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¡Ericeño, a mucha honra!

Al recordarse la gesta heroica del alajuelense Juan Santamaría, hace 154 años y aprovechando la conmemoración que se hace de la “Campaña Nacional de 1856”, valga un hecho de tanta relevancia para hacer conciencia de la gran dicha que da ser costarricenses.
Sabemos que la historia como pasado no tendría sentido sino nos sirve como soporte para entender el presente y enrumbarnos al futuro.
Recordemos a los héroes de esa gesta nacional,  así como a los cientos de costarricenses y de otras nacionalidades que murieron por defender la soberanía y la dignidad nacionales.
Particularmente, como alajuelense, de pura sepa, con mis coterráneos, con orgullo, recordaremos y celebramos al tamborcillo alajuelense que dio su vida y con ello contribuyó a la caída de William Walker y demás filibusteros, cuyas intenciones malévolas eran hacer suyas estas benditas tierras de Centroamérica.
Recordemos a los héroes del 56-57; a todos: Don Juan Mora Porras, don José María Cañas, don Luis Pacheco Bertora, el nicaragüense don Joaquín Rosales; al Erizo, don Juan Santamaría y el resto de 500 costarricenses que murieron por la Patria de a callado, sin hacer ruidos de autobombo.
Por eso, después de 154 años, la Patria continúa siendo protegida por otros tantos héroes, otros muchos “Juanes”, que habrán de terminar de quemar la casucha de la ignorancia y la sempiterna politiquería que, antes bien, nos ha esclavizado en el subdesarrollo material y espiritual hasta la fecha, no obstante la dura batalla de Rivas.
Juan Santamaría merece respeto pues, desde su humildad, representa a un pueblo que supo defender La Patria; con lo que engrandeció a cada costarricense e hizo posible que la democracia que hoy nos ufanamos en tener, sea ejemplo en todo el mundo civilizado.
Por ello a un solo coro, junto al tamborcillo alajuelense recordemos una estrofa de su Himno patriótico: “…Cantemos al héroe que en Rivas,
pujante,-/-de-Marte-desprecia-el-fiero-crujir/-e, intrépido, alzando su tea fulgurante/ Vuela por la patria, sonriendo, a morir…”
Al recordarse la gesta heroica del alajuelense Juan Santamaría, hace 154 años y aprovechando la conmemoración que se hace de la “Campaña Nacional de 1856”, valga un hecho de tanta relevancia para hacer conciencia de la gran dicha que da ser costarricenses.

Al servicio del desarrollo armónico e integral de la sociedad

Dado el claro reconocimiento de la importancia que la enseñanza universitaria reviste para el desarrollo económico y social de los pueblos, existe, actualmente, una básica preocupación por el mejoramiento de la calidad en las funciones de docencia e investigación, difusión de la cultura, y extensión de la proyección social de las instituciones de educación superior.
Valga decir que las sociedades enfrentan nuevas circunstancias que exigen instituciones educativas efectivas para los propósitos que el país demanda; eficaces en su gestión; y con el nivel de calidad necesario para formar individuos con una educación flexible que los capacite para adaptarse a un mundo socialmente cambiante y  competitivo.
El entorno actual es caracterizado por un mercado turbulento, donde los esquemas de competitividad han cambiado la manera de pensar y actuar. Actualmente, estos procesos de dinámica global exigen la demanda de profesionales altamente competitivos, multiculturales, interdisciplinarios, críticos, creativos, con gran sentido de iniciativa, emprendedores, insatisfechos, motivados, y con una marcada capacidad para adaptarse a las variaciones constantes del entorno.
Es clave comprender que estamos sirviendo a sociedades muy diferentes de las de hace unos años. Ellas exigen que la educación universitaria, tanto pública como privada, se modernice y transforme según los retos que la época plantea.
En este sentido,  los diversos mecanismos de evaluación del desempeño y la calidad de la enseñanza e investigación; en particular, los procesos destinados a la acreditación de programas e instituciones de educación superior, adquieren, cada vez más, una particular relevancia en el contexto de la globalización de las naciones.
Entonces resulta imperativa una visión renovada de modelos educativos que permitan conciliar una educación de calidad para todos, con clara pertinencia en las distintas realidades socioculturales de los educandos. No como una moda académica, sino como una herramienta indispensable de política, planificación y gestión universitaria para verificar la calidad de la educación, garantizar la confiabilidad institucional ante la sociedad, otorgar un reconocimiento social, y sustentar la correspondencia entre la misión, los propósitos y los resultados universitarios.
Por ello cada vez es más satisfactorio que de las mil ochocientos diez carreras impartidas en universidades públicas y privadas del país, poco a poco muchas de ellas vayan obteniendo un certificado de excelencia; sobre todo porque el proceso de acreditación no significa ningún estímulo para el graduado pues no conlleva el recibir un mejor salario.
Asociar la excelencia académica con un beneficio económico, es enlodar el sistema educativo universitario.  La calidad debe medirse en términos del logro de los objetivos establecidos por cada institución; esto implica el esfuerzo de una comunidad institucional obligada con su entorno social, y un continuo proceso de auto-evaluación, que genere graduados comprometidos con la ética profesional más que con fines lucrativos.
La universidad es una entidad en donde su misión, quehacer y sus resultados, deben estar al servicio del desarrollo armónico e integral de la sociedad; por lo cual, debe responderle, y rendirle cuenta, a la comunidad que la sustenta.
Esto implica, necesariamente, la urgencia de enfocar mayores esfuerzos que fomenten la excelencia universitaria como un eficaz medio para garantizar el progreso nacional y enfrentar los retos del entorno global. Pues como dijera el gran político mexicano Benito Juárez: “La educación es el principio en el que descansa la libertad y el engrandecimiento de los pueblos”.
Dado el claro reconocimiento de la importancia que la enseñanza universitaria reviste para el desarrollo económico y social de los pueblos, existe, actualmente, una básica preocupación por el mejoramiento de la calidad en las funciones de docencia e investigación, difusión de la cultura, y extensión de la proyección social de las instituciones de educación superior.

Ser discípulo de sí mismo

Se informaba en un diario nacional cómo la buena o mala actitud de un docente, en el proceso de enseñanza, puede influir en el progreso o retroceso del aprendizaje de los estudiantes.
Ciertamente los maestros y los profesores tienen un alto grado de responsabilidad en la buena o mala manera en que los alumnos asuman la enseñanza que se les brinda y la posterior participación en el ámbito laboral.
De ahí que en el tanto los docentes construyan un ambiente de clase caracterizado por la innovación, el dinamismo, la discusión, el trabajo en equipo, el fomento de la criticidad, o el intercambio de opiniones, seguramente los estudiantes verán incrementado su interés por el aprendizaje.
Esto significa que maestros y profesores deben estar muy conscientes de su labor como formadores, en el sentido de que ellos representan agentes de cambio que orientan, motivan e inspiran al alumno a  tomar una postura activa, creativa e independiente, en su  propio proceso de conocimiento.
Para ello, en el aula debe imperar un alto grado de responsabilidad por querer hacer bien los proyectos;  de respeto por las diversas opiniones generadas; de tolerancia para no imponer verdades absolutas; de invitación a los estudiantes a investigar por su cuenta las posibles soluciones a un problema;  y, ante todo, una evidente motivación que les produzca a los estudiantes el deseo por aprender.
Recordemos que el docente es también un modelo para los alumnos tanto en su rol profesional como en el personal, en este sentido no sólo enseñan conocimientos, sino, también, valores, actitudes y principios éticos.
Como explica el psicólogo y profesor universitario Edgar Salgado: “El profesor con su conducta transmite al estudiante los principios éticos de su profesión, la responsabilidad social, la tolerancia y el respeto. Como educador el profesor es consciente de su papel como formador; como académico, investiga y se actualiza constantemente; como profesional, ejerce su profesión con competencia y responsabilidad; y como inspirador, se asume como una persona que orienta a sus pupilos a ser críticos.”
Por ello, en esta época, al docente ya no se le puede ver como el poseedor absoluto de los conocimientos, este debe ser un compañero que también busque motivarse,  activa, conjunta y democráticamente con los estudiantes, para generar un constructivo ambiente de enseñanza y aprendizaje mediante la retroalimentación generada dentro del aula. Porque como lo expresara el educador José Camón Aznar: “Sólo hay una manera de ser maestro: ser discípulo de sí mismo”.
Estos son tiempos en que los docentes ya no deben formar estudiantes solamente para hacer un examen; hoy requerimos  modelar estudiantes con un gran sentido de responsabilidad y compromiso, capaces de darle utilidad a lo aprendido, tanto en el ámbito personal, como en el social. Por eso se hace tan necesario tomar muy en cuenta aquellas sabias palabras del historiador griego Plutarco: “El cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender”.
Decisivamente la sociedad demanda de sus miembros una real y activa participación en los procesos de cambio que,  diariamente, se generan. Ante esta perspectiva, las aulas deben representar, para los docentes, un asidero pertinente para formar esos hombres y esas mujeres quienes sean capaces de responderle, positivamente, a este país que les ha brindado la gran oportunidad de educarse.
Se informaba en un diario nacional cómo la buena o mala actitud de un docente, en el proceso de enseñanza, puede influir en el progreso o retroceso del aprendizaje de los estudiantes.
Ciertamente los maestros y los profesores tienen un alto grado de responsabilidad en la buena o mala manera en que los alumnos asuman la enseñanza que se les brinda y la posterior participación en el ámbito laboral.

La Reforma Educativa que falta…

Se ha hecho costumbre en este país, la existencia de una constante incongruencia entre lo que se dice y lo que se hace.  Esto se llama disonancia y se ha convertido en  un tema de preocupación y ha dejado ver que la sinceridad y la auto-crítica no necesariamente es una de nuestras fortalezas como país.
Recientemente en una institución universitaria, se hizo una encuesta entre los estudiantes de una de las carreras, en la que una de las preguntas era ¿Cuánto exige usted al profesor?.  Los resultados arrojaron que un 76.12% exigían entre demasiado, mucho y bastante, mientras que un 15.81% dijo que muy poco y solo un 8.06% dijo que nada.
Ya quisiera yo que un 76.12% de mis estudiantes me exigieran entre demasiado, mucho o bastante.  Lamentablemente, la realidad es otra.  En mi experiencia,  me atrevo a decir con contundencia que  el 8.06% exigen entre mucho y bastante, pues NUNCA es demasiado, el 15.82% quizá exigen poco pero el 76.12% no exigen NADA,  más que la nota mínima con que deben ganar el curso.
El profesor debe ser un apasionado de la enseñanza  y esa pasión debe ser cada día alimentada por la exigencia de sus estudiantes.  Ante las quejas de propios y extraños sobre la calidad de la educación, es urgente una reflexión sobre las bases que se están creando desde el hogar para que la disciplina,  el esfuerzo y la exigencia sean los caballitos de batalla en las profundidades del conocimiento,
Hay un clamor general sobre la calidad del sistema educativo, pero cuando se intenta hacer razonamiento matemático básico o cuando se estimula en el aula la sana competencia,  saltan muchas veces los padres reclamando  que son cuestiones muy complejas.   Cuando hemos visto que se exige el cumplimiento de normas básicas de conducta como la disciplina en el uso de un uniforme,  escucha uno a los mismos padres de familia,  justificando la violencia de sus hijos y amenazantes,  vociferan y condenan abusos de autoridad,  que por supuesto solo existen en sus mentes.
Es obvio que algo está fallando en todo el sistema educativo.  Es la escala de valores con que estamos educando a los niños desde la misma casa.   El facilismo,  la alcahuetería, la pasividad en la aplicación de normas mínimas de convivencia y el mal ejemplo de los mismos padres, no son los mejores caminos para la gran reforma educativa que exige el nuevo siglo, del que se ha consumido ya el 10% y no hacemos el cambio requerido.
Requerimos un esfuerzo adicional para hacer que la gente vuelva su mirada y vea más atractivo el aprender, que exija una oferta televisiva más formativa y menos plagada de vacío, mediocridad y vulgaridad.  Que en esta revolución tecnológica, el uso de las redes sociales sea para algo más que hacer amigos y,  es menester fundamental que la gente acceda con más criticidad los grandes temas país.  Creo que la radio es el único medio que no ha renunciado a esa obligación y PANORAMA es el mejor ejemplo de ello, pues son muchísimos los años en el aire, formando opinión y cumpliendo con su labore formativa.
La asignación de recursos es una noticia que nos debe llenar de esperanza y optimismo, pero lamentablemente con dinero no basta.  Se requiere un esfuerzo integral nacido del hogar. Se impone una mística y ética distintas en los educadores y un mayor nivel de exigencia  a estudiantes. Se requieren mecanismos de evaluación docente que permitan sacar a los corruptos, malos y vagos del sistema para que no contaminen a los estudiantes.
Los estudiantes y padres amantes de la teoría del mínimo esfuerzo,  deben entender que la exigencia será el único camino seguro para que el entorno de alta competitividad que exige el mundo moderno, sea alcanzable.  Los padres de familia no pueden ni deben endosar a sus hijos al sistema como si fueran objetos.
La administración pública falla cuando tolera vagos, mediocres e irresponsables; cuando amparada a procesos burocráticos y permisivos,  evita despedirlos y perpetúa el mal de mantener en el sistema a quienes prostituyen la sagrada labor de enseñar.  Los procesos de reclutamiento, selección y evaluación deben ser coherentes con los planes de largo plazo y deberá aplicarse mano dura para que la probidad moral, humana  y técnica sean la única cara de los educadores.
El sistema necesita estudiantes, padres y profesores que exalten el esfuerzo y motiven la autocrítica y la exigencia.  Debemos todos los involucrados en el proceso, asumir una participación más activa e impulsar la reforma educativa que falta, que es la de los valores supremos que dieron origen a esta patria, que merecer ser una gran nación.
Se ha hecho costumbre en este país, la existencia de una constante incongruencia entre lo que se dice y lo que se hace.  Esto se llama disonancia y se ha convertido en  un tema de preocupación y ha dejado ver que la sinceridad y la auto-crítica no necesariamente es una de nuestras fortalezas como país.

EL DUELO DE LA PATRIA

Hay muchísima preocupación por lo que está sucediendo hoy: la masacre callejera, sin asco de nadie ni de nada. Nos matamos en las calles con un arma tan potente como el carro; nos matan a nuestros hijos por una bagatela, sea un celular o unas tenis… Entran a nuestro sagrado recinto privado y antes de robar, violan, matan y hacen añicos la vida de muchos que sólo deseaban vivir en paz…
Ya no hay lugar seguro donde refugiarnos; no hay murallas, tapias, alambres de navajas o eléctricas; no hay obstáculo para que los malhechores –que son legiones- desistan de atacar.
Hay, en todo lugar, un alto grado de impotencia para repeler la ola de vandalismo que azota al país por lo que sólo  queda pegar el grito al cielo porque se tomen medidas efectivas, ante tal calamidad pública que aterroriza y causa angustia y desolación colectiva que deprime, reprime y suprime a mayoría de los ticos.
¿Cómo consolar a una madre a quien le mataron, por un piche celular, a su joven hijo? ¿qué se puede hacer ante tan doloroso hecho?. Sólo se escucha el lamento y rabia de un pueblo contra quienes llevan el luto a sus hogares.
El sólo atreverse a “adivinar” cuál o cuáles son las causas de esta inseguridad es como explicar el origen del universo. ¿Qué causa la inseguridad ciudadana?: ¿la pobreza?, ¿las drogas?,  ¿el “sistema” – judicial o administrativo-¿, ¿la vagancia?, ¿la falta de autoridad? Y así un largo etcétera
Todo son discursos, proyectos de ley, tirar, a puños, la plata de todos, por puro populismo para ver si se da con la causa en la pobreza o en la falta de educación. De todo se intenta pero hay que ser realista: sin un abordaje integral jamás se bajarán los niveles de la inseguridad ciudadana, que, por cierto, no es un asunto de percepción; es una realidad que golpea y mata.
De seguro el tema estrella en las pasadas elecciones fue éste  y la presidente electa tiene un excelente equipo para llevar adelante sus propuestas. Pero sus proyectos serán “flor de un día” sin la “integración” en la solución. ¿Más cárceles?, ¿ penas más altas?, ¿prisión preventiva “genérica”?, entre otras fuertes “medidas”. No sé y creo que pasara un largo tiempo para saberlo, si es que alguien logra llegarle a la “solución definitiva”.
Algunos achacan la rampante delincuencia, como  percepción, a los medios de comunicación colectiva.
Eso no es cierto. Los noticieros no inventan los hechos de violencia que se multiplican cada día. En Costa Rica los sucesos por  muertes violentas en las carreteras, el sicariato, la violencia doméstica, las matanzas “colectivas” por drogas, la violencia en colegios, donde agredir a un compañero o a un profesor es algo ya cotidiano: todo ello no es invento ni de la TV ni de la prensa. ¡No! Simple y desdichadamente es la más cruel realidad que vivimos todos los días y a todo color.
Hoy no hay muchos casos de hogares donde no haya habido, AÚN, un hecho de sangre, por violencia. Ni tampoco hay diferenciación por estratos sociales.
Y aunque Costa Rica todavía no tiene el problema de las “maras”,
-sólo en asomos-, todos los días las pantallas de la TV, el dial de las radios y las planas de los periódicos salpican sangre.
Esa, y no otra, es la cruel realidad de una Costa Rica que lenta camina al compás del DUELO DE LA PATRIA.
Hay muchísima preocupación por lo que está sucediendo hoy: la masacre callejera, sin asco de nadie ni de nada. Nos matamos en las calles con un arma tan potente como el carro; nos matan a nuestros hijos por una bagatela, sea un celular o unas tenis… Entran a nuestro sagrado recinto privado y antes de robar, violan, matan y hacen añicos la vida de muchos que sólo deseaban vivir en paz…

FOMENTANDO EL ESPÍRITU EMPRESARIAL

Para que Costa Rica tenga una economía pujante, es preciso incentivar el espíritu empresarial. Aún cuando se establezcan mecanismos o instrumentos vitales para el desarrollo socio – económico de las naciones, como los tratados de libre comercio, por ejemplo, un Gobierno responsable fomenta el emprendedurismo a todo vapor.
Si se mira con absoluta seriedad la composición del parque industrial costarricense, se comprende con objetividad que el fortalecimiento de las pequeñas y medianas empresas no solo es necesario, sino también una responsabilidad como país, porque esta composición constituye  el fundamento de la democracia económica de Costa Rica.
Eso sí, la gran interrogante en torno al quehacer de las pequeñas y medianas empresas  es el cómo fomentarlas. Sin duda alguna, mucho se ha dicho sobre la necesidad de impulsar políticas públicas para fomentar y apoyar al sector de las pequeñas y medianas empresas de Costa Rica, tanto por razones económicas como por razones políticas y sociales, dado que se trata de la paz social y de la productividad con mayores niveles de empleo.
Pero no es posible tener una sola respuesta a la gran interrogante sobre cómo fomentar las pequeñas y medianas empresas, pues así como es indispensable apoyar las ideas emprendedoras, igualmente surgen múltiples ideas sobre la forma de promocionarlas. En consecuencia, la política pública del Estado debe girar en torno a un plan de acción simultáneo.
Este plan, implica dos acciones inmediatas. Por un lado, el apoyo técnico, estratégico y financiero a las empresas ya existentes, para que estas se consoliden dentro del mercado y puedan competir sanamente. Y, por otro, el impulso y la promoción de aquellos proyectos  emprendedores factibles, técnica y económicamente.
Desde luego que la política pública no puede limitarse solamente a estas dos acciones  inmediatas. También es urgente que se valore el apoyo a las pequeñas y medianas empresas desde una visión holística y sinérgica. Si no se piensan las cosas integralmente o sistémicamente, no será posible que el país logre buenos resultados.
De hecho, y al largo plazo, es imprescindible que se fomente la cultura empresarial desde la educación formal costarricense. La educación emprendedora es tan urgente y tan importante, como la vigencia de otros programas de apoyo a las pequeñas y medianas empresas, en términos de financiamiento, capacitación, apoyo técnico, asesoría y otros acompañamientos más.
Por tanto, la gestión estratégica en este tema debe procurar tres cosas esenciales; primero, la coordinación de esfuerzos públicos y privados en apoyo a las pequeñas y medianas empresas; segundo, la operacionalización de acciones concretas; y tercero, la valoración de los resultados.
Para que Costa Rica tenga una economía pujante, es preciso incentivar el espíritu empresarial. Aún cuando se establezcan mecanismos o instrumentos vitales para el desarrollo socio – económico de las naciones, como los tratados de libre comercio, por ejemplo, un Gobierno responsable fomenta el emprendedurismo a todo vapor.

8 DE JUNIO, DÍA MUNDIAL DE LOS OCÉANOS

El Día Mundial de los Océanos es hoy, 8 de junio, y no puede celebrarse sin antes hacer un vehemente llamado  a la comunidad  mundial en pro de  la protección de su biodiversidad y de los recursos y servicios que tradicionalmente han proporcionado a la humanidad.

 

Funcionarios públicos al servicio del bien común

Las modernas democracias constitucionales, además de garantizar reglas confiables para la competencia electoral y el acceso al poder, también están llamadas a asegurar un ejercicio transparente de la función pública, con el fin de que la sociedad pueda conocer, y evaluar, la gestión del gobierno y el desempeño de sus funcionarios.

 

MUERTOS PARA EVITAR MUERTES

Pareciera inevitable que el progreso material, y sobre todo el uso irracional de sus beneficios, traiga consigo consecuencias nefastas. Y en el caso de las carreteras indudablemente es así. Si repasamos en nuestras memorias, lo corroboraremos, ya sea por la construcción de una autopista o el lastrado de una calle de acceso a una lejana comunidadPareciera inevitable que el progreso material, y sobre todo el uso irracional de sus beneficios, traiga consigo consecuencias nefastas. Y en el caso de las carreteras indudablemente es así. Si repasamos en nuestras memorias, lo corroboraremos, ya sea por la construcción de una autopista o el lastrado de una calle de acceso a una lejana comunidad.

Hace unos días, viajando por la costanera sur recién inaugurada, al pasar por algunas pequeñas comunidades entre Quepos y Dominical, pude observar grupos de personas, a veces ancianos con niños, esperando para cruzar la nueva vía que atraviesa la población. Ciertamente por ahora el tránsito es poco, pero aun así es muy peligroso para gente –peatones- que no está acostumbrada a estos ajetreos, y sobre todo porque la mayoría de los conductores no tienen la cortesía ni la previsión de aminorar la velocidad.

Pareciera inevitable que el progreso material, y sobre todo el uso irracional de sus beneficios, traiga consigo consecuencias nefastas. Y en el caso de las carreteras indudablemente es así. Si repasamos en nuestras memorias, lo corroboraremos, ya sea por la construcción de una autopista o el lastrado de una calle de acceso a una lejana comunidad.

¿Existen en Costa Rica dos calidades en la educación universitaria?

La respuesta pareciera ser que SÍ y la distinción no es la misma que se da, precisamente, con la educación de primaria y secundaria, entre instituciones públicas y privadas.

Existen, aparentemente, dos calidades a nivel de la educación universitaria, independientemente de que las instituciones sean estatales o no, unas tienen un nivel de mayor excelencia académica a la de otras

Si no sirve para la vida no sirve para nada…

En el esfuerzo de formar valores en mis estudiantes universitarios, siempre les digo que cualquier enseñanza recibida,  debe ante todo servir para la vida y que si lo aprendido no sirve para la vida no sirve para nada.