Martes, 17 Junio 2014 01:44

Que brillen las estrellitas,pero que cada niño tenga una cama digna...

El mundial de fútbol es sin duda un fenómeno social. También es un mecanismo de movilización económica que podría sacar de muchos apuros a la economía del país más grande de latino américa, o bien, lo podría sumir en una confrontación social sin igual.

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No hay duda, que para aquellos países participantes, también es una oportunidad de mostrase en una plataforma muy grande, es ocasión propicia para representar a todo un pueblo que como el nuestro, vive con una pasión desmedida esta convocatoria a la cita mundialista.

Hasta los que normalmente no alcanzamos siquiera a encender la televisión para ver un sólo minuto de un partido de la liga local, nos ataviamos con la roja y apoyamos a los hijos que de repente, muestran una afición por los partidos que la selección nacional de fútbol deberá enfrentar en los próximos días.

En esa asfixiante cobertura que la mayoría de medios dan a este evento, en la que poco les falta para reseñar de los jugadores hasta sus visitas al baño, me detuve a escuchar con detenimiento, una que me dejó estupefacto; relacionada con algunos requerimientos de nuestro país para la atención de nuestros seleccionados. Fue tal mi sorpresa, que decidí ir a buscar información para ver si aquello que estaba escuchando era algo normal en otras selecciones.

Pude leer por ejemplo, como piden desde el libro sagrado de los musulmanes o la Biblia de los Cristianos en cada habitación, hasta bananos propios del país, flores, máquinas de video-juegos o expendedoras de café, televisores nuevos, habitaciones con yacusi y toda suerte de ocurrencias. Hasta, leí que Alemania mandó a construir sus propias instalaciones porque las que ofrecía la organización no llenaban sus expectativas.

Viniendo de Alemania, uno de los países más ricos del mundo, economía referente en Europa, campeón mundial de fútbol muchas veces e indiscutible favorito de ganar la copa, uno bien podría “entender” tales exigencias.

Pero, cuando escuché como argumento, que para los seleccionados de este pobre país que de rico sólo tiene una parte de su nombre, solicitaron cambiar las camas porque las que habían en la habitación del hotel no cumplían con los estándares americanos a los que están acostumbrados y que las llaves de las habitaciones tienen que estar listas a la llegada al hotel, porque no pueden esperar un solo minuto; me detuve a pensar y molesto, no pude evitar reflexionar…

Me es imposible no pensar en los 347.000 costarricenses que viven en pobreza extrema, que he querido simbolizar en una niñita de una escuela en Cartago, que para mantener a su mamá y a su hermanito, fabrica y vende prensitas para el cabello de otras niñas, pues no tienen que comer. A esa niña, la huelga de maestros la hizo entrar en aprietos, pues aprovechaba el comedor escolar para comer al menos una vez al día en su escuela.

Pienso en los niños que duermen cubiertos por cartones en las duras, mal olientes y destruidas aceras de San José, abandonados por sus padres biológicos, por la sociedad.

Pienso sí, en las personas que ante las amenazas de las lluvias, ven sus ranchos llenos de agua, pienso en los niños y jóvenes que perdieron la oportunidad de recibir conocimiento durante todo un mes a causa de una huelga perversa y manipuladora.

Será que esos niños de mi patria, tendrán esta noche la posibilidad de pedir que les cambien su acera fría y húmeda por una cama digna? Será que ante la ausencia de nutricionistas que les prepare una dieta especial para cada uno, puedan al menos contar con una ración de comida diaria?
Si es así, que brillen nuestras “estrellitas”pero que cada niño tenga una cama digna...