Martes, 18 Noviembre 2014 01:19

Un triste mensaje secularista

Hay cosas que es conveniente decir. Otras no. Incluso, hay algunas cosas que, en razón de la investidura, deben evitarse o decirse mejor. Nuestros políticos, con frecuencia, no captan estas sutilezas.

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La agencia EFE, el pasado 27 de este mes en curso, nos trajo la noticia de la celebración de uno de esos foros sobre derechos humanos que pululan por doquier y que, de paso, hacen de todo menos promover lo que deben.

El evento de marras se celebró en Madrid y tenía como título “Derechos humanos e inclusión social en la agenda de desarrollo post 2015”. Obviamente, fue uno de esos acontecimientos en que sobran los expertos y corren enorme peligro las familias, los matrimonios y la vida no nacida.

Por nuestro país participó una persona que, de paso, ocupa una de las vicepresidencias en el país. Nada mas y nada menos. Y tuvo a cargo esta persona la ponencia de inauguración de ese foro.

Primero, en el marco de un continente que mira cómo baja la tasa de nacimientos, inició con una queja. Se lamentó la vicepresidente de Tiquicia de que todavía en América Latina a las madres les dé por tener hijos.

Luego hizo ver el dato que sigue: de 70 mil nacimientos en Costa Rica resulta que 14 mil son de madres menores de 19 años. La funcionaria concluye que ello debe producir, necesariamente, probreza y exclusión en aquellas madres. Asegura, forzando abiertamente la argumentación, que casi todas acaban, a causa de su maternidad, en miseria. Obvio que ello es, dicho así, solo un juicio de valor.

De ahí en adelante, pasó la funcionaria tica a atacar a la Iglesia. Esta persona que ocupa una de las dos vicepresidencias de nuestra pintoresca patria a la par del presidente Solís, clamó por cambios que excluyan a la Iglesia de lo público. En un discurso secularista y laicista decimonónico, la vicepresidenta en cuestión exigió en España callar la voz de la Iglesia y desterrarla de la sociedad actual, toda ella diz que tan democrática y plural.

Considera la funcionaria que las “doctrinas y dogmas” de la Iglesia en materia de moral sexual solo atizan la miseria y la pobreza. Cosa que, claramente, es falsa.

Todos entendemos la agenda de este personaje. La pena es cuando dice lo que dice sin rubor y hasta casi convencida de que todas las falacias afirmadas son reales. Pero la realidad es otra, pues la teología moral católica en clave siempre personalista, produce, con exactitud, todo lo contrario a lo dicho por la oradora en el evento español.

El resto del discurso fue un mosaico desordenado de temas relacionados con discriminaciones, remesas, indígenas y matrimonio forzados o mutilaciones. Pero eso no importa, pues lo esencial era el ataque a la iglesia, única institución en el mundo que aun defiende lo esencial del tejido social: la familia y la vida.