Martes, 03 Agosto 2010 07:38

Nuevo emisor pero un muy viejo discurso

En días pasados, el presidente venezolano Hugo Chávez, a raíz de las aparentes pruebas y acusación formal presentadas por el gobierno colombiano ante la Organización de Estados Americanos, la OEA, en vez de presentar el debido descargo, arremetió contra con el Gobierno estadounidense, emulando en epítetos y extremos a su héroe político Fidel Castro, denunciando una eventual invasión.
Si bien es cierto, que Estados Unidos al principio del gobierno comunista de Cuba, trató hasta de acabar con la vida de Fidel Castro y en algún momento, estimularon y apoyaron, directa e indirectamente algunas iniciativas para derrocar el régimen castrista, lo cierto es que, prácticamente, después de la crisis de los misiles y el acuerdo Kennedy-Krushev, esas intentonas cesaron, de seguro como parte del juego geopolítico entre ambas superpotencias, en aquel momento.
No obstante lo anterior, cada vez, que a lo interno de Cuba, había alguna manifestación de descontento popular, producto de la pérdida de las libertades individuales y económicas, Fidel Castro salía en los medios estatizados, denunciando que detrás de esas protestas estaba el imperio yanqui, Obviamente, este tipo de manifestaciones calaba en algunos incondicionales del régimen comunista pero no así en el resto de la población, que con todo derecho sólo quería vivir en democracia.
Después de cincuenta años del régimen castrista, ya todo el mundo sabía, tanto dentro de Cuba como fuera, que el discurso cliché siempre estaría presente y sería responsabilizar a Estados Unidos de todos los males de la isla y advertir a la población de una eminente invasión de los marines norteamericanos, la que nunca se dio.
Con el octogenario Fidel en el retiro de la función pública y con un estilo de gobierno de su hermano Raúl, mucho menos reactivo y hasta si se quiere, propositivo, creíamos que ese trillado discurso era ya cosa del pasado. Sin embargo, que equivocación más grande fue pensar así, ya que el presidente Chávez hizo suya la estrategia de responsabilizar a Estados Unidos de todo que de una manera u otra pudiera lesionar la imagen de su gobierno tanto a lo interno de Venezuela como internacionalmente.
Lo procedente y respetuoso de la verdad, hubiera sido presentar a propios y extraños las pruebas de descargo que evidenciaran que el decir del gobierno colombiano no se apegaba a la realidad pero, en vez, de hacerlo y así terminar con el asunto, la respuesta del presidente venezolano fue hacer suyo el trillado discurso de su héroe político y amenazar con suspender el suministro de petróleo a los Estados Unidos.
Por su parte, la Administración Obama en relación a los ataques gratuitos del gobernante venezolano, responde diciendo que entre Estados Unidos y Venezuela existen excelentes relaciones comerciales que benefician a ambos países y que lo único que tienen que decir, es que lo recomendable es que el diferendo entre ambos países debe ser resuelto por la vía diplomática y no por la confrontación.
El mundo cambió,  Estados Unidos cambió, hasta Cuba, en algún grado también lo hizo, pero el discurso del  presidente Chávez, se quedó rezagado y va para atrás como el cangrejo; promoviendo la confrontación, en vez, de un diálogo inteligente, visionario que promueva la paz entre los pueblos.
En días pasados, el presidente venezolano Hugo Chávez, a raíz de las aparentes pruebas y acusación formal presentadas por el gobierno colombiano ante la Organización de Estados Americanos, la OEA, en vez de presentar el debido descargo, arremetió contra con el Gobierno estadounidense, emulando en epítetos y extremos a su héroe político Fidel Castro, denunciando una eventual invasión.
Si bien es cierto, que Estados Unidos al principio del gobierno comunista de Cuba, trató hasta de acabar con la vida de Fidel Castro y en algún momento, estimularon y apoyaron, directa e indirectamente algunas iniciativas para derrocar el régimen castrista, lo cierto es que, prácticamente, después de la crisis de los misiles y el acuerdo Kennedy-Krushev, esas intentonas cesaron, de seguro como parte del juego geopolítico entre ambas superpotencias, en aquel momento.
No obstante lo anterior, cada vez, que a lo interno de Cuba, había alguna manifestación de descontento popular, producto de la pérdida de las libertades individuales y económicas, Fidel Castro salía en los medios estatizados, denunciando que detrás de esas protestas estaba el imperio yanqui, Obviamente, este tipo de manifestaciones calaba en algunos incondicionales del régimen comunista pero no así en el resto de la población, que con todo derecho sólo quería vivir en democracia.
Después de cincuenta años del régimen castrista, ya todo el mundo sabía, tanto dentro de Cuba como fuera, que el discurso cliché siempre estaría presente y sería responsabilizar a Estados Unidos de todos los males de la isla y advertir a la población de una eminente invasión de los marines norteamericanos, la que nunca se dio.
Con el octogenario Fidel en el retiro de la función pública y con un estilo de gobierno de su hermano Raúl, mucho menos reactivo y hasta si se quiere, propositivo, creíamos que ese trillado discurso era ya cosa del pasado. Sin embargo, que equivocación más grande fue pensar así, ya que el presidente Chávez hizo suya la estrategia de responsabilizar a Estados Unidos de todo que de una manera u otra pudiera lesionar la imagen de su gobierno tanto a lo interno de Venezuela como internacionalmente.
Lo procedente y respetuoso de la verdad, hubiera sido presentar a propios y extraños las pruebas de descargo que evidenciaran que el decir del gobierno colombiano no se apegaba a la realidad pero, en vez, de hacerlo y así terminar con el asunto, la respuesta del presidente venezolano fue hacer suyo el trillado discurso de su héroe político y amenazar con suspender el suministro de petróleo a los Estados Unidos.
Por su parte, la Administración Obama en relación a los ataques gratuitos del gobernante venezolano, responde diciendo que entre Estados Unidos y Venezuela existen excelentes relaciones comerciales que benefician a ambos países y que lo único que tienen que decir, es que lo recomendable es que el diferendo entre ambos países debe ser resuelto por la vía diplomática y no por la confrontación.
El mundo cambió,  Estados Unidos cambió, hasta Cuba, en algún grado también lo hizo, pero el discurso del  presidente Chávez, se quedó rezagado y va para atrás como el cangrejo; promoviendo la confrontación, en vez, de un diálogo inteligente, visionario que promueva la paz entre los pueblos.