Comentarista Invitado

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El valor de mi país lo construye mi vecino, un familiar, un amigo, el señor de la esquina, yo mismo. Personas que al igual que yo, se esfuerzan a diario y que saben que las cosas buenas comienzan con el primer paso, en un viaje de mil millas donde la fe y la actitud, me hacen grande, me mantienen en pie, porque yo puedo generar valor.
Sí, ese valor que nace desde el interior del corazón, que se construye a cada instante desde nuestros hogares, nuestros barrios en nuestro trabajo.
El valor de mi país, inicia cuando comienzo a creer en mi mismo, en lo que puedo alcanzar con voluntad, con honestidad y me convierto en un eslabón importante, sin importar la actividad que realice desde la más simple a la más compleja.
En medio de la corrupción, de la ineficiencia burocrática, de la mediocridad, del “pobrecito aquel”, yo sigo adelante porque es fascinante lo que puedo y podemos lograr cuando aprendemos a creer. Sí a creer en nosotros mismos y saber que aunque el camino pueda ser difícil y resbaladizo, como dijo en algún momento, Abraham Lincoln, nos caímos, pero nos pusimos en pie con mayor fuerza para seguir adelante.
Sigo pensando que mi país, ese pedazo de tierra verde, fértil y próspera, en donde en muchas partes aún huele a boñiga y a lechería, y el viento te abraza para recordarte que estás vivo, es una tierra bendecida por Dios, donde son más las personas buenas y trabajadoras, que generan valor, que las que no suman ni siquiera un ápice a su historia de vida.
Aunque tengamos cientos de problemas que nos pueden acechar como nación, usted y yo con nuestro trabajo podemos cambiar el rumbo de las cosas. Al igual que lo han hecho cientos de hombres, mujeres, jóvenes y niños ...¡Lo que falta es creer!.
Mayo ha sido un mes de resultados fascinantes que nos deben hacer recuperar la fe en nuestro país.  Reflexione, piense que cuando nos atrevemos lo logramos y comenzamos a cambiar el rumbo de nuestra historia, porque tenemos la firmeza y el coraje para obtener resultados positivos.
Olvídese, por un momento, de todo lo que le afecta a diario como empresario, como ciudadano. Piense en un momento en que cuando comienza a creérsela, las posibilidades comienzan a alinearse a su favor y solo van en una dirección.  Hacia delante.
Recientemente, el Dr. Franklin Chang fue homenajeado como miembro en el Salón de la Fama de la NASA; Luis Gerardo León y José Miguel González, dos jóvenes en edad pero grandes en sus logros, brillaron con sus innovaciones en la Feria Mundial de Intel y ganaron importantes premios, con inventos que ayudan a la humanidad. Un deportista que apunta de esfuerzo y perseverancia se trazó un objetivo y llegó a la meta. Shirley Cruz, una futbolista que rompió esquemas y acaba de ganar junto a su equipo, su segunda copa de Campeones de Europa. Andrey Amador, obtuvo un tercer lugar y no satisfecho, luego ganó una etapa del Giro de Italia, una de las tres grandes competencias de ciclismo del mundo. Un caminante, un amante de la naturaleza, Warner Rojas, se trazó un objetivo y llegó a la cima del mundo. Al igual que ellos, usted y yo podemos marcar la diferencia en un mundo que aunque está lleno de contrastes, con su trabajo y esfuerzo diario, podemos marcar la diferencia.
Lo que necesitamos es creer.
María Martha Mesén Cepeda
El valor de mi país lo construye mi vecino, un familiar, un amigo, el señor de la esquina, yo mismo. Personas que al igual que yo, se esfuerzan a diario y que saben que las cosas buenas comienzan con el primer paso, en un viaje de mil millas donde la fe y la actitud, me hacen grande, me mantienen en pie, porque yo puedo generar valor.
El valor de mi país lo construye mi vecino, un familiar, un amigo, el señor de la esquina, yo mismo. Personas que al igual que yo, se esfuerzan a diario y que saben que las cosas buenas comienzan con el primer paso, en un viaje de mil millas donde la fe y la actitud, me hacen grande, me mantienen en pie, porque yo puedo generar valor.
Sí, ese valor que nace desde el interior del corazón, que se construye a cada instante desde nuestros hogares, nuestros barrios en nuestro trabajo.
El valor de mi país, inicia cuando comienzo a creer en mi mismo, en lo que puedo alcanzar con voluntad, con honestidad y me convierto en un eslabón importante, sin importar la actividad que realice desde la más simple a la más compleja.
En medio de la corrupción, de la ineficiencia burocrática, de la mediocridad, del “pobrecito aquel”, yo sigo adelante porque es fascinante lo que puedo y podemos lograr cuando aprendemos a creer. Sí a creer en nosotros mismos y saber que aunque el camino pueda ser difícil y resbaladizo, como dijo en algún momento, Abraham Lincoln, nos caímos, pero nos pusimos en pie con mayor fuerza para seguir adelante.
Sigo pensando que mi país, ese pedazo de tierra verde, fértil y próspera, en donde en muchas partes aún huele a boñiga y a lechería, y el viento te abraza para recordarte que estás vivo, es una tierra bendecida por Dios, donde son más las personas buenas y trabajadoras, que generan valor, que las que no suman ni siquiera un ápice a su historia de vida.
Aunque tengamos cientos de problemas que nos pueden acechar como nación, usted y yo con nuestro trabajo podemos cambiar el rumbo de las cosas. Al igual que lo han hecho cientos de hombres, mujeres, jóvenes y niños ...¡Lo que falta es creer!.
Mayo ha sido un mes de resultados fascinantes que nos deben hacer recuperar la fe en nuestro país.  Reflexione, piense que cuando nos atrevemos lo logramos y comenzamos a cambiar el rumbo de nuestra historia, porque tenemos la firmeza y el coraje para obtener resultados positivos.
Olvídese, por un momento, de todo lo que le afecta a diario como empresario, como ciudadano. Piense en un momento en que cuando comienza a creérsela, las posibilidades comienzan a alinearse a su favor y solo van en una dirección.  Hacia delante.
Recientemente, el Dr. Franklin Chang fue homenajeado como miembro en el Salón de la Fama de la NASA; Luis Gerardo León y José Miguel González, dos jóvenes en edad pero grandes en sus logros, brillaron con sus innovaciones en la Feria Mundial de Intel y ganaron importantes premios, con inventos que ayudan a la humanidad. Un deportista que apunta de esfuerzo y perseverancia se trazó un objetivo y llegó a la meta. Shirley Cruz, una futbolista que rompió esquemas y acaba de ganar junto a su equipo, su segunda copa de Campeones de Europa. Andrey Amador, obtuvo un tercer lugar y no satisfecho, luego ganó una etapa del Giro de Italia, una de las tres grandes competencias de ciclismo del mundo. Un caminante, un amante de la naturaleza, Warner Rojas, se trazó un objetivo y llegó a la cima del mundo. Al igual que ellos, usted y yo podemos marcar la diferencia en un mundo que aunque está lleno de contrastes, con su trabajo y esfuerzo diario, podemos marcar la diferencia.
Lo que necesitamos es creer.
María Martha Mesén Cepeda
El valor de mi país lo construye mi vecino, un familiar, un amigo, el señor de la esquina, yo mismo. Personas que al igual que yo, se esfuerzan a diario y que saben que las cosas buenas comienzan con el primer paso, en un viaje de mil millas donde la fe y la actitud, me hacen grande, me mantienen en pie, porque yo puedo generar valor.
Los seres humanos estamos en constante competición, sean asuntos importantes o superfluos: desde quién cuenta el mejor chiste, hasta el que conduce más rápido; desde el que tiene la casa más grande, hasta quién escupe más lejos. Si alguno presume tener un trabajo horrible, saldrá otro diciendo que el suyo es peor.
Estamos siempre pendientes de decir “eso no es nada”, para después introducir la historia que superará la de la persona que habló antes.
¿Para qué hacemos esto? me pregunto, sin llegar a una respuesta satisfactoria. ¿Será el animal que habita dentro de nosotros y debe superar a su adversario para comer más o lograr aparearse? ¿Será la envidia o el gusto por el reconocimiento? ¿Será el intento de dejar boquiabiertos a nuestros interlocutores, o simplemente la forma en que se nos enseñó a relacionarnos?
Me atrevo a sugerir que quizá lo que buscamos es dejar constancia de nosotros mismos. Cada vez que nos golpeamos el pecho con más fuerza, subimos una rama más alta, presumimos tener más cosas o las mayores miserias, lo que buscamos es recordarle al otro que estamos aquí y queremos ser tomados en cuenta.
Tal vez creemos, sin notarlo, que si estamos en el promedio (ni el más, ni el menos) las demás personas no se percatarán de nuestra existencia. Es decir, en el bosque sobresale el árbol más alto o el que hace ruido al caer al suelo, el resto son solo parte del paisaje.
En algunas especies, ese instinto competitivo puede ser el propulsor de la selección natural que permite a los ejemplares más adaptados perpetuarse.
En nuestro caso, ese instinto se manifiesta claramente en las faenas deportivas tanto como en el manejo de los negocios, pero también se vuelve en opositor de nuestra propia supervivencia cuando inspira guerras y conflictos, solo por demostrar la superioridad de unos sobre otros.
Competimos, por primitivo que parezca. Es un motor que nos mueve siempre hacia delante. Lo que conviene es canalizar ese instinto hacia algo que sea útil y recordar que tener éxito y pisotear a las otras personas, son cosas diferentes.
Rafael León Hernández
Los seres humanos estamos en constante competición, sean asuntos importantes o superfluos: desde quién cuenta el mejor chiste, hasta el que conduce más rápido; desde el que tiene la casa más grande, hasta quién escupe más lejos. Si alguno presume tener un trabajo horrible, saldrá otro diciendo que el suyo es peor.
Los seres humanos estamos en constante competición, sean asuntos importantes o superfluos: desde quién cuenta el mejor chiste, hasta el que conduce más rápido; desde el que tiene la casa más grande, hasta quién escupe más lejos. Si alguno presume tener un trabajo horrible, saldrá otro diciendo que el suyo es peor.
Estamos siempre pendientes de decir “eso no es nada”, para después introducir la historia que superará la de la persona que habló antes.
¿Para qué hacemos esto? me pregunto, sin llegar a una respuesta satisfactoria. ¿Será el animal que habita dentro de nosotros y debe superar a su adversario para comer más o lograr aparearse? ¿Será la envidia o el gusto por el reconocimiento? ¿Será el intento de dejar boquiabiertos a nuestros interlocutores, o simplemente la forma en que se nos enseñó a relacionarnos?
Me atrevo a sugerir que quizá lo que buscamos es dejar constancia de nosotros mismos. Cada vez que nos golpeamos el pecho con más fuerza, subimos una rama más alta, presumimos tener más cosas o las mayores miserias, lo que buscamos es recordarle al otro que estamos aquí y queremos ser tomados en cuenta.
Tal vez creemos, sin notarlo, que si estamos en el promedio (ni el más, ni el menos) las demás personas no se percatarán de nuestra existencia. Es decir, en el bosque sobresale el árbol más alto o el que hace ruido al caer al suelo, el resto son solo parte del paisaje.
En algunas especies, ese instinto competitivo puede ser el propulsor de la selección natural que permite a los ejemplares más adaptados perpetuarse.
En nuestro caso, ese instinto se manifiesta claramente en las faenas deportivas tanto como en el manejo de los negocios, pero también se vuelve en opositor de nuestra propia supervivencia cuando inspira guerras y conflictos, solo por demostrar la superioridad de unos sobre otros.
Competimos, por primitivo que parezca. Es un motor que nos mueve siempre hacia delante. Lo que conviene es canalizar ese instinto hacia algo que sea útil y recordar que tener éxito y pisotear a las otras personas, son cosas diferentes.
Rafael León Hernández
Los seres humanos estamos en constante competición, sean asuntos importantes o superfluos: desde quién cuenta el mejor chiste, hasta el que conduce más rápido; desde el que tiene la casa más grande, hasta quién escupe más lejos. Si alguno presume tener un trabajo horrible, saldrá otro diciendo que el suyo es peor.
El BANHVI destina actualmente 100 mil millones de colones para dotar de techo digno a las familias más necesitadas. La intención es muy buena, pero ¿Dónde están los informes? ¿Dónde se nuestra de qué forma se distribuyó o invirtió esta cantidad de dinero?
Es importante saber a dónde se dirigen los fondos públicos, por las manifestaciones del Gerente del BANHVI Manuel Párraga realizadas a la Ministra de Vivienda “no puedo ver como una simple casualidad, que como telón de fondo de nuestro almuerzo de ayer, en el que el tema central fue “los eventuales actos de corrupción” en el manejo de los fondos FOSUVI” y además agregó “no tengo una sola prueba contundente contra nadie, si la tuviera inmediatamente hubiera interpuesto la demanda respectiva.
Sin embargo,  usted y yo tenemos suficientes indicios como para pedir actuar inmediatamente en la prevención de actos de corrupción, tomando las medidas para descentralizar el exceso de poder que otras administraciones le han dado a FOSUVI”.
Si se hubieran atendido a tiempo los indicios de corrupción del Conavi con el proyecto de la Trocha Fronteriza, hoy no estaríamos dudando del costo aproximado de ¢43.000 millones de la obra.
Hoy en Control Político esta Diputada solicita a la Presidenta de la República Laura Chinquilla aplicar el tan mencionado Decreto de Anticorrupción, dado a conocer el viernes 11 de mayo, con el objetivo de sepultar los actos corruptivos que se han venido dando de la mano de funcionarios gubernamentales.
El BANHVI destina actualmente 100 mil millones de colones para dotar de techo digno a las familias más necesitadas. La intención es muy buena, pero ¿Dónde están los informes? ¿Dónde se nuestra de qué forma se distribuyó o invirtió esta cantidad de dinero?
El BANHVI destina actualmente 100 mil millones de colones para dotar de techo digno a las familias más necesitadas. La intención es muy buena, pero ¿Dónde están los informes? ¿Dónde se nuestra de qué forma se distribuyó o invirtió esta cantidad de dinero?
Es importante saber a dónde se dirigen los fondos públicos, por las manifestaciones del Gerente del BANHVI Manuel Párraga realizadas a la Ministra de Vivienda “no puedo ver como una simple casualidad, que como telón de fondo de nuestro almuerzo de ayer, en el que el tema central fue “los eventuales actos de corrupción” en el manejo de los fondos FOSUVI” y además agregó “no tengo una sola prueba contundente contra nadie, si la tuviera inmediatamente hubiera interpuesto la demanda respectiva.
Sin embargo,  usted y yo tenemos suficientes indicios como para pedir actuar inmediatamente en la prevención de actos de corrupción, tomando las medidas para descentralizar el exceso de poder que otras administraciones le han dado a FOSUVI”.
Si se hubieran atendido a tiempo los indicios de corrupción del Conavi con el proyecto de la Trocha Fronteriza, hoy no estaríamos dudando del costo aproximado de ¢43.000 millones de la obra.
Hoy en Control Político esta Diputada solicita a la Presidenta de la República Laura Chinquilla aplicar el tan mencionado Decreto de Anticorrupción, dado a conocer el viernes 11 de mayo, con el objetivo de sepultar los actos corruptivos que se han venido dando de la mano de funcionarios gubernamentales.
El BANHVI destina actualmente 100 mil millones de colones para dotar de techo digno a las familias más necesitadas. La intención es muy buena, pero ¿Dónde están los informes? ¿Dónde se nuestra de qué forma se distribuyó o invirtió esta cantidad de dinero?