Miércoles, 13 Mayo 2015 05:53

Un “casado” al lado del magistrado de la Corte Suprema de Justicia.

“Yo siempre he sido así” fue la respuesta del licenciado Jesús Ramírez, cuando le expresé de su actitud humilde de comerse un “casado” en cualquier soda metropolitana, siendo él magistrado de la Corte Suprema de Justicia.

Audio clip: Adobe Flash Player (version 9 or above) is required to play this audio clip. Download the latest version here. You also need to have JavaScript enabled in your browser.

Descargar


En una breve charla en una céntrica y humilde fonda, este hombre de mirada paternal y palabra suave, evocó figuras como las de don Edgar Cervantes, quien cuando fungía como Presidente de la Corte Suprema de Justicia, llegaba con sus bolsas a comprar verduras en la Feria del Agricultor de Hatillo, comunidad que nunca abandonó hasta el fin de sus días.
“¡Es que mire don Jesús, esto no se ve en ninguna parte del mundo¡” y es cierto, en cualquier latitud del universo, menos en Costa Rica, es imposible encontrarse a algún miembro de los supremos poderes como cualquier otro hijo de vecino, sin aspavientos, sin guardaespaldas, sin matones que lo alejen de la gente.
Otra comensal de la mesa de al lado, detuvo un instante a don Jesús para explicarle a su acompañante quien era el personaje, el magistrado solo atinó a sonreír, no sin antes agradecer que aquella dama de humilde condición lo reconociera mientras degustaba el pícadillo, el arroz, los frijoles y el pedacito de carne acompañado de un fresco.
Costa Rica sigue siendo un país excepcional por figuras como el magistrado Jesús Ramirez, herederas de la estirpe del exmandatario don Otilio Ulate, a quien una bicicleta atropelló en las inmediaciones de la antigua casa presidencial o de don Luis Alberto Monge, quien pasó de chinamero en el Mercado Central a la silla presidencial.
Comparto esta vivencia porque ahora se privilegia más el tener que el ser, y cuando se observa a algunos personajes criollos que por suerte aún quedan, hay que reseñarlo y destacarlo.
Luego de compartir el “casado” estreché la mano que luego en gesto fraterno coloqué en el hombro de don Jesús Ramirez, él tomó solitario rumbo hacia el alto estrado judicial y yo partí a escribirle estas líneas a los amigos radioyentes.