Como parte de la clase política, (solo porque soy Diputada, nada más, porque siempre he pertenecido al sector privado donde hay que ganarse el salario y nada se regala) como costarricense, como trabajadora, no apoyo, ni acepto que se me “meta en el mismo saco” de los mercenarios de la política, de los que con licencia de corso pretenden saquear las de por sí dilapidadas arcas del erario público.
Es vergonzoso este debate mientras tenemos un desempleo del 18%, la pobreza aumenta, generando violencia y muerte, donde todos somos vulnerables en nuestro patrimonio y vida; no es posible que unos pocos por engañar al Pueblo una vez más, se llenen los bolsillos a manos llenas.
Las estocadas al pueblo son pan de cada día. La nueva propuesta de abrir un portillo, bueno no precisamente un portillo, sino una explanada completa para que se permitan “contribuciones” a las campañas políticas por parte de las compañías, personas jurídicas, empresas, consorcios, etc. Es inadmisible, tal y como se ha pronunciado el Presidente del Tribunal Supremo de Elecciones Aceptar la propuesta de que se permita esta práctica es no solo un retroceso, sino un también un acto que riñe con la transparencia que debe regir el actuar de todo aquel que perciba fondos públicos, fondos que no son propios, sino de todos los costarricenses.
Por supuesto que mi voto es NO a retroceder en los obligados controles y limitaciones a facilitar el ingreso de capitales no tan transparentes, a pago de futuros servicios, a componendas por dinero con los intereses de la Patria. De eso hemos tenido mucho en esta administración.
Solo hay que ver las noticias diarias donde cada días por miles de millones se cuentan los estragos que los “funcionarios” hacen regalando el dinero del Pueblo a consorcios extranjeros, y pagando favores recibidos o dando las gracias por ayudas recibidas. Al menos eso es lo menos que podemos presumir porque no existe otra razón para que un funcionario llamado a proteger la Patria, la regale en una supuesta CONCILIACIÓN.
Debemos cerrar el paso a los mercaderes de la política que dan 2 y se llevan 10.
Patricia Pérez Hegg