Setiembre es más que el noveno mes del año, mucho más que el último mes del año fiscal, más que el mes de más nacimientos en el país y mucho más que el inicio de la cuenta regresiva hacia el aguinaldo y la navidad.
Es el mes del cumpleaños de la patria y aunque a esta –cual madre- debemos honrarla todos los días, no está de más hacer énfasis en la necesidad de que nos deshagamos en celebraciones y muestras de orgullo por ser parte de este pequeñito pedazo de tierra, dentro del cual se abre paso entre las naciones una de las más grandes. Este debe ser un mes de extensa fiesta, pero todavía más, un tiempo de profunda reflexión sobre nuestros deberes cívicos, porque los derechos han estado allí y seguirán estándolo, pero a los deberes, algunos tienen por deporte mancillarlos y sepultarlos entre un trinomio atroz que carcome las nobles bases sobre las que se construyó esta patria: la corrupción, la desvergüenza y la falta de autoridad.
¿Qué es la patria?, Para hallar la respuesta, solo basta mirar lo dicho por José Martí de forma tan elocuente: “La patria es dicha de todos y dolor de todos, y cielo para todos, y no feudo ni capellanía de nadie”. Han de ser estas palabras del poeta, las que deberían resonar día y noche en nuestras conciencias, hasta entender en lo más profundo de nuestro corazón, que la defensa a ultranza de nuestra identidad, de nuestra cultura, de nuestros niños, de nuestra biodiversidad y de cuanto hemos heredado; es una responsabilidad que tenemos todos los que aquí vivimos.
Los que aquí nacimos, debemos con nuestro trabajo y con el cumplimiento de todo a cuanto estamos obligados, construir cada día un país que camine a paso firme hacia el desarrollo. Todos aquellos, que se benefician de nuestro límpido cielo, deben también honrar el país que les ha acogido y deben someterse de manera irrestricta a nuestro ordenamiento jurídico, tributario, social y ético.
El expresidentes uruguayo Julio María Sanguinetti, dijo hace más de 20 años que donde hay un costarricense, esté donde esté, hay democracia. Por eso, cada costarricense debe hacer valer esa característica y cada extranjero que aquí viva, debe también acoger el compromiso, pues no está la patria para soportar cargas improductivas pero sí para aceptar inversiones y trabajo honesto de parte de los extranjeros que vengan a producir.
Nuestra independencia hoy se ve amenazada por un criminal abominable llamado el narcotráfico, se muestra amenazada por la pobreza extrema de familias enteras y el cinismo de algunos ladronzuelos de la cosa pública. También, hemos tenido que soportar en días recientes, las declaraciones insensatas de un presidente latinoamericano, en el sentido de que en Costa Rica no tenemos ejército porque tenemos una sucursal del ejército norteamericano.
Ante el narcotráfico, lo que se impone es tomar acciones contundentes, coordinadas y eficaces. Ante la pobreza, la eficiencia distributiva de los escasos recursos económicos es la salida lógica. Para los ladrones de recursos públicos y privados, nada más que muchos años de cárcel y para las estupideces de un títere al que le llaman presidente, ignorarlas ha de ser un buen remedio.
¿…y para la patria? No más que lo dicho ya en la Patriótica Costarricense: …la defiendo, la quiero y la adoro… y por ella mi vida daría, siempre libre ostentando alegría, de sus hijos será la ilusión.