Viernes, 05 Agosto 2011 05:06

Extremos trágicos.

Hemos contemplado en estos días una verdadera tragedia en Noruega que solo merece nuestro repudio y nuestra tristeza. Un acontencimiento bastante difícil de comprender. Parece sin pies ni cabeza.

 

El asesino es un personaje que ha salido de la nada. Un desconocido que, con solo un mensaje en su página de Twitter, hacer ver que considera que es valioso tener convicciones.

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Un hecho cruel, un personaje oscuro y desconocido. Es lo que tenemos hasta ahora y que nos cuentan los medios de prensa.

 

Anders Behring Breivik es un personaje como cualquiera que podríamos encontrar por ahí. Pero a la par de su apariencia, es un hombre antidemócrata, con un gran odio hacia los extranjeros, aficionado a un cristianismo cultural que no toca su vida y afin con una organzación llamada Justicieros Templarios.

 

Breivik muestra sus convicciones a partir de sus principios anti-islámicos y reclama una y otra vez a las Iglesias cristianas haber permitido la llegada del Islam a Europa, extendiendo sus amenazas contra los partidos politicos democráticos  y contra el Papa Benedicto XVI.

 

No hay duda de que se trata de un personaje muy enigmático y, por supuesto, un hombre que suscita muchas cuestionantes, sobre todo, acerca de las verdaderos razones que le llevaron a hacer una locura tan grande y con un costo de vidas tan atroz.

 

El tema del cristianismo del luterano Breivik no aparece como relevante en los razonamientos del mismo asesino ni en el informe del gobierno noruego. Solamente en algunos diarios y agencias de noticias laicistas europeas y americanas aparece el tema pues, como es la costumbre de estos medios, aquí solo se trata de no dejar pasar oportunidad para atacar a las Iglesias.

 

Las razones reales del proceder del terrorista van, como dice el experto en sectas  Massimo Introvigne, en una línea muy clara: hacer destacar lo anti-islámico y, valerse de todo lo que favorezca su visión, contraria a la migración, sea ello del cuño que sea.

 

La posición extrema de este hombre de Oslo es hoy día muy  invitadora a  la reflexión.  Dejar de lado posiciones como las suyas es hoy urgente. Habla de alianzas anti-islámicas, posiciones pro-judías y anima al odio con repecto a todo lo que hable de tolerancia y apertura, como ocurre con algunos partidos europeos y, sobre todo, el Papa. Habrá que estar alerta por si no actuó solo, cosa que parece bastante dudosa.