Las artes son sin duda una de las manifestaciones más propias de la naturaleza humana, solo quienes la poseemos, somos capaces de generar alguna manifestación artística y si carecemos de ese don, por lo menos, podremos vibrar en nuestro fuero interior ante solo la observación o escucha de alguna creación artística.
Dado el corto espacio de tiempo del que dispongo en este espacio, quiero referirme sólo a la modalidad del canto y al apoyo que canal 7 le da a este género del talento musical nacional, a través de su programa de las noches de los sábados,.
Aunque no soy asiduo seguidor de la citada producción, reconozco que es una iniciativa que ha servido para que costarricenses, con el don para el canto, puedan darse a conocer pública y masivamente por su medio, lo cual a todas luces es un esfuerzo digno de reconocer.
Sin embargo, en las notas periodísticas de Telenoticias, he visto y oído con gran preocupación la participación de al menos una niña, que apareció ante las cámaras con vestimentas, actuaciones e interpretaciones más propias de una mujer adulta que de una pequeña. Su voz no sonaba tampoco como la de una niña, su talento para el canto es muy evidente pero me preguntaba, al escucharla y verla desplazarse como si fuera una adulta pequeña en el escenario si ¿Acaso esa experiencia, no le está arrebatando, muy anticipadamente, algo que con el tiempo perdería, me refiero a su niñez y a vivirla plena e integralmente?
No pude dejar de recordar programas cuando se iniciaba la televisión en nuestro país, como Chungaleta, el Club del tío Santiago entre otros que ahora escapan a mi memoria, todos enfocados en ser un espacio donde niñas y niños se expresaban artísticamente pero sin dejar, por eso, de comportarse de acuerdo a su corta edad.
En estos tiempos de cambios brutales en la forma cómo se estudia, cómo se trabaja y hasta cómo se vive; pareciera que hemos perdido, en esa explosión de conocimiento y tecnología, muchos valores intrínsecos a la naturaleza humana y con ellos parte importante del sentido de la vida. Las personas pareciera que hoy disponen de más comodidades materiales y reconocimientos efímeros pero de menos paz interior.
Todo ser humano, esté en la niñez o en la adultez, para darle sentido a su vida debe tener el mayor grado de felicidad, en el mayor plazo de tiempo posible y sin duda, no debería haber más tiempo más feliz, que el de la infancia pero esta no es una época de felicidad solo para las niñas y niños que la viven, sino también lo es para quienes coyunturalmente los acompañan en esta hermosa e irrecuperable etapa de la niñez.
Con gran nostalgia hay que tener clara conciencia de que esos momentos de jugar y correr inocente, alegre y despreocupadamente, más temprano que tarde, se volverán efímeros, por el paso inexorable del tiempo. Por esto, precisamente, pienso que es una ingratitud quitarle a cualquier niña o niño el vivir su niñez, como lo que realmente es y en realidad no hay ninguna razón para empujarlos a asumir el papel de adultos pequeños. Ojalá los responsables de esa producción o de cualquier otra similar. que pudiera darse en el futuro, diseñen dos secciones una para niñas y niños y otra para solo para adultos.
Las artes son sin duda una de las manifestaciones más propias de la naturaleza humana, solo quienes la poseemos, somos capaces de generar alguna manifestación artística y si carecemos de ese don, por lo menos, podremos vibrar en nuestro fuero interior ante solo la observación o escucha de alguna creación artística.
Dado el corto espacio de tiempo del que dispongo en este espacio, quiero referirme sólo a la modalidad del canto y al apoyo que canal 7 le da a este género del talento musical nacional, a través de su programa de las noches de los sábados,.
Aunque no soy asiduo seguidor de la citada producción, reconozco que es una iniciativa que ha servido para que costarricenses, con el don para el canto, puedan darse a conocer pública y masivamente por su medio, lo cual a todas luces es un esfuerzo digno de reconocer.
Sin embargo, en las notas periodísticas de Telenoticias, he visto y oído con gran preocupación la participación de al menos una niña, que apareció ante las cámaras con vestimentas, actuaciones e interpretaciones más propias de una mujer adulta que de una pequeña. Su voz no sonaba tampoco como la de una niña, su talento para el canto es muy evidente pero me preguntaba, al escucharla y verla desplazarse como si fuera una adulta pequeña en el escenario si ¿Acaso esa experiencia, no le está arrebatando, muy anticipadamente, algo que con el tiempo perdería, me refiero a su niñez y a vivirla plena e integralmente?
No pude dejar de recordar programas cuando se iniciaba la televisión en nuestro país, como Chungaleta, el Club del tío Santiago entre otros que ahora escapan a mi memoria, todos enfocados en ser un espacio donde niñas y niños se expresaban artísticamente pero sin dejar, por eso, de comportarse de acuerdo a su corta edad.
En estos tiempos de cambios brutales en la forma cómo se estudia, cómo se trabaja y hasta cómo se vive; pareciera que hemos perdido, en esa explosión de conocimiento y tecnología, muchos valores intrínsecos a la naturaleza humana y con ellos parte importante del sentido de la vida. Las personas pareciera que hoy disponen de más comodidades materiales y reconocimientos efímeros pero de menos paz interior.
Todo ser humano, esté en la niñez o en la adultez, para darle sentido a su vida debe tener el mayor grado de felicidad, en el mayor plazo de tiempo posible y sin duda, no debería haber más tiempo más feliz, que el de la infancia pero esta no es una época de felicidad solo para las niñas y niños que la viven, sino también lo es para quienes coyunturalmente los acompañan en esta hermosa e irrecuperable etapa de la niñez.
Con gran nostalgia hay que tener clara conciencia de que esos momentos de jugar y correr inocente, alegre y despreocupadamente, más temprano que tarde, se volverán efímeros, por el paso inexorable del tiempo. Por esto, precisamente, pienso que es una ingratitud quitarle a cualquier niña o niño el vivir su niñez, como lo que realmente es y en realidad no hay ninguna razón para empujarlos a asumir el papel de adultos pequeños. Ojalá los responsables de esa producción o de cualquier otra similar. que pudiera darse en el futuro, diseñen dos secciones una para niñas y niños y otra para solo para adultos.