En el proyecto se han invertido ya más de 2.000 millones de colones, incluidos recursos del Fondo de Desarrollo Social y Asignaciones Familiares.
También denunciamos que en 13 ministerios, funcionarios públicos realizaron 1661 viajes al exterior.
Con la plata de todos los costarricenses no se debe jugar.
El dinero que todos y cada uno de nosotros aporta no se debe administrar en esa forma.
Por eso, hay que aplaudir a aquellos empleados públicos que levantan su voz denunciando los despilfarros, los gastos innecesarios y la plata botada en algunas instituciones.
Hoy, se exige de la Presidencia de la República, de la Asamblea Legislativa y de todas las instituciones del Estado una actitud congruente con la mesura, la buena administración y la sensatez.
Funcionarios, empleados de empresas privadas, políticos y ciudadanos en general deberíamos unirnos en un frente común para frenar el gasto público y vigilar celosamente la plata de todos.
Resulta, entonces, indispensable, dar muestras de racionalización del gasto y correcto uso de los recursos públicos, antes de pensar en aprobar nuevos impuestos.
No se puede cargar al pueblo de nuevos tributos cuando se desperdician millones de colones en tubería innecesaria, se realizan viajes al exterior sin ningún propósito y se siguen sosteniendo privilegios exagerados producto de convenciones colectivas.
Hay que frenar el despilfarro, sanear las finanzas públicas y poner alto al crecimiento de los presupuestos institucionales.
Es un llamado urgente que no permite dilaciones ni medias tintas.
Es un clamor de un país cuyas finanzas efectivamente se asfixian ante la mirada complaciente de algunos y el aplauso al gasto innecesario de otros.
Mientras estudiantes como los de la escuela de Conventillo, de El Guarco de Cartago, reciben clases en condiciones deplorables, causa indignación que existan directivas de instituciones devengando altas dietas o gerentes recibiendo salarios millonarios sin ningún pudor.
Otro aspecto vergonzoso de la mala administración de los recursos está relacionado con los préstamos internacionales adquiridos por el país por el que se pagan millonarios intereses y cuyo nivel de ejecución es sumamente bajo.
Un ejemplo lamentable es la lentitud en la ejecución de los créditos para infraestructura. De cinco empréstitos que suman $1.202 millones, se han desembolsado $316 millones, es decir, un 26,29%.
Para carreteras hay recursos suficientes, pero los créditos marchan a paso lento frenados por la burocracia y la poca firmeza en hacerlos avanzar.
Las compras irracionales, los pagos de horas extra en exceso sin controles adecuados, los gobiernillos que han montado algunos en algunas instituciones para defender sus intereses, han contribuido a que el país se encuentre en una encrucijada peligrosa.
De ésta salimos juntos todos y, como primer paso, cado uno de los costarricenses debe convertirse en defensor de la plata de todos.
Comentario del diputado Mario Redondo .