Martes, 27 Agosto 2013 05:21

Asunto de humanidad, empatía y de ley

¡Ya la gota del irrespeto derramó el vaso de agua! No importa la hora, ni el día, ni si se trata de personas con discapacidad, embarazadas o adultos mayores, la descortesía impera en muchos de los autobuses de nuestro país en cuanto al uso de los campos preferenciales, pues aunque son destinados para ellos, muchas veces deben viajar de pie o deben suplicar que se los cedan.

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Para muestra unos botones: La semana pasada en una de las rutas josefinas se subió una señora con un niño en brazos. Ninguna de las personas quienes estaban ocupando los asientos preferenciales, entre ellas dos muchachos, se levantó. Comenzaron a ver para todo lado como esperando a que alguien se levantara. Nadie lo hizo, el bus iba lleno de pasajeros, y la única persona que cedió su lugar fue una religiosa a quien le correspondió irse de pie todo el trayecto.
También me comentaba un amigo quien padece de fibromialgia, y por lo cual le es muy difícil movilizarse con fluidez, que en una de las rutas heredianas se subió al bus pero ninguna de las personas, quienes estaban ocupando los asientos preferenciales, se lo cedieron. Ante esto él solicitó el respectivo lugar, el cual se lo dieron a regañadientes, soportando todo el recorrido los comentarios y los gestos despectivos de quienes le cedieron a disgusto el asiento.
Así como estos dos casos, hay cientos en el país. Por ejemplo, choferes quienes deben casi suplicar para que se les den los campos preferenciales a quienes los necesitan. O peor, conductores que ni siquiera lo hacen a vista y paciencia de todos los pasajeros, o casos de adultos mayores que deben hacer malabares para no caerse mientras buscan un asiento porque nadie se los cede. En este sentido, me ha llamado la atención que son las mujeres quienes, especialmente, se levantan más para darle el asiento a personas con alguna discapacidad, embarazadas o adultos mayores…, está bien que se abogue por la igualdad de sexos, pero, ¿y la caballerosidad dónde queda?...
Y más allá de la caballerosidad vale preguntarse, ¿dónde queda el nivel de empatía y humanidad para quienes lo necesitan?... ¿Nos gustaría a nosotros, si tuviéramos alguna discapacidad o cuando seamos adultos mayores, vivir este tipo de discriminación?... ¿Qué ha pasado con la Ley de Igualdad de Oportunidades para las Personas con Discapacidad y la Ley Integral de la Persona Adulta Mayor que pese a que establecen que debe haber asientos preferenciales debidamente señalados para esta población, una gran mayoría de usuarios irrespetan tal normativa?...
Esto es muy grave porque va más allá de la cortesía, ya que la Ley 7600 es una ley muy clara y específica, y se debe respetar se quiera o no. Existen asientos específicos que deben ser cedidos a mujeres embarazadas, personas (hombre o mujer cargando niños), adultos mayores y personas con discapacidades permanentes o temporales. ¿Qué está faltando entonces?... educación, toma de conciencia, humanidad, consideración, capacitación a los conductores, cortesía, falta de sentido común o sensibilidad… ¿Cómo es posible que las personas se disgusten, se pongan malcriados o se rehúsen a prestar ayuda con quienes necesitan los asientos preferenciales?...
Seamos más empáticos, más respetuosos de la ley; y para quienes requieran los asientos preferenciales, hagan respetar sus derechos. Ni siquiera deben esperar a que alguien les ceda el lugar que les corresponde, porque no se trata de que a la persona lo haga si se le antoja, se trata de que esa es la ley, y guste o no, debe cumplirse.