“No hay día que no se llegue, ni plazo que no se venza” las máximas populares están impregnadas de sabiduría, todo bajo el sol tiene fecha de vencimiento.
No es extraño escuchar a un funcionario público decir: “estoy en propiedad” y este solo hecho lo reviste de un fuero contra cualquier acechanza, aunque haga su trabajo con desgano se siente intocable, eterno, infalible, cuando lo irrefutablemente cierto es que todos…absolutamente todos, somos interinos, aves de paso, aunque sea larga la estación en el camino, nadie sobrevivirá.
Con mucha frecuencia olvidamos lo transitoria de la existencia, a no pocos obnubila el poder, el presidente venezolano Hugo Cháves Frías, tuvo que admitir lo contado de sus días, cuando hace apenas un tiempo, antes de la enfermedad que le fue diagnosticada, hablaba como el pequeño dios que regía los destinos de su pueblo, al que llevaría a la tierra prometida de un socialismo utópico, rancio, inviable.
“Nada es para siempre” es el título de una hermosa película plena de paisajes, las criaturas mutamos a cada instante, el que fuimos ayer, ya no lo somos hoy y mucho menos mañana.
“Vanidad de vanidades” reza el proverbio bíblico, una frase que debería colocarse en grandes carteles en cualquier vía que transitemos y así recordarnos la fragilidad humana, lo endeble de nuestra existencia, lo fatuo del orgullo, del poder, de los bienes materiales, de lo suntuoso, todo efímero y pasajero.
“Simplifica…simplifica” fue la hermosa máxima del sabio norteamericano Henry David Thoreau y es que a decir verdad, deberíamos alivianar la carga del camino, así será mas sencillo el tránsito hacia el infinito.
Todo tiene fecha de vencimiento, no solo el producto que adquirimos en el mercado es perecedero, a diferencia de lo material, en donde se lee lo finito de su vigencia, los seres humanos lo ignoramos, podemos estar a segundos, a minutos, pueden ser horas o talvez días, la fecha de caducidad es un misterio y aunque venimos al mundo con ese sello indeleble, su tinta imborrable, escapa a la más aguda de las miradas.
“No hay día que no se llegue, ni plazo que no se venza” las máximas populares están impregnadas de sabiduría, todo bajo el sol tiene fecha de vencimiento.
No es extraño escuchar a un funcionario público decir: “estoy en propiedad” y este solo hecho lo reviste de un fuero contra cualquier acechanza, aunque haga su trabajo con desgano se siente intocable, eterno, infalible, cuando lo irrefutablemente cierto es que todos…absolutamente todos, somos interinos, aves de paso, aunque sea larga la estación en el camino, nadie sobrevivirá.
Modernizar a Limón con ejemplos de otros países con puertos exitosos
Empecemos con la experiencia en Kingston, Jamaica, que es el segundo más importante de la región, sólo superado por Panamá. En Kingston, se dio la misma situación que en casi todos los puertos de América Latina: concesionaron los puertos. Pero tuvieron una idea muy interesante. Crearon una sociedad por acciones, que administra el puerto de Kingston, que es un puerto de trasbordo. Las mercaderías que van para Medio Oriente, el norte de Europa y el Mediterráneo, pasan por Kingston. Es un puerto estratégico. En esta sociedad portuaria participan todos los usuarios del puerto. Las compañías participan en una sociedad con puestos directivos. Trabajan día a día en el quehacer portuario. Unas compañías son jamaiquinas, otras no, pero deciden entre todas lo que debe ocurrir para mejorar todo en el puerto.
En el caso de Santa Marta, Colombia, es un puerto muy moderno, privado, donde los servicios están concesionados, y la autoridad portuaria es estatal. La autoridad portuaria se dedica a cobrar cánones, y establece las reglas a seguir. Este modelo nos llevaría a pensar, por ejemplo, que los servicios de JAPDEVA se vayan privatizando por sectores, de manera que quienes tengan que hacer uso del puerto puedan elegir. Así como eligen ahora la compañía estibadora, puedan elegir la compañía de pilotos, remolcadores, la compañía de grúas que va a descargarles el barco, montacargas, patios y bodegas, y así con todos y cada uno de los servicios. Ese es otro modelo interesante.
Debemos ver estos dos casos para tomar una enseñanza, para tomar un modelo. En resumen, para él, todos estamos de acuerdo en Limón en que debemos ir al ritmo de los tiempos, debemos modernizar a los puertos, no podemos quedarnos estancados. En materia de contenedores, los puertos de Limón y Moín están en el lugar número once en el continente, y en transporte de fruta estamos en una quinta posición en la región.
El proyecto de concesión de las terminales existentes, a como lo tiene planteado el gobierno, se resume en convertir un monopolio público en un monopolio privado. La región nos muestra ejemplos de que se puede encontrar una salida diferente.
Limón es la provincia con mayores índices de delincuencia, violencia, narcotráfico, y los más bajos de desarrollo humano y alfabetización, esta decisión que estamos por tomar con respecto a nuestros puertos, es fundamental porque puede llevarnos por dos caminos, ya sea para empobrecernos y hacer que Limón sea un antro de la mafia y la perdición, o para construir un nuevo Limón, así como Kingston, en Jamaica, o Santa Marta, en Colombia.
Tenemos el proyecto de Limón ciudad puerto. Es un proyecto de ochenta millones de dólares. Probablemente Limón nunca volverá a tener la oportunidad de contar con esos recursos para infraestructura. Debemos cuidar este proyecto, debemos vigilar lo que ocurre con ese dinero, cómo se invierte, cómo se controla. Tal vez nunca más tengamos una oportunidad igual.
Empecemos con la experiencia en Kingston, Jamaica, que es el segundo más importante de la región, sólo superado por Panamá. En Kingston, se dio la misma situación que en casi todos los puertos de América Latina: concesionaron los puertos. Pero tuvieron una idea muy interesante. Crearon una sociedad por acciones, que administra el puerto de Kingston, que es un puerto de trasbordo. Las mercaderías que van para Medio Oriente, el norte de Europa y el Mediterráneo, pasan por Kingston. Es un puerto estratégico. En esta sociedad portuaria participan todos los usuarios del puerto. Las compañías participan en una sociedad con puestos directivos. Trabajan día a día en el quehacer portuario. Unas compañías son jamaiquinas, otras no, pero deciden entre todas lo que debe ocurrir para mejorar todo en el puerto.
Nuestro pueblo utiliza esa expresión para denominar el sistema, desgraciadamente tan extendido en muchos sectores del país, de disimular los problemas; de pasarlos por alto sin enfrentarlos abiertamente, en la esperanza de que éstos terminen por resolverse por sí mismos, sin mayor esfuerzo de nuestra parte. Por supuesto que la técnica del escapismo en realidad nunca ha servido para resolver ninguna dificultad y mucho menos en los tiempos que corren, en los que, para superar los obstáculos y problemas que por todas partes nos salen al paso, es imprescindible contar con una buena dosis de perseverancia, determinación y esfuerzo personal.
Aristóteles, en su Política, que es considerado como el primer tratado sobre “las cosas de la ciudad”; afirma que “el fin de la política, como una tarea de y para los ciudadanos, no es el vivir; sino, el vivir bien”. Es decir, procurarles la felicidad a todos sus miembros. No obstante, con excesiva frecuencia, la política no se ha practicado como un instrumento para la “vida buena” de las sociedades, sino para la permanencia y reproducción de intereses, los cuales tienen muy poco que ver con esa original misión de servicio ciudadano, por ejemplo en los últimos años la política se ha visto reducida, muchas veces, a la disputa por el poder con el fin de conquistar algún cargo. En este sentido, la lucha política dista mucho de ser una consolidación de proyectos y sueños, para convertirse en la consecución o preservación de ventajas para algunos, quienes, necesariamente, no son los mejores o no poseen las mejores intenciones.
Por eso hoy que tenemos como antesala ciertos abusos de poder en nuestro país, que gran cantidad de personas manifiestan su apatía hacia el contexto político, que ya no se desea emitir el sufragio o que algunos han hecho de la política un buen negocio, conviene recordar que la política en su fundamento no es solamente una competencia por espacios de poder, un monopolio de los partidos, un signo de colones o dólares o el privilegio de unos cuantos. Antes, como ahora, es vital comprender que a la política la siguen calificando sus fines, es decir, sus contribuciones para el “vivir bien” de la sociedad y, por ende, su capacidad de involucrar activamente a los habitantes para mejorar sus vidas.
Entonces más allá de ser concebida como una disputa de poder y un pretexto para dividir a la sociedad, la política debe seguir siendo el instrumento privilegiado para allanar diferencias, enmendar desigualdades, establecer consensos sanos y reajustar nuestro tejido social. Porque quienes más se acerquen al sentido original de la política, como un medio para la acción social y no como un fin interesado; y quienes la cultiven como la oportunidad de servirle a la ciudadanía, posiblemente tendrán las mayores posibilidades y los mejores argumentos en la competencia por la responsabilidad de contribuir con el bienestar de la sociedad y por alcanzar puestos de gran compromiso político.
Indudablemente la política importa, y mucho, para el “vivir bien” de los pueblos, pues sin una buena política no se podrá alcanzar un auténtico desarrollo humano y social. Esto implica que la ecuación de la política queda definida, por un lado, por el cambio para adaptarse a una sociedad que está en constante transformación, y, por otro, la permanencia en objetivos, principios y fines para dotar de justicia y bienestar a la Patria.
De ahí que, en definitiva, el repensar hoy la política constituye una función socialmente necesaria ya que es, a la vez, apostar a la sana transformación democrática de nuestra sociedad. Por eso el cambio democrático, es decir, el desarrollo, la concepción y maduración de una nueva cultura política, no puede abandonarse al azar, porque en esa capacidad de innovación, y de repensar la política, se juega el “vivir bien” de nuestro país pues es el sitio que los partidos políticos, y los respectivos representantes, deberán ocupar en un renovado escenario democrático, y es nuestra oportunidad para contribuir, responsablemente, a la transparencia del poder político.
Definitivamente alguien que se queda indiferente ante esa relación política-social en la que se ha sustentado el conjunto de la sociedad tanto contemporánea como de todas aquellas que le han antecedido, y no hace lo que esté en sus manos para tratar de promover un activo y transparente accionar político desde sus particulares posibilidades, perfectamente puede convertirse en una especie de “zángano” que sólo se beneficia de los esfuerzos de otros y no coadyuva con el más elemental principio de justicia y progreso en la construcción de mejores condiciones para el bien común. Pues tal y como lo señaló el político estadounidense, Theodoro Roosevelt, “una gran democracia debe progresar o pronto dejará de ser grande o dejará de ser democracia”.
Aristóteles, en su Política, que es considerado como el primer tratado sobre “las cosas de la ciudad”; afirma que “el fin de la política, como una tarea de y para los ciudadanos, no es el vivir; sino, el vivir bien”. Es decir, procurarles la felicidad a todos sus miembros.
Se le atribuye a Albert Einstein haber dicho que “la locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados”. Por lo tanto, podemos decir con toda seguridad que la obstinación de la administración Chinchilla con aumentar impuestos para resolver la precaria situación fiscal del país raya en la locura. Doña Laura, descrita por su ministro de Información como “la presidenta inédita”, no tiene nada de original en su pretensión de repetir la misma cansada receta de aumentar los impuestos, algo que ha fracasado una y otra vez en la historia reciente del país.
Prueba de ello fue una nota de La Nación que documentó cómo en los últimos 25 años, tras cada aumento de impuestos impulsado por el gobierno de turno, la situación fiscal del país volvió a empeorar. Y no hay que ser Einstein para saber porqué. Una vez aprobados los nuevos impuestos, el gobierno se ve con recursos frescos y por lo tanto vuelve a soltar las llaves del gasto. Peor aún, como reportara hace un año El Financiero, los paquetes de impuestos que se han aprobado en décadas recientes nunca lograron generar los recursos esperados. Entre 1985 y el 2009 se realizaron al menos 15 reformas tributarias importantes sin que se registrara un aumento significativo en la carga tributaria. En resumen, aumentar impuestos nunca ha cumplido con sus objetivos. ¿Para qué hacerlo de nuevo?
La presidenta Chinchilla reaccionó a la nota de La Nación con un mensaje en redes sociales diciendo que su plan “No sólo es reforma tributaria. Impulsamos leyes de responsabilidad fiscal y acciones en aspectos estructurales del gasto”. Aproveché la oportunidad para preguntarle por dicho medio cuáles son esos proyectos de ley de responsabilidad fiscal que su gobierno impulsa, y además cuáles son las acciones que su administración está tomando parta controlar los aspectos estructurales del gasto. Me quedé esperando su respuesta.
La realidad es que este gobierno no ha hecho mayor cosa para recortar el gasto, y menos para garantizar que en un futuro cercano este no vuelva a aumentar a niveles insostenibles. El ministro de Hacienda, Fernando Herrero, ha rechazado en repetidas ocasiones el proyecto de Responsabilidad Fiscal que presentó ANFE a la corriente legislativa, el cual impone límites legales al tamaño del déficit fiscal y plantea multas para los funcionarios que los incumplan.
El vicepresidente Luis Liberman ha dicho que él no está para debates teológicos sobre el paquete de impuestos, y que por lo tanto se rehúsa a debatir con quienes creemos en el recorte del gasto, la simplificación de impuestos y la reactivación económica como vías para cerrar el déficit fiscal. Sin embargo, solo el dogma teológico puede explicar la obstinación del gobierno con más impuestos aún cuando la evidencia empírica es contundente en que no funciona. Eso, o la locura de nuestros gobernantes…
Juan Carlos Hidalgo es analista de políticas públicas para América Latina en el Cato Institute.
Se le atribuye a Albert Einstein haber dicho que “la locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados”. Por lo tanto, podemos decir con toda seguridad que la obstinación de la administración Chinchilla con aumentar impuestos para resolver la precaria situación fiscal del país raya en la locura. Doña Laura, descrita por su ministro de Información como “la presidenta inédita”, no tiene nada de original en su pretensión de repetir la misma cansada receta de aumentar los impuestos, algo que ha fracasado una y otra vez en la historia reciente del país.
El Ministro de Educación ha dejado claro cuál es su pensamiento respecto de cómo debe ser el proceso de formación de los estudiantes del país, y se ha compilado ese pensamiento en 10 líneas estratégicas, que definen con toda contundencia la claridad y preocupación por que las cosas en el país cambien y que ese cambio se geste desde las aulas, cuna del desarrollo.
Me ha llamado mucho la atención, que la segunda línea se llama “Saber vivir y convivir”, que se respalda en un decreto ejecutivo del año pasado y que ese plan se soporta en baluartes éticos, estéticos y ciudadanos. Allí, se define con claridad un objetivo que podría cambiar para siempre el torcido rumbo que llevamos, cosa que resulta menester primario, dada la debacle de valores sobre los que navega esta barca llamada Costa Rica y que a veces la vemos a la deriva, por un mar de violencia y devaluación moral que preocupa al más liberal de los pensadores.
El personal docente de la escuela más antigua del país, ubicada en Cartago y en operación ininterrumpida desde 1845, aceptó el reto lanzado por el señor ministro y extrajo de él, el siguiente objetivo para su Programa Convivir; mismo que han dado a conocer a toda la comunidad estudiantil y a los padres de familia: “Nuestra institución, fortalecerá el carácter integral y formativo de la educación, de manera que nuestros estudiantes desarrollen el conocimiento, la sensibilidad y las competencias necesarias para una vida buena y plena; así como la construcción de su identidad individual y colectiva”.
Dentro de la invitación que hacen los educadores a los padres de familia, se han reconocido como impulsores de una sana convivencia para un desenvolvimiento en una cultura de paz, fortalecedores de valores y principios en toda la comunidad educativa y han llamado a padres, educadores, administrativos y a toda la comunidad, a una participación activa en la campaña y han determinado la participación de todos, como indispensable para el éxito del programa.
He de reconocer, que me han movido el piso de una forma muy positiva y por eso hoy he querido compartir mi alegría con los oyentes de PANORAMA, pues sé la madera moral de la que están hechos los miles de escuchas que tiene este programa. La consigna que ha lanzado la Escuela del Padre Peralta, con la autoridad moral que le dan 167 años de vida y la valentía con que han acogido este Plan de Acción, dictado mediante decreto ejecutivo por el Ministerio de Educación, es congruente con la labor que CANARA ha defendido por muchísimos años.
La sugerencia de inculcar valores y de involucrar en el esfuerzo a los padres; la conciencia de protección del medio ambiente mediante la técnica de las 5 R de Reciclar, Reutilizar, Rechazar, Reducir y Recuperar; la promoción de hábitos de higiene como instrumento de mejora de la salud pública; la sana convivencia entre iguales y desiguales; el establecimiento de controles para estudiantes y padres para lograr un adecuado comportamiento a la hora de cantar himnos, de participar en actos cívicos y un largo pero estimulante; son los caminos correctos.
Estos son solo algunos de los ejes trazados por esta pequeña escuelita. Pretenden decirle al país que las cosas pueden cambiar, que la situación puede mejorar, que la sociedad costarricense no tiene por qué tocar fondo para resurgir, que hay cosas muy valiosas que deben ser prioridad.
El Ministro de Educación ha puesto entre las prioridades de su despacho esta línea estratégica, esta escuelita lo adoptó con el lema “Saber Vivir y convivir mejor” y desde aquí se promueve, porque es un esfuerzo que tiene que trascender, porque Costa Rica lo merece y porque servir para comunicar y para mejorar la vida de la gente, es un servicio al que en PANORAMA estamos acostumbrados…
El Ministro de Educación ha dejado claro cuál es su pensamiento respecto de cómo debe ser el proceso de formación de los estudiantes del país, y se ha compilado ese pensamiento en 10 líneas estratégicas, que definen con toda contundencia la claridad y preocupación por que las cosas en el país cambien y que ese cambio se geste desde las aulas, cuna del desarrollo.
Hoy quiero compartir con ustedes un comentario que se publica en un boletín de la FAO, que es la Organización Mundial para la Agricultura y la Alimentación y que trata sobre los campesinos, a los cuales se les llama la población silenciosa. A los campesinos pobres se les ha llamado la población silenciosa.
Son los agricultores de subsistencia, los pequeños cultivadores y los pescadores artesanales cuyas cosechas se han perdido, cuyas embarcaciones se han hundido o cuyas esperanzas se han ido con una inundación. Clasificados a menudo en términos económicos como de “bajos ingresos” o “desfavorecidos”, los pobres de las zonas rurales se encuentran aislados, vulnerables e imponentes.
En 1979, los estados miembros de la FAO redactaron una “Carta del Campesino”, un proyecto original para transformar la vida rural de los países en desarrollo en todos sus aspectos. La carta hacía hincapié en que para lograr el desarrollo rural se requieren actividades a nivel de aldeas, políticas de desarrollo acertadas, y también un cambio drástico en el orden económico mundial.
En los esfuerzos para instaurar un desarrollo sostenible se da prioridad a los seres humanos cuya vida depende de ese desarrollo. Los programas y proyectos de campo de la FAO están encaminados a prestar apoyo especial a los campesinos sin tierra, los pescadores y los jóvenes de las zonas rurales y los labradores indígenas.
Pero la creciente degradación de los suelos, los ríos y los mares, es uno de los factores que obliga a estos hombres y mujeres del campo, y con frecuencia, también a sus niños pequeños, a emigrar a los barrios bajos y tugurios superpoblados, plagados de enfermedades, drogas, prostitución y otros vicios, que proliferan en torno a las ciudades del mundo pobre. Muchos campesinos pobres abandonan el campo con toda su miseria en busca de un futuro mejor, pero casi siempre se encuentran con otra realidad que los lleva a la desesperación.
¿Cuánta población silenciosa tenemos en nuestras capitales?, ¿Cuánto campesino ha dejado de producir su tierra y se hacina en tugurios en los alrededores de las grandes ciudades?
Alexander Bonilla Durán
Hoy quiero compartir con ustedes un comentario que se publica en un boletín de la FAO, que es la Organización Mundial para la Agricultura y la Alimentación y que trata sobre los campesinos, a los cuales se les llama la población silenciosa. A los campesinos pobres se les ha llamado la población silenciosa.
Desde hace un tiempo tengo la oportunidad de colaborar ocasionalmente con la escuela que, en un marco de excelencia acreditada por el SINAES, se encarga en la Universidad de Costa Rica de formar a los futuros administradores públicos. El ambiente de trabajo allí es intenso, las inquietudes de los estudiantes son serias y diversas y, por supuesto, el deseo de prepararse bien es una constante en cada muchacha y muchacho que son parte de esta ejemplar escuela.
Sin embargo y paradójicamente, a veces quienes se preparan cuidadosamente para servir al estado costarricense, temen lo que el futuro les depare, sobre todo, debido a los altos índices de tentaciones generadas por tantos que, con oscuros intereses, buscan provocar en los funcionarios del estado procederes no siempre claros y no demasiado rectos.
En el marco de esta escuela, aparte de todo lo que los excelentes profesores procuran desde las aulas o lo que logra la competente dirección desde su labor, hay un esfuerzo constante de parte de todos por mostrar un ideal a cada estudiante que, poco a poco, va aprendiendo su deber de servir a los ciudadanos con competencia, excelencia y transparencia. Esto se repite una y otra vez a lo largo de la carrera.
De esta manera no me cabe duda de que en el futuro debe surgir una generación de servidores públicos que, con una competencia comprobada, se animen también a alterar el clima de las instituciones hasta el punto de sembrarlo de integridad y transparencia desde una rendición de cuentas detallada que devuelva la confianza a unos ciudadanos que, como es sabido, hoy día experimentan un fuerte desconcierto y desilusión con respecto al servicio que reciben de algunos que laboran para el estado y sirven no tan bien a los ciudadanos.
Las ideas de excelencia en el servicio y de integridad probada deben ser constantes que se repitan una vez y otra también en el marco de la formación. Pero han de ser dos nociones que deben poder oír a menudo los que hoy ya sirven al país en las instituciones públicas. Esto es, cada mujer y hombre que, en el marco de una labor frecuentemente prejuzgada, se esfuerzan de día en día por romper con el llamado “ethos del burócrata” que encarnan algunos que así dañan la imagen de la abnegada mayoría.
Hace algún tiempo una campaña electoral habló “del menos malo”. Flaco favor se hizo a quienes hoy luchan desde las aulas o las mismas instituciones por mejorar el modo en el que la ciudadanía habla y piensa del funcionario. No hace mucho leí una expresión un poco mejor de un músico reconocido que decía “prefiero ser el peor de los mejores, que el mejor de los peores”. Tampoco es buena la frase del todo, pero no peor que la nociva frase de la campaña que aquí he recordado y esto porque, como es fácil de comprender, ser el peor de los mejores, al menos, mantiene a cada quien en el marco de lo reconocible como excelente.
Es importante felicitar el rumbo de la Escuela de Administración Pública de la Universidad de Costa Rica y desear que su esfuerzo pronto se note en una futura administración del estado excelente e íntegra. Los tiempos que vienen han de propiciar la desaparición de toda mediocridad y las campañas futuras solo podrán invitar a los ciudadanos a votar por el mejor de los mejores y no por el menos malo.
Desde hace un tiempo tengo la oportunidad de colaborar ocasionalmente con la escuela que, en un marco de excelencia acreditada por el SINAES, se encarga en la Universidad de Costa Rica de formar a los futuros administradores públicos. El ambiente de trabajo allí es intenso, las inquietudes de los estudiantes son serias y diversas y, por supuesto, el deseo de prepararse bien es una constante en cada muchacha y muchacho que son parte de esta ejemplar escuela.
Todos los sistemas legales en el mundo entero, reconocen el derecho a la legítima defensa, que en realidad no es más que una derivación o consecuencia del derecho a la vida, que es anterior a todo sistema legal codificado. Sin embargo, en países como el nuestro, ese derecho se ve limitado y condicionado, por leyes dictadas en previsión de posibles abusos que puedan cometer quienes, invocando legítima defensa, pretendan justificar agresiones ilegítimas. Nuestro Código Penal, en su artículo 28, establece que no comete delito el que obra en defensa de su persona o de derechos propios o ajenos, siempre que demuestre que fue agredido ilegítimamente y que exista una razonable proporción entre esa agresión y el medio empleado para repelerla.
La disposición pudo parecer razonable a quienes la promulgaron, hace más de cuarenta años, pero en los tiempos que corren y sobre todo en su aplicación práctica, por parte de jueces más inclinados a favorecer al delincuente que a su víctima, resulta intolerablemente restringida, por lo que se impone una modificación general que permita a los habitantes de las ciudades y del campo, defenderse adecuadamente de los ataques de los delincuentes que constantemente ensayan nuevos métodos para consumar sus fechorías. Un ejemplo concreto de tales situaciones , es el caso de los llamados “quiebra-ventanas”: esos individuos que aprovechando la inmovilidad en que temporalmente puede encontrarse el conductor de un vehículo, le rompen las ventanas y se apoderan por la fuerza de sus pertenencias, que en algunos casos pueden ser de un gran valor o al menos de suma importancia para su dueño. El conductor agredido no puede huir, pues un semáforo le impide seguir o se encuentra en medio de una presa, como las que frecuentemente se presentan en nuestras calles y carreteras. Si trata de forzar el paso, bien puede causar un accidente en perjuicios de terceros inocentes. Pretender que, para respetar la “proporcionalidad” que menciona nuestro Código Penal, el conductor debe bajarse de su vehículo a buscar unas piedras para enfrentar a los agresores, es sencillamente ridículo. La víctima debe enfrentar el problema sin esperar ayuda, pues los transeúntes posiblemente no quieran intervenir y la policía no puede estar presente en todas partes, en previsión de ataques de esta clase. Estimo que el único medio eficaz de repeler la agresión, en un caso como el que nos ocupa, es permitir que el conductor agredido o sus acompañantes, abran fuego contra los rufianes que los atacan, pero dudo mucho que los ofendidos opten mayoritariamente por esa alternativa, pues se correrían el riesgo de que nuestros jueces interpreten que en tales casos no hay una legítima defensa o que se actúa motivado por un verdadero “estado de necesidad”, en los términos definidos por el artículo 27 del mismo Código Penal. Los ejemplos como el anterior podemos citar muchos más y por tal motivo es evidente que urge una reforma integral a nuestras leyes, para que podamos enfrentar los feroces embates de una creciente delincuencia.
.Sobre este tema y el de portación de armas, habremos de ahondar en futuras intervenciones.
Todos los sistemas legales en el mundo entero, reconocen el derecho a la legítima defensa, que en realidad no es más que una derivación o consecuencia del derecho a la vida, que es anterior a todo sistema legal codificado.
En los últimos 3 años se ha venido dando una serie de cancelaciones de Espectáculos Públicos (Concierto, Eventos Deportivos, entre otros) durante el 2010 se suspendieron alrededor de 5 eventos, en el 2011 fue de al menos 11 y en lo que llevamos del año ya hay 2 conciertos que no se han llevado a cabo.
Por décadas, le hemos cantado con orgullo al mundo que “por ser tan linda Costa Rica la llaman, la Suiza Centroamericana” y la verdad sea dicha, este país fue uno de esos lugares donde Dios se mostró abundantemente generoso en la creación.
En la Patriótica Costarricense, hemos dicho que no “envidiamos los goces de Europa ni la grandeza que en ella se encierra, que es mil veces más bella mi tierra, con su palma su brisa y su sol”. Ciertamente, en los tiempos actuales no hay muchos goces que envidiar en Europa, pues la vulnerabilidad económica que muestra la zona euro, trae consigo presagios nada envidiables y pronósticos de colapsos financieros complicados.
La Europa moderna, que se debate entre los conflictos diplomáticos de Israel con Irán y Medio Oriente, la situación en Siria y la súplica de auxilio económico a la China “comu-capitalista”, se aleja bastante de aquella que era la envidia de occidente.
Hay una lista de países europeos que hoy son conocidos como los PIGS, pues esas son las letras con que empiezan sus nombres en Inglés. Aunque la casualidad lingüística ha provocado un nombre muy sugestivo, lo cierto es que es un nombre bien merecido, pues no cabe duda de que la forma en que han manejado su economía, los asemeja bastante a un cochino.
Estas economías, tienen como común denominador un alto endeudamiento e incapacidad para darle cobertura a las obligaciones contraídas. En Grecia, por cada euro del Producto Interno Bruto se adeudan más de 100, lo que lo convierte en un país prácticamente quebrado. Andan parecidos Portugal, Italia y España, naciones todas con vicios vinculados muchas veces a decisiones políticas equivocadas, postergación en la toma de decisiones impopulares pero necesarias y una política de gasto público desmedido e irresponsable y sin ningún apego a criterios de buen juicio ni prudencia en el gasto. Grecia es hoy, el resultado de manejos irresponsables de las finanzas públicas en el pasado, de postergaciones y de privilegios para unos pocos.
Costa Rica está a tiempo de revertir procesos que la hacen parecerse a Grecia. Aun no estamos tan altamente endeudados y tenemos tiempo de recapacitar. Las economías solo pueden resolver sus déficits de tres formas posibles: Con aprobación de más carga impositiva para la gente, con contención en el gasto público superfluo y mayor eficiencia distributiva de los recursos, que por naturaleza son limitados, o bien, con mayor eficiencia en la recuperación de los tributos ya existentes. Ciertamente la primera solución es la salida fácil pero la combinación de las otras dos es la más responsable y deseable, aunque no necesariamente gustará a los serviles del voto.
Hay que meter tijera ya al gasto público; incluida la planilla estatal y los privilegios contenidos en las convenciones colectivas antes de aprobar más impuestos, aunque resulte impopular para los grupos de presión, que siempre están dispuestos a tirarse a la calle para reclamar privilegios.
O detenemos ya la tiranía de las minorías, la fiesta del despilfarro y la irresponsabilidad de jerarcas ineficientes, o irremediablemente pasaremos de la Suiza Centroamericana a la Grecia Europea. Alexander Hernández Camacho,
Por décadas, le hemos cantado con orgullo al mundo que “por ser tan linda Costa Rica la llaman, la Suiza Centroamericana” y la verdad sea dicha, este país fue uno de esos lugares donde Dios se mostró abundantemente generoso en la creación.