Hoy en el 2015 y casi un siglo después de las agudas y punzantes aseveraciones de Santos Discépolo es notorio que seguimos en la misma situación. Todo está igual y casi nada mejora. Los políticos de turno nos ofrecen días tras día singulares y raras comedias con elogiosos desplantes de actuación. No cabe duda que estamos al frente de un escenario teatral, donde aplaudimos, las muecas, los chascarrillos y las mentiras de algunos hipócritas, que responden con sus máscaras puestas para eludir compromisos directos de participación en temas de particular interés para la ciudadanía costarricense.
En términos de psicología afirman que hay dos formas de ver las cosas, una es la negativa y otra la positiva; por ejemplo: ver el punto negro en la hoja blanca o ver el vaso medio lleno y no medio vacío. Pero la lógica elemental indica una verdad que salta a la vista; no es cuestión de criticar por criticar, sino de utilizar el sentido común y reconocer lo bueno y censurar lo malo. La doble moral es una epidemia muy propia en el ámbito legislativo; muchos parecen estar muy llenos de buenas intenciones pero vistos de cerca están vacíos y en la práctica, en esa hoja blanca, hay demasiados puntos negros…
Volviendo a la letra del tango tal parece que da lo mismo “vivir en la impostura y pecar por ambición, que ser honesto a carta cabal. Es lo mismo el que trabaja noche y día como un buey, que el que vive a costa de los demás”.
Nosotros, los costarricenses, que nos jactamos convencidos de ganarnos el pan “en la lucha tenaz, de fecunda labor”; debemos exigir a los que prefieren ganarse el pan con el sudor del de enfrente que honren el juramento de servicio que hicieron a la Patria y que se les enrojezca la cara a causa del trabajo fecundo y no a causa de la vergüenza nacida en el oprobio.
Parafraseando a Jorge Debravo de su poesía “Esta Hora Nueva” finalizo diciendo “Que los templos se caigan sobre los hombres y los políticos manidos que no quieran salir a ennoblecer la Patria. Y que nos venga el Cristo poderoso y enorme con mano de mecánico y un mapa universal como bandera.
Marvin Ureña Sandí