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¡El vivir bien!

Aristóteles, en su Política, que es considerado como el primer tratado sobre “las cosas de la ciudad”; afirma que “el fin de la  política, como una tarea de y para los ciudadanos, no es el vivir; sino, el vivir bien”.  Es decir, procurarles la felicidad a todos sus miembros.

 

La ética del trabajo y la Asamblea Legislativa.

Luego de todo lo que se dio en nuestro medio con la idea de incrementar el salario a los diputados, ha surgido un tema que resulta esencial. Se trata, ni más ni menos, del tema de la ética del trabajo que ha de acompañar el servicio público de las mujeres y los hombres elegidos para servir desde el primer poder de la República.

 

EN DEFENSA DE NUESTRO SISTEMA DE SEGURIDAD SOCIAL

Hace unos pocos meses, en Estados Unidos se aprobó una reforma de salud sin precedentes y en su defensa en el congreso, alguien recordó que en un pequeño país de Centro América existe desde hace muchos años un sistema de seguridad social sostenido por aportes de afiliados y patronos.
Ese país se llama Costa Rica y gracias a la existencia de un sistema solidario, esta pequeña nación goza de índices de salud comparables únicamente con países desarrollados. Por eso, la mortalidad infantil es la más baja de América y de las más bajas del mundo, y gracias a ese esquema nuestra expectativa de vida es tan alta o más que la de países desarrollados como Japón, Alemania y Estados Unidos.
Es comprensible que nos pongamos orgullosos cuando se exhiben en el extranjero estos logros de nuestro sistema de seguridad social.  Pero no debemos olvidar que a quien mucho se le da mucho se le pide, y esa convicción debe movernos a salvaguardar a la Caja del Seguro Social, emblema de la seguridad social de la que debemos sentirnos tan orgullosos y a la cual es urgente rescatar de algunos males que la hacen peligrar.
Esta institución cuenta con muchos amigos y también una enorme lista de enemigos.
Además de los empleados que en inmensa mayoría trabajan con mística y dedicación;  el máximo representante de los defensores de la Caja son personas como don Francisco Prado,  quien con 79 años renunció a su pensión del régimen no contributivo,  para que la Caja pueda darle esa pensioncita a alguien que la ocupe más que él.
Héroes como don Francisco, son los que necesitamos destacar e imitar. Gracias don  Francisco por su bondad y gracias por enseñarnos el valor supremo de la gratitud con una institución a la que todos deberíamos agradecer.
Entre los enemigos de nuestro sistema de seguridad social, la lista es encabezada por los cientos de patronos morosos, que con cinismo se apropian de las sumas retenidas a sus empleados y evaden los pagos de sus cargas patronales, cargándole a la institución enormes pérdidas y a los pobres empleados la molestia de no ser atendidos sin que se les cobren los servicios prestados. Esto, sin considerar el enorme daño propinado a su futura pensión.
Le siguen algunos funcionarios administrativos que dan mal servicio a los usuarios como si se tratara de pedir  limosna o como si fueran los dueños y nos prestaran un favor gratuito.
Por último un enemigo silencioso y en apariencia poco dañino, es la práctica de los usuarios que hacen uso desmedido y abusivo de las incapacidades.
Hay gente que ante el mínimo dolor de pestañas, se apersona a las clínicas y hospitales y con capacidad actoral, confunde y compra incapacidades para ir de viaje,  reponer la resaca del fin de semana  o simplemente quedarse en casa disfrutando de un partido de futbol.
Sin pretender recetar la pomada canaria para los males de la Caja, creo que, al acabar con los biombos, con la morosidad y con el abuso en las incapacidades;  podríamos rescatar a este sistema de seguridad social, orgullo costarricense, emulado hasta por las potencias y dignificado por gente como don Francisco Prado,  en quien se reflejan auténticos valores costarricenses.
Hace unos pocos meses, en Estados Unidos se aprobó una reforma de salud sin precedentes y en su defensa en el congreso, alguien recordó que en un pequeño país de Centro América existe desde hace muchos años un sistema de seguridad social sostenido por aportes de afiliados y patronos.
Ese país se llama Costa Rica y gracias a la existencia de un sistema solidario, esta pequeña nación goza de índices de salud comparables únicamente con países desarrollados. Por eso, la mortalidad infantil es la más baja de América y de las más bajas del mundo, y gracias a ese esquema nuestra expectativa de vida es tan alta o más que la de países desarrollados como Japón, Alemania y Estados Unidos.
Es comprensible que nos pongamos orgullosos cuando se exhiben en el extranjero estos logros de nuestro sistema de seguridad social.  Pero no debemos olvidar que a quien mucho se le da mucho se le pide, y esa convicción debe movernos a salvaguardar a la Caja del Seguro Social, emblema de la seguridad social de la que debemos sentirnos tan orgullosos y a la cual es urgente rescatar de algunos males que la hacen peligrar.
Esta institución cuenta con muchos amigos y también una enorme lista de enemigos.
Además de los empleados que en inmensa mayoría trabajan con mística y dedicación;  el máximo representante de los defensores de la Caja son personas como don Francisco Prado,  quien con 79 años renunció a su pensión del régimen no contributivo,  para que la Caja pueda darle esa pensioncita a alguien que la ocupe más que él.
Héroes como don Francisco, son los que necesitamos destacar e imitar. Gracias don  Francisco por su bondad y gracias por enseñarnos el valor supremo de la gratitud con una institución a la que todos deberíamos agradecer.
Entre los enemigos de nuestro sistema de seguridad social, la lista es encabezada por los cientos de patronos morosos, que con cinismo se apropian de las sumas retenidas a sus empleados y evaden los pagos de sus cargas patronales, cargándole a la institución enormes pérdidas y a los pobres empleados la molestia de no ser atendidos sin que se les cobren los servicios prestados. Esto, sin considerar el enorme daño propinado a su futura pensión.
Le siguen algunos funcionarios administrativos que dan mal servicio a los usuarios como si se tratara de pedir  limosna o como si fueran los dueños y nos prestaran un favor gratuito.
Por último un enemigo silencioso y en apariencia poco dañino, es la práctica de los usuarios que hacen uso desmedido y abusivo de las incapacidades.
Hay gente que ante el mínimo dolor de pestañas, se apersona a las clínicas y hospitales y con capacidad actoral, confunde y compra incapacidades para ir de viaje,  reponer la resaca del fin de semana  o simplemente quedarse en casa disfrutando de un partido de futbol.
Sin pretender recetar la pomada canaria para los males de la Caja, creo que, al acabar con los biombos, con la morosidad y con el abuso en las incapacidades;  podríamos rescatar a este sistema de seguridad social, orgullo costarricense, emulado hasta por las potencias y dignificado por gente como don Francisco Prado,  en quien se reflejan auténticos valores costarricenses.

Un Poder Judicial Dinámico

Un Poder Judicial Dinámico
La Constitución Política dice claramente que el  Gobierno de la República lo ejercen tres Poderes “...distintos e independientes entre sí: Legislativo, Ejecutivo y Judicial....”.
Por ello todo intento de meterse un Poder en otro está fuera de un Estado de Derecho, como del que nos ufanamos los costarricenses.
Claro está, no se niega que los Poderes del Estado deben  rendir cuentas al pueblo, por medio de sus representantes, los señores diputados y éstos y todos los ciudadanos debemos vigilar para que tanto unos como otros cumplan con sus funciones constitucionales, lográndose el equilibrio de “pesos y contrapesos” entre sí.
En lo que corresponde al Poder Judicial, entonces,  debe permitírsele ejercer con total independencia porque su dinamismo es constante.
Ya lo dijo un ilustre jurista costarricense, D Jorge Guier: “... el sistema judicial costarricense se muestra siempre cambiante a las épocas; son muchas las reformas que ha tenido y las que se han dado y vendrán en estos últimos tiempos, lo que reafirma lo dicho: la estructura y organización del Poder Judicial debe cambiar en forma constante para estar acorde con los cambios políticos, sociales, económicos y culturales del país...”
El estado costarricense, desde su independencia, supo rápidamente organizar el Ejecutivo y el Legislativo, pero el Judicial fue un problema tras otro, equivocaciones y retrocesos, y todavía puede verse que al inicio del nuevo siglo se hacen esfuerzos para organizar y hacer mejoras en su funcionamiento.
Ello se debe a que el derecho y la justicia, como los lados de una misma moneda, son cuestiones muy delicadas, en las que entran en juego la vida, propiedad y honra de los ciudadanos, muy diferente a la meridianidad de la política. La función judicial es más cercana a la paz que se busca por medio de la aplicación que hacen los jueces de la Constitución y las leyes y ello se debe resguardar con recelo.
Por ello, antes que cuestionamientos que sólo entraben a este Poder de la República, debe conjuntarse esfuerzos porque su día a día se le haga más llevadero y sepa, él mismo, hacer los ajustes internos que necesita una justicia pronta y cumplida, como la que exige la Constitución Política y demás normativa del ordenamiento jurídico público.
La Constitución Política dice claramente que el  Gobierno de la República lo ejercen tres Poderes “...distintos e independientes entre sí: Legislativo, Ejecutivo y Judicial....”.
Por ello todo intento de meterse un Poder en otro está fuera de un Estado de Derecho, como del que nos ufanamos los costarricenses.

ESPECIALISTAS MÉDICOS

Durante muchos años el país formó especialistas médicos para muchas naciones del área y en esto fuimos generosos, no obstante, en décadas fuimos candil en la calle y oscuridad en la casa, fundamentalmente porque no se prepararon en la cantidad que los propios costarricenses requeríamos.

 

LA BOLA DE FÚTBOL

Varios jugadores, especialmente arqueros, se han quejado del balón con el que se juegan los encuentros del mundial de fútbol, que en su vigésima edición se disputa por primera vez en el continente africano, concretamente en Sudáfrica.

 

Cultura de la innovación

Es sorprendente observar como la mediocridad, la tensión de esta época globalizada, el conformismo y la desidia han hecho que los humanos hayan perdido la habilidad de la innovación, el ir más allá, el querer ser original y el crear sobre lo ya establecido.

LA VÍCTIMA EN EL PROCESO PENAL

En algún momento de la vida de las personas existe la posibilidad de que ésta haya sido o pueda ser víctima de una acción delictiva.
Pues bien, con la legislación procesal penal la posibilidad de intervención de aquélla en la respectiva causa judicial es activa, si así lo desea, desde el inicio.
Ello incluye, entre otros aspectos, la posibilidad de poner en movimiento la acción pública así como pretender la reparación del daño causado con el ilícito; el derecho de ser informada sobre sus derechos, coadyuvar o recurrir las decisiones del fiscal, participar como testigo, así como intervenir activamente en las diferentes formas anticipadas de terminar el proceso. Además en lo que respecta a la acción privada para ciertos delitos se amplía la gama de los que se encausarán de esta forma.
Igualmente, el Ministerio Público, en el ejercicio de la acción penal, debe permitir la intervención de la víctima en el proceso, por medio de la acción privada o con la intervención de dicho órgano en los casos de acción pública.
Es importante recalcar que lo que se pretende en esta legislación procesal penal es que la víctima tenga derechos durante el proceso y ello se da a partir de que, en condición de sujeto procesal, puede por sí o por medio de un abogado hacerse oír. Y en el ejercicio de esos derechos  el Ministerio Público debe informarle, efectivamente, sobre sus derechos, como el de señalar lugar para atender notificaciones de resoluciones judiciales que afectan el proceso; el de impugnar las decisiones que desestimen o extingan la acción penal, la potestad de constituirse  como querellante activo o adhesivo de la fiscalía y el de ejercer la acción civil resarcitoria o delegarla en el Ente Acusador.
El Código procesal penal estipula que se considera víctima no solamente al ofendido directamente con el delito sino también al cónyuge, conviviente con más de dos años de vida en común, hijo o padre adoptivo, parientes dentro del tercer grado de consanguinidad o segundo
de afinidad y al heredero declarado judicialmente en los casos de delitos cuyo resultado es la muerte del ofendido. También se tienen como ofendidos a los socios, asociados o miembros, respecto de los delitos que afectan a una persona jurídica, así como a las asociaciones, fundaciones u otros entes en los delitos que afecten intereses colectivos o difusos.
También se creó la Oficina de Defensa Civil que pretende, en el caso de que la víctima delegue la acción civil en el Ministerio Público, que ella obtenga una pronta y efectiva reparación del daño, aun cuando el proceso termine antes de lo normal o por medio de conciliación.
Sin duda alguna la visibilización de la víctima  es una de los más importantes logros del Código Procesal Penal pues le da a ella una real y efectiva legitimación en el proceso, pudiendo hacer valer sus derechos, venidos tan a menos en la anterior legislación.
En algún momento de la vida de las personas existe la posibilidad de que ésta haya sido o pueda ser víctima de una acción delictiva.
Pues bien, con la legislación procesal penal la posibilidad de intervención de aquélla en la respectiva causa judicial es activa, si así lo desea, desde el inicio.

CARTA A PAPÁ

Hola, papá.

 

Aunque sé que no tenemos que recordártelo, siempre te tenemos en nuestra mente y en nuestro corazón.

 

Papá, también sé que sabes que te extrañamos mucho y que este “día del padre”, cuando con un abrazo, un beso y un regalito te agradecíamos todo cuánto eras, esta vez, sólo podremos llevarte unas flores al cementerio.

Tenemos Que Mejorar Nuestro Sistema Político

Costa Rica ha entrado en una etapa histórica que exige el mejoramiento de su sistema político. Desde hace varias décadas se han evidenciado signos que apuntan hacia la necesidad de una revisión integral del sistema, sin embargo, no hemos avanzado lo suficiente como para evitar situaciones de ingobernabilidad.
Una vez tuvimos un modelo de desarrollo que generó transformaciones vitales para la sociedad. El surgimiento de la clase media, el desarrollo institucional y la vigencia de políticas sociales, fueron esencialmente importantes para la consolidación y fortalecimiento del sistema político costarricense, sobre todo a partir de las reformas sociales de los años 40, y de las reformas políticas y económicas de los años 50 del siglo pasado.
Los índices de desarrollo humano, el fortalecimiento de la educación pública, los avances en el campo de la salud, la disponibilidad de crédito, la mejora infraestructural y la ampliación de los servicios públicos, como telefonía, electricidad y acueductos, fueron siempre nuestra principal carta de presentación en el contexto internacional.
La pureza del sufragio, la efectiva participación de los partidos políticos y los mecanismos de control político y económico se convirtieron en baluartes de la democracia costarricense, como emblemas del más amplio sentido de la modernidad y frente al contexto latinoamericano de entonces donde prevalecían los actos de corrupción, autoritarismo e irrespeto de los derechos humanos.
Estamos en una etapa de reformulación del sistema político, y el sentido de responsabilidad de todos los sectores de la sociedad debe estar determinado en el fundamento democrático, pues es la única forma civilizada  de llevar a cabo las medidas correctivas de nuestro sistema político, aportando – todos -  nuestra visión y pensamiento para la construcción social de una  Costa Rica más democrática, política y económicamente.
En dicha construcción, creemos que la vigencia de un  nuevo modelo de desarrollo, el fortalecimiento de la educación pública, de la legislación laboral, de la banca de desarrollo, de los programas de salud, vivienda y conservación ambiental, así como la urgente necesidad de introducir otros mecanismos vitales de la democracia, como el referéndum y el plebiscito, tienen que estar en la agenda nacional como aspectos prioritarios.
Junto a ello, resaltamos la importancia del combate a la corrupción, pues así como es difícil consolidar la democracia sin la introducción de nuevos mecanismos políticos y económicos, es difícil fortalecer el sistema político, en su integridad,  sin atender con seriedad la corruptela y la impunidad.
Por ello, los partidos políticos, las organizaciones sociales y empresariales, los sindicatos, la Iglesia y la prensa misma, tiene cada uno una responsabilidad moral que cumplir, pues solamente con el concurso de todos los sectores de la sociedad podremos salir bien librados de la preocupante encrucijada histórica que vive Costa Rica en la actualidad.
Costa Rica ha entrado en una etapa histórica que exige el mejoramiento de su sistema político. Desde hace varias décadas se han evidenciado signos que apuntan hacia la necesidad de una revisión integral del sistema, sin embargo, no hemos avanzado lo suficiente como para evitar situaciones de ingobernabilidad.

Conocer para Querer

No es posible querer, de verdad, sin conocer realmente al objeto del amor. A Costa Rica hay que conocerla para quererla, hay que conocer su historia, sus pueblos, su gente, sus costumbres, conocer su geografía, pasear por sus ciudades y sus campos, ir a los litorales y a las montañas, a los valles, a las playas y a los volcanes, respirar el aire y llenarse de país para quererlo, para protegerlo, para defenderlo, para ayudarlo a crecer en progreso, en justicia y en paz.