Miércoles, 08 Agosto 2012 05:04

Sobre medios, encuestas y más.

Luego de meses de abierta campaña de frente a temas muy concretos, algunos medios de comunicación ya han logrado su cometido, esto es, lograr hacer ver a los ciudadanos una cara de cuestiones muy concretas y polémicas que atacan, de manera directa, los cimientos de nuestra sociedad. Temas de esos que, en la perspectiva de algunos sociólogos clásicos, son esenciales de cara a lograr la cohesión de una sociedad.
El deber ser ético no lo dan las encuestas. Esto, lamentablemente, hay muchos que no lo comprenden. Incluyendo algunos medios de comunicación que, olvidando su deber de promover el bien común social, insisten a tiempo y destiempo en temas que, como sabemos, se alejan mucho de nuestra idiosincrasia o, al menos, de lo que queda de ella gracias, justamente, a la manera en que esos “mass media” la menoscaban de manera sistemática.
Lograr que los costarricenses cambien su perspectiva en torno a la familia, el valor absoluto de la vida no nacida, el matrimonio en cuanto realidad referida a un hombre y una mujer, lo mismo que sobre el valor del papel de servicio a la sociedad que ofrece la Iglesia, ha sido una labor de meses, casi de años. A fuer de repetir una y otra vez lo mismo, de destacar y magnificar algunas informaciones y crear polémicas artificialmente, hay que decir que el empeño de algunos medios ha sido existoso.
En esto, de manera particular, hay que destacar el curioso rol de periódicos nuestros que, en otros tiempos estuvieron al servicio de la derecha y que ahora, repentinamente, han girado a favor de temas que, tradicionalmente, son propios de periódicos al servicio de los ideales de la nueva izquierda en el mundo, esto es, la creación de un paraíso amoral en el que todo se vale y no caben límites ni propuestas que impliquen referencias a normas morales objetivas.
Los resultados recientes de la encuesta de UNIMER para La Nación, de ninguna manera sorprenden. Es el resultado de un paciente trabajo del patrocinador de esa misma encuesta. La misma solo ha confirmado el éxito de un medio para moldear la opinión pública a su gusto cuando se le deja hacerlo.
Lo que se impone ahora es la reacción. Indignarse no es solo cosa de los que exigen un nuevo orden mundial o de los que luchan por derechos sin deberes, o bien, de los que invocan en las calles derechos humanos que no son tales. Indignarse también es cosa de quienes miran cómo se impone una manera de pensar, se manipulan conciencias y se deforma a partir de tomar partido de cara a aquel  dicho popular que dice: “miente, miente que, al final, algo queda”.
Parece que la labor de rescatar el sentido común entre nosotros apenas comienza y se debe empezar cuanto antes.
Luego de meses de abierta campaña de frente a temas muy concretos, algunos medios de comunicación ya han logrado su cometido, esto es, lograr hacer ver a los ciudadanos una cara de cuestiones muy concretas y polémicas que atacan, de manera directa, los cimientos de nuestra sociedad. Temas de esos que, en la perspectiva de algunos sociólogos clásicos, son esenciales de cara a lograr la cohesión de una sociedad.
El deber ser ético no lo dan las encuestas. Esto, lamentablemente, hay muchos que no lo comprenden. Incluyendo algunos medios de comunicación que, olvidando su deber de promover el bien común social, insisten a tiempo y destiempo en temas que, como sabemos, se alejan mucho de nuestra idiosincrasia o, al menos, de lo que queda de ella gracias, justamente, a la manera en que esos “mass media” la menoscaban de manera sistemática.
Lograr que los costarricenses cambien su perspectiva en torno a la familia, el valor absoluto de la vida no nacida, el matrimonio en cuanto realidad referida a un hombre y una mujer, lo mismo que sobre el valor del papel de servicio a la sociedad que ofrece la Iglesia, ha sido una labor de meses, casi de años. A fuer de repetir una y otra vez lo mismo, de destacar y magnificar algunas informaciones y crear polémicas artificialmente, hay que decir que el empeño de algunos medios ha sido existoso.
En esto, de manera particular, hay que destacar el curioso rol de periódicos nuestros que, en otros tiempos estuvieron al servicio de la derecha y que ahora, repentinamente, han girado a favor de temas que, tradicionalmente, son propios de periódicos al servicio de los ideales de la nueva izquierda en el mundo, esto es, la creación de un paraíso amoral en el que todo se vale y no caben límites ni propuestas que impliquen referencias a normas morales objetivas.
Los resultados recientes de la encuesta de UNIMER para La Nación, de ninguna manera sorprenden. Es el resultado de un paciente trabajo del patrocinador de esa misma encuesta. La misma solo ha confirmado el éxito de un medio para moldear la opinión pública a su gusto cuando se le deja hacerlo.
Lo que se impone ahora es la reacción. Indignarse no es solo cosa de los que exigen un nuevo orden mundial o de los que luchan por derechos sin deberes, o bien, de los que invocan en las calles derechos humanos que no son tales. Indignarse también es cosa de quienes miran cómo se impone una manera de pensar, se manipulan conciencias y se deforma a partir de tomar partido de cara a aquel  dicho popular que dice: “miente, miente que, al final, algo queda”.
Parece que la labor de rescatar el sentido común entre nosotros apenas comienza y se debe empezar cuanto antes.