Miércoles, 28 Octubre 2015 11:27

El Sínodo en su parte final

Poco a poco va llegando el Sínodo de los Obispos al final de su trabajo. Una labor ardua de semanas en las que se ha oído la realidad acerca de la familia en el planeta, se ha profundizado en la misión de la familia misma de cara al mundo y, por supuesto, se han discutido larga y abiertamente sobre la pastoral familiar en el marco de una Iglesia en salida y de puertas abiertas.

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Todos sabemos que el Sínodo de los obispos es una realidad que nace al calor del Concilio Vaticano II y que recientemente ha cumplido cincuenta años de historia. Se trata de un instrumento al servicio del Papa, que se reúne periódicamente y que puede ser ordinario, como el de este año; extraordinario, de los que ha habido tres y, especiales, sobre temas mas específicos y que requieren respuestas urgentes.

El Sínodo, además, dialoga sobre un tema que el mismo Obispo de Roma propone, se reúne bajo su presidencia y es estrictamente consultivo. Lo dicho en el Sínodo y lo recogido en proposiciones y documento final son entregados al Papa que, normalmente y si a bien lo tiene, redactará una exhortación llamada “posinodal” que hace que algunas de las proposiciones o expresiones del mensaje y relación final se puedan convertir en magisterio pontificio.

Luego de este Sínodo esperamos pues un documento con esta forma de exhortación y allí, confiamos, se recogerán muchos temas urgentes y se darán luces imperiosas para potenciar la familia, su integración y para manejar mejor todos los problemas pastorales que hoy presentan las rupturas familiares, la constitución de uniones civiles de católicos que no hay procedido a incoar procesos de nulidad y la realidad de nuevas maneras de convivencia familiar.

Gracias a Dios se ha llegado al Sínodo con un decreto pontificio ya publicado que abrevia los procesos de nulidad y que, en casos muy especiales, puede significar abreviar las rutas procesuales significativamente.

Al final, esperaremos. El mensaje final nos puede traer brisa fresca y realista. Posiblemente, una gran dosis de misericordia de cara a cada y todas las familias, un lenguaje optimista de frente al cuido y promoción de la institución familiar tan amenazada y atacada a diario, pistas nuevas de catequesis prematrimonial, mas acogida y menos juicio, valorar lo bueno de las experiencias de encuentro y convivencia entre personas, un rol mas activo del obispo de cada diócesis con respecto al manejo de los divorciados vueltos a casar.

El reto es grande pero me parece que el Sínodo lo ha abordado con fuerza y abiertos todos los padres sinodales a la voz del Espíritu en este aquí y ahora de la historia de salvación.