Más allá de esta funcionalidad, también ha adquirido un valor cultural y turístico, ya que se ha constituido en una de las principales formas para conocer y apreciar nuestra historia y nuestros paisajes, sean rurales o urbanos.
Su habilitación y usohan estado determinados por factores de carácter económico, social, políticoe ideológico. Incluso, en el imaginario costarricense el tren ha llegado a tener una connotación anecdótica y nostálgica, pues rememora los tiempos pasados, en los que se le veía como signo de progreso.
En los últimos años el gobierno de la República ha efectuado un gran esfuerzo por recuperar la vía ferroviaria, habilitar nuevos tramos de esta y comprar un número mayor de unidades. Sin embargo, el estado actual evidencia un fehaciente deterioro. Solo para citar algunos ejemplos, en una misma semana se han suspendido hasta cinco viajes por razones de descarrilamiento y fallas mecánicas; la puntualidad en el servicio no existe, pues las salidas tardías han llegado a ser hasta de veinte minutos después del horario establecido y no hay unidades modernas ni confortables, como sucede en los países desarrollados.
Como corolario de esta situación, la Contraloría General de la República ha calificado el servicio del tren como pésimo, lo cual ha sido aceptado por las mismas autoridades del INCOFER quienes se han limitado señalar que tienen en curso consultorías para mejorar el mantenimiento, la disponibilidad y confiabilidad del servicio. Ojalá dichas consultorías arrojen nuevos datos y sugieran cambios y proyecciones positivas.
No obstante lo anterior, no se debe analizar el tema del tren de manera aislada, citando solamente su problemática.Lo que se requiere es una verdadera planificación urbana, en la que el ordenamiento de la ciudad y los servicios públicos de transporte estén orientados a mejorarlas condiciones de vida de la población. Es fundamental entonces que haya trabajo un planificado, definición espacial, conexión e interconexión entre los distintos medios.
Urge también una efectiva coordinación entre el estado, el sector empresarial y los diferentes actores implicados, con el fin de avanzar a una verdadera modernización de los servicios, hecho que ineludiblemente implica una fuerte inversión y una competitividad que redunde en beneficio de los usuarios, con clara conciencia de que a mayor calidad de los servicios, mayor dinamismo y desarrollo.
José Ángel Vargas Vargas