Juan Sepúlveda Troncoso

Juan Sepúlveda Troncoso

Este Jueves 30 de septiembre se cumplen 150 años del fusilamiento de Juan Rafael Mora Porras, de don Juanito Mora.
La Asamblea Legislativa tuvo hace unos pocos días el acierto de declararlo Héroe Nacional y Libertador de la Patria por haber tenido la visión de reconocer la amenaza filibustera que se cernía sobre su patria, de preparar el ejército nacional que fuera capaz de defender nuestra soberanía y finalmente por el coraje de haber dirigido personalmente la guerra nacional que aseguró nuestra libertad e independencia.
Si a eso sumamos su obra como estadista, los logros que experimentó el comercio, las relaciones internacionales, obras públicas, salud y educación en su gobierno, es difícil negarle a don Juanito ese merecido título que la Asamblea le ha reconocido, justo 15 días antes del aniversario del crimen de estado que aún siglo y medio más tarde, debe seguir avergonzando a todos los hijos de la patria que él ayudó a salvar.
Por encima de las vacilaciones de los timoratos y las mezquindades de otros, este reconocimiento no significa endiosarlo ni desconocer sus defectos y debilidades como gobernante y como administrador del estado. Por el contrario, es darse cuenta que, por encima de sus defectos y hasta de sus ocasionales arranques de autoritarismo, Don Juanito Mora logró lo que parecía imposible, unir a toda Centroamérica tras un objetivo común; y este liderazgo de Costa Rica nos valió, como dice el himno nacional; “eterno prestigio, estima y honor”.
El presidente Mora sumó a su excepcional visión, la hidalguía de poner los intereses de la patria por encima de los suyos; sacrificando su propia comodidad personal, su inmensa fortuna y hasta su amada familia, en aras de la patria. Su sobrino, su cuñado y su propio hermano cumplieron con su deber en el Ejército Nacional, y en ocasiones garantizó la paga de sus soldados con su propia bolsa.
Para demostrar la firmeza de su decisión, siendo Presidente de la República y rodeado de enemigos políticos, dejó el poder y asumió la jefatura del ejército nacional para emprender una expedición a Nicaragua, a la respetable edad de 42 años.
Pero el gesto supremo que mejor lo retrata como hombre y persona es cuando condenado a muerte para salvar a sus seguidores, a minutos de enfrentar al pelotón de fusilamiento, escribe a su amada esposa para encargarle la educación de sus hijos, perdonar a quienes lo traicionaron, y ofrecer su vida como sacrificio para que vuelva la paz y el progreso a su pueblo.
Como ciudadanos de esta patria, que existe gracias a él, es nuestro deber de hombres bien nacidos, reconocer a don Juanito como el Héroe Nacional y Libertador de la Patria, como el más grande de los hijos que ha parido esta tierra, y en suma, ponerlo de ejemplo de conducta para nosotros mismos, para nuestros hijos y para los hijos de nuestros hijos.
Este Jueves 30 de septiembre se cumplen 150 años del fusilamiento de Juan Rafael Mora Porras, de don Juanito Mora.
Según mis papeles viejos, he estado formalmente en Panorama desde Junio de 1996. Camilo insiste en que estoy aquí desde que él andaba con un yo-yo en la bolsa y mandaba sus comentarios en hojas de cuadernos de la escuela, pero lo dice para quitarse años (…y de paso dejarme como viejo).
Como sea, son varios años de disfrutar este privilegio de dirigirme diariamente a los costarricenses con la misión de dejar algo bueno en unos minutos. Privilegio que he disfrutado muchísimo tratando a la vez de cumplir con dignidad y respeto al oyente.
En estos años ha habido momentos difíciles (de los cuales no me acuerdo), y otros muy bonitos. Como ese primer concurso en que regalamos computadoras a 3 estudiantes, en los lejanos tiempos en que cada una costaba lo que un carro usado, los Premios Marconi, después Róger Barahona, que dejaban por igual lágrimas de alegría y de tristeza, y para mí el más hermoso de todos; la serie Héroes de la Patria, para los 150 años de la Campaña Nacional de 1856.
He gozado muchísimo realizando varias campañas de impacto nacional, sobre las cuales lo mejor que puede decirse es no decir nada, por aquello de la discreción profesional.
Y por supuesto, he disfrutado del raro privilegio de contar con la confianza, espero que merecida, de todas las Juntas Directivas que se han sucedido en estos 14 años, lo que rara vez uno se detiene a reconocer. Lo hago hoy en la persona del actual Presidente de Canara, Luis Enrique Ortiz, con quien hemos enfrentado tiempos interesantes, olas grandes y chiquitas, acuerdos y desacuerdos, y quien se ha ganado mi respeto por la dedicación con que ha ejercido ese ingrato puesto.
Mi equipo, como dicen en la feria del agricultor: “solo bueno”. Un grupo de profesionales que conoce su oficio y lo ha ejercido creciendo con cada tarea. Sumando y restando a todos los que nos han acompañado en estos años, me enorgullece haber dirigido un equipo de esta categoría. Lo difícil ha sido ser justo con Orietta, a la vez mi locutora favorita y mi esposa. Por temor a que el amor me haga perder imparcialidad (como ocurre), he sido demasiado estricto con su trabajo y parco en reconocerle sus méritos profesionales. Qué se le va a hacer...
Aquí también tuve otro raro privilegio, conocer a uno de esos hombres de quienes antes se decía que eran de una sola pieza. De esos que dejaban un pelo del bigote y 20 años después volvían a buscarlo. Que hayamos estado siempre (o casi) en desacuerdo en todo no quita ni suma al respeto que he aprendido a tenerle, y que a veces le haya dicho, en serio y en broma “cuando yo sea grande quiero ser como usted”. Ese hombre es Rigoberto Urbina Pinto, y si no hubiera nacido en tiempo y lugar tan calmados, habría terminado sus días cargando contra los moros sarracenos bajo las murallas de San Juan de Acre, o defendiendo el Alcázar de Toledo de alguna ideología disolvente y subversiva.
Han sido varios años tratando de abrir ventanas, de dejar más preguntas que respuestas, de encender bombillos y no de apagar candelas. En dos platos, de hacer radio de la buena, de esa que le permite a uno mirarse al espejo cada día y decir que hoy no ayudó a embrutecer a nadie sino que, por lo menos, intentó hacer lo contrario.
Y hasta ahí, porque pretender más es buchonada. Además de ilusorio. Y para peor, una pedantería.
Debe ser por eso que me cuesta tanto despedirme, dejar estas teclas que escribieron cosas sabiendo que mañana alguien las iba a escuchar.
Será entonces nostalgia, cabanga anticipada, goma moral y también vanidad herida. Alguien podrá decir que es la sensación del deber inconcluso, o en palabras de día domingo, de fallarle al imperativo moral.
Lo que sea, pero cuesta.
Y a pesar de eso tengo que hacerlo, tengo que despedirme de estas teclas, de estos compañeros, de estos jefes y de la que ha sido mi casa por más de 20 años, y pasar el relevo a quien no lo hará como yo lo hubiera hecho, pero lo hará mejor, porque verá esta tarea con ojos nuevos. Los que yo ya no tengo.
Yendo a la parte práctica, me despido de Panorama porque otros amigos con corazones igualmente generosos me han hecho ni más ni menos una oferta que no puedo rechazar (en el buen sentido), y faltándome dos pasos para la sesentena, he decidido arriesgarlo todo y empezar una nueva aventura lejos de los micrófonos, en el mundo de la industria.
Parafraseando, dejo aquí mis más puras esperanzas de comunicador y lo más querido entre mis seres queridos, para emprender un camino que espero recorrer aprendiendo en cada paso y generando, como corresponde, beneficios para mis futuros empleadores.
Y si no, pues Alá es grande y generoso.
Pero sigue siendo tan difícil decir Adiós, que prefiero: Nos vemos en la radio.
Juan Sepúlveda T.
Según mis papeles viejos, he estado formalmente en Panorama desde Junio de 1996. Camilo insiste en que estoy aquí desde que él andaba con un yo-yo en la bolsa y mandaba sus comentarios en hojas de cuadernos de la escuela, pero lo dice para quitarse años (…y de paso dejarme como viejo).
Aunque falten dos días para celebrarlo hoy dedicaremos esta cápsula al 20 de Marzo de 1856, día en que ocurrió la Batalla de Santa Rosa.
De esa batalla se han dicho muchas cosas erróneas y otras falsas, y vamos a dar una revisadita, si el tiempo nos alcanza
Primero, dicen que fue el bautismo de fuego de los soldados costarricenses contra tropas extranjeras
Incorrecto, ya un pequeño destacamento de tropas nacionales había combatido con valor en las guerras de la confederación centroamericana, tanto en Salvador como en Guatemala.
Han afirmado también que fue la primera vez que los costarricenses defendieron el suelo patrio.
Otro error, desde la colonia los ticos habían rechazado invasiones de los misquitos por Matina, así como habían derrotado a los soldados de Morazán en las calles de San José y Cartago.
Entonces, ¿tiene importancia la batalla de Santa Rosa?
Mucha, pero hoy solo podemos nombrar tres:
Primero: es una batalla planeada de antemano, donde los generales costarricenses diseñan un plan, el general José Joaquín Mora lo dirige magistralmente, y sus oficiales ejecutan con la precisión de una maniobra.
Segundo: los soldados costarricenses se convencen por sí mismos que tienen la disciplina, los jefes y las armas necesarias para vencer a sus enemigos. Esa confianza en sí mismos nunca los abandonó en toda la campaña nacional.
Y por último, fue un golpe brutal a la idea que los filibusteros tenían de los centroamericanos y de los ticos. Como racistas, se creían superiores en todo y pensaban que aquí solo se les iban a oponer unos cuanto salvajes que saldrían corriendo a los primeros tiros.
En la hacienda de Santa Rosa se dieron cuenta que los hijos de Costa Rica sabían pelear y morir por su tierra y a partir de ese día, Walker supo que nunca podría repetir aquí lo que hizo en Nicaragua.
Por eso, a pesar de que muchos costarricenses no lo entiendan y que otros no quieran entenderlo, todos debemos sentirnos orgullosos de nuestros antepasados que lucharon por nuestra libertad, y de los héroes que, en este día, dieron su vida en el sagrado suelo de la Hacienda de Santa Rosa.
Aunque falten dos días para celebrarlo hoy dedicaremos esta cápsula al 20 de Marzo de 1856, día en que ocurrió la Batalla de Santa Rosa.
De esa batalla se han dicho muchas cosas erróneas y otras falsas, y vamos a dar una revisadita, si el tiempo nos alcanza
Primero, dicen que fue el bautismo de fuego de los soldados costarricenses contra tropas extranjeras.
El pasado sábado 2 de octubre, se cumplieron 150 años del fusilamiento del General José María Cañas, sin duda el hombre que ha vestido de manera más digna un uniforme militar en esta tierra.
Nacido en el Salvador, José María Cañas llegó como capitán del ejército de su país y aquí destacó como joyero, administrador del puerto de Puntarenas y como militar.
Cuando su cuñado Juan Rafael Mora llegó a la presidencia, le ayudó a organizar y a armar el mejor ejército de Centroamérica.
En la Guerra Nacional, Cañas se reservó las labores más duras y sacrificadas de la guerra. En la batalla de Rivas, a la que llegó de refuerzo con sus tropas agotadas, dirigió personalmente el contraataque contra el cuartel general filibustero. Sus hombres rompieron las paredes de bahareque con bayonetas y sables y después pelearon sin descanso, casa por casa, cuarto por cuarto.
Ese mismo año de 1856 formó la división de vanguardia y marchó a Nicaragua para cortar en dos a las fuerzas de Walker.
Por sus cualidades militares y humanas, fue sin duda el jefe más querido por los oficiales y soldados del Ejército Nacional. El mismo Walker decía que Cañas era el mejor general de Centroamérica.
Acompañó a su cuñado y mejor amigo, don Juanito Mora en la intentona de recuperar el poder y fueron derrotados. Don Juanito se entregó porque le prometieron que con su vida salvaría a todos sus partidarios y Cañas ofreció su vida a cambio de Mora. Sin embargo, ambos fueron fusilados con dos días de diferencia en el mismo Parque los Jobos de Puntarenas.
A punto de ser fusilado escribió a su esposa estas sencillas palabras:
Mi Lupita.
Voy a ser fusilado dentro de dos horas. A nadie culpes en tu dolor por semejante suceso; y esto hazlo en memoria mía.
Reduce tu familia cuanto puedas para que puedas soportar tu pobreza. Probablemente no podrás conseguir nada de tus bienes; pero Dios a ninguno desampara.
Aquí poseo únicamente mi reloj y unos pocos reales que serán entregados a Manuel, quien entiendo irá a esa para consolarte.
Mis hermanos cuidarán de ti. Estoy muy seguro.
José María Cañas.
Gentil y generoso hasta la muerte, tuvo palabras cordiales hasta para el jefe de su propio pelotón de fusilamiento.
Colaboración de Juan Sepúlveda Troncoso
El pasado sábado 2 de octubre, se cumplieron 150 años del fusilamiento del General José María Cañas, sin duda el hombre que ha vestido de manera más digna un uniforme militar en esta tierra.
A pocos días de conmemorar el fusilamiento de Juan Mora Porras, hoy recordamos su motivante Primera Proclama, dirigida a los costarricenses, para que se preparen a defender con orgullo y con honor Costa Rica, último bastión centromericano por ser invadido por el fuego filibustero
“Costarricenses, nuestra paz venturosa que, unida a vuestra laboriosa perseverancia, ha aumentado tanto nuestro crédito, riqueza y felicidad, está pérfidamente amenazada.
Una gavilla de advenedizos, escoria de todos los pueblos, condenados por la justicia de la unión americana, no encontrando ya con qué saciar su voracidad, proyectan invadir a Costa Rica para buscar en nuestras esposas e hijas, en nuestras casas y haciendas, goces a sus feroces pasiones, alimento a su desenfrenada codicia.
¿Necesitaré pintaros los terribles males que, de aguardar fríamente tan bárbara invasión pueden resultaros?
No; vosotros lo comprendéis, vosotros sabéis bien qué puede esperarse de esta horda de aventureros apostatas de su patria, vosotros conocéis vuestro deber.
Alerta pues, costarricenses! No interrumpáis vuestras nobles faenas, pero preparad vuestras armas.
Yo velo por vosotros, bien convencido de que en el instante del peligro, apenas retumbe el primer cañonazo de alarma, todos, unidos os reuniréis en torno mío bajo nuestro libre pabellón nacional.
Aquí no encontrarán jamás los invasores partido, espías ni traidores.
¡Ay del nacional o extranjero que intente seducir la inocencia, fomentar discordias, o vendernos!
Aquí no encontrarán más que hermanos, verdaderos hermanos resueltos irrevocablemente a defender la patria como a la santa madre de todo cuanto aman, y a exterminar hasta el último de sus enemigos.”
Y mañana en Panorama, más información sobre el libertador y héroe nacional. Juan Rafael Mora Porras-
A pocos días de conmemorar el fusilamiento de Juan Mora Porras, hoy recordamos su motivante Primera Proclama, dirigida a los costarricenses, para que se preparen a defender con orgullo y con honor Costa Rica, último bastión centromericano por ser invadido por el fuego filibustero

Ahora que hablamos tanto de ciencia y la tecnología, ¿qué tal si recordamos la primera novela de ciencia ficción?

Frankenstein o el Prometeo Moderno, de Mary Shelley

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¿Asertividad. ¿qué es eso?
Es la habilidad de comunicarse y expresar nuestros pensamientos y emociones con confianza y con máxima capacidad.
Esta habilidad se utiliza en la vida diaria, en el medio familiar, y en la educación.
A veces nos preguntamos: ¿por qué no me entienden? ¿qué dije que le ofendió tanto? o ¿cómo le explico lo que siento?,
Justamente la asertividad es esa actitud que nos permite comunicarnos mejor con todos los que nos rodean.
Como se dice popularmente: “no es lo qué me dices, sino cómo me dices las cosas.”
Ser asertivo significa ver a las personas como personalidades con las cuales debo aprender a comunicarme, pues cada una es diferente y no me puedo comunicar de la misma manera con todas.
Ser asertivo significa dejar atrás conceptos como “Fulano de tal me cae mal” y en cambio decir, “no me gusta que Fulano hable tan duro”
Para ser un comunicador asertivo, hay que identificar los rasgos de cada persona que nos desagrada, ver    cuales aspectos tienen que ver conmigo y exigen que haga algo,
Pero también debo identificar cuales aspectos de cada persona, aunque no me gusten, tampoco me afectan.
Así podemos comunicarnos de una manera provechosa hasta con las personas más negativas,
La ASERTIVIDAD no es una llave mágica, sino un instrumento para comunicar nuestros sentimientos, cuando por ejemplo, las personas hacen cosas que son importantes para nosotros, pero no para ellos.
Debemos aprender a separar los sentimientos de los hechos, suposiciones de verdades, y la verdad de la apariencia.
Por sobre todo, ser asertivo significa saber expresar nuestros sentimientos, nuestras ideas y nuestras creencias.
Pero también comunicarse de manera asertiva, significa dejar que los demás se comuniquen de la misma manera, no imponer nuestros criterios, y respetar las diferencias.
La ASERTIVIDAD no sólo sirve para defender nuestros derechos o para señalarle a alguien que eso que ha hecho o dicho me ha molestado.
Sirve también para decir, cuando algo nos hace felices.
Fuente: Magdalena Elizondo Torres, especialista en comunicación del  Instituto Tecnológico de Monterrey, México.
¿Asertividad. ¿qué es eso?
Es la habilidad de comunicarse y expresar nuestros pensamientos y emociones con confianza y con máxima capacidad.
Esta habilidad se utiliza en la vida diaria, en el medio familiar, y en la educación.
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