Viernes, 09 Noviembre 2012 05:09

Soy lo que debo

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Hace algún tiempo tuve la ocasión de conocer un libro que, a la fecha, ha vendido unos 14 millones de copias. Me provocó curiosidad y partí del punto de que un best seller normalmente no es demasiado buena literatura.

En este caso, si bien no es una obra que deba ser registrada como un clásico por los expertos en el futuro, es sugerente.

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Se titula “Martes con mi viejo profesor”. Su autor es un sociólogo y periodista norteamericano que, en las páginas de su obra, registra sus diálogos con un antiguo profesor suyo de la Universidad. El susodicho padece un grave mal y está cercano a su muerte. Posee capítulo que dependen de cada martes de conversación además de una introducción y un cierre que titula “Graduación”.

Sin querer contar la historia ni detalles que hagan innecesaria la lectura de esa obra a los oyentes, solo deseo detenerme en uno, de entre cientos, de consejos y observaciones útiles que aparecen en este libro de Mitch Alboni.

Cerca de la mitad de la obra, en el cuarto martes, el profesor –a quien se llama afectuosamente Morrie- dice lo siguiente: “Haz que todos los días se te pose en el hombro un pajarito que te pregunta: ‘¿Es éste el día? ¿Estoy preparado? ¿Estoy haciendo todo lo que tengo que hacer? ¿Estoy siendo la persona que quiero ser?’”.

Es obvio que la expresión tiene que ver con aquello que hemos oído alguna vez: “vive tu día presente como si fuera el último”. Ese día del que se habla en la obra de Alboni puede que llegue pronto o esté lejos, pero lo urgente es estar listos y en plan de hacer lo que se debe y de la mejor manera.

Esta preguntas me parecen clave para descubrir y refrescar el sentido ético de la vida y de la actividad diaria.

Es urgente para la mujer y el hombre de hoy andar hacia metas y poder decir como en Maestro de Galilea al final de su ruta: “todo está consumado”.

Pero mientras eso llega, de día en día estar en lo que se hace y amar lo que nos desvela de continuo es fundamental. Hacer todo lo que se debe y hacerlo bien sería una bendición de cara al bien común en medio de nuestro aquí y ahora costarricense.

Pero hay un punto que resta de esas preguntas planteadas. ¿Soy la persona que quiero ser? Esto es, ¿soy lo suficientemente recto, transparente, honesto y luchador? ¿Lucho por vivir la vida de cada día con intachabilidad y coherencia? ¿Aporto al bien común y me empeño por hacer mejor la vida a quienes me rodean a diario?

Tener presente estas preguntas y tratar de revisarse de cara a ellas nos hará mas consecuentes, rectos y, hasta seguramente, mas felices.

Mauricio Viquez