Miguel Miranda Sandí
Navidad, Navidad, llegó Navidad-
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En la sociedad de consumo gastar el dinero es una tarea sumamente sencilla; pero, administrarlo correctamente, para atender con buen suceso las necesidades cotidianas, es un proceso difícil que no todas las personas cumplen como norma, dado que el uso correcto del dinero no es una práctica que se aprende de la noche a la mañana.
La administración del dinero exige un ejercicio que se inicia con el reconocimiento de la necesidad de consumo y que se complementa con la distinción entre esta y un deseo, y en este proceso, lamentablemente, muchas veces no se toma en consideración los criterios para un consumo racional.
En este contexto, el aguinaldo es un ingreso extraordinario de los trabajadores, es decir, un ingreso que no se recibe todos los meses, por ello, conviene saber utilizarlo para sacarle el mayor provecho posible, considerando las necesidades del grupo familiar. Tener la oportunidad de hacer compras especiales durante la época navideña es agradable, pero esto no significa despilfarrar el dinero.
Sacarle provecho al aguinaldo tampoco significa no gastarlo del todo, sino más bien reservarlo para atender prioridades. En otras palabras, significa no incluirlo en el gasto ordinario cotidiano. Esta práctica sabia tiene como finalidad específica disponer un fondo especial para poder realizar compras necesarias y para hacerle frente a ciertas emergencias e imprevistos familiares.
Términos como la administración, el ahorro y la planificación, no son solamente conceptos teóricos, también son aspectos que deben traducirse necesariamente en ventajas significativas para las familias, sobre todo porque los recursos económicos son limitados, y en todo caso porque la Navidad es ante todo una época de reflexión y de integración familiar.
Es muy importante aprender a vivir con lo que se gana, de modo que cuando llegue dinero extra – como sucede cada fin de año con el aguinaldo - este se pueda administrar y utilizar racionalmente. Recuérdese que el ahorro es una virtud que debe ser empleada por todas las personas y todas las familias, porque es una condición para tener una mayor calidad de vida y el mejor ejemplo para evitar compras compulsivas.
En la sociedad de consumo gastar el dinero es una tarea sumamente sencilla; pero, administrarlo correctamente, para atender con buen suceso las necesidades cotidianas, es un proceso difícil que no todas las personas cumplen como norma, dado que el uso correcto del dinero no es una práctica que se aprende de la noche a la mañana.
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Por tratarse de un acontecimiento internacional que se celebra cada año durante el mes de octubre, es importante resaltar el significado de la calidad en la vida de las personas, porque la calidad - más que un concepto - es una práctica permanente que debe estar presente en todas las actividades humanas.
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Hoy día la sociedad enfrenta otros tipos de guerras que, como los conflictos armados, son igualmente letales. Los problemas generados por el narcotráfico, la corrupción, la pobreza extrema, la discriminación, la violencia doméstica, la contaminación ambiental, el deterioro de los valores morales y la inseguridad, por ejemplo, son formas visibles de fenómenos sociales que alteran la paz en nuestras naciones.
Toda esta problemática se resume en un solo término: inseguridad. Y en un pueblo inseguro se ausenta la paz. La inseguridad, por tanto, es un concepto complejo que se refleja en la delincuencia, la falta de solidaridad, el desacato a la ley, el irrespeto a las más elementales normas de convivencia y – sobre todo - la agresividad y violencia con las que se resuelven los conflictos.
Atender esta situación no es fácil. Pero los esfuerzos empiezan desde el Gobierno y continúan con una efectiva coordinación suya con los gobiernos locales, el sector privado y la ciudadanía. La inseguridad es un tema que debe atenderse y sustentarse en criterios mancomunados para que el país se asegure la implementación de un plan integral de seguridad y convivencia ciudadana.
Un plan así, implica la ejecución de programas en el campo político, económico y social, que permitan entre otros aspectos vitales, el desarrollo socioeconómico, recuperar el espacio público, mejorar el entorno urbano, atender la violencia intrafamiliar, resolver los conflictos de manera pacífica, solucionar los temas de convivencia comunitaria, atacar la violencia y la delincuencia, y mejorar la acción de la Policía.
Y por tratarse de un plan integral, la educación es imprescindible para la superación de la inseguridad y para el mejoramiento de la calidad de vida, en un contexto de paz, puesto que todos los niños, jóvenes y adultos, en su condición de seres humanos tienen derecho a beneficiarse de una educación que les permita orientar correctamente sus paso en la vida.
La educación es importante para que todo ser humano satisfaga sus necesidades básicas de aprendizaje, y con esto pueda mejorar su condición de vida, aprender a vivir con los demás, explotar los talentos y sus capacidades y pueda también desarrollar su personalidad con el objetivo de que - con su esfuerzo tesonero - sea capaz no solo de mejorar su status socioeconómico, sino también de transformar productiva y pacíficamente la sociedad.
En un país como Costa Rica, compuesto por una mayoría de emprendedores, generar actividades productivas representa no solo una oportunidad para salir de la pobreza, sino un mecanismo eficiente para contrarrestar la delincuencia y el ejercicio de actividades lucrativas ilegales, como la piratería y el narcotráfico.
La educación formal y el esfuerzo coordinado de las instituciones públicas, privadas y académicas constituyen - igualmente - factores importantes para fortalecer el espíritu emprendedor en la población costarricense, por lo que es necesario seguir sumando esfuerzos y recursos técnicos y económicos para asegurar en cada comunidad un futuro económico y social prometedor para el país.
Sin duda, la paz pasa por diversos aspectos relacionados con el desarrollo integral de los pueblos. En definitiva, pasa por tener un Gobierno comprometido con las causas sociales, un gobierno local propositivo, una sociedad civil organizada y dispuesta a luchar por el bien común, un sector privado con responsabilidad social empresarial, una Asamblea Legislativa dinámica, un poder judicial administrando justicia con fundamento real del Estado social de Derecho, y una prensa objetiva informando la verdad.
Hoy día la sociedad enfrenta otros tipos de guerras que, como los conflictos armados, son igualmente letales. Los problemas generados por el narcotráfico, la corrupción, la pobreza extrema, la discriminación, la violencia doméstica, la contaminación ambiental, el deterioro de los valores morales y la inseguridad, por ejemplo, son formas visibles de fenómenos sociales que alteran la paz en nuestras naciones.
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La pobreza puede analizarse desde varios enfoques. Según la visión del analista, puede ser que este fenómeno social sea estudiado desde una perspectiva ética o moral, también desde el punto de vista económico, geográfico, social y político. Lo cierto del caso es que la pobreza constituye el objeto de estudio por parte de numerosos expertos, quienes han brindado importantes conclusiones sobre los aspectos vitales del problema de la pobreza.
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Costa Rica ha entrado en una etapa histórica que exige el mejoramiento de su sistema político. Desde hace varias décadas se han evidenciado signos que apuntan hacia la necesidad de una revisión integral del sistema, sin embargo, no hemos avanzado lo suficiente como para evitar situaciones de ingobernabilidad.
Una vez tuvimos un modelo de desarrollo que generó transformaciones vitales para la sociedad. El surgimiento de la clase media, el desarrollo institucional y la vigencia de políticas sociales, fueron esencialmente importantes para la consolidación y fortalecimiento del sistema político costarricense, sobre todo a partir de las reformas sociales de los años 40, y de las reformas políticas y económicas de los años 50 del siglo pasado.
Los índices de desarrollo humano, el fortalecimiento de la educación pública, los avances en el campo de la salud, la disponibilidad de crédito, la mejora infraestructural y la ampliación de los servicios públicos, como telefonía, electricidad y acueductos, fueron siempre nuestra principal carta de presentación en el contexto internacional.
La pureza del sufragio, la efectiva participación de los partidos políticos y los mecanismos de control político y económico se convirtieron en baluartes de la democracia costarricense, como emblemas del más amplio sentido de la modernidad y frente al contexto latinoamericano de entonces donde prevalecían los actos de corrupción, autoritarismo e irrespeto de los derechos humanos.
Estamos en una etapa de reformulación del sistema político, y el sentido de responsabilidad de todos los sectores de la sociedad debe estar determinado en el fundamento democrático, pues es la única forma civilizada de llevar a cabo las medidas correctivas de nuestro sistema político, aportando – todos - nuestra visión y pensamiento para la construcción social de una Costa Rica más democrática, política y económicamente.
En dicha construcción, creemos que la vigencia de un nuevo modelo de desarrollo, el fortalecimiento de la educación pública, de la legislación laboral, de la banca de desarrollo, de los programas de salud, vivienda y conservación ambiental, así como la urgente necesidad de introducir otros mecanismos vitales de la democracia, como el referéndum y el plebiscito, tienen que estar en la agenda nacional como aspectos prioritarios.
Junto a ello, resaltamos la importancia del combate a la corrupción, pues así como es difícil consolidar la democracia sin la introducción de nuevos mecanismos políticos y económicos, es difícil fortalecer el sistema político, en su integridad, sin atender con seriedad la corruptela y la impunidad.
Por ello, los partidos políticos, las organizaciones sociales y empresariales, los sindicatos, la Iglesia y la prensa misma, tiene cada uno una responsabilidad moral que cumplir, pues solamente con el concurso de todos los sectores de la sociedad podremos salir bien librados de la preocupante encrucijada histórica que vive Costa Rica en la actualidad.
Costa Rica ha entrado en una etapa histórica que exige el mejoramiento de su sistema político. Desde hace varias décadas se han evidenciado signos que apuntan hacia la necesidad de una revisión integral del sistema, sin embargo, no hemos avanzado lo suficiente como para evitar situaciones de ingobernabilidad.
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Para que Costa Rica tenga una economía pujante, es preciso incentivar el espíritu empresarial. Aún cuando se establezcan mecanismos o instrumentos vitales para el desarrollo socio – económico de las naciones, como los tratados de libre comercio, por ejemplo, un Gobierno responsable fomenta el emprendedurismo a todo vapor.
Si se mira con absoluta seriedad la composición del parque industrial costarricense, se comprende con objetividad que el fortalecimiento de las pequeñas y medianas empresas no solo es necesario, sino también una responsabilidad como país, porque esta composición constituye el fundamento de la democracia económica de Costa Rica.
Eso sí, la gran interrogante en torno al quehacer de las pequeñas y medianas empresas es el cómo fomentarlas. Sin duda alguna, mucho se ha dicho sobre la necesidad de impulsar políticas públicas para fomentar y apoyar al sector de las pequeñas y medianas empresas de Costa Rica, tanto por razones económicas como por razones políticas y sociales, dado que se trata de la paz social y de la productividad con mayores niveles de empleo.
Pero no es posible tener una sola respuesta a la gran interrogante sobre cómo fomentar las pequeñas y medianas empresas, pues así como es indispensable apoyar las ideas emprendedoras, igualmente surgen múltiples ideas sobre la forma de promocionarlas. En consecuencia, la política pública del Estado debe girar en torno a un plan de acción simultáneo.
Este plan, implica dos acciones inmediatas. Por un lado, el apoyo técnico, estratégico y financiero a las empresas ya existentes, para que estas se consoliden dentro del mercado y puedan competir sanamente. Y, por otro, el impulso y la promoción de aquellos proyectos emprendedores factibles, técnica y económicamente.
Desde luego que la política pública no puede limitarse solamente a estas dos acciones inmediatas. También es urgente que se valore el apoyo a las pequeñas y medianas empresas desde una visión holística y sinérgica. Si no se piensan las cosas integralmente o sistémicamente, no será posible que el país logre buenos resultados.
De hecho, y al largo plazo, es imprescindible que se fomente la cultura empresarial desde la educación formal costarricense. La educación emprendedora es tan urgente y tan importante, como la vigencia de otros programas de apoyo a las pequeñas y medianas empresas, en términos de financiamiento, capacitación, apoyo técnico, asesoría y otros acompañamientos más.
Por tanto, la gestión estratégica en este tema debe procurar tres cosas esenciales; primero, la coordinación de esfuerzos públicos y privados en apoyo a las pequeñas y medianas empresas; segundo, la operacionalización de acciones concretas; y tercero, la valoración de los resultados.
Para que Costa Rica tenga una economía pujante, es preciso incentivar el espíritu empresarial. Aún cuando se establezcan mecanismos o instrumentos vitales para el desarrollo socio – económico de las naciones, como los tratados de libre comercio, por ejemplo, un Gobierno responsable fomenta el emprendedurismo a todo vapor.
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