido común. Mencionaba el diario La República (31 de mayo de 2012), la duplicidad de puestos  en el Gobierno tendrá una factura de $717 millones para este año. Si se compara esta cifra (alrededor de  ¢360 mil millones de colones) con el déficit esperado para el presente año 2012, nos encontramos con que la misma representa alrededor del 30% del tan temido déficit.
El artículo señala además que este tipo de gastos de duplicidad administrativa han crecido en un 60% en los últimos cuatro años, señalando el foco del problema en los Órganos Desconcentrados que se encuentran bajo la tutela de algunos ministerios; en estos órganos, en cuestión de cuatro años los salarios reales han aumentado en un 30% (mientras que en el sector privado dicho crecimiento fue de apenas un 3%). Mientras tanto un poder ejecutivo con cada vez menos credibilidad pregona la contención del gasto…
Como si fuera poco, la efectividad de estos órganos es muy baja, pues mientras el resto del gobierno destina entre un 25% y un 30% de su presupuesto en funciones administrativas, estos órganos salarialmente privilegiados gastan hasta un 40% de su presupuesto en dichas funciones. Es decir, se gastan buena parte de sus recursos en salarios, en lugar de dedicarse a lograr los objetivos por los que fueron creados.
Esto mismo se ve reflejado en la baja calificación de eficiencia que estos órganos obtienen en un estudio de la Contraloría. ¿Será que ahí es donde se pagan los favores políticos y se les da trabajo a los pega banderas?
Todos estos órganos descentralizados tienen sus propios departamentos legales, de recursos humanos, financieros y proveeduría, entre otros. Entonces, es cuestión de centralizar todas estas labores dentro del ministerio al que los órganos estén adscritos. El vicio de la duplicidad estatal se puede resolver; es cuestión de Voluntad Política.
El gobierno aún puede reivindicarse. El nuevo Ministro de Hacienda, Edgar Ayales, habla de su interés de revisar los gastos de la gran mayoría del sector público, incluidas las instituciones autónomas y descentralizadas. Él mismo le dijo a La República que tenía “…un gran entusiasmo de ver ministerio por ministerio de qué manera racionalizamos cada institución. Hay una fuente de ahorro que podría ser importante en el manejo eficiente de las finanzas públicas”.
En el Presupuesto  2013, el gobierno tiene la oportunidad de hacer que las palabras de Ayales no se las lleve el viento. Tienen la oportunidad de corregir al menos parte de este despilfarro que se está dando en los órganos desconcentrados adscritos a los ministerios. Esperemos que el gobierno sepa responder a la necesidad país de mejorar las finanzas a través del control de gastos innecesarios y terminar de una vez por todas con el Clientelismo Político.
PATRICIA PÉREZ HEGG
A veces parece que lo que más le hace falta al Gobierno es sentido común. Mencionaba el diario La República (31 de mayo de 2012), la duplicidad de puestos  en el Gobierno tendrá una factura de $717 millones para este año. Si se compara esta cifra (alrededor de  ¢360 mil millones de colones) con el déficit esperado para el presente año 2012, nos encontramos con que la misma representa alrededor del 30% del tan temido déficit.

La patria y nosotros.

Con frecuencia uno contempla cuanto ocurre en nuestro país e, irremediablemente, se llega a pensar que muchos actores decisivos del quehacer nacional actúan con  intenciones tales que su proceder linda con la deslealtad o, al menos, con la falta mas dramática de sentido común y de amor a la patria.
Hace poco leí una frase del poeta suizo Gottfried Keller que decía: “Respeta la patria de cualquier hombre, ¡pero la tuya, ámala!”.
No estoy tan seguro cuánto hemos enseñado  a las nuevas generaciones a amar a su patria.
Amar eso que es como “un estado del alma” en el decir de García Monge. Eso que es sobre donde nos asentamos y somos.
Rui Borzosa decía: “la patria no es ninguno, son todos (…) La patria no es un sistema, ni un monopolio, ni una forma de gobierno: es el cielo, la cuna de los hijos y el túmulo de los antepasados, la comunión de la ley, de la lengua y de la libertad”. Y mas adelante, este autor agregaba respecto de la patria: “los que (sirven a la patria) son los que no envidian, los que no conspiran, los que no se desaniman, los que no enmudecen, los que no se acobardan, sino los que resisten, pero enseñan, se esfuerzan, pacifican, discuten, practican la justicia, la admiración, el entusiasmo”.
Todo un ideal de vida personal y colectivo, sobre todo, en contextos como el nuestro en que tantos se creen dueños de la patria, envidian y conspiran, enmudecen siendo cómplices de cuantos no sirven a la patria, sino que la dañan de continuo.
Hoy los costarricenses que compartimos esa condición de ciudadanos que nos parecemos hacia adentro y nos distinguimos hacia fuera, casi no sabemos de servicio a la patria. Desanimados y mudos, somos bastante cobardes hasta para defender el territorio donde esa nación se asienta.  Costarricenses somos que, marcados por la pereza, ni nos esforzamos, ni discutimos, ni optamos por el entusiasmo como clave para salir adelante de la etapa de nuestra historia mas marcada por la desidia y la indiferencia de los hijos de una suelo que parece andar por el tiempo sufrido y sin el celo de los que lo moran excepto cuando se trata de cuestiones de futbol o alguno que otro logro mas, casi siempre, individual y deportivo.
Amar la patria, fomentar ese estado del alma y optar por esa realidad que no es ninguno sino todos, no se improvisa.
Optar por la patria no es nacionalismo a ciegas. Es sentido patrio responsable y realista. Hemos perdido mucho el tiempo sin fomentar esta virtud ciudadana pero no es tarde. Si no deseamos mas el perfil ciudadano que hoy tenemos, hemos de apurar las medidas necesarias para que, de cara al mañana, nuestra nuevas generaciones se den cuenta de que lo nuestro es mejor y, de paso, es único y nuestro.
Con frecuencia uno contempla cuanto ocurre en nuestro país e, irremediablemente, se llega a pensar que muchos actores decisivos del quehacer nacional actúan con  intenciones tales que su proceder linda con la deslealtad o, al menos, con la falta mas dramática de sentido común y de amor a la patria.