Para que Costa Rica tenga una economía pujante, es preciso incentivar el espíritu empresarial. Aún cuando se establezcan mecanismos o instrumentos vitales para el desarrollo socio – económico de las naciones, como los tratados de libre comercio, por ejemplo, un Gobierno responsable fomenta el emprendedurismo a todo vapor.
Si se mira con absoluta seriedad la composición del parque industrial costarricense, se comprende con objetividad que el fortalecimiento de las pequeñas y medianas empresas no solo es necesario, sino también una responsabilidad como país, porque esta composición constituye el fundamento de la democracia económica de Costa Rica.
Eso sí, la gran interrogante en torno al quehacer de las pequeñas y medianas empresas es el cómo fomentarlas. Sin duda alguna, mucho se ha dicho sobre la necesidad de impulsar políticas públicas para fomentar y apoyar al sector de las pequeñas y medianas empresas de Costa Rica, tanto por razones económicas como por razones políticas y sociales, dado que se trata de la paz social y de la productividad con mayores niveles de empleo.
Pero no es posible tener una sola respuesta a la gran interrogante sobre cómo fomentar las pequeñas y medianas empresas, pues así como es indispensable apoyar las ideas emprendedoras, igualmente surgen múltiples ideas sobre la forma de promocionarlas. En consecuencia, la política pública del Estado debe girar en torno a un plan de acción simultáneo.
Este plan, implica dos acciones inmediatas. Por un lado, el apoyo técnico, estratégico y financiero a las empresas ya existentes, para que estas se consoliden dentro del mercado y puedan competir sanamente. Y, por otro, el impulso y la promoción de aquellos proyectos emprendedores factibles, técnica y económicamente.
Desde luego que la política pública no puede limitarse solamente a estas dos acciones inmediatas. También es urgente que se valore el apoyo a las pequeñas y medianas empresas desde una visión holística y sinérgica. Si no se piensan las cosas integralmente o sistémicamente, no será posible que el país logre buenos resultados.
De hecho, y al largo plazo, es imprescindible que se fomente la cultura empresarial desde la educación formal costarricense. La educación emprendedora es tan urgente y tan importante, como la vigencia de otros programas de apoyo a las pequeñas y medianas empresas, en términos de financiamiento, capacitación, apoyo técnico, asesoría y otros acompañamientos más.
Por tanto, la gestión estratégica en este tema debe procurar tres cosas esenciales; primero, la coordinación de esfuerzos públicos y privados en apoyo a las pequeñas y medianas empresas; segundo, la operacionalización de acciones concretas; y tercero, la valoración de los resultados.
Para que Costa Rica tenga una economía pujante, es preciso incentivar el espíritu empresarial. Aún cuando se establezcan mecanismos o instrumentos vitales para el desarrollo socio – económico de las naciones, como los tratados de libre comercio, por ejemplo, un Gobierno responsable fomenta el emprendedurismo a todo vapor.
Si se mira con absoluta seriedad la composición del parque industrial costarricense, se comprende con objetividad que el fortalecimiento de las pequeñas y medianas empresas no solo es necesario, sino también una responsabilidad como país, porque esta composición constituye el fundamento de la democracia económica de Costa Rica.
Eso sí, la gran interrogante en torno al quehacer de las pequeñas y medianas empresas es el cómo fomentarlas. Sin duda alguna, mucho se ha dicho sobre la necesidad de impulsar políticas públicas para fomentar y apoyar al sector de las pequeñas y medianas empresas de Costa Rica, tanto por razones económicas como por razones políticas y sociales, dado que se trata de la paz social y de la productividad con mayores niveles de empleo.
Pero no es posible tener una sola respuesta a la gran interrogante sobre cómo fomentar las pequeñas y medianas empresas, pues así como es indispensable apoyar las ideas emprendedoras, igualmente surgen múltiples ideas sobre la forma de promocionarlas. En consecuencia, la política pública del Estado debe girar en torno a un plan de acción simultáneo.
Este plan, implica dos acciones inmediatas. Por un lado, el apoyo técnico, estratégico y financiero a las empresas ya existentes, para que estas se consoliden dentro del mercado y puedan competir sanamente. Y, por otro, el impulso y la promoción de aquellos proyectos emprendedores factibles, técnica y económicamente.
Desde luego que la política pública no puede limitarse solamente a estas dos acciones inmediatas. También es urgente que se valore el apoyo a las pequeñas y medianas empresas desde una visión holística y sinérgica. Si no se piensan las cosas integralmente o sistémicamente, no será posible que el país logre buenos resultados.
De hecho, y al largo plazo, es imprescindible que se fomente la cultura empresarial desde la educación formal costarricense. La educación emprendedora es tan urgente y tan importante, como la vigencia de otros programas de apoyo a las pequeñas y medianas empresas, en términos de financiamiento, capacitación, apoyo técnico, asesoría y otros acompañamientos más.
Por tanto, la gestión estratégica en este tema debe procurar tres cosas esenciales; primero, la coordinación de esfuerzos públicos y privados en apoyo a las pequeñas y medianas empresas; segundo, la operacionalización de acciones concretas; y tercero, la valoración de los resultados.