En definitiva, hay una enfermedad que ha venido carcomiendo ese estado del alma. Nuestra patria ya no muestra ni ilusión, ni convicción, ni sentido común, ni nada.
Esta patria nuestra tan enferma y aquejadaen su interior de un profundo deterioro en temas que, hasta hace poco, eran su orgullo, ha venido siendo golpeada de muerte hasta hacerla languidecer peligrosamente. Muchos se han empeñado en esa cruel tarea con todas sus fuerzas.
Es, el nuestro, pues, un estado perturbado. Sin norte, sin proyecto, sin ideales. Lo que resulta del interés particular está sobre lo que importa a la mayoría, nadie parece desear hacer notar qué piensa, todo lo contrario, la mayoría no va más allá de la crítica hueca y superficial o bien, se pliegan a algún titular ocasional o la novedad mas inmediata en redes sociales.
Pero, como si no fuera ya suficiente, tiene la patria, esto es, nosotros, otro mal crónico y, recientemente, lo hacía notar el periodista Javier Rojas: nos ataca la desilusión que paraliza e impide que cada ciudadano asuma la carga que le toca. Ante lo que no funciona, sencillamente, tiramos la toalla y dejamos de hacer. Con ello permitimos hacer lo que les viene en gana a quienes no desearíamos que hicieran nada más por esta pobre Tiquicia tan venida a un estado de postración doloroso y desesperante, justamente, por culpa de ellos.
Cuando el estado del alma nacional está como el nuestro,percibimos que la conciencia superior de que también nos habla García Monge está, realmente, colapsada y con una incapacidad progresiva hasta de discernir en torno a los temas mas básicos y urgentes.
Si la conciencia es el santuario final donde se toman las grandes decisiones personales y sociales, siempre en función del respeto y promoción de la misma dignidad humana, nuestra conciencia patria está mas que extraviada.
Y esto lo afirmo porque una conciencia que acepta como bueno poner en peligro la vida humana, la formaciónde la juventud y la solidez de la familia, pues está avanzando hacia el precipicio. Una conciencia que olvida pronto lo que no debe olvidar, hasta los actos de corrupción más viles y se vuelve insensible ante el dolor de tantos que no ven satisfechas sus necesidades mas urgentes, ciertamente, está avanzando dramáticamente hacia la nada.
Costarricenses: es necesario recuperar nuestra alma, nuestra conciencia superior y ello antes de que sea demasiado tarde y la patria se nos hunda definitivamente.